Capítulo 01

Atacaban el palacio de los piratas, todo era caos y confusión. La pequeña Arelis sabía que aún no estaba lista para ayudar en una guerra, su entrenamiento aun no finalizaba. Sin embargo, los paganos eran muchos, de ese modo no quedaría nadie en aquel reino al caer la tarde.  

Ella salió de su escondite ignorando las advertencias de sus compañeros, tomó sus armas de estudio y corrió hacia donde estaba su instructora, la cual estaba a punto de ser asesinada. Varios hombres la rodeaban y su cuerpo estaba bastante herido, sin embargo, peleaba con una pasión que sorprendió gratamente a la pequeña aprendiz.  

Arelis llegó con sus espadas y las balanceo como su maestra la había enseñado. Blandió la espada hacia el primer hombre cortándole el cuello; el hombre cayó frente a sus compañeros, quienes miraron sorprendidos a la niña.  

- ¡Matad a la pequeña! - gritó el más viejo - ¡MATADLA! 

La pequeña corrió directo a la puerta, afortunadamente su maestra estaba libre de peligro y Arelis era experta en camuflarse. Salió rápidamente y giró con brusquedad lanzándose en los arbustos. Los hombres pasaron de largo en busca de ella.  

La niña empezó a avanzar lentamente y dio con la alcantarilla, no era un sitio agradable, pero desde ahí podría entrar nuevamente al palacio sin ser vista.  

La adrenalina del momento se fue marchando lentamente, sus manos empezaron a temblar cuando cayó en cuenta de lo que había hecho. Había matado a un hombre, y lo había hecho sin piedad, le había propiciado una de las muertes más dolorosas y lentas. Le había cortado la vena principal pero también la tráquea, el sujeto cayó y no murió instantáneamente antes de que le diera un paro cardíaco sus pulmones se llenaron de sangre y se asfixió. Aquella imagen ya no le pareció valiente sino despiadada, ella había practicado tantas veces aquel ataque sorpresa y sin embargo nunca dejó de aborrecerlo.  

Camino en la oscuridad sin hacer ruido, su cuerpo se movía en un letargo espantoso. Desde muy pequeña le habían enseñado a matar, pero hasta la fecha solo lo había hecho con animales, hasta ese día en que había visto cómo por causa de ella aquel hombre caía y sufría una agonizante muerte.  

Unos pasos rápidos resonaron por el agua sucia poniéndola en alerta, venían de la dirección a la cual se dirigía, alguien corría sin cuidado, como huyendo y entonces oyó muchos más pasos, fuese quien fuese esa persona había entrado a la cisterna huyendo y había guiado a sus captores hasta allí.  

A unos diez metros de distancia vio la silueta de otro niño un poco mayor que ella, corría sin mirar atrás. La pequeña no pudo reconocerlo por la oscuridad, pero sabía que posiblemente era uno de los suyos así que le salió al encuentro sorpresivamente. El joven se detuvo sorprendido y asustado, estaba rodeado.  

- ¡Piedad por favor! - suplico. La pequeña lo observó y guardo su espada  

- ¿Es de nosotros? - Preguntó mostrándole la marca de los guardianes que estaba en la palma de su mano  

-Si- el joven le mostró el collar de protección que solo la familia real poseía. La pequeña lo jalo enseguida hasta un rincón y lo ayudó a subir hasta las vigas que se encontraban en lo alto de la cisterna- si sigue esa viga, llegará al salón de entrenamiento- le indicó detalladamente- corra hacia las puertas de bronce y antes de llegar a ellas alce el tapete, encontrará una puerta en el suelo, entre allí y muéstrales el medallón, ahí estará a salvo, ellos le protegerán- la pequeña desapareció de la vista del joven sin que este pudiera decir algo. La vio correr hacia sus captores y sacar su espada. Empezó a correr por la viga, como ella le había indicado y vio cómo los cinco hombres que lo perseguían llegaban al encuentro de la pequeña que lo había salvado, pidió internamente por la niña y se dirigió al salón de los guardianes.  

- ¿Algo que quieran decir? - preguntó Arelis desafiante, los hombres se rieron y uno de ellos se agachó a su altura   

-Pequeña ¿No sabes que no debes hablar con extraños? - se burló el hombre. El joven se giró y observo a la niña, sintió pánico por su salvadora, eran muchos guerreros y ella era solo una niña.  

-Si- dijo la pequeña y en dos movimientos rápidos le atravesó el corazón al hombre  

- ¡Maldita mocosa! - gritó uno de ellos lleno de rabia y se lanzó hacia ella, ella los esquivó con elegancia y agilidad. En poco tiempo había cinco cuerpos sin vida y una pequeña que corría hacia el palacio. El chico quedó sorprendido y mucho más aliviado, se giró también y continuó su camino hacia el salón de entrenamiento.  

El joven pirata llegó hasta donde su salvadora le había indicado, sin embargo, allí no quedaba nadie con vida. Había muchos aprendices, pero habían sido asesinados a sangre fría, miró a su alrededor y vio una gran cantidad de cuerpos sin vida esparcidos por el suelo, se sintió desamparado. Rogó en silencio por la vida de su padre, su madre y sus hermanos. Sintió unas terribles ganas de llorar, pero eso no le era permitido así que se levantó y caminó hacia las puertas que lo llevarían hasta las habitaciones reales.  

El palacio estaba en un abrumador silencio, no se oía nada, parecía que sus atacantes se habían marchado. El joven pirata recorrió el salón con cuidado, sabía que si daba un paso en falso alguien podría verlo y matarlo. Logró llegar hasta la habitación de su padre, pero no encontró a nadie allí. Escuchó un ruido desde el armario y dudo en abrirlo, pero no tuvo tiempo de acercarse, pues enseguida vio salir de allí a la niña que lo había salvado.  

-Estamos sólo- dijo el niño preocupado- todos están muertos

  

-No todos- informo Arelis revisando toda la habitación- he encontrado al rey y al príncipe Gabriel -le indicó caminando frente de él- lo llevaré con ellos   

- ¿Y mi madre? - preguntó con desespero el joven- ¿y la princesa Cristal? 

-No lo sé, señor- respondió sin mirarlo. El joven príncipe la siguió hasta el jardín, allí se encontraban su padre y su hermano, pero ellos no se veían felices.  

- ¿Y mamá? - preguntó tan pronto los vio- ¿y Cristal? - el príncipe Gabriel miró a su joven hermano y con una terrible tristeza negó   

-Han muerto- respondió con dolor- los han asesinado Erick

  

Erick vio los ojos de su hermano llenarse de lágrimas, sabía que aquello estaba prohibido, pero él también quería llorar, su madre acababa de morir y su hermana también. Gabriel se giró hacia su padre quien lo abrazo con tristeza. Una flecha alcanzó al príncipe heredero directamente en el corazón en ese instante, quitándole la vida sin aviso y tomando desprevenido a todos.  

- ¡No! - gritó furioso el rey, sosteniendo el cuerpo de su hijo mayor en brazos- ¡No!  

Arelis tomó su arco y apunto hacia donde estaba el asesino del joven príncipe, una flecha dirigida hacia ella fue destrozada por la que ella lanzó atravesándola directamente por la mitad y llegando hasta su atacante. Le bastó tres flechas más para poner fin a sus atacantes, sin embargo, no se sintió satisfecha, el príncipe Gabriel había muerto por su descuido, ella debía mantenerlos a salvo, ella estaba siendo entrenada para proteger al rey, pero había fallado. Se arrodillo frente al rey indicando que podía disponer de su vida como quisiera. El rey tomó su espada y apuntó a la niña.  

-Levántate- le dijo con dolor, Arelis se puso en pie sin alzar la mirada. El rey le puso la espada en el hombro y luego volvió su espada a su lugar, Arelis miró sorprendida al rey, él le había perdonado la vida- Estas en deuda conmigo pequeña 

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