Prohibido
Prohibido
Por: Paola Arias
Prólogo

Literalmente mi vida es un completo caos, y sin duda alguna, amo cada pedazo de m****a que llueve contra mi redonda cara. Desde pequeña sufrí del maltrato, no solo verbal por mi cuerpo llenito; ellos no se conformaban con insultar a la gorda del salón y llegaron al extremo punto de maltratarme físicamente. En resumen, mis padres me enseñaron a defenderme y mi hermana mayor, Aranza; me enseñó, que sin importar quien sea, no debo de permitir que pasen por encima mío, solo por tener un par de kilos de más. Su frase favorita era: "NIcol, con un solo puño tuyo en sus caras, los dejarás inconscientes por una semana, como mínimo". Amaba como mi hermana convertía esas lágrimas en risas, unas que hasta el día de hoy extraño demasiado. Ella creció, yo crecí. Ella se mudó, yo me quedé con mis padres, y la mejor decisión que pude haber tomado fue haberme quedado tratando de encontrarme en un pequeño pueblo, donde las pocas personas que lo habitan aún siguen teniendo b****a en sus cabezas.

— ¿Acaso no sabes diferenciar la leche de vaca a la leche descremada? Maldita gorda — preguntó con cierto deje de burla la chica frente a mis ojos. Sonreí ladeado y la miré directamente a los ojos —. Bueno, lo dudo.

— Bueno, puede que una te quite celulitis, grasa y no sé que mierdas más. Pero lo que necesitas es una leche mágica para que a tu cerebro llegue un poco de inteligencia — frunció el ceño y se levantó de la silla —. Otra cosa, la leche descremada aumenta tres veces el peso corporal, si no haces un buen ejercicio después de beberla — mentí, solo he tomado de una leche en mi vida y es la que me dio mi madre de pequeña; no tolero la lactosa, por ende, jamás he consumido leche en lo que llevo de vida.

— ¿De que hablas, gorda? La grasa se te ha subido a la cabeza ¿O qué? — sus falsas amigas soltaron un sonora carcajada —. Tú que vas a saber, si lo único que sabes es meterle cosas asquerosas a tu cuerpo; tanto como tú.

— Esas cosas asquerosas como las llamas, es comida —  dejé el cuaderno de notas y el esfero sobre la mesa —. Ellas me dan la suficiente fuerza para romper tu carita de barbie falsa — mi puño impactó sobre su pómulo derecho, lo que hizo que ante mis ojos cayera sobre sus flacas nalgas en cámara lenta... La verdad ya habían pasado dos días en los que solo hacia burlarse de mí y por más que traté de contenerme, el impulso de golpearla se apoderó de mi razonamiento.

De esa misma manera en que la vi caer, me despidieron por quinta vez de un empleo, en menos de tres semanas. No soy muy sociable que digamos y cuando fraternizo con las personas, no lo hago de buena manera. Ni soy dada a que me quieran y yo, no dejaré que nadie entre así como así a mi coraza de acero. De eso podría dar fe, hasta que mis padres decidieron enviarme a Miami con Aranza. Según ellos, para dejar de ser tan violenta y para que ella me ayudara con un buen empleo.

Lo cierto era que no tenía idea de, que iba a conocer la tentación hecha hombre y mucho menos, que lo prohibido me llegara a gustar, casi como las alitas en  salsa barbacoa que prepara mi madre...

Ay, Darren Ferreira ¿Por qué debes de ser el prometido de mi hermana? La misma que amo con todo mi ser y que jamás llegaría a fallarle, ni ante cualquier buen mozo que llegue a perjudicar mi paz y nuestra buena relación. En todo caso ¿acabará mal para mí? O ¿Será que este papacito rico, solo planea burlarse de su llenita cuñada.

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