CAPÍTULO 18

Mi padre estaba tan ilusionado con aquel nuevo transporte, que me parecía inhumano decirle la verdad, decirle que nos estaban utilizando para transportar droga desde el puerto de Algeciras hasta Granada. Así que mantuve mi bocaza cerrada durante dos largos días, pero al tercer día, en el que le escuché hablar maravillas de Alí el árabe, no pude evitar levantarme de la mesa, molesta y salir huyendo hasta su hotel.

Sabía de aquel lugar por mi padre, pues ya se habían reunido en su habitación varias veces, para ultimar los detalles de la recogida y de la entrada.

Cuando llegué a su hotel estaba completamente empapada a causa de la maldita lluvia que había comenzado a caer sobre mí cuando apenas salí de casa.

Llamé a su puerta con insistencia, observando como él abrí

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