Capítulo 3.

Arturo.

Mi alarma sonó temprano, como siempre. Me senté en la cama unos minutos antes de dirigirme al baño por una ducha. Mientras pensaba en lo ocurrido en la mañana anterior en la oficina de mi padre y el asunto que le urgía a Rebecca, me levanté hacia mi closet y preparé mi traje para el día de hoy. «Por qué estaría tan angustiada. Esa mujer sí que guarda mucho misterio. Pero lo que más me tiene intrigado es porque papá le permite tanto, sigo pensando en que ellos tienen un romance. Bruno me asegura que no es así, pero yo no dejo de pensar en eso».

Desde el primer día que llegó a la empresa papá la acogió como si fuera muy importante para él. Ni siquiera disimuló el brillo de sus ojos y el entusiasmo con que la recibió. «Será que se conocían de antes». No lo sé, pero es muy sospechoso el comportamiento de mi padre hacia ella. Y ella no se queda atrás. Lo mira con fascinación y está muy pendiente de él.

La verdad es que no puedo negar que Rebecca es una mujer hermosa, no como las de mi gusto, pero tiene lo suyo. Sus ojos grises son muy expresivos y bellos, pareciera que pudiera ver en su interior. Te reflejas en gises orbes y sientes como si estuvieras viajando a otra galaxia, y su cuerpo... bueno no está nada mal, no es como el cuerpo de mis amantes, voluptuoso y lleno de cirugías para ser perfecto. No, el de ella es natural, sí, muy natural casi hasta imperfecto, pero luce fenomenal con su baja estatura, sí es bastante baja para mi gusto, pero usa a la perfección esos altos tacones. Aún con ellos soy más alto que ella por una cabeza y media.

Lo único extraño en esto es por qué mi corazón latió tan rápido cuando la vi, tenía mucho tiempo sin sentir eso y como si fuera un adolescente, mi cuerpo reaccionó a su presencia como si estuviese viendo a una mujer desnuda por primera vez.

Por Dios, sino tiene nada que mis amantes le puedan envidar. Lo único que me desconcertó fue su mirada triste y húmeda, como si hubiese llorado. Cuando noté su cuerpo completo parada frente a mi padre pidiendo permiso para atender un asunto personal, quería besar sus tiernos labios y arrancarle la ropa allí mismo y apreciar ese cuerpo que me estaba excitando.

Pero qué diablos estoy haciendo... debo dejar de pensar en ella y enfocarme en saber que tanto secreto hay entre mi padre y su asistente. Además, que sería eso tan urgente que tenía que atender.

Después de ducharme y alistarme para trabajar bajo las escaleras y voy directo al comedor.

Buenos días, padre. ¿Cómo sigues de tus achaques? Visitaste al Dr. Leonard, ¿Qué te dijo? — le pregunto a mi padre mientras me acerco a la mesa a desayudar.

Ayer salí temprano y no pude hablar con él sobre ese asunto. Presiento que papá está enfermo, sino estoy equivocado creo que es su corazón. Hace días lo noto decaído y agitado. Pero mejor trato de disimular que no se nada.

—Buenos días, hijo. Sí, lo visité en su consultorio el sábado, pues me encontró un poco de fatiga, y le comenté del constante cansancio y dolor en el pecho. Me envió a hacerme unos exámenes, quiere estar seguro de lo que presiente que tengo— me respondió sin un ápice de duda, creo que hasta él sospecha lo que tiene.

—¿Te dijo que era? — le pregunto para salir de mi duda.

—No, pero sospecho que lo hizo para no alarmarme en el momento y estar seguro, pero sé a qué se refiere— sí, él está consciente de que está enfermo. Me entristece verlo así.

—Buenos días, Maximiliano, hijo, ¿De qué tanto hablan ustedes dos? — preguntó mi madre bajando las escaleras y llegando a la mesa junto a nosotros para tomar el desayuno.

—Nada interesante madre, le preguntaba a mi padre si había visitado al Dr. Leonard— le contesto a mamá levantándome de la mesa y llegando a ella para darle un beso de buenos días.

—Oh, ya veo, creo que te dijo que tus síntomas son necedades de viejo, y que tienes mucho para dar–– dijo la mujer con simpleza y seguridad.

—No tanto como eso mujer, la verdad ya estoy viejo, y quiero estar prevenido antes de pasar un mal rato— le respondió amablemente.

Mientras manteníamos una conversación amena mi alarma sonó nuevamente anunciándome, que ya era el momento de partir a la empresa. Hoy iba a ser un día muy agitado, pues había una reunión importante con unos ingenieros mexicanos que están interesados en que nuestra constructora se encargue del nuevo centro comercial que harán en Ciudad de México.

—Bueno los dejo, debo partir a la empresa, hoy es la reunión con los mexicanos y no quiero que algo salga mal. Padre por favor ¿Creo que Rebecca ya está informada de los sucesos de hoy, cierto? — pregunté a mi progenitor.

No quería que Rebecca me fuera a dañar el negocio con los mexicanos por algún error, pero para mí desgracia, la muy lista tiene todo controlado, no sé cómo le hace, pero es muy buena en su trabajo, eso no se le niega. Si cierro el trato con ellos sería el primer logro que obtengo fuera de Londres.

—Sí Arturo, pierde cuidado, ella siempre está al pendiente de todo. Es una excelente trabajadora. Me sorprende lo rápido que aprende y lo lista que es. Ya debe tener todo preparado para la reunión— contestó mi padre levantándose también de la mesa para dirigirse a la empresa.

—Bien, hasta pronto madre, nos vemos por la noche ¿padre me acompañas? — Pregunté al verlo ponerse de pie.

—Adiós hijo, cuídate mucho– contestó mi madre, y se levantó para darme un beso de despedida.

—No, adelántate. Tengo que hablar primero con Patrick, hay algo que debo dejar listo antes de retirarme— respondió mi padre antes de dirigirse al despacho con el móvil en la mano para llamar a Patrick.

—¿Oh por Dios, enserio, por fin me vas a dejar la presidencia? ¡Este día no podría ser mejor! — sonreí mostrando todos mis dientes y con un aire de felicidad, estaba que no cabía en mi ropa, quería gritarles a todos que por fin iba a ser el nuevo presidente de FRANCO & D’ LUCCA CONSTRUCTORES.

—¡Oh Maxi! Es lo mejor que has dicho en lo que va de la mañana, por fin nuestro hijo será el nuevo presidente. Estoy tan feliz de tu decisión. Ya era hora que te retiraras y nos dedicáramos a viajar y disfru...— decía mi madre mientras caminaba en dirección a papá con los brazos abiertos para darle un abrazo de satisfacción, pero él la interrumpió.

—Ya basta mujer, todavía tiene que ganárselo. Debe dejar de ser un mujeriego insensato y poner de su parte en ser responsable con su vida como todo un Franco— dijo mi padre mirándome seriamente y señalándome con el dedo.

—Pero cómo, ¿Qué has dicho? Yo soy responsable. No he abandonado mis obligaciones en la empresa, te he demostrado con los nuevos contratos y los indicadores de rentabilidad todo mi esfuerzo y dedicación en todos estos años a tu lado. ¿A qué viene todo eso? — respondí con firmeza en mi voz tratando de mostrar mi desconcierto ante sus palabras.

—Viene, a que tu desordenada y libertina vida va a hacer que pierdas la empresa antes de lo previsto. Se que has logrado mucho y me has ayudado a sacarla adelante, pero porque he estado encima tuyo a cada rato. Por ti mismo no lo hubieras hecho. Ya la hubieras arruinado con tus salidas extravagantes con esas mujeres que frecuentas y tus amigotes de fiesta. O es que crees que no se en que te gastas el dinero— dijo mi padre con desdén.

—Oh vamos papá, soy un hombre bastante maduro y responsable con mis compromisos. No necesito que estés detrás de mí a cada momento. Nunca dejaría caer la empresa y eso lo sabes— respondí a su reproche.

—Además, yo no soy culpable de ser tan irresistible al sexo femenino, y de que todas deseen estar conmigo. Un buen rato de placer no se puede negar— dije con picardía en mis palabras y una leve sonrisa de lado.

—Un rato de placer ¿Y qué me dices de todo el derroche de dinero con esas? ¿Crees que no me doy cuenta de los regalos caros y el despilfarro cada vez que te da la gana? — me preguntó sin reparos y con una mirada seria y fija hacia mí.

—Ya no más Arturo, el viernes en mi despedida y tu bienvenida tendrás noticias de mí— dijo con aire de amenaza, que me dejó desconcertado en el momento.

—¿Ya que estás planeando papá? — le pregunté con temor, él era capaz de cualquier cosa con tal de que se hiciera su voluntad. —¿Qué truco sucio tienes bajo la manga esta vez? — me atreví a preguntar.

No hubo respuesta solo me miró con una leve sonrisa socarrona y se dirigió a su despacho. —Ya lo veras— dijo antes de entrar y cerrar la puerta.

Subí a mi auto y arranqué directo a la empresa, las palabras de mi padre han dejado un poco desconcertado.

—Buenos días, Jeremy— saludo al conserje del edificio mientras entro a la empresa.

—Buenos días, señor ¿Que tal su día hoy? – me pregunta con amabilidad.

—Excelente— le respondo dirigiéndome hacia los ascensores donde ya el personal se está agrupando para dirigirse a sus puestos de trabajo.

Me mantengo al margen de todos saludando con una leve sonrisa y un asentimiento de cabeza y como por obra del destino llevo mi mirada en dirección a las puertas de entrada, «Pero mira nada más lo que trajo el gato» pienso mientras observo como la mujer que ocupa mis pensamientos desde esta mañana se baja de un lujoso coche polarizado. «Quién lo creyera, tan inocente que se ve con esa carita de mosca muerta y no es más que una zorra como mis amiguitas». Sigo pensando mientras se acerca al edificio.

No ha notado mi presencia acercándose a la entrada y saludando a Jeremy, sigue hacia los ascensores esperando que se abran las puertas. Ingresa rápidamente aún sin mirar a su alrededor y se ubica en el fondo en una esquina. Subo inmediatamente colocándome al otro extremo mezclándome con el resto del personal y tratando de no hacer nada que le delate mi presencia mientras sigo detallándola sutilmente.

El ascensor hace su recorrido deteniéndose en cada piso dejando a los empleados en sus lugares de trabajo, cuando quedamos solos me doy cuenta de que aún sigue sin notar mi presencia. Veo como se relaja y cierra los ojos y recuesta su espalda y su cabeza en la pared metálica. Aprovecho ese momento para aclarar mi garganta lo cual la hizo abrir los ojos de golpe y acomodarse erguida en la esquina.

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