Capítulol 9

———Mateo———

Las luces pasaban a mi costado en centellos que terminaban por colisionar en la parte trasera de mi auto.

Eran las 2:40 de la tarde y estaba cruzando la última cuadra para llegar a el edificio.

Habían pasado 2 días desde que Jessica renunció, desde ese día había hecho que le llamaran centenar de veces para que lo conciderara, sin embargo ni una de esas veces contestó.

Y yo no tenía muchos ánimos por ir al trabajo ese día.

Quizá después de pensar en lo sucedido; había caído en cuenta de que mi ideología había sido feudalista, basado en meras emociones personales.

El problema era ese.

¿Que me guiaba a tener emociones personales por Jessica?

Estaba seguro de que tan solo era intriga, por saber que la llevaba a perseguir un empleo tan vago comparado con su preparación.

Al saber la respuesta me pareció decepcionante, y creo que fue ello lo que me guió a actuar tan mal.

Tres putos diplomados.

Comenzó una maestría y puedo sospechar por que no la concluyó.

En fin, era una mujer con tanto potencial, y tan atada por la sociedad que no podía dar todo lo que podía de sí.

Y yo tan solo limité todo ello.

Bajé del auto y cerré la puerta con más fuerza de la que debía.

Era estrés por el trabajo, solo eso.

A decir verdad tan solo debía ir por unos papeles a recepción, cosa que efectivamente; era trabajo de mi secretaria.

Algo que no quería cubrir hasta estar seguro que Jessica no volvería.

Las puertas del ascensor subieron hasta el lugar y me entregaron al instante lo que buscaba. Planee irme hasta que una voz me llamó.

-Señor Zingmarck - Mónica se posicionó a mi lado - Hoy se han presentado más candidatas para el puesto de secretaria, pero he trasferido el día para la próxima semana, y hoy ha venido la señorita Jessica a el edificio, le per... - Me detuve al instante.

-¿Que? - Cuestioné, y voltee en su dirección.

-Jessica llamó por la mañana diciendo que había olvidado su celular el día que se fue, por eso no había contestado nuestras llamadas. Pensé que no le molestaría que la dejara entrar, le mencioné lo del puesto pero lo rech...

-¿A que hora vino? - Ella juntó el entrecejo pensandolo.

-Hace... ¿5 minutos? - Un balde de agua helada cayó sobre mí - Salió por la puerta principal segundos antes de que llegara.

———Jessica———

-Muchas gracias Moni - Agité a mano a su salida mientras cruzaba por su lado, atendiendo a una persona.

Salí por la puerta y lo primero que noté fue el gran numero de llamadas que tenía de la compañía, entre ellas también llamadas de Marcos y Rebeca.

El aire golpeó mi rostro de manera leve, y junto al brillante sol que se asomaba por el oriente el día brillaba.

Y mi celular vibró justo en mis manos.

Ni siquiera vi el numero para contestar, sabía que se trataba de Rebeca, se quedó con Sarah mientras venía por mi celular y algunas otras cosas que por la prisa de ese día; seme había olvidado guardar.

-Hola Reb...

-¿En donde estás maldita? - Mi piel se paralizó, y mi corazón golpeó con fuerza mi pecho - ¿Ha donde te has largado?, ¡Quiero ver a mi hija! Y las voy a encontrar - Colgué antes de escuchar una palabra más y encerré mi celular en un puño que pegué a mi pecho.

Mi respiración se volvió erratica, el cielo se había cubierto por una fría capa gris.

¿Como había obtenido mi numero?

¿Que tan lejos estaba de mí?

Como era costumbre, estaba alcoholizado, lo noté en cada letra arrastrada que sonaba al concluir una oración.

No quería esto, no ahora.

Esa ciudad me había recibido tan bien, reencontrarme con amigos de universidad como Rebeca y Marcos, los horarios, el clima.

No quería volver a huir.

-Jessica - La voz a mis espaldas me hizo dar un brinco, pero al girar me encontré con quien menos quería hacerlo.

Suspiré.

- Que alegría encontrarte - Asentí como respuesta.

-Un gusto - Mencioné.

- Quería poder hablar contigo - Justo cuando terminó de hablar una persona que pasaba por la acera chocó contra mí, lo cual teniendo en cuenta la llamada de hace minutos, me alteró e hizo que subiera mis sentidos al máximo.

Si había obtenido mi numero significaba que estaba cerca.

Con disimulo traté de observar a las personas a mis laterales, tratando de respirar profundamente.

-Pero éste no es el mejor lugar para hacerlo - Regresé a la conversación en sí, mirando de nuevo a mi acompañante - Podríamos ir a Lé ehil - Era un restaurante que se encontraba en esa misma cuadra, y a decir verdad; no me sentía segura estando sola, y suponía que podría calmarme incluso más en un lugar cerrado.

- Claro - Dije sin más, tratando de que todo en mi cuerpo y actitud luciera normal.

Tardamos menos de cinco minutos en llegar a el lugar.

Jamás había entrado, la fama del restaurante era grande por ser tremendamente caro.

Nos sentamos a la mesa sin ninguna clase de reservación u objeción, evidentemente por la persona a quien acompañaba esa tarde.

Me relajé en cuanto el ambiente me inhundó, pero también caí en cuenta de lo que había hecho.

Estaba ahí con nada más y nada menos que Mateo Zingmark.

Dueño de la más grande compañía hotelera del país, heredero a sus 27 años y persona a quien había abofeteado.

-Te debo una disculpa.

Espera.

¿Que?

-Me equivoqué, me convertí en una persona retrograda. La presión me hizo soltar todo contra tí por un error que no valía para tanto. Debo decir que jamás debiste de mentir en tu currículum, la empresa cuenta con trabajo social específicado en ayuda a la maternidad, sin duda no somos una organización que degrade a las mujeres por éste tipo de condiciones - Hizo una ligera pausa - Quizá yo demostré lo contrario, y me arrepiento.

- Para nada - Dije apenas terminó de hablar - Yo también me equivoqué, jamás debí faltarle al respeto así y... - Me detuve y cerré los ojos, tratandonde organizar los pensamientos en mi mente - Le debo una disculpa.

-Permite que te conteste la disculpa con una nueva oferta de trabajo, con un aumento por lo sucedido - Se inclinó un poco sobre la mesa, con comprensión - Tienes un gran potencial Jessica, si logras convencerme podrías ascender a un puesto concorde a tus capacidades. Ahí pueden apoyarte para que concluyas tu maestría - Abrí los ojos con sorpresa, sentí como si mi corazón quisiera romper mi pecho.

¿Acaso éste era el aire de la rosa de guadalupe?

¿En que momento comenzaría a cantar el coro de ángeles?

-Yo... - Apreté mis labios, no lloraría.

No.

- No sé que decir - Una risa nerviosa salió de mis labios, respiré profundamente observandolo frente a mí con una sonrisa dibujandosele en el rostro.

- Que si - Reí.

-Muchas gracias por la oportunidad - De nuevo lo imaginé todo bien, todo en orden.

Se me olvidaron los problemas.

La comida llegó hasta nuestra mesa, y por un minuto nos concentramos en eso.

- Lo único que sigue sin estar permitido son las visitas en el último piso - Habló de pronto, dejando los cubiertos de lado - Comprendo que su pareja y usted tengan asuntos que ver, pero por ello pueden encontrarse en recepción.

-¿Mi pareja? - Abrí la boca en "o" cuando pensé en Marcos - No, se está confundiendo.

Frunció el ceño.

- Marcos, quien fue la otra vez, es un amigo.

-Pensé que... - Se detuvo y negó con la cabeza - Bueno, el padr...

- No tengo comunicación con él - Trataba de que fuera así, pero siempre encontraba la manera de meterse en mi vida. Como hace unos momentos.

- Entiendo.

Nuevo capítulo con amor para ustedes ♡

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