Detrás de las Nubes
Detrás de las Nubes
Por: kesii87
Prólogo.

Una niña de no más de quince años bajaba las escaleras. Acababa de pasar una velada de lo más productiva en casa de su amiga Sara, una niña de cinco años de edad, y en ese momento, pensaba en ella.

Sara era una niña muy lista para su edad, eso era debido a su madre, que era maestra y la enseñó a leer incluso antes de ir a la escuela, y a su hermano mayor, Carlos, el cual cuidaba de ella en todo momento, excepto cuando se peleaban, que solía ser en pocas ocasiones.

Su padre era guardia civil, y nunca estaba en casa, cosa que agradecía bastante, pues cuando estaba era un hombre muy duro, que no dudaba en levantarle la mano a todo aquel que no acatase sus normas, la principal víctima de sus fuertes palizas era Carlos, incluso cuando no tenía culpa de ello.

Aquella familia estaba veraneando en la costa de la ciudad, en un pequeño apartamento cerca del mar, como solían hacer desde unos años hasta el momento, aunque, parecía que sería el último, pues el hombre de la casa, estaba cansado de no ver a su familia cuando volviese a casa, en la ciudad.

Aquella joven estaba algo triste por todo esto, ¿qué haría cuando ellos se marchasen? ¿volvería a ver a Sara? ¿y a Carlos? No es que no volver a ver a Carlos fuese un problema para ella, pues él para ella, tan sólo era el mejor amigo de su hermano, pero ... ¿y su hermano? ¿volvería él a ver a su mejor amigo?

Acababa de llegar abajo del todo, dispuesta a abrir la puerta del portal y marcharse, cuando esta se abrió y apareció aquella persona en la que había estado pensando minutos antes: Carlos.

- ¿Ya te vas? – preguntó él, mientras ella asentía, bajaba la cabeza y salía del edificio – espera – la llamó él, haciendo que la joven se detuviese y mirase hacia él, sin comprender que era lo que quería, pues ellos no solían hablar demasiado – hay algo que quiero decirte.

- ¿A mí? – preguntó ella, con incredulidad, pues él no solía dirigirse a ella casi nunca - ¿por qué?

- Porque me iré la semana que viene y puede que no vuelva más – aseguró él, dejándole claro que aquello que había escuchado de sus padres era cierto, él y su familia se marcharían, y ya no volverían jamás – verás yo ...

- Hace frío, Carlos – espetó ella, tocándose los brazos, molesta, mientras él tiraba de ella hacia el interior del portal - ¿qué...?

- Me gustas – aseguró él, haciendo que la muchacha se quedase de piedra al escuchar aquello – no pensaba decírtelo, pero ...

- Sólo eres un niño – se quejó ella, como si no pudiese creer su suerte. De todos los chicos que podrían fijarse en ella lo hacía el único que le restaba en edad. Ella nunca se fijó en él, no de esa manera al menos, y su reacción fue con tan poco tacto que lo explicaba perfectamente, su sorpresa - ¿qué esperas que diga?

Aquel chico desaliñado, aquel que siempre sonreía, al que muy pocas veces había visto llorar, ese que siempre estaba feliz por absolutamente todo, a pesar de las situaciones desfavorables de su vida, aquel que jamás pensó ver en aquella situación, perdió su sonrisa, luciendo triste, decepcionado, infeliz.

Lo supe en ese justo instante, le había roto el corazón a aquel niño sincero, aquel niño bueno que siempre tenía una bonita sonrisa en su rostro.

Porque sí, aquella niña llamada Lucía era yo, y estoy aquí para contaros que sucedió a partir de ese día.

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