Capítulo 1 "La Verdad Duele"

“Si estás leyendo esto es porque yo ya no me encuentro a tu lado…En estos momentos eres una persona responsable que puede valerse por sí misma…. Pero, sin importar lo responsable que seas tú, necesitas a alguien que cuide de ti, por eso quiero pedirte que cuando llegue un hombre a la puerta de nuestra casa lo recibas, porque esa persona es la que se va a encargar de ti. Por favor cuídate y confía en él … por favor perdóname, realmente no tenía opción”.

Cuando leí esta carta que se encontraba entre las cosas de mi madre que hace poco falleció por un accidente automovilístico me sorprendí ya que no podía entender lo que mi madre estaba pensando. No sabía a lo que se refería en ese momento, hasta que escucho que alguien toca la puerta de la casa.

¡Toc toc! -La verdad no quería comenzar así contigo, pero necesitas saber en qué situación te encuentras en este momento niña. -  dijo alguien detrás de la puerta.

Intuí que era el hombre al que se refería mi madre, aunque por un segundo pensé en no abrir la puerta y tratar de vivir sola, pero deje esa idea atrás, sin darme cuenta ya estaba abriéndole la puerta a aquel desconocido que, según mi madre, se encargaría de mí

-Hola. -  dijo el hombre que vi al momento de abrir la puerta.

-Buenas tardes, ¿En que lo puedo ayudar? – dije mientras deseaba que no se tratara del hombre al que se refería mi madre.

Aún tenia la esperanza de que esa carta no fuera una realidad.

-Oh, buenas tardes, soy Mateo y soy amigo de tu madre y a partir de ahora yo estaré a cargo de ti-. Dijo aquel hombre mientras mostraba una sonrisa poco sínica.

- Espera por favor, todo está pasando muy rápido y en este momento no sé qué pensar así que por favor entra.

-Yo sé que tal vez en este momento estás confundida, pero necesito que entiendas esto ¡tú, eres mía a partir de ahora! Así que no puedes negarte. -  dijo con una cara molesta.

-No sé quién eres, pero no re a ninguna parte contigo y mucho menos ahora que te acaba de escuchar. - dije con una cara molesta.

El me miró de una forma que no podía entender, dándome la sensación de que debía alejarme.

-Tu eres mía ya que tu madre te vendió hace cinco años. -

- ¿¡Que estás loco!?, eso no puede ser…es mentira ¿dime que es una broma?

-No lo es, hace cinco años tu madre me buscó para que le diera un préstamo porque a ti te iban a realizar una operación muy peligrosa y necesitaba ese dinero para salvarte, pero tenía una sola condición.

Necesitaba que dejara algo que para ella era lo más importante ¡Que eres tú!, ella al principio no quería, pero no tuvo otra opción más que aceptar ya que el tiempo valía oro y no estaba en una situación donde se podía negar - Dijo mateo mientras me miraba fijamente con una cara de tristeza.

-No, no es cierto mi madre nunca haría eso.

Usted debe de estar confundido ya que mi madre nunca me vendería. Debe de una mentira.

-Puedes creer que es una mentira, pero en estos momentos te estoy diciendo la verdad. No debes creer en las palabras de tu madre.

Yo lo miré de forma incrédula ya que aún no podría creer en las palabras de ese hombre. Mi conciencia me decía que no debía de creer a ciegas sobre lo que estaba diciendo. Debía pedir una prueba para confirmar lo que estaba diciendo.

-Antes de que sigas necesito una prueba de que todo lo que me estás diciendo es la verdad, ya que, aunque mi madre me dijo que alguien iba a pasar por mí, yo no estoy segura de que tú seas aquel hombre.

El me miró de una forma burlona y sin dudarlo él sacó un teléfono móvil arrojándolo hasta mis manos.

-Con esto podrás corroborar lo que te estaba diciendo. En estos momentos tu eres de mi propiedad y necesito que lo comprendas.

 Tal como dijo aquel hombre, en el video se miraba a mi mamá con aquel hombre riendo y festejando, solo pude comprender que mi madre dijo “Puedes estar seguro de que Valentina hará lo que desees. Ese fue el acuerdo por mantenerla con vida”, al ver que Mateo estaba diciendo la verdad comprendí que mi madre me había mentido. No termine de ver el video ya que en esos momentos me sentía traicionada y engañada por mi propia madre. No dude en devolverle el teléfono a Mateo. No quería saber nada más.

-Ahora comprendo que me estabas diciendo la verdad, pero eso no significa que me convertiré en tu mascota o en tu esclava. Iré contigo ya que, aunque me duela debo de cumplir con la promesa de mi madre.

-Está bien, te daré unos minutos para que prepares tus cosas y dejes todo listo para marcharnos de aquí.

Mientras caminaba hacia mi cuarto que se encontraba a un lado de la sala, pensaba en todo lo que me dijo ese hombre misterioso al que estaba segura de que nunca podría entender.

Al estar en mi cuarto, no dude mucho sobre lo que tenia que llevar ya que después de la muerte de mi madre tenia que mudarme. Tenia lista mi maleta desde hace una hora así que no tarde mucho

-Ya estoy lista, en cualquier momento nos podemos ir. -  dije mientras veía que él ya estaba afuera de la casa, a un lado de un carro muy lujoso.

-Sube por favor. -  dijo Mateo mientras me indicaba que debía subir mientras que el chofer subía mi maleta a la cajuela.

Mientras estábamos dentro del carro miraba aquel hombre era una persona muy alta con rasgos muy finos, con un buen cuerpo ya que se podía mostrar su figura con la ropa que llevaba puesto. Su cabello color negro combinaba con el traje azul que llevaba, pero a pesar de sus ojos claros mostraba una miraba muy vacía… como una mirada de tristeza y soledad.

No quise preguntar nada ya que en mi cabeza solo estaban los recuerdos que tenía con mi madre, pensando en por qué hizo tal cosa. Pensando como mi enfermedad nos marcó de por vida.

-Hemos llegado Valentina. -  Dijo Mateo mientras el auto se detenía enfrente de una mansión muy bonita, pero se encontraba alejada de la ciudad.

-Es aquí donde vivirás a partir de ahora y aquí será donde te convertirás en la persona que quiero que seas.

Yo solo podía observar una enorme mansión que me daba la bienvenida mientras caminaba hacia la gran puerta de acero color negro.

-Es una casa muy grande y hermosa. -  dije mientras él solo me miraba.

-Aquí soy el Sr. Smith. -  Dijo Mateo mientras que se acercaba una mujer muy hermosa pero que mostraba una mirada vacía y llena de remordimientos.

Su mirada y su actitud me recordó a la lección que había tenido en el instituto. Mi profesor me había mostrado como la sociedad muestra sus sentimientos más profundos por medio de su leguaje corporal.  

-Bienvenido Sr. Smith, en el despacho lo está esperando el Sr. William.

-Gracias Amelia, por favor lleva a la señorita Valentina a su habitación y prepara todo para la reunión con el Sr. William.

Y mientras Mateo caminaba al lado de Amelia, podía observar como la entrada estaba llena de seguridad. No tardamos tanto para poder llegar hasta la puerta principal. Mateo no se dirigía hacia mí.

Todo me resultaba tan extraño. No lograba entender como había llegado hasta esa mansión. Pero al entrar ya adentro de la casa se podía observar muchos pasillos y unas grandes escaleras que se encontraban en el centro de la mansión.

Mateo solo se despidió indicándome que no hiciera ningún escandalo mientras que él se dirigía al fondo del pasillo que estaba a la derecha de las escaleras donde lo encontró una puerta muy sombría.

Amelia al verme tan confundida e incómoda me llevó hacia mi habitación que estaba al subir las escaleras al fondo del pasillo.

-Aquí está su habitación señorita Valentina, en unos momentos le traeré las cosas con las que llego y por el momento no tiene permitido salir hasta que el Sr. Smith lo permita.

- ¿¡Como que no podré salir de la habitación!?  -  Pregunté con un tono molesto.

-El Sr. Smith dio indicaciones de que usted no pudiera salir por el momento, ya que pensó que iba a necesitar tiempo a solas para asimilar todo lo sucedido.

Al ver que Amelia me estaba mirando no pude contradecir. Decidí quedarme callada, ya que en estos momentos estaba tan cansada y necesitaba organizar mis pensamientos.

Al no decir nada Amelia decidió dejarme sola. Retirándose sin hacer algún ruido.

En ese instante no podía pensar en nada. Mi cabeza se había quedado en blanco y sin darme cuenta mis ojos empezaron a derramar algunas lágrimas. No podía con la verdad. Tenía tanta vergüenza que solo cubrí mi rostro mientras me arrojaba a la cama. Lloré hasta que me quedé dormida hasta que escuché como alguien tocaba mi puerta.

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