CAPÍTULO 2:

La esencia de otro

            La mujer agarró a su pequeña de la mano mientras intentaba mostrarle la frontera, el lugar al que no debía llegar jamás. La joven miraba cansada a su madre, pues ésta siempre le explicaba las mismas cosas, y repetía aquella historia sobre el origen de las sirenas una y otra vez. Por no hablar de la triste historia de Siren, la joven sirena que intentó salir del mar, enamorada de un simple mortal.

Sacudió la cabeza, mientras nadaba hacia el otro lado, ansiosa, mientras su madre la seguía llamándola…

  • Amethyst…- la llamaba la mujer mientras la joven seguía nadando hacia el gran salón, donde algunas de sus hermanas cantaban en el gran evento que se celebraba aquella noche. - ¿escuchaste lo que te dije? - preguntaba su madre llegando hasta ella.

  • Si, madre lo he escuchado cientos de veces. Ahora quiero divertirme un rato

  • De acuerdo, pero no te alejes de la ciudad, los suburbios son peligrosos para ti.

Nadó con rapidez hacia su amiga Agamenia, aunque esta parecía ser siempre algo distante con la chica, era lo más parecido que tenía a una amiga. Siempre la estaba ayudando a no ser descubierta por la diosa o su madre.

  • Ven rápido – la llamó mientras tiraba de su brazo – hay algo que quiero enseñarte – continuaba mientras nadaba junto a su amiga hacia las afueras de la ciudad, dejando las fiestas del lugar atrás, parecía estar teniendo mucho éxito el último concierto de Gong, el pez globo, pero no tenía tiempo para esas minucias, había algo mucho más importante que quería vislumbrar.

  • ¿A dónde vas? – Le espetaba su amiga – No podemos subir a la superficie hasta que no se vaya el sol, podemos ser vistas por los humanos, sabes lo peligroso que es.

  • ¿por qué? ¿por lo que le pasó a Siren? – Preguntó haciendo que su amiga entristeciera. - Sé que ella era tu amiga, sé que algo horrible le pasó, aunque todas esas historias hablen de cosas inocentes… sé que algo terrible sucedió.

  • ¡No hables de cosas que no entiendes! – Le espetaba su amiga mientras salía a la superficie y se subía sobre una roca junto a algunos arrecifes.

  • ¿Crees que las sirenas pueden soñar? – Preguntaba mientras se subía en la roca junto a ella, y dirigía su vista hacia el horizonte. El sol se pondría pronto y era un espectáculo digno de ver, aunque estaba prohibido para ellas.

  • Las sirenas no pueden soñar, no tienen alma. - comenzó Agamenia, intentando que aquella niña tonta dejase de decir estupideces como esas, aún era demasiado joven para saber sobre aquel mundo que las rodeaba, aún no había alcanzado la madurez de las de su especie.

  • Lo sé…- comenzó, mientras se acariciaba las escamas de la cola con la mano - pero… quizás algunas puedan.

  • No deberías de contárselo a la Diosa nunca. - le aconsejó la muchacha.

  • ¿Qué? – Preguntó distraída, ya que no sabía a lo que su amiga se refería.

  • No deberías de contarle que puedes soñar, ni siquiera deberías de contármelo a mí. Ella puede verlo todo. - Explicaba, admirando como la joven sirena negaba con la cabeza.

  • No puede – insistía, haciendo que su compañera la mirase sin comprender a lo que se refería - si salimos del mar ya no puede vernos en las pompas. - su amiga la miró confundida, ya que no entendía como ella podía saber eso. Nadie lo sabía, sólo unas pocas eran las afortunadas de conocer tal información.

  • ¿quién te ha dicho eso? – preguntó curiosa, ya que no era normal que alguien conociese aquella información.

  • ¿Recuerdas cuando me enseñaste el lugar dónde Siren estaba cautiva? – Preguntó mientras su compañera admitía con la cabeza – Conocí a una chica allí.

  • ¿Qué chica?

  • No puedo decírtelo. Ella me hizo prometer que no lo contaría, nadie puede saber que ella sigue viva.

  • ¿Siren? – Adivinó, pues sabía que era la única que podría saber secretos sobre la diosa. - ¿Ella está viva?

  • Shh, es un secreto nadie puede saberlo.

  • ¿Cómo es posible? Estaba atrapada en la piedra, yo la vi, pude sentir su alma ahí dentro.

  • Sólo un Dios podía liberarla de ese hechizo. Y sólo podría ser libre con un beso de amor verdadero.

  • ¿Blackbear? ¿Él la salvó?

  • Shh, no podemos hablar de esto.

  • De acuerdo, entonces será nuestro secreto. ¿qué es lo que quería de ti?

  • Ella quería hablar conmigo sobre mi pasado, dice que antes de ser sirena fui…

  • No podemos hablar de nuestra vida pasada. Se supone que nuestra parte humana a olvidado esa parte de nuestra vida.

  • Lo sé, yo siempre pensé que nací sirena, jamás pensé…

  • ¿qué te ha contado Siren? Sobre tu vida pasada…

  • Aún no me ha contado nada, quiere que la ayude a salir de la piedra, dice que sólo así me ayudará a recordar. Qué sólo así lo mandará a él a buscarme. No entiendo a quien se refiere…

  • Espera un momento… Acabas de decir que ella estaba fuera de la piedra…

  • Si, lo estaba, pero no era la Siren actual, tan sólo era una imagen del futuro. Ella quiere que la ayude a salir de esa prisión.

  • ¿cómo podrías tu lograrlo?

  • Ella debe recibir un beso de amor verdadero.

  • Claro… Lo necesita a él – adivinó la muchacha. - ¿y cómo vamos a conseguirlo?

  • ¿sabías que las sirenas podemos viajar en el tiempo? – observó cómo su compañera negaba con la cabeza – somos seres mágicos protegidos por la mismísima diosa, podemos hacerlo. Ella dice que debemos conducir a Barba Negra hacia ella, sutilmente.

Mientras tanto, la diosa hablaba con una de sus hijas, Marina era su nombre, y antaño fue una princesa azteca, pero ya apenas quedaban recuerdos de esa triste vida…

  • Ella ha vuelto a salir a la superficie…- comenzó la diosa, pues acababa de percatarse de que había una luz que irradiaba de la pompa de una de sus hijas, una luz tan cegadora que apenas podía ver o escuchar lo que ocurría. - … te advertí que debías vigilarla. ¿por qué crees que te elegí a ti como su mentora? Es tu última oportunidad para redimirte.

  • ¿cómo podría ella no sentir curiosidad por la superficie cuando tiene una esencia de otro?

  • ¿cómo te atreves? – le espetaba la diosa sin dar crédito a lo que escuchaba.

  • Os juré lealtad si lo protegíais a él… y todos estos años… su alma se ha corrompido con los deseos mundanos de un pirata, un lugar donde no existe el amor ni la lealtad. Ese hombre que se hace llamar William Drake, ya no es mi hijo.

  • Marina…- comenzó la diosa

  • ¿creíais que entregándome a su esposa olvidaría vuestra falta?

  • Él quería que la salvase, y la salvé.

  • Pero… ¿a qué precio? Tuvisteis que usar la esencia de otro para salvarla.

  • ¿y qué podía hacer? Su esencia fue robada por Siren, era la única forma de poder salvarla.

  • Era la única forma de salvar a una vida inocente, una vida que no debería haberse perdido si hubieseis hecho las cosas bien con Siren.

  • Es un error del pasado…

  • Debemos aprender de nuestros errores. ¿acaso no es eso lo que pretendíais enseñarle a Siren?

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo