Capítulo 1. Mirando a las nubes.

El delicado sonido de las olas del mar puede ser realmente relajante a veces, sobre todo cuando estás tumbada sobre la arena, en la playa, observando las esponjosas nubes y las extrañas formas que pueden apreciarse si miras con atención.

En aquel momento sólo podía pensar en el pasado, en todo lo que había perdido para llegar hasta dónde estaba, en las repentinas muertes de mis seres queridos (mi padre, mi perro, mis abuelos, ...), en todos los amigos que ya no estaban, en lo rápido que había pasado el tiempo, en los novios que ya no estaban. Pero, no podía quedarme sólo con lo malo, aun siendo tan negativa como era, tenía que reconocer que, en todo aquel tiempo, en los últimos dieciséis años, me habían pasado muchas cosas buenas, y el claro ejemplo de ello era mi actual trabajo.

Trabajaba como recepcionista en el hotel Barceló, cerca de donde vivía, y me encantaba mi trabajo, aunque me hubiese gustado dedicarme a otra cosa, de momento me iba bien, y no podía quejarme.

Eso es, en los últimos años estaba poniendo en práctica aquello de ver el vaso medio lleno, en vez de medio vacío. Estaba siendo un poco más pesimista, ayudándome a apreciar las cosas buenas de mi vida. Ante todo, debía de estar agradecida, pues tenía trabajo, un hogar y salud.

Vivía con mi madre y mi perro Black, aunque, en las vacaciones de verano, mi hermano Lucas y su novia Aria también venían a visitarnos.

Mi madre, Carmen, se había jubilado hacía tan sólo un añito, y en ese momento, se la pasaba en la playa, en el campo con el perro, y en los viajes fugaces que hacía con sus amigos.

Era una vida tranquila, llena de diversión el fin de semana, pues solía irme a bailar todos los sábados con mi amiga Marta, incluso me quedaba en su casa a dormir.

En cuanto a mi hermano, Lucas, que actualmente estaba pasando unos días en casa, con nosotros, debido a sus vacaciones de navidad, había encontrado trabajo, al igual que Aria, su novia, en Málaga. Él en un importante laboratorio del país, y ella en el departamento de recursos humanos en la misma empresa.

Parecía que al fin las cosas me empezaban a ir bien, después de una larga racha de paro, malas decisiones y decepciones, sobre todo sentimentales. Y aunque, actualmente, no tenía pareja, me sentía agradecida por estar dónde estaba. Al menos estaba rodeado de los míos, y estaba viva, sobre todo eso.

Cada día que pasaba tenía menos esperanza de encontrar a alguien, ya casi me había convencido a mí misma que el amor no existía, tan sólo era una cosa momentánea, pero que se pasa a los pocos meses.

Solía ponerme a pensar en cosas intensas en aquellos días, siempre que la tranquilidad me embargaba, y aquel día no podía ser para menos.

A pesar de eso, la melódica voz de mi hermano, hablando con mi cuñada, mecía aquella tranquilidad, aunque sin llegar a alterarla, pues ni siquiera le estaba prestando atención, tan sólo era un murmullo que se oía a lo lejos.

- ... y entonces, de pronto, me agregó al F******k y me dijo: "tío, ¡Cuánto tiempo! ¿Te acuerdas de mí?" – explicaba él, emocionado – Es raro, porque ha pasado mucho tiempo, pero me hizo mucha ilusión que me hablase.

- Entonces... ¿se queda aquí? – preguntó Aria, entusiasmada, al mismo tiempo que él asentía.

- Sí, lo flipante, es que su madre a alquilado un piso aquí, después de tanto tiempo, y él viene unos días.

- ¡Es genial! Siempre hace ilusión encontrarse con viejos amigos.

- Si, lo mejor es que él era mi mejor amigo en ese entonces – explicaba, para luego mirar hacia mí, observándome en el limbo, como de costumbre – Lucía, ¿te has enterado? – preguntó, haciendo que ladease la cabeza y le prestase atención – Carlos viene a Punta.

- ¿Qué Carlos? - Contesté, despreocupada, pues no tenía ni idea de quién era la persona de la que hablaba.

- Carlos, mi amigo, el hermano de Sara, ¿no te acuerdas de Sara? – Insistió mientras negaba con la cabeza, pues seguía sin saber de quién hablaba – hace como 16 años que no sabía nada de él.

Y entonces, se hizo la luz. Ya sabía perfectamente de quién hablaba. Hablaba, por supuesto, de Carlos, aquel chico tímido que siempre seguía a mi hermano a todas partes.

- Ah, Carlos, sí – acepté, cayendo al fin en la cuenta - ¿qué ha sido de él? – pregunté, despreocupada.

- Al parecer sus padres se divorciaron. Ahora, él vive en Granada. Es militar.

- Am – contesté, sin demasiados ánimos por hacerlo, para luego volver a tumbarme boca arriba, observando las nubes, de nuevo. Volviendo a quedar en calma.

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