CAPÍTULO 2 – La fiesta.

Acababa de llegar al garito, donde mis amigos, mis antiguos amigos me esperaban. Allí estaban todos: Gustaff, Steve, Philip y Nerea. El resto no estaba en la ciudad, así que tan sólo estaban ellos para celebrar conmigo.

Estaban impacientes por verme, ya que hacía bastante que no nos veíamos.

En cuanto al tiroteo de esa misma tarde, todo había sido un éxito. El jefe se encontraba a salvo y nosotros también. Pero Ivanov había escapado.

Aún recordaba la conversación que habíamos tenido en la comisaría de policía, donde nos había llevado Jonas…

Kevin estaba sentado en el sofá del despacho del jefe de policía, junto a mí, mientras Olivares hablaba deliberadamente con aquel señor.

  • Seis coches han volado por los aires, multitud de heridos, el pánico en las calles…- proseguía el hombre bastante cabreado con todo aquello – ¿y ahora viene usted a decirme que… era parte de un operativo del FBI? – Preguntó el hombre histérico mientras yo miraba hacia Kevin y admirando como él me devolvía la mirada, para luego agarrar mi mano, intentando transmitirme paz.
  • Ya le he dicho que somos del FBI.
  • ¿y cómo es que nunca he oído hablar de su departamento?
  • Eso es porque somos un departamento secreto que actúa de forma muy sutil.
  • ¿sutil? Si, ya he visto lo sutil que ha llegado a ser todo

Nos había caído una buena bronca, pero al menos había servido para volver a encontrarme con él y comprobar que él estaba bien, no parecía que le afectase mucho estar lejos de mí.

  • Ana – comenzó Philip mientras me ponía la copa sobre la mesa – aquí está lo tuyo.
  • ¿A qué no sabéis qué? – Preguntaba la repelente de Nerea – Como inauguración del local, mi novio va a invitarnos a todos a la sala VIP

¿Inauguración? ¿Nuevo garito? Me había perdido. ¿Este era el lugar del que me había hablado Kevin?

  • Vamos, a mover el esqueleto – comenzó Nerea mientras todos la seguíamos hacia la sala VIP donde sonaba una música totalmente diferente. Ya no era aquel House aburrido que tanto agobiaba, aquella sala era de reggaetón. Reí divertida mientras observaba como mi amiga comenzaba a bailar como una loca con el que parecía ser su novio en medio de la pista.
  • Esta es nuestra mesa – comenzó Philip mientras me animaba a sentarme a su lado.
  • Dejad las copas ahí – espetaba Gustaff mientras me agarraba del brazo y me conducía hacia la pista – esta es la música que te gusta, ¿verdad Ana? Es música en Español, de tu tierra.
  • No, Gustaff – le expliqué mientras le sonreía irónicamente, estaba cansada que siempre confundieran España con Latinoamérica – España no tiene nada que ver con Latinoamérica que es donde generalmente se cantan estas canciones.
  • Ana – comenzó Nerea mientras se acercaba con su escultural novio. Si, el “jodío” estaba muy bueno. – quiero presentarte a Dante, es puertorriqueño.
  • Hola – me saludaba mientras me daba dos besos muy amigablemente.
  • Encantada – respondí mientras me separaba de él con educación. - Es muy chulo el local.
  • Gracias…- comenzaba, parecía dispuesto a explicarme todo sobre él. Pero acababa de ver a alguien al que nosotros no – Disculpadme, tengo que saludar a un viejo amigo.

Continuamos bebiendo, riendo, bailando al son de las canciones que ponían en el local. La verdad es que me estaban gustando bastante. Estaba siendo un cumpleaños de lo más animado, y apenas me acordaba ya de Kevin y el tiroteo.

El teléfono comenzó a sonar mientras admiraba que era Han Tae Sang, seguramente para felicitarme, ya que no había podido hablar con él en todo el día. Guardé el celular en el bolso y lo dejé sobre el sofá. No podía salir ahora de allí para cogérselo, y tampoco podría cogerlo allí ya que había demasiado ruido.

  • Ven a bailar conmigo – me animó Steeve, que era uno bastante grande y musculoso. Así que no pude resistirme demasiado.

Me reí cuando me di cuenta de que estaba intentando ligar conmigo, pues no dejaba de intentar cogerme de la cintura a cada movimiento de baile.

Miré hacia la barra donde Nerea y su novio hablaban con un muchacho. Tenía el pelo corto por detrás, y llevaba puesto una camiseta negra de tirantas y unos pantalones negros bastante anchos.

Me quedé mirando hacia ellos con curiosidad y dejé de bailar en aquel justo instante.

En aquel momento pude sentir que todo lo demás no importaba, era como si todo pasase más despacio, como si el mundo fuese a detenerse.

El muchacho se dio la vuelta mientras se reía de uno de los chistes que Dante había contado y volteó un poco la cabeza mientras levantaba su mano y tocaba su cuello, parecía nervioso. Y yo acababa de darme cuenta de que era él, era Kevin.

Me di la vuelta en ese justo instante, temiendo que el pudiese haberme visto. De nuevo tenía miedo de hablar con él, aunque ya sabía, por aquella tarde, que no había nada que temer. Pero aun así no pude evitarlo.

  • Ana – me llamaba Steeve, mientras volvía a sujetarme por la cintura para bailar conmigo. Pero yo ya no quería bailar con él. Así que le di un empujón tirándole la copa encima – Pero ¿se puede saber qué coño haces? – me preguntó mientras miraba hacia el otro lado de la barra donde Dante, Nerea y Kevin miraban hacia mí.
  • Espera un momento – comenzó Nerea mientras corría hacia mí – lárgate, Steeve – le espetó mientras le miraba duramente, para luego agarrar mi mano preocupada - ¿estás bien?

Pero yo ya no podía escucharla, porque Kevin seguía allí mirando hacia mí mientras reía divertido para luego seguir hablando con Dante como si nada.

¿Se estaba riendo de mí? ¿Era eso? Me preguntaba mientras sentía como un nudo comenzaba a formarse en mi garganta.

  • Maldito cabrón, hijo de puta – susurré mientras Nerea me miraba con ojos como platos. Estaba furiosa con él, realmente quería ir allí y pegarle una bofetada, pero antes de que pudiese decidir si lo haría o no algo pasó.

Una muchacha bastante atractiva se acercó a Dante y le dijo algo al oído para luego acercarse a Kevin divertida. Este la agarró por la cintura y empezó a ligar con ella de forma exagerada. La chica reía de cada broma, y el cada vez se acercaba más a ella para hablarle al oído.

Nerea me cogió de la mano mientras tiraba de mí hacia Dante y Kevin, yo aún seguía demasiado… ¿en shock? Como para darme cuenta de nada.

  • Cari – comenzó Nerea hacia su novio, haciendo que Kevin mirase hacia ella y luego hacia mí. En aquel momento me sentía tan pequeña que ni siquiera podía levantar la cabeza para mirarle – voy al baño un segundo, creo que Ana se encuentra mal.

Kevin perdió la sonrisa en ese mismo instante. Soltó a la mujer con la que hablaba y me miró bastante serio.

  • Dante – comenzó mientras agarraba mi mano y tiraba de ella – tengo que arreglar una cosa, vengo en un minuto – admitió, mientras notaba como Nerea me soltaba y él me llevaba hacia la puerta de la discoteca, mientras yo intentaba soltarme. - ¿dónde te duele? – preguntó mientras tocaba mi brazo herido, intentando adivinar si era eso lo que me dolía.
  • Estoy bien – le espeté mientras me soltaba, para luego apartarle a un lado y caminar hacia la sala vip de nuevo. Pero el volvió a agarrarme del brazo para impedir que me escapara.
  • ¿seguro que estás bien? – Preguntó mientras me soltaba y metía la mano con la que me había agarrado en el bolsillo, haciendo que se me erizaran los pelos de la nuca al volver a ver su pose de chico duro. Entre abrí el labio nervioso mientras él sonreía con chulería

Se acercó a mí despacio, mientras yo seguía allí parada incapaz de moverme. Agarró mi mano, entrelazándola con la suya mientras yo me derretía al sentir aquello, tragué saliva, de nuevo, mientras el tiraba de mí hacia una de las puertas laterales.

Acabábamos de entrar por la puerta trasera del guardarropa.

Le miré preocupada, con el corazón a mil por hora. No sabía qué era lo que pretendía, pero temía no apartarle a tiempo. Intenté centrarme en lo que había pasado… había estado ligando con una mujer delante de mí. Si, era un capullo.

Levanté la mano contra su pecho para separarle de mí, pero tan pronto lo hice me di cuenta de que no había sido una buena idea, podía sentir sus abdominales bajo aquella camiseta. Miré hacia él nerviosa mientras el agarraba mi barbilla y acercaba mi rostro al suyo.

  • Él no debería irse por tanto tiempo – comenzó, mientras yo le miraba con detenimiento, sin saber a donde quería llegar con todo aquello - ¿quién cuidará de ti si él no está? – preguntó, mientras yo le quitaba la mano de mi barbilla y me alejaba de él un poco.
  • No necesito ser cuidada – le espeté, con tranquilidad, admirando como él bajaba la cabeza, avergonzado – no tienes que volver a preocuparte de eso, ya no tienes que cuidarme por él, puedo cuidar de mí misma ahora.
  • Estás preciosa – afirmó, cuando ya había decidido marcharme de aquel lugar, haciendo que me detuviese en seco para mirar hacia él – Te veo muy bien.

Reí divertida ante sus palabras, pues se veía a leguas que estaba intentando retenerme a su lado y no sabía cómo hacerlo.

Agarré su hombro, sin dejar de sonreír, admirando como él miraba hacia el lado en el que me encontraba, con detenimiento.

  • No me va mal – susurré, cerca de su rostro, justo la misma frase que él me había dicho en aquel edificio. Sonrió al escuchar aquello, dándose cuenta que al igual que él, no me iba tan bien como aparentaba – deberíamos volver a …- empecé a sugerir que nos marcháramos junto a nuestros amigos, pero antes de que hubiese terminado, él me agarró de la cintura y me atrajo hasta sí, haciendo que perdiese el hilo de lo que decía.
  • ¿qué más necesitas para ser feliz? – preguntó, haciendo que perdiese la sonrisa que inundaba mi rostro, y mirase hacia él sin comprender que era lo que pretendía. - ¿qué más necesitas para …?
  • ¿Mas? – Pregunté, con la mirada fija en sus labios, haciendo que él comprendiese que era lo que quería.

Acarició mi mano, la que aún permanecía sobre su hombro, con la yema de sus dedos, de su mano libre, haciendo que un escalofrío me recorriese en aquel justo instante. Levanté la cabeza para mirar hacia sus ojos, mientras él miraba hacia mis labios y de nuevo hacia mis ojos.

Miré hacia sus labios despacio, percatándome de que lo tenía entre abierto y de nuevo levanté la vista hacia sus ojos.

Mi corazón latía realmente rápido en ese momento, y podía notar mi deseo hacia él.

Ambos nos besamos, sintiendo el deseo sobre la boca del otro. Jadeábamos mientras nos abrazábamos sin dejar de devorarnos el uno al otro.

Me empotró contra la puerta y levantó su pierna izquierda para meterla entre mis piernas, agarró la mía y subió la mano hasta llegar a mis nalgas, mientras dejábamos de besarnos y ambos nos mirábamos el uno al otro.

Sin decir media palabra, agarró mi cachete con fuerza y me atrajo hacia él mientras me cogía de la cintura con la otra mano. Levantó su pierna un poco más, lo que hizo que tuviese que agacharse un poco para no caerse, hasta que acarició con ella mi intimidad.

Bajó la mano de la cintura y me agarró la otra nalga, para luego impulsarme hacia arriba y subirme al mueble que teníamos a la derecha, dejando la abertura de la puerta a nuestra izquierda.

Acarició mi pierna de nuevo, esta vez por el interior, y subió hasta arriba, haciendo que yo gimiese al sentir el contacto de su piel con mi parte más frágil. El rostro de Kevin se encendió al escucharme, pues en ese momento agarró mis bragas y me las quitó, sin poner demasiado cuidado en ello.

Le agarré de la camiseta y tiré de ella con fuerza, obligándole a acercarse más a mí. Tiré con tanta fuerza que la di de sí.

Miré hacia él mientras sentía como la lujuria me invadía. Le quité el botón del pantalón con impaciencia mientras abría las piernas hacia él.

Me penetró con impaciencia mientras yo gemía en busca de más.

Apreté las piernas contra su cintura y me aferré a su espalda mientras sentía como me penetraba con fuerza.

Gemía como loca por el placer que me hacía sentir mientras él tapaba la boca con su mano, para evitar que pudiésemos ser descubiertos por mis alaridos, y seguía empujándomelo. Miré hacia él admirando como su cara desencajada me miraba con placer y apretaba los dientes mientras me la metía una y otra vez.

Me besó de nuevo mientras jadeaba.

Me rompió en ese justo instante, mientras yo emitía un último y largo gemido. Y luego escuchaba como él terminaba también.

Le miré despacio, admirando como el bajaba la mirada y se subía los pantalones. Su camiseta estaba totalmente estropeada, pero aun así tiré de ella para volver a acercarle a mí, para volver a besarle, pero él me miró con seriedad, haciendo que le soltase en aquel justo instante.

  • Sólo ha sido sexo, Ana – reconoció mientras se tocaba la nuca con chulería – ya nunca volverá a ser algo más que eso.
  • ¿estás seguro? – Pregunté mientras me bajaba del mostrador, le agarraba de la mano y tiraba de él para empotrarlo contra la puerta. - ¿es sólo sexo? – Examiné mientras me paraba delante de él, y observaba como el miraba hacia mi rostro.
  • Ana…- me llamó con deseo mientras me agarraba la pierna y tiraba de ella para atraerme más a él
  • Porque si para ti es sólo sexo…- comencé mientras acercaba mi boca a la suya despacio y seguía hablando entre susurros - … no querrás que…
  • ¡Quiero más! – me suplicó mientras yo miraba hacia sus labios y luego le besaba despacio, haciendo que él me apartase – así no.
  • Solo ha sido sexo, Kevin – le espeté mientras me separaba un poco, y me acicalaba el vestido y el cabello – ya nunca volverá a ser más.

Dejó de apoyarse en la puerta y agarró mi muslo entre sus manos, para luego subir despacio con su mano izquierda hacia mi intimidad.

  • Aun no tienes las bragas puestas – adivinó mientras me acariciaba el sexo con la yema de sus dedos. Le miré contradicha mientras él sonreía con chulería, haciendo que tragase saliva nerviosa. Subió su mano un poco más y metió dos dedos en mi interior, haciendo que le mirase excitada al sentir como se movían dentro de mí. - será lo que yo quiera que sea – admitió mientras me escuchaba gemir entre cortadamente. - Si quiero que vuelva a ser más, lo será.
  • Eres un gilipollas – le espeté mientras retiraba su mano y me miraba con chulería. Era una imbécil ¿cómo podía haberme enamorado de alguien como él?
  • Soy el gilipollas que sabe cómo tratarte para que te rompas de placer en la cama. - proseguía mientras volvía a meterme sus dedos y a moverlos rítmicamente.
  • Eres un gilipollas que no sabe cómo tratar a una mujer – le espeté, mientras el sacaba su mano de nuevo y miraba hacia mí sin comprender a lo que me refería - ¿de qué sirve que sepas dar placer si luego no puedes hacer el amor conmigo? – le espeté mientras el perdía su sonrisa y me miraba duramente.

Me había pasado, lo sabía, pero estaba harta de que él siempre me hiciese sentir como una cualquiera, como si fuese inferior a él.

  • Yo no hago el amor – me espetó de mala gana mientras me soltaba la pierna y se separaba un poco de mí – yo solo follo. - aclaró, haciendo que yo tragase saliva nerviosa – Creí que lo sabías, yo no soy el tipo de tío que da amor.
  • Eso puedo verlo – admití mientras me daba la vuelta y caminaba hacia la salida de nuevo, pero el nuevamente me agarró de la muñeca impidiéndome que pudiese hacerlo.
  • Te lo advertí, Ana – comenzó, mientras yo le miraba sin comprender a lo que se refería – En Londres, te dije que era peligroso estar contigo, porque tú eras una mujer que necesitaba ser amada y yo nunca podría darte eso. - Reconoció, mientras yo me acordaba de sus palabras.

Me solté de él y caminé hacia la puerta con lágrimas en los ojos. Sin decir una palabra más me marché hacia la sala VIP y lo dejé en aquella habitación totalmente desconcertado.

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