El bosque

Aunque estaba horriblmente agotada por el día anterior, me desperté antes de que amaneciera. Miré a mi alrededor, y al encontrarme en esta habitación extraña, una sensación de pena se instaló en mi alma. Sé que no tengo derecho a quejarme, pues he sido yo misma quien ha querido escapar de su casa, y quien se ha metido en esta situación; pero ello no impide que me sienta triste y abatida.

Pienso en Alana, y me siento mezquina por haberla tratado con frialdad en nuestro último encuentro. En mi mente, ella es mi madre; y aunque biológicamente no lo sea… ¿realmente importa tanto? Ha sacrificado toda su juventud para sacarme adelante, lo que sin duda tiene aún más mérito, pensando que ni siquiera soy hija suya.

Siento la cabeza abotargada con todos los pensamientos que la recorren, y deseo disculparme con ella; pero también soy consciente de que en estos momentos no puedo regresar. Intento pensar en una solución, pero nada viene a mi mente, y lo único en lo que puedo pensar es en la necesidad de moverme, y dejar de lado todos estos pensamientos.

Me visto rápidamente con algunas de las prendas que han dejado en el armario, y me sorprende lo bonitas que son. Escojo una malla deportiva de color verde aguamarina, con un top deportivo a juego, con tirantes cruzados, que se pega a mi piel. Me calzo las zapatillas deportivas que hay en el armario, y decido salir a correr.

Al principio troto suavemente, en parte porque quiero preparar mis. Músculos; y en parte,  porque estoy analizando lo que me rodea en busca de amenazas. Cuando me doy por contenta, porque no he visto ningún signo de que los solitarios anden merodeando por la zona, busco un hueco discreto, junto a un enorme árbol, me desvisto, y dejo que mi cuerpo se transforme.

Me gusta sentir el cambio fluyendo por mis venas. Comienza con un ligero dolor, más bien una molestia, podríamos decir, que hace crujir los huesos humanos; y luego, paso a paso, cada uno de mis huesos se convierte, mis músculos se estiran, y se contraen hasta adoptar la forma de los músculos de mi loba; y ya por último siento como las uñas van oscureciéndose, hasta pigmentarse totalmente.

Una vez convertida, comienzo una carrera salvaje, saltando arbustos, atravesando claros, y dejando que el frescor del principio del día me inunde.  El olor es tan intenso en las profundidades del bosque, que no puedo salvo seguir corriendo, deleitándome a cada paso.

Cuando al fin me detengo, me doy cuenta de que he avanzado más de lo que pensaba, pues no reconozco el paisaje, y creo encontrarme cerca de la montaña cercana, al menos es lo que parece indicar la elevación del terreno. Olfateo el suelo, en busca de alguna pista que me diga donde estoy, y sonrío para mis adentros cuando capto el olor del agua. Camino con paso vacilante hasta llegar al río, y una vez allí, me tumbo unos segundos, necesito descansar mi maltratado cuerpo.

Me pongo en pie poco después, acerco mi cabeza de pelo rojizo al agua, y la sumerjo para refrescarme. Después la muevo con fuerza, para eliminar el excedente de agua que se ha adherido a mi pelo, y me dedico a beber un poco.

Estoy tan relajada, que tardo en captar un sonido sospechoso. El hecho de estar junto a un río me ha distraído, y no he estado atenta, y cuando al fin escucho el sonido de unas pezuñas sobre la tierra, es demasiado tarde.

Levanto mi cabeza del agua, y observo que en el río se refleja otra cabeza aparte de la mía. Me muevo lentamente, y veo que el reflejo está enfrente. Me muevo un poco, y cuando levanto mi cuerpo del suelo, nuestros ojos se cruzan.

Es el inmenso lobo negro de ayer noche. Está enfrente de mi, y me mira fijamente, atento a todos mis movimientos. En mi forma de lobo, tengo menos miedo, porque sé que soy más fuerte que en mi forma humana, aún así este lobo es de un tamaño increíble, calculo que debe de ser el doble de grande que yo, y sin duda, parece fuerte, y entrenado, si él quisiera, podría acabar conmigo sin esfuerzo.

Nuestras miradas siguen fijas, y algo en la luz de sus grandes ojos negros me da paz. Sé que estoy siendo irracional, y que no puedo fiarme de mis impresiones cuando me encuentro en una situación tan vulnerable, por ello, en cuanto el canto de un pájaro distrae su atención durante unos segundos, me giro velozmente, y salgo corriendo.

Corro sin descanso, tratando de deshacer el camino recorrido, y aunque no escucho a nadie más, no me detengo hasta que no estoy en el punto en que dejé mi ropa escondida. Una vez aquí, paro, me cubro con unas hojas secas que son casi del mismo color que mi pelaje, y aguzo el oído en busca de alguna pista que delate al inmenso lobos negro. Pero no hay nada.

Una parte de mi se siente decepcionada, y me mortifica la idea, no entiendo como puedo sentirme de ese modo cuando soy consciente de que el solitario podía haberme matado con un solo movimiento.

Me visto rápidamente, sin prestar atención al desorden de mi cabello humano, y regreso a la posada con paso tranquilo. Por dentro, mi cuerpo aún está agitado, y siento una especie de necesidad creciendo en mi vientre, y ascendiendo hasta mi boca. Algo en ese lobo me atrae, me excita, y me lleva a desear buscarlo, aún cuando sé el peligro que una decisión como esa puede entrañar.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo