Capítulo 8. Mía

Mis padres durante todo el viaje de regreso a la finca no pararon de hablar sobre todo lo que me perdí en estos 5 años. Yo tan solo sonreía porque la verdad no eran cosas de las cuales lamentaba habérmelas perdido, pero el momento incómodo pasó cuando mi madre mencionó lo feliz que estaba de que había recapacitado y había vuelto para quedarme. Ese comentario nos llevó a un silencio sepulcral, pero finalmente decidí aclarar las cosas antes de llegar ya que allí se encontraba mucha gente las cuales no tengo intensiones de que conozcan las discusiones familiares que no les incumben. 

- Mamá no sé qué opines, pero la verdad es no vine para quedarme, estoy de vacaciones y vine porque Xime me lo pidió, más bien me lo rogó. Entiendan, tengo mi vida allá, mi trabajo y mi casa. No volveré al lugar del cual justamente escapé para tener una vida mejor.  

- Pero Julia, creí que te quedarías con nosotros. Tu padre puede hacerte un lugar en su despacho. Puedes trabajar con él. 

Mi madre miraba desesperada hacia mi padre y luego hacia mí. Esperando que alguno dijera algo, pero cuando miré a los ojos a mi padre me di cuenta que él no me diría nada, no me trataría de convencer de quedarme porque entendía, sabía que él si me entendía. Agradecía internamente que por lo menos tenía su apoyo. Esto no quería decir que volvería alejarme una vez vuelva a casa, pero quedarme aquí es algo que no lo tengo en mente.  

- Por favor Ryan dile algo, convéncela de que se quede con su familia que es donde pertenece.  

- No puedo, lo lamento. Su hija sabe lo que quiere y no puedo hacer nada con respecto a eso, pero puedo vivir con eso.  

Mi madre estaba descolocada por completo, no esperaba aquello estaba claro, pero era la realidad y era mejor que lo supiera ahora antes que después. La verdad había estado preparada y casi esperando que alguien me lo planteara, admito que en un principio creí que lo haría Ximena, aunque también sospechaba que mi familia también insistiría. Dolía decirles que no y ver como sus esperanzas caen, pero no los engañaría dándoles falsas esperanzas.  

- Muy bien querida. Suficiente, Julia tomó su decisión y como lo dijo el joven hay que vivir con ello. 

Me alegré tanto escuchar las palabras que sabía creía mi padre, escucharlas me daba cierta tranquilidad y mi culpabilidad en el dolor que les provocaba disminuía solo un poco, aunque me ponía muy feliz saber que aceptaba mi nueva vida. Se que él está feliz por mí y mis logros, pero la verdad es que los extrañaba y ya que di el primer paso en venir esta vez quizás vendría más seguido y no esperaría otros 5 años.  

El regreso a la casa no tardó mucho más, mi madre se había enfurruñado, pero sabía que se le pasaría, mi padre venía conversando con Ryan acerca de cosas triviales y yo culminaba los últimos detalles en mi mente para el regalo de novia que tenía pensado para mi amiga. Sabía que necesitaría la ayuda de Dani y sabía que contaba con eso seguro.  

- Mi querida amiga has llegado - finalmente mi madre al ver a su amiga había cambiado la actitud que traía y había olvidado por completo todo lo que la fastidiaba, me alegraba eso.  

Los señores se habían apartado ya que aprovecharían que sus mujeres habían ido a tomar jugo a la cocina, que no era otra excusa más que para chismosear todas las cosas que tenían para contarse una a la otra. Aproveché ese momento para buscar a mi cómplice en mi esperanza de regalo perfecto, aunque primero tuve que persuadir a Ryan de buscar a los chicos y el encargarse también del regalo para el novio. Ya que tuve que comentarle que era lo que tramaba.  

- Dani, ¿estás?  

La cabaña estaba en un completo silencio, me imaginé que ella estaría durmiendo ya que había llegado muy temprano, pero casi era mediodía debía despertar pronto.  

Sigilosamente abrí la puerta de su habitación y metí la cabeza para mirar si estaba durmiendo, pero vaya la sorpresa que me llevé.  

¿Es que no podían esperar, aunque sea que esté aquí un poco más de 12 horas?  

¡Wow! Esto se lo tenía que contar a Xime ya, y ella debe de contarme está historia.  

Algo había presentido esta mañana y sabía que mis instintos nunca me fallaban, aunque debo admitir que creía que esto era historia pasada que las cosas entre los dos estaba todo mal, no así de bien. ¡Santa Madre!  

Jesse se encontraba semidesnudo tan solo vestía su bóxer, que por cierto era bastante ajustado. Él la tenía a Dani acorralada contra la cama, su cuerpo sobre el de ella y ¡Vaya! Daniela solo estaba con la parte inferior de su ropa interior, ambos se devoraban a besos como si no les importara nada. Agradecía que estuvieran tan en lo suyo que no escucharon cuando la llamé hace unos minutos y menos el sonido de la puerta al abrirse.  

Estaba petrificada ante tal escena, es que no comprendía. Esta mañana Jesse se encontraba de un mal humor que no lo soportaba ni el mismo diablo y ella, la muy descarada lo fastidiaba sin remordimiento. Y ahora ¿Estaban por hacerlo? Estos dos son una locura.  

<<Esta semana sin duda será genial>>  

- Hey ¿Qué haces? - el susurro de Ryan casi hace que azotara la puerta e interrumpa ese momento.  

¡Que inoportuno, maldita sea!  

- ¡Mierda Ryan! Me asustaste.  

- ¿Qué ocurre ahí dentro? - pregunta curioso, intentaba ver detrás de mí, pero yo se lo impedía. Si tres son multitud, cuatro... podían resultar cosas.  

“¡Descarada!” me regaño internamente por esos malos pensamientos.   

- Cosas... Cosas de adultos. - contesto picaronamente - Cómo es que nadie me había dicho que Dani y Jesse tenían una aventura o lo que sea que fuera eso? Veo que no somos los únicos padrino y dama enredados.  

- Vaya señorita Blanco no sabía que le gustaba mirar, ¡Que sorpresa!  

- Yo solo me sorprendí y no supe huir rápidamente - me defiendo, mi rostro había pasado por todos los colores en cuestión de segundos – No seas tan osado.  

Ryan solo sonríe, pero ¡Que sonrisa! Madre santa. Muy seductor como eran me pide que guarde silencio y me arrastra a su habitación, la cabaña no era grande sabía que escucharíamos cuando ellos realmente comenzaran con lo suyo.  

Al ingresar a su habitación no puedo evitar hacer una fuerte inhalación, toda la habitación olía a él. Esas notas persistentes de cuero aromático, ámbar amaderado, animálico y por supuesto lavanda y vainilla. Un aroma tan persistente y característico masculino, irradiaba seducción. Me encontraba totalmente embriagada por su olor como lo estuve desde el primer momento que lo tuve frente a mí en el aeropuerto. No podía evitarlo, este aroma me incentivaba a querer tenerlo más cerca y así poder disfrutar mejor.  

- ¿Qué hacemos aquí? - pregunto fingiendo inocencia.  

- Ya que el otro padrino está ocupado con la otra Dama creo que no podemos organizar lo que teníamos planeado, que te parece si ocupamos nuestro tiempo en lo mismo que ellos.  

- ¡Vaya propuesta! Indecente, pero bastante seductora.  

¡Dios bendito! Mis piernas eran gelatina, había querido sonar indiferente queriendo evitar que se notara como me afectaba realmente, pero fracasé enormemente. El miserable se encontraba detrás de mí susurrando cosas en mi oído y besando mi cuello, todo mi ser estaba vibrando con cada roce de su cuerpo y sus labios en mi piel.  

- Ya ca... casi es la hora del almuerzo - digo sin poder pronunciar bien las palabras.  

- ¿Y eso qué? Seremos rápidos - beso en el cuello - Además me tienes como loco desde que te vi en el aeropuerto - beso en la clavícula - Acaso me puedes culpar, ¡eres hermosa!  

Listo perdí todo tipo de cordura, tuve que sujetarme de sus brazos porque sentí que mis piernas ya no podían con mi peso y al parecer él se percató porque me tomo de la cintura con un solo brazo y me levantó dirigiéndonos directamente a la cama.  

Me besaba con fervor demostrando todo lo que sentía en ese beso, hacia que viajara a las estrellas y volviera tan solo para nuevamente subir. Y me entregué, por completo.  

Estaba tan sorprendida, había estado comprometida, había tenido mis aventuras, pero jamás nadie me había hecho sentir tantas cosas a la vez en un solo beso. Él lo hacía con ímpetu demostraba todo lo que sentía física como sentimentalmente. Logramos una conexión la cual nunca antes había sentido con nadie.  

Ryan lograba catapultarme al más infinito cielo una y otra vez, me encontraba en otro mundo perdida y fascinada por todo a mi alrededor. Explosión de colores. Me sentía encajar tan bien, me sentía en mi hogar, finalmente había encontrado donde pertenecía.  

- ¡Quiero que seas mía! 

Había susurrado aquella frase tan pequeña pero una oleada de emoción y excitación me invadió por completo. Lo atraje nuevamente a mi respondiendo con un ferviente beso. El destino me había guiñado esta vez, me ofrecía un manjar de hombre para disfrutar y vaya que lo haría.  

Me percaté entonces, que ya era suya sin antes siquiera conocerlo.  

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