Capítulo 5

—puedo aclarar todas tus dudas Amelie, solo confía en mi —dijo Leroy soltandome de repente. 

Suspire aliviada mientras miraba toda la habitación, era amplia con una pequeña biblioteca al lado, seguro tiene libros interesantes.

—necesito ver a Jack, saber como está —dije débilmente.

La mirada de Leroy se torno fría pero también pude captar cierta decepción en sus ojos.

—no podras salir de aquí Amelie, te mantendremos al tanto de Jack —dijo lo último con amargura.

—¿Porque me protegen tanto? ¿Quién es Alek? —había escuchado su nombre

—un hombre del cual jamás tienes que confiar, Amelie tus padres fueron poderosos lobos con habilidades excepcionales y tu eres quizás aún más fuertes que ellos, Alek no dudará en tratar de usarte para conseguir lo que quiere —dijo Leroy mirándome serio. 

Yo mordí mis labios en respuestas y me pregunté que clases de habilidades podría poseer. 

—¿que son mates? ¿Y como me convertí en hombre lobo? —pregunté curiosa. 

Leroy sonrió con malicia y miro a través de la ventana pensativo. 

—todo hombre lobo tiene un mate, una persona unida ala otra, cuando la encuentras pasas con ella toda la vida, sientes una conexión especial, siento deseos de proteger a tu pareja y con respecto a lo de convertirte en mujer lobo lo haces cuando es necesario, sientes el peligro y por instinto tu loba toma el control, las primeras veces es muy doloroso pero te acostumbraras —Leroy me dedico una mirada maliciosa mientras se acercaba a mi nuevamente. 

Yo me tense al instante y el solo río ante mí reacción. 

—te e buscado por décadas y alfin te encontré, no pienso dejarte ir —susurro el con voz seductora.

—¿y si me negara a ser pareja contigo? —dije de golpe. 

Leroy tenso su mandíbula y apretó sus manos conteniendo sus deseos de hacer daño. 

—no puedes, estarás conmigo aun si tengo que obligarte —murmuró el de mala gana mientras caminaba hacia su escritorio.

—ahora vete a tu habitación —dijo el molesto. 

Yo me gire y salí de aquella habitación con un nudo en el estómago por las palabras de Leroy, ¿de verdad lo haría? Claro que lo haría, tiene pinta de un hombre loco y obsesivo. 

—sigame señorita Blanc —dijo una sirvienta con una sonrisa en sus labios. 

Yo la seguí mientras admiraba aquella mansión, las paredes eran color café oscuro con decoraciones color blancas y muebles del mismo color. 

Subimos al segundo piso y caminamos por un amplio pasillo que parecía no tener fin, varias personas me miraban extrañadas de verme en aquel lugar y un chico rubio con ojos color azul me sonrió y guiño el ojo al verme, yo me sonroje en respuesta y desvíe la mirada. 

—aquí esta su habitación, el señor Leroy tiene normas y reglas que usted conocerá más adelante, por el momento puede descansar un poco —dijo la sirvienta abriendo la puerta de mi habitación. 

Me adentre en ella y me deje caer en la cama pensando en como estaría Jack, ¿estará bien? No podría vivir si le llegara a pasar algo. 

—esta mejorando —dice Esmee tratando de animarme.

—¿como lo sabes? —pregunte esperanzada.

—su lobo me lo a dicho, es un chico bastante fuerte —dice Esmee con cierto orgullo.

—¿puedo hablar con el? —pregunto curiosa.

—claro, Ivonne, Susan y Jack son tu manada y puedes comunicarte con ellos a través de la conexión, solo diles lo que quieres y piensa que el mensaje solo es para ellos —responde Esmee. 

Mordí mis labios nerviosa y respire profundamente mientras aclaraba mi mente. 

—¿Jack estas bien? —pregunté preocupaba.

—lo estoy, veo que as aprendido a comunicarte con nosotros —dice el divertido.

—así parece, esto me parece mentira Jack —digo dolida.

—lo siento pequeña, pero no podemos cambiar nuestra naturaleza —dice el en susurro.

—hablamos más tarde, cuídate y no confíes en nadie —dijo el con melancolía. 

Me levante y mire con atención a las personas que estaban frente a la mansión, protegiendo su lugar y yo me encontraba aquí solo observando. 

Sentia rabia, dolor e impotencia, tenía deseos de llorar amargamente pues al parecer todas las personas a mi alrededor parecian ser... Cobardes como para decirme la verdad, ¡soy una mujer lobo! Ni en mis más remotos pensamientos paso en mi mente ser una mujer lobo. 

—es lo querés y no puedes cambiarlo —dijo mi loba duramente. 

Y eso es lo que más me aterra. 

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