Capítulo 30.

Sentí que el camino era largo, pues llevaba mucho tiempo en el auto, creo que como una hora de viaje. Mis manos se entumecían, pero aun así no me quejé, no le daría motivos para hacerme daño.

Después de mucho rato, el auto se detuvo. Sentí cuando me tomó del brazo y me arrastró fuera de este. Me llevó por un camino de piedras hasta que nos detuvimos en unos escalones.

—Ten cuidado, hay escalones. Son tres— fueron sus únicas palabras.

Escuché cuando abrió una puerta y me llevó hasta el centro del lugar.

—Claris, llévala a la habitación que va a ocupar nuestra nueva huésped, ya sabes que hacer— dijo mientras escuchaba a la mencionada acercarse y tomarme del brazo para llevarme al lugar indicado.

—Por aquí, por favor. Con cuidado, hay escalones a dos pasos— escuché decir a una mujer que me dirigía hacia una escalera para luego llevarme a la que sería mi habitación.

—Claris, ¿cierto?, ayúdame por favor. Yo no puedo estar aquí. Mi espo

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