El Cisne Blanco - Emprendiendo el Vuelo.
El Cisne Blanco - Emprendiendo el Vuelo.
Por: kesii87
EPÍLOGO + CAPÍTULO 1

Era ser una vez, en un lago junto a un verde prado, un hermoso cisne blanco se vislumbraba.

Solía ir a nadar a aquel bonito lugar, pues tenía unas vistas fabulosas.

Cada día este hermoso pájaro nadaba alegremente sobre las aguas, siempre distante, siempre orgulloso, siempre tranquilo.

Levantó las alas para que el resto de aves vislumbraran su hermoso plumaje. Todos lo admiraban maravillados, pensando en lo perfecto que este era, pues aparentemente no parecía tener ningún defecto. Pero como la mayoría de veces suele pasar, las apariencias engañan.

Esta bella ave, tenía un misterioso secreto que ocultar:

Cada 28 días, con el resplandor de la luna perfecta, este triste cisne, se convertía en humano. Siendo aquel su triste secreto, permanecer humano durante una sola noche, alejado de todo lo que amaba, el lago, su hermoso plumaje y la posibilidad de volar. Pues sólo la luz de la luna llena podía mostrar su verdadero yo, su verdadera esencia.

Ningún otro conocía su secreto, ningún otro podía ver la verdadera esencia de aquel cisne.

Tan sólo aquel que sabía cómo apreciar la belleza del alma, podía ver su verdadero ser, por eso tan sólo la luna, podía lograr aquel cometido.

Y durante años se ocultó de todos los demás, en aquella apariencia de plumas blancas y resplandecientes, sin mostrar su verdadera forma humana.

CAPÍTULO 1 – El cisne Blanco.

Era una noche como cualquier otra, el local estaba a reventar. Había miles de clientes ansiosos sentados en sus mesas, esperando a que el espectáculo tuviese lugar.

El Río Negro era uno de los más famosos clubs de estriptis de la zona de Queens, era conocido por su variedad de chicas y bailes.

Era un local pequeño y acogedor, de ambiente cargado, ya que las luces estaban apagadas, con velas en cada una de las mesas y sólo los focos del escenario alumbraban la estancia.

Estaba adornado con papel en tono rojo y negro, en conmemoración al evento que tenía lugar: era el décimo aniversario del lugar y habían preparado una gran fiesta para ello.

La sala principal estaba llena de mesas con manteles de puntilla, bordados y bastantes antiguos, algo viejos y desgastados.

Junto a la puerta de entrada y frente a las mesas, se encontraba una enorme barra de madera, Jim, el hijo del dueño, no daba abasto para poner las comandas que le llegaban, y las camareras se paseaban por el salón dejando los pedidos de los clientes.

Al otro lado del salón, se encontraba el escenario, que tenía forma de “P”, pues una parte que era la más grande y larga, era un poco más baja, que la parte redondeada, que era la que más se acercaba al público, que era más alta, haciendo que, a los clientes, les fuese difícil subirse a ella. Además, esta, tenía en el centro, una barra de baile, colocada de forma vertical.

Justo al final del largo palo de la “P” (del escenario), se encontraban unas cortinas que daban a los camerinos, donde las chicas nos arreglábamos.

Si, habéis acertado, yo era una de ellas.

Aquella noche estábamos realmente nerviosas, pues era una actuación realmente importante para el local y no podíamos fallar.

Cada una de nosotras se miraba en el espejo intentando encontrar algún fallo que arreglar. Madison por ejemplo no paraba de quitarse y ponerse el lunar de pega, y Gigi, mi mejor amiga, se ponía y se quitaba el sombrero, intentando adivinar de qué forma estaba más mona.

Antes de nada, os hablaré de las chicas. Éramos cinco, las cinco fantásticas:

Por una parte, estaba Madison que era una joven de unos dieciocho años, creo que era la más joven del grupo, tenía el cabello rizado y rubio, la piel clara, de complexión mediana y delgada, y siempre llevaba puesto unos taconazos que la hacían parecer mucho más alta de lo que en realidad era.

Lydia era un poco mayor que Madison, tenía unos 22 años, de cabello castaño claro, ojos verdes, de piel morena, su figura era delgada, pero con algunas curvas sensuales y bastante alta.

Ginger, era de rasgos asiáticos, original de China, era de complexión mediana, bastante plana y sin gracia, pero ella misma se encargaba de mostrar a los demás toda su personalidad oculta, y eso era lo que me encantaba de ella.

Halley era una afroamericana con el pelo rizado y oscuro de unos 28 años, tenía el cuerpo bien formado y bastante sensual.

Y, por último, pero no menos importante, estaba yo. Mi nombre es Allison Santiago, o al menos es el nombre que utilizo en esta ciudad. No me gusta hablar demasiado de mi pasado, así que me centraré en los aspectos básicos: era una joven venezolana que había venido a la ciudad en busca de sueños y metas, y por un capricho del destino acabé aquí, pero eso no quiere decir que no me guste mi trabajo, me encaba bailar y sentirme observaba por otros, me hacía sentir muy sexy.

Hablemos sobre mi aspecto: tenía el cabello rubio intenso, aunque mi color natural era un poco más oscuro, pero ese no es el tema ahora. Mis ojos eran marrones, tenía la piel clara, demasiado clara para ser una chica del sur, pero así era yo, totalmente diferente al resto, saliéndome de lo estipulado, rompiendo las reglas (Si, justo eso, esa había sido mi principal razón por la que abandoné mi hogar y decidí marcharme a la gran ciudad). Era de complexión delgada, pero tenía mis atributos bastante desarrollados. Era alta y bastante cabezota.

Tenía una vida bastante acertada para lo que todos creían que tenía. Cobraba bien y las propinas que recibía me daban para algún que otro capricho.

Había alquilado un pequeño apartamento no muy lejos del trabajo, junto a mi mejor amiga y compañera Gigy (es el diminutivo de Ginger).

Pero dejemos de irnos por las ramas, y volvamos a la noche, a aquella noche, en la que era la gran inauguración, como os digo iba a ser una noche inolvidable.

Llevaba el cabello recogido, y sobre él una bella peluca pelirroja que me llegaba por debajo de las orejas (me encantaba el pelo corto, pero nunca me atrevía a hacer aquella locura de perder mi amada melena), vestía un corto vestido en tono plateado con miles de piedrecitas cosidas a mano, casi parecía un camisón, pero no era tal cosa; y unos altos tacones de aguja en tono negro brillante.

Mi maquillaje también era espectacular, era un tono rojo pasión, vibrante, que me tenía enamorada.

Miré hacia Gigy, la cual acababa de agarrar mi mano para darme fuerzas antes de salir al escenario. Lo cual hizo que me quedase anonada, admirando lo hermosa que estaba, estaba radiante.

Llevaba un largo vestido rojo, abierto en una enorme raja que llegaba al suelo, desde la altura del muslo, pero su particularidad era que estaba abierto por delante.

Sus zapatos eran perfectos, de aguja también, por supuesto, pero eran totalmente descubiertos.

Y su maquillaje me encantó, maquillada con un ahumado negro y un labial rojo borgoña casi negro.

Sonreí hacia ella, mientras esta me devolvía la sonrisa.

Al mismo tiempo, al otro lado de la cortina, en el salón, el público parecía estar impacientándose, parecían ser los mismos borrachos de siempre, en busca de un espectáculo con el que quedar embobados, parecía que el baile era lo único que podía acallar a esas fieras.

Todos gritaban llamando a las chicas, para que el espectáculo diese comienzo. Pero había alguien diferente entre la multitud, alguien que no debía estar allí, pero nadie parecía haberse percatado de ello.

Aquel intruso era bastante apuesto, he reconocer, aunque nunca me hubiese fijado en él. Tenía el cabello corto, castaño y peinado hacia atrás, ojos marrones, rostro alargado y atractivo, con una bien cuidada barba de no más de tres días. Lucía unos jeans y una chaqueta negra de cuero, por la que se entreveía una blanca camisa de algodón.

Se llevó los dedos a la boca, pensativo, mientras la sala quedaba en silencio, pues acababan de cambiar la música, el espectáculo estaba a punto de comenzar.

El escenario se iluminó, mientras una canción sensual llenaba el silencio del público, al mismo tiempo que una bella joven pelirroja aparecía en la pista, despojándose despacio y con movimientos suaves, al son de la canción, de la poca ropa que llevaba.

El público quedó expectante, admirando como la joven en ropa interior, se desabrochaba despacio estas, quedando desnuda y haciendo piruetas sobre el escenario, haciendo que los clientes irrumpieran en silbidos y voces algo subidas de tono.

  • Pronto te tocará – comencé hacia Ginger, entre bastidores, mientras esta me miraba nerviosa - ¿estás lista? – Pregunté, admirando como ella asentía.

La música comenzó a cambiar, justo antes de que esta terminara, indicando al público que era el turno de otra de las chicas. Madison recogió sus ropas con gracia, mientras Ginger salía de detrás de la cortina y caminaba hacia el escenario, admirando como su compañera se marchaba por el mismo lugar por el que ella había aparecido.

Aquella canción era demasiado provocativa, y los hombres se quedaron sorprendidos por el atuendo de la muchacha.

Ginger daba pequeñas embestidas con su cuerpo al son de la música mientras se desnudaba con sensualidad. Posó su mano por su cuerpo medio desnudo en tono sensual, haciendo que los hombres comenzasen a babear y lanzarse contra el escenario para meter fajos de billete en sus bragas.

La canción volvía a llegar al final y volvió a ser enlazada con la siguiente, mientras mi amiga recogía sus ropas del suelo y caminaba a paso ligero, pero con decisión hacia el camerino, al mismo tiempo que Lidia salía al escenario.

Esta canción era bastante comercial, por lo que ella no podía hacer demasiado, así que tan sólo se limitó a moverse de manera provocativa, despojándose de su vestido demasiado rápido, para luego hacer piruetas sobre la barra, admirando como los hombres se la comían con la mirada.

Halley salía al escenario, mientras su compañera volvía a meterse por la cortina y desaparecía de la vista, la canción de esta era bastante movidita, lo que hizo que el público tocase las palmas, intentando seguir el ritmo, parecían realmente expectantes, por lo que la provocadora del grupo les tenía planeado.

Se paseó despacio, al son de la música por el borde del escenario, admirando como la perseguían con la mirada, sin perder detalle de sus movimientos. Sonrió divertida, al mismo tiempo que se paraba a mitad de camino, bajaba las mangas de su vestido y lo soltaba, haciendo que este cayese al suelo sin tan siquiera pedir permiso.

Se tumbó sobre el escenario mientras movía sus pies hacia arriba una y otra vez, pare luego darse la vuelta, levantándose de un salto y volver a agacharse, esta vez quedando de cuclillas, sin dejar de bailar sensualmente, haciendo que el público estallase en silbidos y aplausos de nuevo.

Se levantó como si tal cosa, tan pronto como notó que la música estaba llegando a su fin, pronto la canción cambiaría, y eso me asustaba, aún no estaba preparada para salir.

El cisne blanco salió al escenario, haciendo que todos los clientes comenzasen a vitorear aquel apodo, pero seguía bailando al son de la música, mientras me acercaba al centro, aquella bella canción me traía recuerdos de mis raíces, tenía un tono de guitarra muy marcado, pero sin dejar de ser sensual.

Me movía por la pista de un lado a otro, dando pasos largos y con precisión, mientras todos me miraban expectantes.

La música cambió dejando ver la parte más sensual de la canción, el solo de guitarra. Me paré sobrecogida mirando a los expectantes espectadores, me sentía la reina de la pista en aquel momento.

El volumen de la música se apagó un poco, escuchándose sólo la respiración entre cortada de algunos, mientras notaba como el final de la canción se acercaba, agarré el vestido con ambas manos tirando de él hacia abajo, con tanta fuerza que lo rasgué y lo hice a un lado, mirando a mi público satisfecha de mi actuación, admirando como todos aplaudían y vitoreaban.

Levanté la vista, cuando hube terminado y le vi, a aquel que no debía estar allí, aquel en el que nadie había caído.

Caminé hacia el borde de la tarima, admirando como los hombres se acercaban para meter sus billetes en mis bragas, pero yo no podía prestarle atención a ninguno, tan sólo podía mirar hacia él, sabía perfectamente que lo que había venido a hacer allí no era bueno para el negocio.

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