Límites

Desperté nuevamente, mi cabeza daba vueltas y estaba algo confundido. Toqué todas las partes de mi cuerpo examinando desesperadamente. Pero… La habitación, nuevamente en esa maldita copia de mi niñez… Mi cuerpo seguía en shock, aunque por mi mente sólo había una cosa; Había fracasado.

Aprendí mucho del primer intento, y… del segundo, también del tercero. Aunque cada vez que lo intentaba parecía haber menos retroalimentación para mí mismo. Mi cuenta marcaba 12 días en total, y sólo 5 reinicios. Éstos 5 intentos me habían demostrado alguna que otra cosa, y de ellas podía estar seguro:

Cada vez que estaba próximo a una muerte inminente: el ciclo se reiniciaba.

Las circunstancias que causaban mi escenario de muerte podían llegar a ser totalmente extremas, llegando incluso a escenarios casi imposibles.

El comportamiento de las personas a mi alrededor no variaba a menos de que yo actuara de manera diferente.

Verónica había desaparecido desde que confronté a Deadvia, y no había rastro de él tampoco. Mis preocupaciones ocupaban mi mente cada vez con más frecuencia incluso cuando intentaba apartarlas de mis pensamientos. No estaba dispuesto a abandonar mi vida por el capricho de alguien que se hace llamar dios, y, aunque me duele admitirlo. Más que un acto de valentía o benevolencia, se trataba de un acto de egoísmo. Mi aferro a mi vida real no era más que una escapatoria al miedo de la muerte y mi rechazo a la nueva vida que me ofrecía Deadvia era por el miedo que me causaba el no significar nada para nadie realmente.

Incluso ahora, tenía que reconocer, que mi vida era mi familia, más por la seguridad que me ofrecía el estar con ellos, que por el amor que les tenía.

Los días pasaban, y los intentos se desvanecían con ellos, pero parecía humanamente imposible el salir de esta situación. Las ideas se me agotaban, la desesperación comenzaba a sobrecogerme, Verónica no estaba aquí para guiarme, así que debería hacer esto a ciegas.

Listo, era el sexto ciclo, día uno, mi “hermana” y mi “madre” habían salido de la casa, dejándome faltar a clases ese día. Tomé mi mochila de montaña, me puse una chaqueta y pantalones de cuero, unas botas y comencé a recolectar víveres para la excursión.

“Misión, llegar a Raven District. Metodología: Hurtar una motocicleta del estacionamiento escolar y comenzar el viaje a través del camino boscoso, pasaría por Cowens, luego por Raven Cove, entraría a Shell District y seguiría hasta Raven District por carreteras alternas. Se decía sencillo, pero necesitaría mucha gasolina, agua, algunas provisiones y prepararme para al menos un viaje de tres días en moto, ya tomando en cuenta los descansos.” – pensaba en mi mente mientras recolectaba cosas por la casa.

Salí de casa con la mochila llena hasta el tope, había cogido otro par de pantalones, tres camisetas, tres pares de calcetas, cuatro litros de agua que había en el refrigerador y un poco de dinero que había en la alacena.

Mientras caminaba rumbo a la escuela, no podía parar de pensar: “Si esto no funciona… no creo que nada más lo haga”. No podía rendirme, tenía que salir de aquí, hubo nerviosismo en los primeros intentos, pero ahora ninguna parte de mi cuerpo temblaba.

La motocicleta sería difícil de conseguir, había visto un par de ellas al salir de la escuela una de tantas veces que lo hice, pero tomarla sería un poco más complicado que observarla.

Llegué al estacionamiento a mitad del primer periodo, tenía aproximadamente 50 minutos antes que todos los alumnos se amontonaran en los pasillos. Visualicé al menos cuatro motocicletas distintas, en realidad, ésta parte era la menos planeada, ya que, no tenía ni idea de cómo encender una moto sin llaves, y mucho menos de cuánta gasolina necesitaría.

Llegado a este punto, un pensamiento fue suficiente para cambiarlo todo, un pensamiento que, en realidad, siempre había estado presente, pero no de la manera en que se había presentado en esta ocasión.

Si calculaba todo fríamente, parecía tener un número infinito de intentos en este plan. El ciclo se reiniciaba cada vez que mi vida parecía cegarse. Así que, si algo pasa… ¿sólo debo morir?

Mis manos se enfriaron de pronto, y mis piernas temblaron. Me senté un momento apoyándome en una pared, no sé cuánto tiempo estuve así exactamente, y cuando me di cuenta ya sostenía el cuchillo de caza entre mis manos. Descarté el pensamiento por un momento, mientras guardaba aquella arma dentro de su funda. Pero sabía, que ya no había marcha atrás, no había manera en que esto saliera bien a la primera, y cuando eso sucediera, tendría que quitarme la vida.

Dejé la mochila en el césped mientras me dirigía hacia el interior de la escuela. El primer plan sería encontrar a algún dueño de alguna motocicleta y hacerme con la llave para facilitarme un poco la vida. Estando a menos de diez metros de la entrada pude sentir una mirada, estaba seguro de que algo me observaba a lo lejos y giré rápidamente en busca de alguien conocido.

A lo lejos, en la entrada al bosque a no más de 150 metros de la escuela, él me observaba, nuevamente aquel enorme cánido, sabía que algo era más inusual que lo acostumbrado. Pero dado a que me encontraba en un punto muerto, ir a investigar parecía la mejor opción.

Tuve que trotar un poco para llegar hasta el lugar, ya había perdido demasiado tiempo. Como era de esperarse, no había absolutamente nada al llegar al lugar. Aquel enorme canino había desaparecido y comenzaba a replantearme la estrategia nuevamente. Caminé algunos pasos, adentrándome en el bosque, mientras pensaba en voz alta. Aún no podía creer lo que ocurría, y mucho menos podía entender la magnitud del problema que me rodeaba. No caminé demasiado, algunos escasos cinco minutos, hasta que el sonido de algunas risas a la lejanía me detuvo en seco. Pude distinguir dos voces diferentes, un hombre y una mujer. Parecían charlar entre sí, y no deban señales de haberse percatado de mi presencia. Me acerqué lentamente, procurando mi anonimato en todo momento. Unos metros más adelante, logré encontrarlos con la mirada. Parecía ser una pareja que salía dar un paseo por bosque, los seguí unos cuantos metros sin saber exactamente el por qué. No parecían haber visto un perro gigante por lo que mi interés en ellos cayó rápidamente. Lentamente emprendí mi regreso hacía la escuela notando algo que había pasado por alto antes. Debajo de un árbol, justo en dónde había escuchado a la pareja por primera vez, se encontraba una pequeña mochila de cuero con las provisiones suficientes para una caminata. Tomé la pequeña bolsa entre mis manos, y hurgué un poco en ella, casi inmediatamente descubrí un par de llaves dentro. Sin duda alguna, eran las llaves de un vehículo de dos ruedas. Las tomé sin titubear un segundo y me dirigí rápidamente al estacionamiento escolar. Los jóvenes fácilmente tenían la edad de un estudiante, por lo que supuse que se habrían saltado clases. Llegué a la escuela sin mayor inconveniente y ahora debía averiguar de qué motocicleta era la llave.

La llave tenía una marca inscrita, “Zettha” lo que dejaba fuera a dos de las cinco motocicletas estacionadas, no parecía haber nadie observando, pero, el no levantar sospechas era algo esencial en éste plan. Coloqué la llave en la primera motocicleta (la más grande), y giró el interruptor a la primera. Volví a recoger mi enorme mochila, la aseguré tras de mí sobre el asiento y procedí a salir lo más rápido y discreto posible. Salí camino a la carretera principal, únicamente con 34 LP en mi cartera. Lo suficiente para comprar un galón con 10 litros de combustible y rellenar el tanque de la moto.

La gasolinera estaba cerca, así que no me tomó mucho tiempo el ir y regresar a los alrededores de la escuela. Tomaría la ruta oeste hacía el sur y conduciría por tres o cuatro días diez horas al día. El camino era largo y mi cadera me reprocharía por ello más tarde pero realmente lo intentaría hasta la última instancia.

Llegar a Cowens tomó 5 horas aproximadamente, eran las 2 pm al llegar, mi cuerpo se encontraba entumido debido a la incómoda posición de la moto. Me estacioné cerca del parque y me senté en una banca por un momento, saqué uno de los emparedados que me preparé por la mañana (sólo mermelada), y realmente sabía a gloria.

No debía tardar mucho ahí sentado, el sol usualmente se ocultaba a las seis, podría conducir hasta las siete, el problema sería montar la tienda de campaña hasta esa hora.

- ¡A las seis será!

Exclamé para mí mismo en voz alta.

Cerca de tres horas después de salir de Cowens, visualicé un área apta para colocar la tienda, aún era algo temprano, pero probablemente no encontraría otro lugar así en menos de dos horas.

Cerca de las siete la tienda ya estaba completamente armada, me había tomado demasiado tiempo, pero dormir a la intemperie no era una opción.

El frío era mucho mayor al esperado, y la incomodidad mayor a la supuesta, aun así, debía hacer esto otras cuatro veces más si quería llegar a mi objetivo.

Los sonidos eran algo a lo que debía acostumbrarme pronto, eran molestos hasta cierto punto, y fácilmente interrumpieron mi sueño en algunas ocasiones. La noche transcurrió sin problemas mayores.

El día siguiente me levanté temprano, conduje durante cinco horas seguidas, comenzando a las 6 am, y recorrí un tramo a pie dirigiendo la motocicleta. Mi cadera dolía mucho y había decidido seguir caminando por al menos otros 40 minutos, pero el hambre era demasiada ya. Paré a un costado del camino, en dónde éste parecía menos turbio. Y comencé a preparar unos cuantos emparedados nuevamente. Retomé mi camino cerca de la 1 de la tarde y mis reservas de agua se agotaban más rápido de lo que pensaba. Había consumido más de la mitad de agua hasta ese momento y sólo conservaba 8LP después de comprar la gasolina.

Había pasado un poblado que no conocía cerca de las 6:30 am y pasé Raven Cove a las 8 am. Faltaban al menos 9 horas más hasta llegar a Shell District y eso pasaría hasta el día siguiente probablemente, por lo que no suponía un problema el terminarme el agua antes.

El camino fue complicado, éste tramo era sin duda difícil, ya que la distancia entre los dos asentamientos más cercanos era larga.

La segunda noche fue igual de complicada, sin embargo, había anochecido un poco antes de lo que había previsto, por lo que la tienda la coloqué en un lugar con un poco de desnivel y las rocas que faltaron por quitar en el piso hacían difícil el descansar bien. Mi teléfono estaba a poco más del 50% de su batería y el apagarlo por periodos prolongados parecía estar funcionando para mantenerlo así. Llevaba ya 2 días lejos de casa y probablemente comenzarían mi búsqueda al día siguiente, si no es que ya me buscaban por robar la motocicleta. Me encontraba leyendo un libro con ayuda de la lámpara led que había traído conmigo cuando encendí mi celular para revisar la hora: “8:40” marcaba el reloj, puse una alarma a las 5:30 am, encendí el modo ahorro de energía del teléfono y comencé a organizar las cosas para dormir. Estaba a punto de apagar la lámpara cuando escuché a algún animal moverse en las afueras de la carpa, justo a mi espalda, en la parte trasera de la tienda. Me giré intentando ser lo más silencioso posible, y justo entonces un relámpago cayo a lo lejos, permitiéndome ver la sombra del enorme animal que me acechaba. Aquel enorme animal me había seguido desde High View, y ahora, en plena oscuridad, se acercaba de manera amenazante. La lluvia me sorprendió cayendo de manera estrepitosa y violenta, mi mirada se perdió un momento, y en una segunda descarga eléctrica, la sombra se había desvanecido. La lluvia tomaba formas torrenciales pero la carpa parecía resistir bien, aunque el área no era bastante cómoda, si estaba bastante protegida, la tienda se encontraba bien anclada, y unos árboles muy firmes servían como resguardo para la motocicleta, además de una cubierta de plástico bien asegurada.

Un gruñido se escuchó de pronto, las palabras para describir sonidos simplemente no encajaban para hacerlo con este, aunque fuera impreciso, o al menos no tan común expresarse así, el gruñido parecía… simplemente… enorme, parecía cubrir un área muy extensa y abismal. Al principio parecía provenir de todos lados, pero un segundo estruendo, me confirmó la dirección de su origen. El gruñido era demasiado grave, grueso y cargado de odio, como un perro agresivo si tocas su comida. Parecía una advertencia que no necesitaba inteligencia para ser comprendida.

No parecía estar muy lejos de mí, y consideré seriamente el huir del lugar. En teoría, si mis hipótesis eran ciertas, el “morir” aquí, suponía reiniciar todo nuevamente, y aunque literalmente era mejor que morir, no quería permanecer en éste mundo más tiempo.

Decidí quedarme en la tienda, no importaba que, no retrocedería. Éste mundo me había dejado clara una cosa.

“Éste mundo no es igual al mío”.

Recogí todas las cosas que pude, y preparé mi mochila para abandonar la tienda si era necesario, dejé mi machete junto a mí, y me senté lo más cómodo posible sobre una cobija, con la luz encendida. El animal no dejaba de bufar, gruñir y amenazar y así siguió por al menos diez minutos más. Pasados diez minutos, noté como claramente, el sonido se aproximaba. Estaba completamente seguro, aquel animal se aproximaba desde el noroeste, sin darme opción a regresar por el camino transitado por la tarde, y se acercaba rápido.

Era evidente que el animal no era de tamaño regular, y estaría claramente en desventaja dentro de la carpa. No era momento de dudar, y en realidad no sabía las consecuencias de permanecer más tiempo en éste mundo.

- Ok, 150m – me dije

- ¿Discreción? – reí nerviosamente mientras sacudía la cabeza.

- No, vienes directo hacía mi ¿cierto?

Abrí rápidamente la tienda y salí sin mirar atrás. No necesité girar, directamente al salir, podía verlo, corriendo a lo lejos, acercándose aproximadamente a 200 metros de mí. Estaba casi seguro de que era ese animal, acercándose. El sendero estaba prácticamente vacío en esa zona, no había muchos árboles y la noche sólo me lograba mostrar esos dos ojos amarillos a lo lejos. Había algo raro en el ambiente, no podía ver tan claramente como en el día, pero realmente no parecía de noche, y menos en una noche nublada. Sólo había pasado un segundo, aun así, parecía haberse acercado 100 metros en menos que eso. Era ese animal, aquel canino que me acechaba desde High View. Tenía que evitar la confrontación e intentar ahuyentarlo lo más pronto posible.

Encendí mi linterna y corrí hasta la motocicleta, puse la llave sin siquiera retirar la cubierta de plástico y encendí el faro principal. Comencé a pitar y como pude retiré la que quedaba de la cubierta. El animal se detuvo a no más de 50 metros de mí, yo seguí pitando y alumbrando el camino directamente hacía el. Coloqué la motocicleta mirando en su dirección y subí en ella para intentar arrancarla y así asustarlo más con el rugir de la moto. La lluvia ya había empapado cada parte de mí, y la motocicleta parecía no querer arrancar. Los faros de la motocicleta eran muy extraños, la luz no alumbraba ni siquiera a 5 metros delante de ella y era bastante tenue.

El animal comenzó a acercarse nuevamente, parecía más cauto que la vez anterior, pero no menos intimidante. Dos intentos más y la moto seguí sin arrancar, el animal comenzaba a trotar y mi desesperación aumentaba cada vez más.

La motocicleta arrancó cuando el animal se encontraba ya muy cerca, al menos a 20 metros de mí, el arrancarla provocó que acelerara por un momento y las luces se tornaron intensas durante ese segundo.

Mi cuerpo se quedó quieto de repente, aterrado ante la situación desesperada ante la que me encontraba. Una lágrima salió de cada uno de mis ojos y mi mano derecha se posó sobre la llave nuevamente.

Me era casi imposible mantener la moto de pie debido a que mis piernas temblaban de manera exagerada. Mi mano derecha tomaba la llave con más fuerza de la necesaria, pero sin moverla de ninguna manera. Había visto lo necesario, mi cuerpo permanecía de pie, aunque ya podía visualizar mi muerte en mi interior.

- “¿Por qué te sorprende?” - Me pregunté imaginando que Verónica lo hacía.

- “Son sus reglas, ¿recuerdas?” – Volví a hacerlo.

- Es verdad, tengo que salir de aquí – exclamé en voz alta.

Aceleré lo más que pude mientras mantenía el freno a fondo para intensificar la luz que emanaba del faro, y nuevamente comencé tocar la bocina como si no importara nada. Aquel animal, un can con al menos tres metros de altura y cara de pocos amigos, gruñía y bufaba a tan sólo 5 metros de mí. El animal gruñía y su pelo se erizaba cómo si estuviera viendo a su enemigo más odiado, pero no daba un paso más hacia mí. Estuve a punto de arremeter la moto contra él, pero, en realidad no se acercaba más, lentamente, disminuí los pitidos y retiré mi mano del acelerador. La luz se volvió mucho más tenue y el animal comenzó a merodearme desde esa distancia, caminaba de un lado a otro como un perro impaciente por que abran la reja, mostrando los dientes y saboreando el ambiente con la lengua.

Bajé de la motocicleta con dificultad, ya que mis piernas apenas y respondían, limpié un poco el exceso de agua en mi cara y casi orinando mis pantalones, apagué la moto.

La ira del animal se hizo presente, y un espeluznante rugido surgió desde lo más profundo en su garganta, el aire que expulsó fue simplemente demencial.

Aún ignoraba el por qué, pero mis ojos podían ver casi perfectamente en la oscuridad, inclusive sin la luz de la luna. Pero ante mi sorpresa, se presentaba una pregunta sin respuesta.

- “¿Por qué?” – Simplemente no encontraba motivo alguno, por el cuál aquel enorme animal enviado a matarme, no podía llegar hasta mí.

Verónica dijo que no sabía todo, pero decía que Deadvia era el dios de éste mundo, en realidad, muchas cosas no cuadraban desde mi concepto de “dios”. Según mi conocimiento, un dios debería ser todo poderoso, omnisciente y omnipresente. Bajo ese concepto Deadvia debía saber exactamente en dónde me encontraba en éste momento, y debía ser totalmente capaz de detenerme cuando quisiera. ¿Por qué m****r un perro con complejo de oso a hacer el trabajo? Además de que al parecer el perro no era libre de deambular por el lugar. El perro hacía bastante ruido, y realmente no quería averiguar si su límite duraría para siempre, así que comencé a empacar mis cosas lo más rápido posible. Realmente la luz no me hacía falta para ver en ésta rara oscuridad así que no tardaría mucho en terminar.

Estaba cargando la mochila y la tienda en la motocicleta cuándo una enorme corriente de aire frío comenzó a soplar en dirección a Cowens, la lluvia seguía siendo intensa, pero el alboroto que armaba el perro ahora era infinitamente más intenso que antes, estaba acelerado, parecía necesitar llegar a mí en esos momentos. El aire parecía girar alrededor de algún punto 500 metros atrás en el camino. Justo del lugar del que parecía venir el perro.

El aire se arremolinaba de maneras cada vez más intensas cuando alcancé a ver una irregularidad en el centro de todo. El cielo parecía partirse a la mitad a unos 30 metros de altura sobre el suelo, Era algo que no se notaba a simple vista, pero si observabas con cuidado podías notar que el cielo nocturno era de distinto color en un punto circular específico, un circulo de al menos 10 metros de diámetro.

Supuse que eran malas noticias así que aseguré lo poco que faltaba en la moto y la arranqué lo más rápido que pude, no había avanzado siquiera 20 metros cuando al girar para admirar el escenario una vez más, pude observar claramente cómo Deadvia se materializaba a través de aquel agujero en el cielo, como si lo atravesaba.

No podía asegurar nada en el momento, pero era muy probable que aquel punto en el cielo fuera un medio de transporte entre nuestros mundos. Apagué rápidamente el motor y permanecí en silencio un momento tratando de pasar desapercibido. Mi camino a Raven District era mera corazonada, no había indicios de que al llegar allí encontraría algo que me ayudara a volver a mi vida. Pero era probable que el cruzar ese punto en el espacio, fuera la salida de aquí.

- El día se repite si muero, ¿verdad? – Me pregunté a mi mismo en voz alta.

Encendí la motocicleta otra vez y giré lo más rápido posible hacía allá. Tendría que atravesar el territorio de aquel enorme perro al menos 500 metros, y descubrir la manera de volar al menos 20 metros en el aire para cruzar.

Aceleré lo más que pude sin salirme del camino, y me fue posible ver que el cánido había desaparecido. No sabía cuánto tiempo tendría la vía libre, y no había tiempo siquiera para pensar en otro plan, el agujero seguía abierto y Deadvia parecía estar en alguna parte a mitad del proceso.

No había señal de entrada, pero estaba casi seguro de haber ingresado al territorio hostil. Me adentré lo más rápido posible con la motocicleta marcando 60km/h. Un aullido se hizo notar entre la maleza, la distracción sólo duro unos segundos, pero fueron suficientes para hacerme caer a la tierra como un saco de b****a.

Permanecí quieto un momento, esperando el dolor de alguna de mis extremidades después de seguramente sufrir un trauma. Unos segundos muy incómodos ya que el dolor sólo se hacía esperar. Me levanté temeroso de algún dolor inminente y miré a mi alrededor atento a la bestia que me acechaba seguramente. Regresé por la moto que aún seguía encendida y la levanté a la brevedad. Volví a acelerar como maniaco hacia mi oportunidad de escape, seguramente no había avanzado ni 100 metros en el momento en que volví a ver aquel enorme animal, el animal corría entre la maleza al costado derecho del camino. Intenté acelerar más, pero me era imposible debido a la irregularidad del terreno. El enorme perro corría fácilmente a la velocidad de la moto y estaba seguro de que me alcanzaría en cualquier momento.

El animal medía fácilmente los 3 metros de altura y supongo que pesaba más de una tonelada, pero un choque me beneficiaría más a mí que a él. Yo estaba en clara desventaja y ese choque podía darme una oportunidad, disminuí un poco mi velocidad dejando que me pasara naturalmente, estaba ya a aproximadamente 200 metros del centro de todo y aquel enorme perro parecía no querer entrar al sendero nunca, así que hice lo contrario, amenacé con aumentar la velocidad y efectivamente mordió el cebo, me adelantó con facilidad por aproximadamente 20 metros deteniéndose justamente en el medio del camino. Sus ojos penetrantes inspiraban confianza y seriedad, pero yo no planeaba detenerme.

Agachó la cabeza hasta mi altura mostrando los dientes, pero mis intenciones eran claras.

Debí sospechar que no funcionaría cuando no pude ver pizca de duda en su mirada, lamentablemente no lo hice, y colisioné con el animal a no menos de 50 kilómetros por hora.

Todo se volvió negro por un instante, mi cabeza daba vueltas y mi diafragma clamaba por un poco de aire. Me levanté desorientado casi por impulso, toqué mi boca que se sentía un poco entumecida, notando que mi labio sangraba de la parte inferior.

El aire me faltaba y mi cuerpo no me permitía enderezarme del todo, di algunos pasos alejándome de mi objetivo y giré para verificar la situación. Caí sobre mi trasero controladamente y esbocé una sonrisa de desesperación al notar mi rotundo y total fracaso, al mismo tiempo algunas lágrimas escaparon de mis ojos sin pedir permiso.

Aquel enorme animal seguía firme como roca ante el impacto, podría jurar que ni siquiera tenía un rasguño. Esa mirada, esa mirada antes fría y calculadora, ahora parecía divertirse, y aquella manera de mostrar los dientes… parecía una sonrisa.

Mi mirada se tornó violenta, mi semblante se tornó igual al de un bebé haciendo puchero y las lágrimas brotaron a raudales mientras algunos fluidos nasales comenzaban a escurrir.

- ¿¡Qué quieres de mí maldita bestia apestosa!? ¿¡Quién diablos te crees para impedirme regresar!? ¿¡A caso crees que t…!? ¡Aghhh! –

Me interrumpió colocando su gigantesca pata sobre mi abdomen, sentí claramente como mi diafragma, garganta y boca se llenaban de sangre antes de escupir una enorme cantidad de entre mis dientes. Quería hablar, gritarle con todas mis fuerzas, pero simplemente no podía, mis brazos cayeron al suelo como si mi fuerza se hubiera desvanecido, normal si consideraba mi condición actual, mis ojos rogaban por descansar también, pero mi mente no lo permitía, mantenía los ojos bien abiertos, sin reconocer mi derrota ante es bestia. No podía observarme a mí mismo, pero estoy seguro que mi mirada reflejaba totalmente mi ira hacía el animal. Estaba seguro de que moriría allí, pero planeaba postergarlo el mayor tiempo posible.

Un calor recorría todo mi cuerpo, era como si de pronto mi cuerpo hubiera comenzado a segregar adrenalina de maneras que no había experimentado nunca, me sentía fuerte y confiado de pronto, necesitaba quitarme de encima a este maldito y estaba dispuesto a hacerlo posible. Enfoqué toda mi fuerza restante en mis brazos e intenté levantarlos hacia la enorme pata de aquella creatura, sentí el pelaje de mi agresor y lo apreté lo más fuerte posible al tiempo que empujaba todo su peso hacia arriba.

Fui testigo de aquella hazaña, yo mismo, con mis limitantes y mi estado actual, logré hacer retroceder el peso de aquel animal, no sabía cómo, pero tampoco me importaba. Seguí con el proceso un poco más retirando casi por completo aquella pesuña que había dejado un hueco dónde antes había un estómago. El dolor era insoportable, pero mi logro cegaba mis sentidos en ese momento o al menos lo hizo hasta que nuevamente y aplicando sólo un poco más de esfuerzo el cánido evaporó todos mis logros, aplastando ahora mis costillas contra mis pulmones. Sentí claramente que uno de mis ojos había cedido a la presión, y posaba fuera de su órbita natural, mientras él se agachaba hasta susurrarme al oído, con una voz profunda y áspera.

- Nunca saldrás de aquí, lo sabes ¿no? – Y alejó su apestoso aliento de mi cara mientras se deshacía a carcajadas.

Justo cuándo se alejaba de mi cara alcancé a escupirle un poco de sangre en el rostro. Gruñó agresivamente y fue detenido por las últimas palabras que me quedaban. Reí lo poco que pude y lo miré a los ojos mientras lo amenazaba.

- Vamos, dame otro reset, los dos sabemos que me mantiene vivo por alguna razón, y justo acabo de darme cuenta de algo.

- No sabes lo que hablas – contestó rápidamente.

- No necesito muchas oportunidades más, logré hacerte retroceder... – El gruñó nuevamente.

- Tú también lo sabes – lo interrumpí. – Sé que algo anda mal conmigo, eso que hice, no es normal, y si lo he logrado en éstas condiciones, lo haré mejor la siguiente. –

- Disfrutaré tu muerte una y otra vez entonces.

- Seguro que lo harás

Lo vi retroceder, y su tono se volvió incluso más serio que antes.

- No tienes suficiente tiempo, no lograrás nada resistiéndote. Para Deadvia esto es un juego, sólo te mantiene vivo mientras te necesita, después de eso no hay más vidas, no más resets. Ni siquiera sé si reiniciarás ésta vez…

Eso fue lo último que oí, si había algo importante después de eso me lo perdí. Simplemente mi cuerpo no aguantó más, y morí, supongo, una vez más.

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