CAPÍTULO 2

2. DESCUBRIENDO SECRETOS.

Dos días después de la partida de Marcos, Simona se encuentra acostada en su cama, por culpa de los malestares que nuevamente se han ido incrementando y le han hecho tener que pedir unos días libres en su trabajo.

Intentando entretenerse en algo; hojea el periódico matutino, leyendo las noticias de interés, hasta que se detiene en uno de los artículos, donde hay una foto que capta su atención y la hace fruncir el ceño confundida.

La imagen muestra a una mujer demasiado parecida a Lina antes de las cirugías; pero su sorpresa es mayor, al leer la noticia.

La nota al lado de la foto, habla de la búsqueda y la orden de captura por cargos de asesinato en primer grado y estaffa, que hay hacia la mujer de la imagen, conocida como: Carla Dimitri o Carla Robertson.

«¡Oh, no, no! Debe ser un error. Lina no puede ser de quien hablan» se dice a si misma, impactada por la noticia.

Mira y mira la foto, queriendo no verle el parecido de su amiga, pero Simona ha pasado tantos años viéndola, que es díficil no comprarla.

—¿Quieres un jugo? —le pregunta Lina, entrando a su cuarto. Simona cierra de inmediato la página del periódico.

—Eh, sí, gracias.

—¿Te sigues sintiendo mal?

—Sí, me arde mucho el estómago y me duele mucho la cabeza.

—Te traeré los analgésicos y las pastillas para la gastritis, que te recetó el doctor.

—Gracias, amiga —Simona ve a Lina salir del cuarto y no quiere creer que ella sea la de la foto. Pero ese nombre, Carla Robertson, es el mismo que había leído en el correo que, supuestamente, era para aquella amiga de Lina, de la que jamás había hablado. Todo es muy sospechoso y si había aprendido algo de estar casada con un oficial del FBI, es que aveces las cosas y las personas no son lo que parecen.

Lina regresa con un vaso lleno del jugo favorito de Simona y las pastillas.

—Iré a buscar a los niños a la escuela. ¿Necesitas algo más antes de que me vaya?

—No, gracias —le responde Simona, tomándose lo que Lina le ha dado.

Cuando Lina se va, Simona agarra de nuevo el periódico y vuelve a leer la nota, pero se niega a creerlo.

Aturdida, intenta bajarse de la cama y siente que el mundo le da vueltas. Se vuelve a acostar por miedo a caerse si se levanta. Poco a poco el sueño la invade y va dejándose llevar por este.

Cuando Lina regresa con los niños, Simón de inmediato, va a ver a su mamá. La encuentra adormecida y aunque Simona intenta despertarse para pasar tiempo con su pequeño, se siente demasiado cansada.

Así pasan varios días.

●●●

La salud de Simona va empeorando. Sus papás adoptivos, pese a sus problemas de salud por la edad, deciden viajar y al llegar la encuentran tan desmejorada que, de inmediato, llaman a un médico para que la vea.

El médico le manda otra serie de medicinas y análisis de sangre a los que Lina se ofrece a llevarla.

En la mañana salen de casa las dos mujeres al laboratorio, mientras que los ancianos se quedan con los dos niños.

Aunque el arsénico no se detecta en una simple prueba sanguínea, Lina no se fia y con astucia, cambia la muestra que le toman a Simona, por la de otra paciente.

Luego del laboratorio regresan a casa y la malévola mujer, les hace saber a los padres de Simona antes de que se vayan, que los mantendrá al tanto del progreso de su amada hija.

—Te la encargamos, por favor, Lina —le piden los señores Bradley, antes de regresar a su hogar. Lina asiente y sonríe con su mejor expresión. Verles la cara a esas dos personas, le produce repudio.

Simona por ratos, recuerda la noticia del periódico, pero se siente tan débil que no tiene ánimos de nada, solo es capaz de dormir.

Marcos llama en cada oportunidad que tiene y Simona en medio de la somnolencia, habla un par de minutos con él. Lina, siempre toma las llamadas y le avisa a Marcos de los supuestos avances y mejoría de Simona.

Llegan los resultados de la prueba de sangre, solo muestra anemia y el médico procede a recetarle medicamentos para eso, adjudicando la debilidad a los síntomas de dicha afección.

Lina se encarga de avisarle a los padres de Simona y a Marcos, cuando llaman para saber de ella, tergiversando por supuesto, su real estado.

Simón, inocente de todo lo que ocurre con su mamá, mira a Lina cuando le echa en los jugos, ese veneno que la está matando; el pequeño cree que es medicina.

—Mamá, ¿puedes leerme mi libro? —le pregunta Simón en una ocasión.

—Claro que sí, hijo —Simona se sienta en la cama y se tiene que volver a acostar por el fuerte dolor de cabeza—. Cariño, ¿sabes dónde se guardan mis medicinas?

—Sí.

—Por favor tráemelas —le pide Simona a su pequeño, sin esperar que él niño le lleve, entre todas las pastillas, el frasco que él siempre ve que Lina le agrega a los jugos de su mamá—. Cariño, ¿de dónde sacaste eso? —le pregunta asustada Simona, viendo lo que es aquel frasco.

—De la gaveta de la cocina.

—Esto es peligroso, Simón. No vuelvas a tocarlo.

—Es tu remedio, mamá, la tía Lina lo echa en tus jugos para que mejores.

—¿Qué? ¿Hijo, tú has visto que le echa esto? ¿estás seguro?

—Sí, mamá.

Simona, cayendo en cuenta de lo que le sucede, siente que no puede respirar. Que su mejor amiga, a la persona que considera parte de su familia y por la que habría dado cualquier cosa si lo necesitaba, esté matándola, es casi imposible de asimilar.

—Mamá, ¿por qué lloras? —la voz de Simón la hace salir del shock.

—Simón, escúchame hijo: Pon esto donde lo encontraste antes de que regrese Lina y no le dirás nada a ella ¿de acuerdo?

—Sí, mami —obedece el niño.

Simona desconcertada, mira las demás pastillas y ve que la mayoría son somníferos, sedantes y tranquilizantes. No puede entender por qué su supuesta amiga está haciéndole aquello. Tose, cubriéndose con un pañuelo y un poco de sangre lo mancha.

Intenta incorporarse de la cama, pero como las otras veces, tiene que volver a recostarse, porque el mareo no la deja. Su cuerpo cada vez está peor y sabe que tiene que hacer algo antes de que sea tarde.

Aquel día, controla todo lo que está sintiendo en su corazón y aparenta, delante de Lina, tomarse todo lo que le da.

Al día siguiente, Lina se alista para ir a la escuela a llevar a los niños, como lo hace cada mañana desde que Simona enfermó.

—Aquí está tu jugo, querida —le dice, dejándole el vaso en la mesa de noche—. Y las pastillas que te tocan ahora en la mañana.

—Gracias, ahorita me los tomo. Hoy me siento mucho peor —le informa Simona, cerrando los ojos y aparentando dormir.

A penas escucha que Lina y los niños se han ido, se levanta de la cama.

Aunque los mareos, el dolor de estómago y de su cuerpo persisten, toma fuerzas al pensar en su hijo y en Marcos, no sabe cuál es la intención de Lina, pero sí sabe que debe actuar pronto.

Tiene que salvarlos a ellos de cualquier intención que tenga su supuesta amiga y para eso, necesita saber a qué más se enfrenta.

Camina con dificultad al cuarto de la malvada mujer, pero antes de llegar a él, vomita y el piso queda manchado de sangre. Simona sabe que no le quedaba mucho tiempo, puede sentir que la vida se le escapa; pero debe averiguar qué más oculta Lina y alertar a su esposo de cualquier manera.

Se levanta sin tocar el vómito y con esfuerzo, entra al cuarto.

Primero va a uno de los cajones de la mesa de noche y halla más de las pastillas para dormir y otras que ni reconoce; en las otras gavetas no encuentra nada crucial.

Sigue buscando y con dificultad alza el colchón de la cama donde duerme Lina. Bajo este, solo hay varios papeles de la escuela de Leonardo, dibujos y calificaciones.

Arrodillada en medio del suplicio físico, mental y emocional que le causa todo, se asoma debajo de la cama y encuentra un maletín de cuero. Lo saca y empieza a mirar su contenido quedando más aterrada de lo que estaba.

Dentro del maletín hay mucho dinero, incluso billetes que no son de este lado del continente; hay también varios documentos los cuales revisa de inmediato.

Son tres actas de matrimonio; una de ellas con nombres de personas que jamás ha escuchado: Jacob Harper y Eliza Frédéric. Otra con los nombres que ahora le suenan conocidos de Benjamín Robertson y Carla Dimitri, y la última, tiene los nombres que sí conoce a la perfección: Lina Corner y Leonardo Joseph Flint. Pero no sólo aquello la sorprende, hay documentos de defunción por los nombres de cada uno de los esposos; también actas y pólizas de seguros con altas sumas por cada uno de ellos, incluida la que hace días recibió en la correspondencia.

Simona siente como su cuerpo tiembla y no sabe si es producto de la intoxicación o por lo aterrada que está, al descubrir la verdad de una persona que creyó conocer.

Respirando con dificultad, ordena los documentos como estaban y antes de terminar se encuentra con que el maletín oculta algo más. En el fondo, bajo una especie de capa del mismo material, hay recortes de periódicos con noticias específicas.

—Escape de gas, en la mansión Harper —lee el título de uno de los artículos. La noticia menciona que el famoso y adinerado empresario, fue víctima mortal por inhalación de gas, junto a otros de sus trabajadores que también murieron; la única sobreviviente fue la esposa, Eliza Harper.

Una exhalación temblorosa sale de la boca de Simona, cuando reconoce en la imagen a Lina, con un atuendo negro muy elegante y aparentemente llorando.

Simona regresa a los primeros documentos que encontró con las actas de matrimonio y relee los nombres, comprobando la información. Efectivamente son los del recorte, al igual que una de las pólizas de seguro.

Otro artículo sigue tras ese recorte; en él se menciona la repentina enfermedad y muerte del multimillonario Benjamín Robertson, la cuál causó tanto revuelo, que su familia pidió que fuera investigada. Por último, está la noticia de la explosión de la casa Flint donde murió Leonardo.

A Simona, le aumenten las ganas de vomitar por lo que acaba de leer, sabiendo ya, quién ocasionó todo aquello.

Ve las fechas de los primeros artículos y concuerdan con los años en los que Lina desapareció porque "quería explorar el mundo".

Sigue buscando en los papeles y como si no fuera suficiente, otro documento que está más al fondo, le produce escalofríos.

—¿Certificado de muerte fetal? —Simona empieza a leer todo el documento con las manos temblorosas—. Edad del producto: siete meses de gestación. Causa de la defunción: Hipoxia fetal. Antecedentes obstétricos: dos pérdidas anteriores (nacidos muertos). Lugar donde ocurrió la extracción actual: Hospital central de Villa Loneliness.

Villa Loneliness es la población más cercana a Villa Peace, por lo que Simona mira de inmediato la fecha y por la conmoción, el documento se le cae de las manos.

Más temblorosa que antes, Simona levanta el papel,  acomoda todo cómo estaba en el maletín y lo cierra, dejándolo donde lo había encontrado. Ya es hora de que Lina regrese y no quiere ser encontrada en ese cuarto, por lo que sale de él y trata de llegar a su habitación, queriendo antes limpiar el suelo con sangre, pero antes de que pueda hacerlo, escucha la puerta abrirse.




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A los que empiezan por acá, les recuerdo que esta es la segunda parte de la historia. Sí les ha gustado, pueden leer la primer parte para entender mejor. Se llama igual.🦋

Mil gracias a todos por el apoyo.🦋

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