4.

  1. 4. Empezar de cero.

Leo.

La residencia universitaria era genial, mi compañera de habitación era muy parecida a mí, en cuanto a forma de ser, porque de físico éramos como el agua y el aceite. Ella era morena, ojos verdes, alta, delgada y con poco pecho.

Deshacía la maleta en mi armario, mientras ella me contaba el largo viaje que había hecho desde Colombia hasta Chicago.

Sin lugar a dudas mi parte favorita de la habitación era el balcón, desde dónde se podían ver unas vistas espectaculares.

  • Entonces… ¿crees que te llamaran de esa prueba? – preguntó, justo después de que le hablase sobre ello. Me senté sobre la cama, sonriente.

  • El resultado no es importante – contesté, demasiado profunda para tratarse de mí misma –
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