Lo que significamos - Parte I

Un sonido familiar me hizo recobrar el sentido, era algo conocido, pero no lograba reconocerlo del todo. Lenta, y torpemente, abrí mis ojos de uno de uno, mientras mis pupilas se adaptaban a la luz que las reflectaba, ese maldito sonido, era algo que no escuchaba desde mis días de secundaria. Un pequeño despertador viejo que utilizaba para levantarme en días de escuela, sacudí un poco la cabeza, me enderecé todo lo posible, procedí a apagar el despertador y solamente en el momento en que el sonido se extinguió fue que noté que algo andaba mal. Miré rápidamente la habitación, unos rayos de luz la iluminaban por completo, después de entrar por una ventana a la derecha del todo. Mi mente comenzó a entrar en pánico inmediatamente puesto a que no creía lo que mis ojos me mostraban en ese preciso momento, estaba de regreso a mi habitación en la casa de mis padres, y todo seguía exactamente igual a como lo recordaba, lo que era completamente imposible, ya que no veía esa habitación desde la secundaria y ya habían pasado al menos diez años de aquello, además estaba el hecho de que la casa había sido vendida y remodelada una vez mis padres se divorciaron, hace ya más de siete años. Pero mis ojos no mentían, de pronto me encontraba en aquella habitación con todas las cosas que recuerdo en su respectivo lugar. La ventana al fondo de la habitación, a la derecha del todo, la cama de mi hermana a unos dos metros de dicha ventana, el pequeño buró que acompañaba la cama de mi hermana y que se encontraba justo a la izquierda de su cama, después, un metro y medio más a la izquierda me encontraba yo, en mi cama con su respectivo buró (también a la izquierda) a un metro de la pared que conectaba con el pasillo y que contenía la puerta al extremo contrario a mi cama.

Me tomé un breve momento para intentar asimilar lo que ocurría, retiré el cobertor de mi cuerpo, y me dispuse a levantarme, pero al notar mis manos reafirmé que nada andaba bien, uno no parece notar el paso del tiempo en sus manos, ya que parecen las mismas de siempre cada día, pero sí de pronto a alguien de 29 años le colocas las manos que tenía a los 15, vaya que notará la diferencia. Me apresuré al baño de la habitación abruptamente, en busca de un espejo. Abrí de un empujón y entré casi en un mismo movimiento.

- ¡Oye, espera tu turno!

Se oyó de pronto desde dentro.

- ¡Lo-lo siento!

Alcancé a exclamar, mientras me retiraba y cerraba la puerta rápidamente, mi mente quedó en pausa un minuto por la sorpresa, pero se vio rápidamente interrumpida por la apertura de la puerta de la habitación. Una mujer se asomó por la puerta entre-abierta, era pelirroja, como mi madre, también era alta, como mi madre, tez blanca, como… mi madre, pero…, no era mi madre.

- ¿Todo bien, cielo?

Me quedé impactado por un segundo sin saber bien que hacer, o responder, la puerta de mí se abrió abruptamente y una… joven, semi desnuda se asomó exclamando en voz alta.

- Iván no sabe para qué sirve una puerta, eso es lo que pasa

- Wendy, tu hermano está aquí, ponte algo encima por favor

- Seguramente ya vio lo que quería ver… - cerró de un portazo y siguió vociferando para sí misma en el interior.

- Está bien cariño, solo recuerda tocar primero. Comienza a cambiarte, es tarde – Cerró suavemente la habitación y se fue.

Y durante toda esa conversación, lo único que podía pensar era… “Esa no es mi madre… Y esa no es mi hermana”.

Me senté por un momento en mi cama, intentando desesperadamente ordenar las ideas en mi cabeza, cinco minutos después la chica del baño salió, me pareció oírla disculparse, pero no presté mucha atención que digamos y simplemente me quedé allí, mirando al vacío frente a mi cama…

- ... ¿Estás bien?

- Ahmm, sí, sí.

- Está bien, apresúrate, a mamá no le gustará que tardes.

- Si… no, espera. ¿Puedes decirle a… ma-mamá, que suba?

- Claro, ¿seguro estás bien?

Dijo mientras se sentaba a mi lado sobre la cama, el sentir su cercanía hizo que me sobresaltara de una manera notoria lo que hizo que ella se levantara rápidamente.

- Bien, ahora le hablo

Sentenció mientras salía de la habitación.

La charla con “mamá” fue extraña, pero rápida. Muy distinta a como habría sido una conversación con mi madre, sin embargo, eso fue lo mejor ya que mi objetivo era muy claro ahora. Tenía que averiguar qué era lo que estaba pasando, y por qué. Rondé toda la casa durante horas, pero todo estaba exactamente como lo recordaba. Exceptuando claro la ropa de mi “hermana” y de mi “madre”. Entonces, un pequeño atisbo de alegría pasó por mi mente, bajé a la planta baja y me dirigí velozmente al patio trasero. Corrí la puerta de cristal y silbé lo más fuerte que pude.

Cuando vi aquel pequeño Husky acercarse mi corazón se aceleró de una manera que no creía posible, lo cargué y lo besé como tantas veces había hecho en el pasado, hasta que me dí cuenta, que en realidad no lo había hecho antes, ese perro… ese pequeño y hermoso perro… era un macho. Mi mundo pareció venirse abajo, pero una idea vine a mi mente, corrí hacia el cuarto de mi “madre” y tomé los álbumes familiares, y lo único que podía hacer mientras pasaba página tras página era atormentarme, página tras página mis ojos comenzaron a gotear, sintiendo que moría lentamente, todo parecía un mal sueño, pero un sueño de aquellos en dónde todo parece tan normal y mundano que parece real, un sueño del que quieres despertar y confirmar que lo que ves no es real.

Un grito estremecedor surgió de mi garganta y las lágrimas inundaron mis ojos, de pronto toda mi realidad había desaparecido, simplemente parecía haberse esfumado como si nunca hubiese existido, era como si de repente te enterases de que tu madre en realidad nunca existió, que a la mujer que amaste toda tu vida, que te cuidó, que te mimó, que te enseñó a vivir en realidad no existe y tu hermana, a quién confiabas todo, quién te apoyaba cuando más lo necesitabas, tampoco existe, y no hay manera en que puedas recuperar lo perdido porque ni siquiera sabes que ha pasado. Sentí dolor muy fuerte en la espalda, de pronto me costaba respirar y rápidamente, todo se volvió negro, una vez más.

Desperté en la misma habitación en la que me desvanecí, con el álbum de fotos a mi lado, me recosté recargándome en el pie de la cama y miré hacia afuera con la esperanza de ver algo que me cautivara. La noche ya se hacía presente en el exterior y la casa se veía en penumbras desde la habitación, caminé hasta la sala para analizar la casa una vez más. La melancolía me daba una sensación extraña que se mezclaba con un poco de felicidad de poder estar en mi antigua casa otra vez, fui hacia el refrigerador, saqué algunas cosas para preparar emparedados, tomé una soda y fui a la sala para comer mientras leía un buen libro.

El reloj marcó las 8:00 pm, y perturbó el silencio un momento, entonces comencé a pensar, si la casa era exactamente igual a la que yo recordaba, pero las personas no, ¿las rutinas siguen siendo las mismas? A esta edad, mi hermana usualmente llegaba a la casa cerca de 8:30 junto a mamá, pero ésta “hermana” y está “mamá” que vi antes en la mañana, ¿harían lo mismo?

Recogí las cosas de la mesa de centro, lavé los trastos, tomé el libro y regresé a la habitación. Salí al patio trasero, alimenté a… a… La verdad no sabía ni cómo llamarlo, pero era lindo tenerlo allí, y me senté junto a él mirando las estrellas.

Poco tiempo transcurrió hasta la llegada de mi “hermana” y mi “madre”, “8:37” pensé, así que comencé a trabajar con los datos obtenidos hasta el momento, necesitaba tiempo para eso, así que avisé que subiría a mí habitación y que no bajaría a cenar, la mujer adulta pareció objetar algo, pero no tomé mucha importancia.

Ya en la habitación, comencé a ordenar todo en mi cabeza: todo, absolutamente todo, parecía en su lugar, exceptuando a las personas que me parecían desconocidas en su totalidad. Fue entonces que recordé el perro, mi perro también había cambiado, así que no sólo las personas habían cambiado, sino que también los animales. Los datos no parecían ser concisos en nada, en realidad era absurdo el siquiera encontrar una lógica a lo que fuera que estuviera pasando, yo sólo estaba seguro de que ésta no era mi vida, ésta no podía ser mi casa y ésta no era mi familia. Por un momento comencé a pensar estupideces a cerca del viaje en el tiempo y cosas así, por un momento recordé que ni siquiera sabía qué fecha era, tomé el celular en el buró junto a mi cama “mie. 4 de Jun” ingresé a la aplicación de calendario y… efectivamente… era 2007. Cada cosa que veía me hacía dudar más y más de mi situación, un sueño demasiado largo, quizás, pero todo se sentía todo muy real, demasiado para ser sólo un sueño.

Wendy interrumpió mis pensamientos ya cerca de las 10:00 pm, mi cuerpo estaba bien, pero mi mente estaba suficientemente cansada como para dormir doce horas más, y sinceramente no quería hablar con nadie en ese momento, pero parecía inevitable ahora.

- Te traje algo de comida, te dejamos unas bolitas de pollo, costillitas y arroz. Sabes que mamá siempre arrasa con la pasta así que no quedó nada.

- No tengo mucha hambre, pero gracias

- ¿Estás bien?

- Si, un poco cansado, y quiero dormir sinceramente

- Ah, ok. Descansa, no creo que mamá te deje faltar mañana.

Mi mente ni siquiera prestaba atención a lo que pasaba a mi alrededor, tan sólo estaba intentado meditar sobre lo ocurrido, sobre como todo me parecía un absoluto sinsentido, cada vez se me dificultaba más el recordar de dónde había venido en realidad, ¿esto es un sueño?, o, peor aún, ¿y si toda mi vida, había sido sólo un sueño?...

La alarma de Wendy me despertó de un sueño muy ligero, de esas ocasiones en que realmente ya estás despierto, pero sin ganas de salir de la cama., me levanté, aún con más confusión que el día anterior, no estaba seguro de que esto que vivió era real, pero la sola posibilidad de que si lo fuera me hacía preguntarme el si debía desperdiciarlo. No sabía si sólo debía continuar o seguirme aferrando a lo que yo creía era mi vida, pero mientras decidía que era lo real para mí, debía adaptarme a lo que tenía aquí.

Entre al baño, me desvestí completamente y tomé una larga ducha, mientras mis lágrimas se mezclaban con el agua que recorría mi cuerpo.

Tarde un largo tiempo para salir (casi una hora entera creo), la ropa que usaba a los 15 ahora me parecía totalmente desaliñada, nada en mi guarda ropa me gustaba ya, tomé mi uniforme formal, me vestí con ropa ligera que encontré en mis cajones y bajé a toda prisa para prepararme un desayuno ligero antes de vestirme.

Ya estando en la planta baja me encontré con mi “madre” que ya se encontraba preparando cosas en la cocina.

- Buenos días

- Ah… Hola - (respondí)

- Apenas comencé hijo, tendrás que esperar un poco para desayunar

- Oh, amm, claro ¿Te ayudo en algo?

No parecía una mala persona, y, en cierta forma, era parecida a mi madre. Parecíamos tener una buena relación, ya que no tenía problemas en bromear conmigo, cosa que me parecía difícil de hacer ahora (a diferencia de cuando realmente tenía 14), la conversación fue fluida pero no demasiado, todo terminó en un culminante - ¿Estas bien? Te noto algo, distraído –, fue entonces que la conversación se estancó un poco y tuve que huir nuevamente hacia la recamara, al entrar, noté que Wendy ya no se encontraba en su cama, así que comencé a cambiarme preparándome para la escuela. El simple hecho me tenía perplejo, cada minuto que pasaba parecía más y más ilógico que esto estuviera ocurriendo verdaderamente, pero, ¿podía hacer algo al respecto?

El entorno era exactamente igual al que recordaba, la casa la había examinado cuidadosamente el día anterior, pero es que en realidad todo lo demás era exactamente igual, las casas alrededor, la calle, los árboles, la carretera, las gasolineras, absolutamente todo. El auto se estacionó frente a la secundaria estatal de High View, la escuela que más había odiado en su momento, y a su vez, la escuela que más había aportado a mi formación académica, no precisamente por su calidad de enseñanza sino por todo lo contrario.

Las clases fueron aburridas, era como sí, en realidad no importara lo que ocurría, o si en realidad ocurría. Yo no encontraba la manera de no sentirme melancólico cada vez que observaba algo nostálgico, mi cabeza no paraba de dar vueltas intentado reconocer algún rostro familiar (cosa que no ocurrió). Tal vez realmente si había perdido la cabeza y necesitaba dejar atrás ese “¿mal sueño?”. Intenté relajarme, tomar una actitud positiva ante la confusión y recurrir a ignorar mis confusiones, me encontraba en clase de álgebra para esa hora, y al poner un poco de atención a lo que decía el profesor mis ideas positivas fueron desplomándose una detrás de otra, recordé, por ejemplo, que la hermana que recordaba no se llamaba Wendy, y que, por ende, no conocía el nombre de “¿mi madre?”, lo último que recordaba era que tenía 29 años, no 15, ni siquiera recordaba que había comido “¿ayer?”, en mi vida real, a esta edad, no tenía  ningún amigo en realidad, no sabía nada de esta vida, no sabía ni siquiera si mi nombre era el mismo. Intenté recordar el pase de lista de las clases anteriores, pero al haber estado distraído no recordaba el haber anunciado mi presencia, o el haber escuchado mi nombre. Después miré a la pizarra y allí lo entendí, ésta, en realidad no era mi vida, yo, a los 27 años de edad obtuve mi Doctorado en Matemáticas, y a los 29 mi Maestría en Física. Y en la pizarra me estaban explicando algo que entendía mejor que mi propio profesor, la desesperación se apoderó de mí, necesitaba respuestas y no podía seguir negando éste hecho tan evidente. Tomé mi mochila rápidamente, y salí a toda prisa sin mirar atrás, decidido a escapar de éste lugar.

Deambular por la escuela en hora de clase era algo complicado y no quería ser atrapado, ya que (intuí), aquí soy un chico de 15 años para todos. Luego de dar algunas vueltas por fin vislumbré la salida. Fue más complicado de lo que recordaba en mi juventud… bueno, mi verdadera juventud. Cruzando el estacionamiento me topé a alguien que me pareció familiar, yo cruzaba por el costado de una camioneta estacionada cuando a no más de 5 coches en la hilera siguiente había una chica que me era conocida. Yo sabía que ella probablemente no se llamaba como yo recordaba, pero en realidad era bastante raro, ya que, (físicamente) era igual a como la recordaba. Parece que la miré demasiado tiempo, ya que comenzó a mirarme extrañada por mi fijación repentina en ella.

- ¿Qué? – preguntó extrañada.

- Nada, lo siento. – Dije algo decepcionado

- Te esperaba antes…

- Ahmm… cla-ro. – Titubeé torpemente, sin saber exactamente a qué estaba llegando tarde

- No me decepciones, Ivy. – Sentenció

“Ivy”, mi mente se puso en pausa por un instante que pareció una eternidad. Ivy era el sobrenombre con el que me llamaba una amiga del bachillerato.  Lo extraño en realidad fue que a ella no la había conocido hasta quinto año, al menos en mi vida real.

- ¿Verónica? – pregunté con esperanza en mis ojos.

- Ven, te explicaré más tarde. – Abrió la puerta de la camioneta Ford Expedition que se encontraba a su lado e hizo un ademán de que la acompañara al interior.

Antes de atender el llamado a entrar, mis ojos se distrajeron un momento, en las alturas una enorme ave, no supe identificar la especie, totalmente blanca, volaba en círculos grandes sobre la escuela, “Verónica” sonó la bocina del auto impaciente y finalmente subí al auto sin saber exactamente lo que estaba ocurriendo, (me encontraba en el lado del conductor), me pasó las llaves y me dijo que condujera. ¿A dónde? Fue lo primero que respondí. – A tu casa Ivy, no High View… Raven District.

El camino fue agotador, conducir por más de cinco horas comenzaba a pasar factura a lo largo de mi espalda. Las carreteras eran solitarias y tranquilas, algo realmente poco usual en una Carretera Unión. Eran casi las seis de la tarde, y aún faltaban un par de horas más hasta Raven, “Verónica” llevaba dormida más de la mitad del trayecto, decidí detenerme un momento mientras pasábamos cerca de un supermercado, le hablé algunas veces para saber si ella quería algo de dentro pero no despertó. Me quité el cinturón de seguridad, tomé las llaves y salí en dirección a la tienda. Había algunas personas por aquí y por allá, pero ninguna conocida. Entré por algunas bebidas, supuse que una botella de whisky estaría bien, tomé dos botellas de jugo y algunas frituras, las coloqué en el carrito y antes de poder hacer algo más algo me perturbó desde atrás. – No podrás comprar eso – escuché desde mi espalda, me sobresalte un poco, pero escucharlo con la voz de Verónica lo me relajó un tanto. De pronto entre en conciencia, lo que ella decía era cierto, en teoría, era sólo un joven de 14 años y apenas dinero en mi cartera. – Vaya, en realidad no sé lo que hago -, dije mientras apretujaba mis sienes con la mano izquierda. – Toma, éste es mejor – dijo sosteniendo otra botella en la mano, tan sólo alcancé a sonreír con ironía, pero ella se veía bastante seria. – Vamos – dijo mientras empujaba el carro en dirección a la salida. Mi mente se revolvía cada vez más, pero estaba seguro de que lo peor aún no ocurría. Caminaba detrás de ella mientras intentaba prepararme para lo que fuera cuando ella se detuvo a mitad de camino.

- ¿A qué edad comenzaste a beber? – Me asustaba un poco el escucharla hablar, ya que parecía saber todo exactamente como estaba sucediendo.

- Hmm, en realidad no lo sé, a los veinte, supongo.

- ¿Lo haces muy seguido?

- ¿Bebes solo?... o en fiestas.

- Solo regularmente, no me gustan mucho las fiestas para ser honesto.

Nota (Carretera Unión): Carretera que uno dos más distritos entre sí.

Se giró hacia mí con una mirada tan penetrante que podría haberme atravesado directamente

- ¿Por qué lo haces? – Mi mente se quedó en blanco un momento, como si de pronto no controlara lo que salía de mi boca en el momento.

- No me gusta mi vida, soy infeliz realmente, pero sigo con la esperanza de encontrar un objetivo que valga la pena.

- Nueve años y… ¿aún no lo has encontrado?

- No – Mi mente volvió en sí justo antes de responder, como si intentara proteger algo privado, algo mío. Y yo sabía perfectamente de que se trataba, pero era mío, algo personal, que me avergonzaba y me aterraba reconocer al mismo tiempo.

- Mientes – dijo con total calma en la mirada, mientras se giraba para que siguiéramos con nuestro camino, no puede responder, simplemente me resigné a seguirla en total silencio mientras reflexionaba sobre el asunto.

No fue sino hasta que llegamos a las cajas que noté que algo era más raro de lo ya visto en éstos dos días. El supermercado se encontraba vacío. “Verónica” pasó de largo la línea de cajas dirigiéndose a la salida. Habría jurado ver a algunas personas al entrar, incluso en el estacionamiento. Pero ahora no había nadie, el lugar estaba desierto, al pasar la puerta de salida observé los carros estacionados, justo dónde los había visto al bajar de la camioneta minutos antes. De pronto el sonido que hacen los escáneres llamó mi atención a mis espaldas. Giré la cabeza por un leve momento para echar un pequeño vistazo a lo que ya podía vislumbrar en mi mente. En efecto, las personas, se encontraban nuevamente en su lugar. Los cajeros, los clientes, incluso los de protección de activos. Como si nada hubiera pasado. Mi cuerpo siguió avanzando conmocionado por “lo que acababa de ver”. Por primera vez desde que aparecí aquí comencé tener miedo de lo que mis acciones podrían significar. En realidad, no podía garantizar mi seguridad estando junto a “Verónica” y tampoco estaba seguro de que ella realmente fuera humana.

- ¿Estás bien? – preguntó mientras fijaba su mirada en un punto en el cielo. Mi mirada subió de la misma manera y observó a la misma ave que había visto en la escuela anteriormente. ¿Nos estaría siguiendo?

- Si… si

- Conduce, y no te detengas hasta haber llegado.

Igual que antes, la carretera se apreciaba vacía, sin rastro alguno cualquier tipo de vehículo. Sólo yo, “Verónica” y esa extraña ave en el cielo.

Había conducido por al menos otra hora y ya no faltaban más de dos horas para llegar cuando ella rompió el silencio abriendo la botella que había elegido, dio dos o tres tragos directamente de la botella y la extendió hacia mí sin apartar la vista del camino,                                 - estoy conduciendo, y además tengo 14 – eso último lo dije con un poco de ironía en mi tono de voz. – Dime… - ella continuo, - ¿tienes hambre? -. Pensé por un momento, y comencé a dudar el ¿por qué no tengo hambre? – Te has preguntado el ¿por qué? – insistió. - No te preocupes por el alcohol, sólo te afectará si me lo pides y en la medida que tu desees – e insistió aún más con la botella. Mi reacción fue casi nula, mi cara quedó seria por un instante que fue interrumpido por ella nuevamente – Oh… lo siento – dijo mientras sacaba el otro whisky de la bolsa. Lo abrió y me lo acercó nuevamente. Lo tomé con mi mano derecha mientras mantenía el volante con la izquierda, pegué dos tragos largos y coloqué la botella en el compartimiento detrás del control de velocidades.

- Muy bien Ivy, siempre me gustaron los viajes en auto, pero tengo que hablar contigo ya – hizo una pequeña pausa – para el auto – comencé a orillarme hasta quedar totalmente detenido, allí, a la mitad de la nada.

No tuve tiempo de preguntar el porqué, simplemente la camioneta dio un pequeño tirón hacia adelante y cuando me quise dar cuenta estaba estacionado en mi patio, frente a la puerta de mi casa.

- Vale, baja las cosas Ivy, te espero en el cobertizo. – Me quedé inmóvil dentro de la camioneta, realmente quería moverme, pero mi cuerpo simplemente no respondía. Me las arreglé para entrar a la casa, inspeccioné de arriba abajo y todo parecía estar tal y como lo recordaba. Mi teléfono comenzó a sonar en mi bolsillo, era el mismo tono que yo usaba a esa edad, el tono distintivo que yo había asignado sólo a la familia. Saqué el teléfono de la bolsa y miré la llamada entrante. “Wendy” decía el identificador. Titubeé un poco acerca de si debía contestar o no, pero nada me distraería de mi objetivo principal. Debía salir de aquí para regresar a mi vida y cualquier cosa que no me ayudara a conseguirlo sería una distracción. Justo cuando estaba a punto de colgar, la llamada se contestó sola.

- ¿Hola?, ¿Iván? – Me paralicé un segundo, no podía hacer algo más que observar la pantalla.

- Hoooola, mamá está preocupada, ¿estás bien?... Hooola

Colgué después de oír eso, pero me sentía triste por alguna razón. Era importante para alguien aquí y ahora, y aunque mi convicción no dudaba en regresar a mi realidad, una parte de mí se rompía. “Verónica” miraba desde el otro lado de la habitación, en la oscuridad, sin ser descubierta por mi distraída cabeza. Se acercó de improvisto y tomó el celular en sus manos.

- Hiciste lo correcto… Ivy.

Dijo mientras me guiaba de la mano seductoramente. Nos dirigíamos hacía afuera, al cobertizo supuse; y la seguí sin chistar. Ya afuera, a medio camino entre la casa y el cobertizo, tuve un déjà vu. Mi cuerpo se plantó en el suelo y mi mano y la de ella se separaron, mi cuerpo no se movía, mis brazos comenzaron a temblar y mi abdomen se tensó de manera abrumadora, un miedo irracional recorrió mi cuerpo completamente pero mi mente me pedía seguir. – ¿No podemos hablar dentro? – chillé con la poca voz que tenía. – Debo mostrarte algo – espetó ella. – Vamos, solo así saldrás de aquí -. Mis piernas torpemente comenzaron a avanzar, no podía soportar el hecho de perderlo todo por seguir aquí. Me las arreglé para llegar a la pared del cobertizo “Verónica” abrió la puerta lentamente y me guio dentro. Todo estaba en su lugar. Ahora recordaba un poco, había estado aquí hace poco tiempo, era mi recuerdo más reciente después de la visita a mi hermana. Caminé siguiéndola hasta el otro lado de la mesa junto a la moto; antes de llegar al final de la mesa, pude observar un zapato… no… una pierna. Era… un cuerpo frente a la escalera. No necesitaba mirar más, lo había entendido. Ese no era otro cuerpo que el mío, no necesitaba corroborarlo, ahora lo recordaba todo. Desde que llegué a la casa, hasta mi visita al cobertizo, alguien me había hecho esto, y ahora… estaba muerto.

No sé exactamente cuánto tiempo pasé allí, en cuclillas, al lado de la mesa, que impedía ver más que aquel zapato.

- Muy bien… Salgamos de aquí – Esbozó “Verónica” tendiéndome la mano.

Me levanté pesado y sin energía, ni siquiera contesté a su aseveración, nos dirigimos dentro de la casa una vez más. Ella tomó las botellas de whisky, tomo una cajetilla de cigarros de un cajón en mi alacena, me señaló dos vasos cuberos en mi alacena y salió hacia la camioneta. Llegué a la camioneta con ambos vasos en la mano, ella se encontraba recargada en el frente de la camioneta con dos cigarrillos en la boca, mirando en dirección a la casa. Le tendí un vaso a ella y se lo intercambié por la botella que ella había elegido. Cada uno se sirvió medio vaso y procedí a desparramarme en los escalones. Ella me tendió uno de los cigarrillos que antes posaba en sus labios. – Toma, te encendí uno – dijo mientras dejaba salir una columna de humo de su boca.

- Sólo te aviso que el alcohol si hará efecto ésta vez. Al igual que éstas cosas – Dijo levantando el cigarrillo ahora entre sus dedos. – Ahhh, ahora sé por qué les gusta tanto el beber y fumar a los humanos

- ¿Éste es… el otro mundo? – Interrumpí – Tú… ¿Tú también moriste? – Terminé

- Si… - Inhalo nuevamente de su cigarro – y no… Yo no he muerto aún, y no planeo hacerlo

- No entendí del todo – Dije inhalando un poco de humo

- Mira, no éstas aquí precisamente porque éstas muerto… en realidad… estás muriendo, pero tampoco es por ello que éstas aquí – Miró hacia el cielo buscando algo – Bueno, en realidad el que estés muriendo es en parte la causa de que estés aquí, es algo enredado, más bien el estar medio muerto es un requerimiento para que estés aquí, la causa vendría siendo, porque ella quiere que estés aquí – Eso último lo dijo señalando al cielo con una mano.

Comencé a servirme otro vaso de whisky mientras intentaba dar orden a las cosas en mi cabeza, ella me extendió su vaso en señal de que le sirviera.

- Lo siento, tienes buen gusto… pero el mío es mejor – terminó guiñando un ojo.

Procedí a servirle mientras pensaba en mi siguiente pregunta.

- Bien, si tú no estás muerta, entonces estás muriendo ¿no es así?

- No lo has entendido – dijo en tono apacible mientras se llevaba el vaso a la boca. – esto no es el “otro mundo”, tal como dices, no todas las personas que mueren llegan aquí, no es ni el “cielo” ni el “infierno” – dio una pausa para inhalar una vez más.

- Estas aquí porque eso quiere que estés aquí. La mujer que te hirió, ¿la conoces?

- No pedí su nombre ¿sabes?

- Bueno, pues ella es la causa de que estés aquí, si cualquier otra persona te hubiera herido de esa manera no estarías aquí.

- Y que es… eso, de lo que tanto hablas

- Ya la habrás visto, nos ha estado siguiendo todo el camino, y no tardará en llegar

- ¿El ave?

- Parece un ave ¿cierto? Eso controla éste mundo, dime, ¿has visto alguna persona desde que llegamos aquí? Es por que está lejos, necesita acercarse.

- ¿Y qué quiere conmigo?

- Si te pones a pensar, estás siendo algo mal agradecido, digo, estás muriendo, y en vez de sentir dolor, angustia, o pena, te da una segunda oportunidad, una muy decente, por cierto. - Se detuvo un momento y se echó a reír a carcajadas. – Esa fue buena no lo crees?... Quiere hacer un trueque – dijo cambiando totalmente a una mirada vacía.

- Quiere que le obsequies tu cuerpo en tú mundo, a cambio de una segunda oportunidad. Ésta sería la segunda oportunidad. “Eso” viviría en tu cuerpo, en tu mundo, a cambio de que tú vivas en el tuyo, en lugar de morir y quedar en el olvido.

Intenté espetar algo, pero ella me interrumpió al instante.

- Sabes, creo que no perderías nada, si aceptas, tú vivirás otra vida, muy parecida a la anterior, sería como viajar en el tiempo, pero con otras personas. Si lo rechazas lucharas por mantenerte con vida por ti mismo, cosa que es casi imposible ya que estás agonizando en tú mundo.

Reflexioné mucho sobre las palabras que se acababan de pronunciar, pero algo no encajaba, algo, entre todo lo raro que sonaba seguía sin encajar, y todo apuntaba exactamente a la misma dirección.

- Entonces, si “eso” controla todo aquí, y le interesa hacer un cambio conmigo, eso… ¿dónde te deja a ti? Dices no estar muerta, y te he visto hacer cosas aquí que yo no puedo hacer. ¿Qué es lo que no me estás diciendo?

- Ja – río, pero su mirada se veía triste – Yo… digamos que soy un recuerdo, alguien olvidado. Tengo poder en éste mundo, y no existo en el tuyo. Tomé una forma familiar para que fuera sencillo para ti.

Su explicación no me dejaba satisfecho, pero no parecía factible el hecho de indagar más.

- Yo aceptaría

Dijo cubriendo su cara empinando el vaso entre sus labios.

- No creo que pueda – dije inhalando por última vez del cigarro. – No tengo nada aquí, ni a nadie

- ¿Prefieres Morir?

- Eso me asusta un poco – Dije mientras ella me pasaba otro cigarrillo. Lo coloqué en mi boca y busqué algún encendedor en mis bolsillos. Ella extendió su mano, prendió uno de sus dedos en fuego y pude encender el pitillo.

- Que útil – esbocé, sacándole una sonrisa momentánea. – Antes dijiste que… quién me hirió, era la responsable de que yo estuviera en éste lugar

- Ella es una Guardiana, “eso” que te sigue es llamado un dios antiguo. Éste se llama “Deadvia la Phoenix” sólo la he visto a ella. La he escuchado hablar de otros cuando está aburrida. Y se ven cosas extrañas en lugares lejos de aquí, pero siempre llego tarde a esos lugares. Los Guardianes son entes que vagan en tu mundo, su objetivo es evitar que los humanos sepan a cerca de los dioses antiguos a toda costa. Lo que no es muy difícil para ellos, son bastante escasos, pero ha habido mucho movimiento últimamente, parece que alguien los ha estado cazando.

- ¿Y qué quería esa Guardiana conmigo? Ese… Divia o como se llame ¿la mandó por mí?

- Lo dudo, supongo que fue casualidad, pero la única con esa respuesta es ella… Espero que hayas tomado tu decisión… - dijo bebiendo el líquido restante de su botella en unos cuantos sorbos.

El aire se tornó frío y cortante, me levanté rápidamente imaginando lo que se aproximaba, un ave, de más de 7 metros de alto y al menos 15 metros de envergadura con el plumaje cristalino y rígido como el hielo se acercaba a gran velocidad hacia nosotros, ya estando cerca del suelo el sólo desplegar sus alas en señal de aterrizaje produjo una ráfaga de un aire caliente insoportable, el suelo a nuestro alrededor se prendió en llamas encerrándonos en el interior. El ave aterrizó justo sobre la camioneta, aplastándola con su peso, mientras cada una de sus plumas cristalizadas explotaba y dejaba ver una inmensa capa de fuego que recubría un plumaje negro como el vacío mismo. “Verónica” ni siquiera se inmutó por lo ocurrido y quedó inmóvil bajo el regazo de Deadvia. El fuego era intenso, y el calor exuberante yo no hacía más que mirar al enorme ente postrado frente a mí. No podía asegurarlo, pero mi mirada en esos momentos no mostraba más que temor e impotencia.

Miré a “Verónica” en busca de apoyo, y ella me hizo una señal de aprobación mientras me miraba con desilusión. Mi semblante cambió, estaba decidido a tomar una elección por mi vida, y no estaba dispuesto a que alguien tomara esa decisión por mí. Alcé una mirada decidida hacia Deadvia, junté todo el aire que pude y exclamé lo más fuerte que pude.

- ¡Me niego! No quiero ésta vida, ¡y no quiero que tomes mi cuerpo! Esa es mi decisión.

“Verónica” agachó la mirada, pero la mía permaneció decidida. La temperatura cambió drásticamente hasta casi el punto de congelación lo que provocó que todas las ventanas alrededor estallaran en mil pedazos. Ahora estábamos encerrados en una ventisca impresionante el plumaje negro se fue recubriendo nuevamente con escarcha hasta quedar totalmente cubierta otra vez, sus plumas ahora tenían un aspecto desafiante, parecían cuchillas de hielo. Todo eso a la vez que me fui encogiendo hasta quedar hecho un ovillo por el frío, pero alcancé a vociferar nuevamente entre tartamudeos.

- E-e-es mi dé-de-decisión. – Tomé toda la fuerza que me quedaba en el cuerpo y me puse de pie nuevamente - ¿¡Oíste!? – La tormenta se desvaneció en unos instantes y Deadvia inclinó su enorme cuerpo hacía mí, acachó su enorme cabeza hasta quedar frente a mi rostro. Inclinó su cabeza casi hasta mirar al suelo y posó su frente en la mía.

En un instante vi pasar todo lo que hubiera vivido estos 14 años en esta realidad, todo lo que habría experimentado, como si realmente fuera mi vida. Una ola de confusión cruzó mi mente, de pronto mi mente relacionaba esta vida como si fuera la real. Me separé lo más rápido que pude reaccionar, lágrimas brotaron de mis ojos mientras le repetía a Deadvia que no quería el cambio, que no aceptaba lo que estaba ocurriendo. Deadvia lanzó un graznido apabullante, cogió a “Verónica” con una de sus enormes garras invernales y en aleteo que arrojó una enorme ráfaga de fuego y viento despegó para desaparecer en el horizonte.

Yo quedé tirado, frente al patio de la casa, junto a una camioneta aplastada. Mis sollozos se habían convertido en un llanto frecuente y estruendoso. Mis ojos lloraban como nunca lo habían hecho y mi cuerpo se sentía debilitado.

No sé exactamente cuánto tiempo transcurrió, simplemente desperté por el sonido de la alarma nuevamente, me levanté agitado mirando constantemente a mi alrededor. Me encontraba en la casa nuevamente, Wendy aún dormía en la cama de al lado y todo parecía igual al día anterior por la mañana, o, ¿había sido todo un sueño? Uno bastante raro al parecer, mi mente estaba confusa y mis pensamientos tardaban en organizarse como debían. Bajé por un poco de agua al comedor, y vi a… mi madre paseándose por la cocina.

En ese instante todo cobró sentido. No, ésta no era mi madre, no me engañarían con trucos baratos. Ésta no era mi vida y yo no lo aceptaría. No me importó nada en ese momento, simplemente salí caminando de la casa tomando las llaves en del auto en el camino. Arranqué el auto aparcado en la entrada y salí lo más rápido que pude en dirección a Raven District. Había más gente en la calle de la que recordaba el día anterior. Todo parecía normal. Como si esto en verdad fuera algo real. No tardé mucho en llegar a la Carretera Unión con Raven District. Pero a partir de allí era un camino largo, la carretera estaba mucho más habitada que cuando pasé con “Verónica”, en su momento no me preocupó demasiado, pero a medida que avanzaba se tornaba más y más transitado.

Mi desesperación iba en aumento cuando a no más de dos horas de empezando el trayecto un embotellamiento me atascó delante, ningún auto avanzaba y me habían bloqueado el paso a mi espalda también. Después de unos escasos minutos logré visualizar a dos oficiales uniformados aproximadamente 6 carros tras de mí, pasaban de largo los demás carros y parecían venir directo a por mí. Marché en reversa golpeando el carro detrás de mí y salí hacía el costado de la carretera golpeando al auto delante de mí también. Aceleré lo más que pude y entre saltos y baches logré avanzar hasta después del embotellamiento. El dichoso embotellamiento no parecía tener causa alguna, simplemente los autos de al frente se habían detenido y ahora que me encontraba fuera de la carretera, comenzaban a seguir su rumbo. – ¡Maldito pajarraco! – exclamé furioso y aceleré lo más que se podía en aquel Cavalier. Retomé la carretera lo más rápido que pude, doblando una valla de seguridad en el proceso (cosa que casi me cuesta el auto). Seguí avanzando sin detenerme por al menos 15 minutos más. Un auto, alcanzaba a visualizarse a lo lejos, cosa que me preocupó ya que se debía manejar a al menos 190km/h para mantenerme la distancia. El auto en sí ya no daba más, y no había considerado ni una vez la gasolina. Me tomó casi 10 minutos más el descubrir que el auto en cuestión era una patrulla, y no sólo una, sino dos. Parecían acercarse a una velocidad increíble. Y dada la situación parecía sólo cuestión de tiempo para que me atrapasen.

Tal como predije, las patrullas se encontraban a menos de 50 metros de distancia con la sirena encendida y gritando a través de un alto parlante que me orillase. En una situación tan estresante como esa, lo único que podía hacer era ignorarlos, no iba a ponerme a dudar en un momento así. Mi mente se centró en mi objetivo y en nada más. La persecución se alargó durante 30 min más, llegando a ese punto, comencé a reconocer la carretera cada vez más. Estaba seguro de que el supermercado estaba cerca y tenía la esperanza de que al llegar a la casa en Raven District, todo mágicamente desaparecería y volvería a hablar con Deadvia.

No pasó mucho hasta que pude ver el mercado a lo lejos… tan sólo me distraje un segundo…

Un auto salió literalmente de la nada y manejando a 190km/h me fue imposible frenar.

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