¿Primer problema?

Dante está en el garaje dispuesto a ir al terreno que compraron Lucas y él. Necesita salir de la ciudad, a un lugar tranquilo. Entre el trabajo, los problemas que tiene y su familia, lleva dos años seguidos sin vacaciones. Tal vez es hora de hacerle caso a su amigo el doctor Oliver, quien vive aconsejándole que tome un descanso. Ya es de tarde, pero no le importa que le coja la noche a donde va. 

La noche antes visitó a su familia como le prometió a su madre. Quería hablar con su papá y ver por qué quería divorciarse. Al final no era así, su padre cansado de la insistencia de su madre, le dijo esto para que lo dejara tranquilo. Faltaban unos meses para que cumplieran el quincuagésimo aniversario de su matrimonio y quería darle una sorpresa, las bodas de oro no se cumplen todos los días y quería hacer algo especial, pero su madre no cooperaba. 

«Si hubiera deseado casarme, mi esposa no se parecería a mi madre. Ella es muy buena y la quiero mucho, pero es un huracán, que acaba con todo a su paso.» —Es el pensamiento de Dante al dirigirse al auto. 

Está al subir al Porsche 911 Turbo S, que no es su estilo por ser rojo, pero cuando lo vio tuvo que comprarlo. 

«No sé qué me dio ese día, mis conocidos más cercanos parecían muy sorprendidos cuando me vieron en él» piensa Dante mirando el auto.

Pasa la mano por el capó y cambia de parecer, se dirige a la Harley-Davidson Softail de 1984 que su padre le regaló. Juntos la repararon, llevaba muchos años guardada en el garaje de la casa de sus padres, Lucas se puso un poco celoso, no porque la quisiera para él, ya que le gustan las motos un poco más modernas, sino por no haberlo invitado a repararla. 

«Esto es lo que necesito hoy. La libertad que un auto no me dará.» —reflexiona Dante. 

Llega a la salida de la ciudad, y tiene que para en el último semáforo. Al mismo tiempo para un auto con la música alta, cuando mira dentro de este ve a su nueva secretaria en el asiento del pasajero. Trae todavía la ropa con la que fue a trabajar. Está hablando con el chófer, parece que le dice algo gracioso porque este suelta una carcajada. La luz del semáforo se pone verde y tiene que seguir.

«¿Quién será el hombre? ¿Su novio, su esposo, o un amigo?, ella es muy guapa, quizás sea el novio.» —Va deliberando, sin entender porque piensa esto de su secretaria. 

Llega y se queda contemplando el lugar. Está más hermoso que la última vez que lo vio. Dante cree que si hubiera una casa se podía celebrar el aniversario de sus padres. Recorre parte del terreno y llega a la conclusión que pasará mucho tiempo allí. Se respira paz, y el aire está libre de los contaminantes de la ciudad. Quizás mande a construir unas cuadras para caballos, es una de sus pasiones, y podría montar en las tardes. 

Luego de recorrer parte del lugar, descansar en el pasto y ver las estrellas, regresa a su casa, ya muy tarde en la noche. 

                                          ♥♥♥♥ 

A pasado tres meses desde que Sofía se fue. No había tenido una queja de Ev... de la señorita Miller hasta ahora. Pulsa el interfono para llamarla. 

—Dígame señor Lombardi.

—Venga a mi oficina en este momento. 

Eva entra a la oficina y el corazón de Dante da un vuelco, hoy la señorita Miller trae un blazer y falda negros, blusa roja que combina con los zapatos. Dante cree que le queda muy bien, está hermosa, siempre lo está, pero hoy le gusta como se ve. La mente se le queda en blanco durante un segundo. Siente deseo de acercarse a ella. 

Eva frunce el ceño al ver a Dante mirarla fijamente, la tiene  allí de pie sin decirle nada. 

—¿Para qué me dijo que viniera? —dice Eva con nerviosismo, sus dedos jugueteando con el bolígrafo y bloc de notas. 

Dante sale de su ensueño y la manda a sentar. 

—Estos estados de cuenta están mal. Se equivocó, porque esto no puede ser cierto. 

—No puede estar mal, lo revisé varias veces antes de traerlo a  usted. 

—Pues lo hizo mal. Le digo que aquí hay un error. Estos  números iniciales están equivocados. 

—No puede ser, tomé todos los números del departamento  económico. 

—¿Gael le dio estos números? 

—No, él no estaba. Los papeles con los datos los tenía la  secretaria. ¿Quiere que vaya hasta allí y concilie todo otra vez? 

—No, ya lo veré yo personalmente con Gael. Llámelo y dígale  que venga a verme.

—¿Desea algo más? 

«A usted, desnuda encima de mi mesa.» —Dante no sabe de dónde salió ese pensamiento—. «Tengo que salir y buscar una mujer. No puedo pensar así de mi secretaria.»

 —No, puede retirarse. —responde al fin. 

Eva se va a su oficina pensando que su jefe hoy está muy distraído. 

«¿Qué tendrá?» 

Después de media hora Gael llega a la oficina de Dante y pregunta desde la puerta: 

—¿Querías verme? 

—Si, por favor cierra la puerta y siéntate. Necesito revises estos papeles del estado de cuentas del mes pasado. Algo no cuadra. 

—Deja ver, todo estaba muy bien cuando se lo di a mi secretaria. ¿No sería la tuya que cometió un error? 

—No, Eva no fue. 

—¿Eva? ¿Ya se tutean? 

Dante no responde, ofuscado por su descuido, urgente tiene que citarse con una mujer, ya la señorita Miller está invadiendo sus pensamientos. Mientras, Gael revisa los documentos. 

—Sí, ya vi el error. No te preocupes, antes de que acabe el día tendrás los correctos. También hablaré con mi secretaria, no puede tener más error así. 

—Gracias, necesito el estado de cuentas para la reunión con  los directivos. 

—Bueno, me voy, para que tengas esos números cuanto antes.

Dante sigue trabajando, pero de vez en cuando piensa en Eva. No sabe que le dio hoy, no puede tener esos pensamientos con ella, en los tres meses que llevan trabajando juntos solo la veía como la loca que chocaba con la gente.

 «No llevo tanto tiempo sin sexo, como para ver tener a esa mujer en mi  mente.»

Esta cavilando sobre esto cuando Eva se para en la puerta, la cual por costumbre la mantiene abierta, a no ser que esté reunido o así lo desee en algún momento. 

—Señor Lombardi, ya llegó la hora mi hora de salida, ¿desea algo antes de irme? 

—Sí, venga siéntese, quiero hablar algo con usted. 

Eva camina con pasos vacilante, pensando que por el error del balance seguro ya no quiere que trabaje para él, ya pasaron los tres meses de prueba, no había tocado el tema porque pensó que estaba contento con su trabajo y que pasaría a ser parte de  la plantilla. Le encanta trabajar aquí. 

—Señor no fue mi culpa el error de los números en el estado de cuentas. No me va a despedir por eso ¿verdad? 

—No, no tiene nada que ver con eso. 

—Bien, porque me gustaría discutir con usted mi contrato si está conforme con mi desempeño. Ya terminó mi contrato de prueba y quisiera pasar a un contrato fijo, si le parce bien a usted por supuesto. 

—Le haré llegar la indicación a Recursos Humanos, no se preocupe por eso.

—¿Era sobre eso lo que quiera decirme o era otra cosa? 

—Era eso, solo quería saber si estaba dispuesta a seguir trabajando para mí. Puede irse a su casa. 

Eva se va, y Dante se recrimina. Si la señorita Miller no le  habla sobre el contrato, él la hubiera invitado a salir. Gracias que se contuvo a tiempo. Ella es muy atractiva, pero no puede salir nada bien de un romance, por muy breve que sea, entre su  secretaria y él.

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