Había caido la noche, a Mia se le fue  el tiempo volando y para empeorar las cosas estaba una tormenta cómo pocas veces en la ciudad,

salió de la oficina para subir a su coche, se dirigía a su casa cuándo una de las llantas se ponchó ocacionando que su auto diera vueltas por lo resbaloso de la carretera, otro carro alcanzó a ser testigo del accidente un lujoso auto que pertenecía al poderoso e imponente CEO dueño de empresas internacionales, marcas de lujo, pozos petroleros y miles de bienes por todo el mundo nada más y nada menos qué Oliver Rodriguez

Oliver era un hombre con una belleza impresionante, cómo un dios griego vestido en su traje de diseñador hecho a medida, imponía con su presencia por dónde quiera que se dejaba ver

El CEO venía con su chofer Artur un eficiente mano derecha de inteligencia reconocida como pocos, solo su jefe ell CEO Oliver Rodríguez podía superarlo, Artur era de muy buen ver pero nada en comparación a su jefe

cuándo por fin el auto de Mia se detuvo estaban los vidrios estrellados y la carrocería hecha nada, Mia estaba inconsciente muy muy golpeada con el rostro hacía abajo, su hermoso cabello platinado lo cubría por completo

oliver se adentró para sacarla  llamaron a una ambulancia pero está nada más no llegaba, él impaciente CEO se desesperó por la tardanza la volteó para tomarla entre sus brazos, más cuándo pudo observar su hermoso y pálido rostro quedó sin poder respirar por un momento al ver la belleza inigualable de la hermosa mujer, esa piel blanca suave y esos labios rosados lo cautivó, a él a ese CEO frío despiadado y sin sentimientos

 El poderoso hombre se recompuso como pudo, corrió con ella al hospital más cercano, cuándo llegó a urgencias la atendieron de inmediato pero no dejaron pasar a Oliver más  allá de esa puerta en dónde desapareció junto con los médicos, el CEO de verdad estaba preocupado por esa chica que recién conocía y no entendía el por qué de ese sentimiento ya que nadie había podido hacer sentir algo a aquel hombre poderoso en sus 30 años de vida.