Capítulo 27.

Casi todo el piso con las mejores habitaciones del lujoso hotel había sido asignado para ellos. Alek era el dueño, por lo que no hubo inconveniente en darles toda la privacidad que necesitaban.

—¿Qué te dijo? — preguntó su amigo.

—Que lo hizo por rabia por haberla ignorado— respondió sentándose en una de las sillas frente a Marcus. —¿Dónde está? —

—Aquí estoy— dijo el hombre saliendo del baño y tendiéndole la mano para saludarlo.

Edward miró con asco la mano tendida y levantó la vista para mirarlo a los ojos con prepotencia. El hombre simplemente la quitó y se sentó en otra silla.

—No te mande a buscar para tomar el té y que charlemos como viejas amigas— dijo Edward al oficial junto a él.

—Oye, simplemente estoy siendo amable cálmate, amig

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