Capítulo 4

Chasqueo mis dedos y de una vez le digo que se vaya porque no resisto tenerlo frente a mí, y no es que me muera por él, ¡ya no!, lo digo porque estoy segura de que lo mato o le corto las pelotas, para que deje de andar de puto con las mujeres.

Si él no es fiel, entonces tampoco lo seré yo. Sé que ese dicho, infidelidad se paga con infidelidad es un tanto estúpido, ya que uno lo hace porque el otro lo hizo y no porque le guste hacerlo con la persona que desea.

Mi pensar es que yo lo haré con el que se me dé la regalada gana, y lo principal que debo prometerme a mi misma es no enamorarme, ya que eso seria como cometer la locura de hacer lo mismo que hice con Hunter.

—Comprendo que estés furiosa —toma su chaqueta de cuero que estaba sobre el sillón—, pero te estoy siendo de lo más sincero, lo mejor que debes hacer es alejarte de arpías celosas que lo único que envidia es lo que tienes y tu felicidad—penetra la mirada fría en mi amiga.

Ash… Sabía que se iría directo a mi amiga, es evidente el odio que ambos se tienen.

—Eres un estúpido, yo no soy la que anda follando con cualquier puta que abre las piernas —en par de segundos mi amiga explota mientras yo pongo los ojos en blanco.

¿Cómo puede caer ante las provocaciones de Hunter? Sol se debería de controlar, dado que he dicho que no volvería con él y menos ahora que he abierto mis ojos.

—Ah, amor, quiero decirte que por la noche tienes una cita con mis padres —detiene su andar y habla dándome la espalda—. Espero que no le hagas un desaire, ya que ellos no tienen la culpa de nada.

—Ella no ira a ningún lado —detengo a mi amiga al ver que iba sobre él.

—Piénsalo bebé, aunque sea la última vez —esas fueron sus últimas palabras para luego ordenarle a sus deportivos Jordán de marca, que avancen sin detenerse.

Me quedo anonada de lo descarado que es Hunter.

 Sin decir ni una sola palabra camino tres pasos y me dejo caer sobre el sofá. ¿Qué es lo que debo hacer?

Piensa… Piensa… Piensa… Debo ir o de una vez dejarlo plantado.

—No me digas que consideras esa propuesta —dice con tono surgente y yo exhalo todo el aire que tenía contenido.

—No tengo idea de lo que haré —cierro los ojos fuertemente de lo frustrada que me siento.

—Levántate perra maldita —en milisegundos siento que toma del brazo y me jalan hacia delante, pero como no lo tenía previsto me voy cayendo de tapas al piso—. Perdón… perdón… perdón—se tira al piso para ayudarme, pero lo malo es que no me ayuda porque esta sobre mi cuerpo y todo su peso está sobre el mío.

—No me lastimaste maldita, pero sino te quitas, te mataré —grito enfadada.

—Lo siento —dice quitándose de mi cuerpo.

Doy media vuelta hasta quedar boca arriba. Sobo un poco mi boca angelical para luego buscar la mirada de preocupación de mi amiga, de una vez le digo que no tengo intenciones de ir, pero no sería mala idea hacerlo pagar por todo lo que me ha hecho, ya que el maldito se cree tener poder sobre mí.

—Quiero ser una perra como mi madre…

Se me acaba de ocurrir una idea macabra; puedo meterme en la cama con el hermano, no esta tan mal, me puedo acostar sin ningún arrepentimiento, aunque mi plan se puede ir al caño en el instante que el hermano me rechace porque es gay.

—Oh, no me digas que te meterás con su padre —dice llevándose una mano hacia su boca y yo blanqueo mis ojos.

—Sí que eres estúpida Sol, como crees que me metería con un abuelo arrugado —hago gesto de asco—, me comeré al hermano—relamo mis labios.

Sí, estoy dispuesta a meterme con Elliott, haré todo lo posible para que él caiga. No estoy buscando culpables y menos enfrentamientos con nadie, solo que mi ser quiere venganza y un poco de placer.

Quiero intentarlo con otra persona que no sea Hunter.

—Pero dicen que los viejitos lo hacen rico —dice mordiendo su labio inferior y yo los abro al imaginarme lo que esta perra ha estado haciendo.

—Te has metido con un abuelo —me suspendo para sentarme y verle a la cara.

—Dices que te follarás al hermano —dice admirando su manicura perfecta.

Oh, estoy sorprendida, ese rostro me dice que la muy perra se ha metido con abuelos. Pero que asco, Sol es joven y puede estar con cualquier hombre, pero jamás con un viejo.

¡Que tendrá en la cabeza!

—No cambies de tema —protesto.

—Aaahh… —rechina los labios y voltea los ojos—. Me follé a uno o tres, no lo recuerdo—dice sin tapujos mientras que yo he quedado con la boca abierta.

—No pensé que ese tipo de gusto era lo tuyo —me levanto y nuevamente vuelvo al sofá—, y como es tener sexo con los abuelitos—insisto, tengo mucha curiosidad de saber si lo hace porque quiere o por dinero.

—Fueron sugar daddy, nada importante para mí —dice con desdén.

Mi amiga Sol está muy grandecita para decidir con quien revolcarse, pero no me parece que se meta con viejitos, será que ese no es mi tipo de gustos. Mi amiga es bella por dentro y por fuera, es mayor dos años que yo y sus padres son cómodos, pero no tanto como ella quisiera.

Ella es mi mugre porque obviamente yo soy la uña, “uña y mugre”.

—No quiero que lo sigas haciendo y ahora que tienes un trabajo para darte el gusto que quieras —hablo seriamente—, ya que trabajas en las oficinas de la empresa textilera más reconocida de toda esta ciudad.

Ella tiene belleza, trabajo y todo el amor de una amiga.

—Ya no lo hago —alza la mano en forma de promesa.

Hace una semana a Sol le dieron el trabajo de supervisora, y solo se mantiene en su oficina; eso me hace feliz, y sé que a ella también porque antes ella era un agente inmobiliario. Ese trabajo da, pero no como el que tiene ahora.

—Eso espero —sentenció.

—Olvidemos ese tema y mejor dime que es lo que tienes pensado para el hermano de Hunter.

Volviendo al tema de Elliott, ese hombre que me ha retado y rechazado, no es que sea una modelo, pero tengo lo mío. Sé que puedo seducirlo, pero siempre y cuando no sea gay.

—Muchas cosas y tú me ayudarás porque ese santo lo convertiré en diablo —sonrió maliciosamente.

Estoy dispuesta hasta embrujarlo, aunque me den miedo las brujerías, eso no es lo mío.

—Me das miedo, y eso que dicen que la loca pervertida soy yo.

—Jamás en la vida he dicho que soy una santa, pero tan poco una puta.

Para mí hay que manejar a los hombres como nosotras las mujeres sabemos cómo hacerlo, ya que los hijos de puta hacen lo que quieren. 

“¡La fidelidad no existe!”

Así que se jodan...

—Entonces levanta ese puto trasero y llama al imbécil de Hunter —se levanta del sofá y corre tras el teléfono.

—No lo llamaré ahora porque eso sería como “no puedo vivir sin él”. 

Sol nuevamente vuelve a colocar el teléfono en su lugar, y en el instante que da media vuelta el teléfono suena. Ella me observa con el rostro asustado y mi corazón se acelera al pensar que la que está llamando es mi mamá, aunque también puede que sea Hunter.

—¿Crees que sea el estúpido de Hunter? —pregunta señalando el teléfono.

Al ver que ninguna de las dos se mueve para contestar y menos la empleada de la casa, entonces me levanto y rápidamente tomo el teléfono.

—Aló, casa de los Hassler —cada vez que uno toma el teléfono de la casa tiene que hacer referencia al apellido de mi madre.

—Krystle Hassler, me puedes decir que es lo que está pasando —grita mi madre eufórica hasta sentir el ardor en mis tímpanos.

Mi madre, ya me esperaba esta llamada.

—No sé de lo que me hablas mamá —bufo.

Trato de llevar esta conversación por otro lado, aunque soy consciente con quien estoy hablando. Es mi madre, ella sabe todo lo que sucede a mi alrededor y conoce cuando su hija miente.

—No empieces Krystle —habla con voz imponente—, quiero que me digas qué es lo que está pasando con tu novio—alejo un poco el teléfono porque un día esta señora me dejará sorda, luego de darle unos segundos al teléfono nuevamente lo vuelvo a colocar a mi oído, aunque es muy arriesgado, pero sino lo hago la señora se pondrá peor de lo que está, “es una exagerada”.

—No ha pasado nada madre —hablo con sutileza.

—Aaahh… estaba por tomar el avión, pero ahora cancelaré todo —espeta.

Ay, no. Esto es demasiado drama, mi madre exagera demasiado.

—No lo hagas mamá, ya que no tienes por qué preocuparte —hablo con tono cansado—, Hunter está en su casa y lo que sucedió en la casa se queda en la casa porque no pasó a más.

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