Capítulo 1

Me dejo caer en el sofá de la sala, dejo salir mi aliento con pesadez, abro y cierro mis manos por lo entumecidas que las tengo y al enfocar mi mirada al frente, fulmino a quien en este momento me está mirando con la tranquilidad más grande del mundo. Ambos nos miramos fijo, coloco una pierna encima de la otra, me amoldo al sofá y chiteo.

– ¡Oh vamos Frida, no me mires de ese modo! –revoloteo los ojos, vuelvo a mirarle. –Por lo menos estuviste tranquila, ayudándome a mí, al primo que más amas y adoras.

– ¿Cómo demonios puedes soportar a ese hombre? –la incredulidad de mi parte. –Es arrogante y grosero, eso sí, no te niego que esta como para atarlo a la cama y hacerle de todo –este ríe un poco. –Pero ¿que con su forma de pensar? ¿Mujeres de buen cuerpo y perfectas? ¿En qué siglo vive? –Mark escupe todo el aire retenido en sus pulmones, se inclina, apoyando los codos en sus piernas, me sonríe.

–No es tan malo como lo pintas, hermosa, el señor Hunther tiende a ser noble, como la vez de... –se pone pensativo niega. –No ese día no fue para nada noble –vuelve a pensar intenta hablar, no lo logra. –Mierda, ¿Acaso no ha hecho nada bueno en su magnífica vida?

Ambos escuchamos un carraspeo a nuestro lado, mismo que nos toma por sorpresa y nos altera los nervios. Creímos que estábamos solos en mi departamento, pero ya veo que no, al voltear el alivio me vuelve y sonrió.

–Tía, no tenía idea de que estabas acá –sonrió, se acerca deja un beso en mi frente y una dulce caricia en mi mejilla.

– ¿Y a tu hijo? ¿No le darás amor? –esta le mira de pie a cabeza, niega y toma asiento. – ¡Gracias! –ambas reímos por el drama de Mark.

– ¿De que hablaban? ¿Ocurrió algo mi amor? –me mira y asiento levemente.

–Conocí a un hombre tan idiota, ególatra y como un jodido grano en mi trasero –esta me mira un tanto asombrada, yo señalo a Mark. –El famoso jefe de Mark.

– ¿Ese al que siempre vives tirándole m****a? –abro mi boca de par en par, sonrío.

–Vaya, vaya, Mark Kayenston, mira nada más –me cruzo de brazos, le miro fijo

– ¡Cállate, Frida! –me señala indignado y observa a su madre. –Gracias por el aporte mamá.

Yo rio junto a mi tía Catia, esta se encoge de hombros y vuelve a donde siempre termina cuando viene a mi departamento, la cocina. Nunca se cansa de venir y hacerme un montón de comida para toda la semana, siempre le digo que no es necesario que yo me las arreglo sola, pero ella es tan insistente y la verdad es que es su excusa para venir a verme.

–Solo espero, que este satisfecho con esas fotos –observo a Mark. –Me sorprendió verte volver de la mano de Bera Jelly y Timothy Hunther.

–Bera es una vieja amiga, y ese primo de Bajhor es taaan diferente a el engendro creído ese, gracias a Dios se había marchado porque te juro que la tercera guerra mundial, se hubiera desatado.

El olor a mate nos emboba a ambos y observamos a mi tía venir con tres envases lleno de esto. Le agradezco infinitamente por este cariñito y al darme un sorbo de este líquido amargo, mi cuerpo de inmediato se relaja. Ya los ojos preciosos de ese condenado de Bajhor se me esfumaron y el mal rato que me hizo pasar también, aunque agradezco que no estuvo cuando regrese, hubiera querido que fuera al revés, darle en el pecho y mostrarle todo lo que hice con sus modelos.

Mientras yo disfruto de mi mate mi primo se entretiene contándole a su madre todo lo que ocurrió en mi llegada a la agencia de modelaje y estudio fotográfico Hunther House. Sabía desde un principio quien era Bajhor Hunther, sabia de su egocentrismo y su mala táctica de hablarle a las personas, mas yo fui confiada porque Mark me dijo que él no estaría, pero bueno, cosas ingratas del destino, el idiota estaba y que dolor de cabeza me provoco.

–Oh Dios, Frida mi niña –volteo a ver a mi tía, asiento. –Te han llamado del trabajo, el día de mañana tienes que maquillar y peinar a una novia y sus damas –exhalo con cansancio.

–A veces estoy considerando darme un break –sonrío y niego. –Pero ¿cómo me puedo dar mis gustos si no trabajo? –me coloco de pie, dejo mi taza sobre la mesita de vidrio delante de mí. –Iré a darme una ducha y recostarme un rato, espero que mis dedos entumecidos y mi cansancio reciban buena paga, ¡Eh! –señalo a Mark, este sonríe.

–Bueno o malo tu trabajo, diga lo que diga mi jefe, recibirás tu pago, lo prometo, pero, prima hermosa, para mí, fue un trabajo excepcional –este me lanza un beso yo sonrío. –Te quiero odiosa.

–Te quiero intenso –le sonrío a mi tía. –Están en su casa, gracias por venir tía, te quiero.

Sonriente asiente, yo de inmediato me dirijo a mi habitación. Al entrar observo como a la cama le sale un par de brazos y aclama por mi cuerpo, enciendo mi pequeño estéreo que esta junto a la tv y la voz de Abel, mi hermoso The Weeknd le envía a mi agotado cuerpo esa sensualidad al cantar I Feel It Coming.

Comienzo a despojarme la ropa y busco mi bata de baño, decido utilizar la tina y le aplico algo de jabón líquido de rosas para darme paz y tranquilidad.

Estoy tranquila si Mark y mi tía se encuentran aquí y yo me encierro en mi habitación, ellos son libres de usar mi departamento no tan enorme, pero acogedor. Les he pedido que vengan a vivir conmigo, pero declinan, siempre con eso de que merezco mi propia privacidad, aunque claramente, en algunas ocasiones se queden a dormir aquí. Los únicos que tienen llave de mi departamento son ellos dos, aunque siempre me informan que vendrán, excepto mi tía, que en ocasiones no lo hace para dejar la comida y marcharse y yo no darle el sermón de siempre.

Con la tina lista quito mi bata y me adentro al agua tibia y maravillosa que en este momento cubrirá mi cuerpo. Recojo mi cabello en una cola alta y el agua me cubre hasta los hombros, recuesto mi cabeza al borde de la tina y cierro mis ojos. Mis manos se mueven debajo del agua, un suspiro de mi parte y una corta sonrisa se forma en mis labios.

– ¿Y qué tiene que ver tu prima la voluptuosa en todo esto?

–¡Ja! Desgraciado, si supieras lo que puede hacerte esta voluptuosa, pedazo de caca –tiro muy, muy lejos ese amargo encuentro y me concentro en mi baño.

Me levanto exaltada, después de mi largo baño en la tina, mi cuerpo no resistió más y se abrazó a Morfeo. La voz de Lionel Richie cantando Say you, say me, me espabila por completo, tanteo mi mano por toda la cama y logro coger mi móvil. No me percato de la pantalla, ni siquiera sé qué hora ha de ser y lo llevo hasta mi oreja, dejo salir toda pesadez de mi cuerpo.

– ¿Si? ¿Quién es? –escucho un carraspeo del otro lado de la línea, abro mis ojos enfoco aún mejor mi vista, me altero al ver la claridad del otro lado de las persianas. –Mierda...

– ¿Señorita, Frida Kayenston? –salgo disparada de la cama, me muevo de un lado a otro, solo llevo mi ropa interior.

–Me lleva el diablo…

– ¿Disculpe? –caigo en cuenta de la voz masculina del otro lado del aparato en mi mano.

–¡Oh Dios! Disculpe, ¿Quién habla? –muy clarito escuche un bufido, ¿Alguien esta estresado?

–Le hablo del House Hunther –alejo con prisa el móvil de mi oreja, efectivamente, es un número no registrado, lo llevo de vuelta. –Es Bajhor… Hunther.

– ¿¡Aaah!? –logro dar con unos jeans inclino mi cabeza a un lado, sosteniendo el móvil con mi hombro. – ¿Qué quieres?

–Mide tu manera de hablarme –chiteo, logro encender la luz de mi habitación, menuda reguera que tengo. –Se un poco más agradecida, honey.

– ¿Qué quieres? Honey –salgo de mi habitación corro hasta la cocina. –Debo ir a trabajar, y tengo cosas que hacer, ¿Quién te dio mi número?

–Eso no es lo importante –vierto jugo de limón a mi vaso me doy un largo sorbo. –Quisiera reunirme con usted, hablar de lo que hizo ayer después de que me fui –oh m****a, oh no.

–Señor Hunther de verdad, tengo cosas que hacer.

–Aquí le tengo su pago.

–Envíelo con Mark.

–No.

–Si.

–Que no.

–Que siiiii –me alteró un pelín. –Jeje, envíeme el dinero con Mark.

–La espero en mi oficina, hoy, incluso mañana o cuando decida buscar su pago, por el buen trabajo que hizo.

– ¡¿Qué yo que?!

–Feliz día, señorita Kayenston.

Y el desgraciado termino la llamada, dejo mi móvil sobre la encimera, observo la hora, nueve treinta de la mañana y se supone que debía estar a las nueve en punto en mi trabajo. Me olvido por completo de esa extraña llamada, tomo un trozo de pastel de zanahoria, me lo voy comiendo a medida que busco algo decente que ponerme hoy, y me dejo una nota mental que debo recoger mi habitación al regresar.

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