Capítulo 3

Habían pasado tres semanas, la culminación del verano estaba abriéndole las puertas al otoño, y todo marchaba bien. Como las estaciones, el ambiente de trabajo estaba fluyendo con armonía.

La hora de almuerzo llegó más temprano que tarde, y como de rutina, observé a Mateo salir de su oficina. Tardé apenas segundos en interceptarlo a mitad del piso y seguimos avanzando mientras notificaba de cosas y pasaba papeles para que los firmara. Así eran las cosas ahí, trabajabamos con tiempo limite y cualquier pequeño lapso de tiempo tenía que rendir al maxímo.

Entramos al elevador en donde intercambiamos un par de palabras relacionadas a  los documentos que le entregaba, hasta que las puertas se abrieron en el primer piso. Siempre era el mismo recorrido hasta la cafetería, en donde alcanzaba a entrar a la sección privada apenas unos segundos, en cotidianeidad terminaba de firmar los papeles sobre la mesa del lugar y yo regresaba a mis asuntos. Pero ese día, al terminar de recoger los papeles, él sujeto mi muñeca, impidiendo que pudiera marcharme.

Al levantar la cabeza nuestros ojos chocaron a una distancia considerablemente corta.

—Jessica, sientate por favor— no pude evitar poner el cuerpo rigido.

"Me despedirá" – Me dije mentalmente tomando asiento a un lado de la cabeza de la mesa, en donde se encontraba él.

—Tu desempeño laboral es excelente—me dijo tomando los papeles que había en la mesa para retirarlos—Haz sido muy eficiente en el trabajo—"pero estás despedida" concluí su frase mentalmente sin apartar mi vista de él, al notar esto él alzó la mirada y se centró en mi rostro — Te felicito, me encantaría discutir algunos temas acerca de tu puesto, lamento que este momento sea el único que pueda ofrecerte — Me relajé notablemente al saber que no era un despido, pero si necesitaba hablar, tal vez hacía algo mal.

—Disculpe pero, ¿algo marcha mal? —Pregunté mientras servían la comida.

—Para nada, pero no podemos seguir ocultando que estás sobrecalificada para este puesto. Será lamentable perderte, pero tienes un gran potencial que sería mejor aprovechado en otras areas de la empresa — Sin saber el gran impacto que sus palabras provocaban en mí, llevó un bocado a su boca, dejándome extasiada. Mi cuerpo se paralizó, no estaba acostumbrada a ese tipo de trato, me parecía... sublime.

—Yo...

Mateo.

Su silencio provocó que mi atención la envolviera. Fruncí el ceño.

No negaría que detrás de todo eso había un propósito personal, habría sido sencillo reconocer su trabajo en otra ocasión, pero necesitaba ese tiempo con ella.

Desde su llegada, la incertidumbre me tenia perdido, y ese tipo de acciones solo hacían que creciera.

—¿Jessica? —Observé como llevaba algo a su boca, ganando tiempo para pensar en su siguiente oración.

—No tengo palabras, gracias – Simple y sencillo, siempre que hablaba conmigo no decía más que frases cortas. —Lo tendré en cuenta— Prosiguió y tomó otro bocado.

Aquello me tomó desprevenido – ¿Lo tendrás en cuenta?

Sin duda, ella no paraba de hacer crecer mi curiosidad.

—Jessica, me gustaría saber la razón por la cual "tendrás en cuenta" esta oferta.

—Disculpe pero creo que...

—No me gustaría que tuvieras ningún inconveniente con la compañía.

—En absoluto, pero hay muchos aspectos alrededor de mi vida que debo considerar. Los horarios actuales se acoplan a la perfección conmigo – Levanté una ceja y me contuve para no mostrar fascinación a su conversación. Ella me parecía la obra de arte más compleja que hubiera visto, no podía solo ignorar su significado. Necesitaba decifrarla.

—¿Los mismos aspectos que generaron su tardanza el primer día?

—Puede estar tranquilo de que no volverá a suceder—concluyó el tema y yo continúe intentando de una forma discreta.

—Eso espero—me detuve un momento y continué tirando lentamente del hilo—Por cierto en su currículo decía que vivía en una residencia no muy cerca de aquí, ¿Tiene la oportunidad de venir en cualquier caso de requerir su presencia? —ella lo dudó por un momento pero después de eso negó.

—Me temo que tendrá que avisarme con una hora de anticipo, pero sin duda vendría—terminó el almuerzo y no pude dejar de observarla.

—Esta residencia que usted menciona en su informe solo esta a 20 minutos de aquí—pude notar como retuvo el aire y su mirada descendía.

Jessica.

Esos cuarenta minutos restantes eran para dejar a Sarah en manos de alguien capaz de cuidarla.

—Así es, yo...— Como bajado del cielo, el sonido del celular me interrumpió. Dirigí una mirada a Mateo y él con un asentimiento me indicó que contestara. De cualquier manera lo hubiera hecho al ver el número de Rebeca en la pantalla.

—Bueno.

—Jessica, surgió un problema, tienes que venir ahora mismo. Me llaman del trabajo y no puedo faltar.

Me dijo Rebeca impaciente. ¿Justo ahora que mi jefe preguntaba por disponibilidad?.

—¿Que pasa con Marcos?, ¿No lo puedes llamar? —Pregunté sintiendo la mirada de Mateo sobre mí.

—Lo hice pero no puede venir, está en cirugía.

—Ya, está bien. Voy para allá lo mas rápido posible.

Colgué y voltee para observar a mi jefe.

Permanecí así un par de segundos, el fruncía el ceño y era evidente que había escuchado toda la conversación. Pero finalmente tras un suspiro y un asentimiento me sentí con la libertad de levantarme.

—Disculpe pero es una emergencia única — Salí de la cafetería con velocidad, ni siquiera recogí mis cosas del último piso. Al salir del edificio corrí hacia mi pequeño auto en donde me quité las molestas zapatillas para acelerar.

Nuevamente recibí una llamada pero esta era de Marcos.

—Jess lo lamento, pero no he tenido tiempo. Estoy saliendo de el hospital y... – Lo interrumpí tratando de aligerar el ambiente. La vida se resumía en eso, Rebeca y Marcos haciendo lo imposible para auxiliarme. No podía pedirles mas de lo que ya me daban.

Eramos pilares recostados uno sobre otro, mientras me apoyaba en Rebeca, ella permanecía sobre Marcos, y de alguna manera nos acoplabamos en estos cimientos que el pasado había derrumbado en nosotros.

"La madre joven, la hija de una drogadicta y el marica."

Escuché la sonrisa de Marcos a través del celular.

—¿Ya todo resuelto?

Volvió a preguntar.

—Así es, ya voy en camino.

— Entonces me despido.

Tardé quince minutos más en llegar hasta al edificio. Al entrar al departamento Rebeca ya se encontraba preparada en el sillón de la sala jugando con Sarah.

—He venido lo mas rápido que pude—Me dirigí a donde Sarah y la sostuve entre mis brazos.

—Me voy, nos vemos mañana antes de que vayas al trabajo— Asentí caminado junto a ella hacía la salida.

—Gracias por todo.

Me besó la mejilla y desapareció por el corredor del edificio, cerré la puerta y me dirigí con Sarah a la cocina que habíamos acoplado en una esquina de la sala.

—Oye nena, ¿Quieres algo de cenar? —Pregunté y ella tan sólo movió la cabeza. "Mamá" – Gritó.

La observé un instante, tomándome el tiempo de apreciar sus facciones, el cabello que le caía por el rostro era tan castaño como el de Dylan, pensar en él hizo que un escalofrío me recorriera completa.

–Encontré el lugar, Sarah – Susurré –  Ya no huiremos, crecerás libre. – Sujeté su pequeña mano y evité las lagrimas o los gemidos –  Él nos encontrará – Dije con certeza, pensaba en la posibilidad cada día – Y entonces te protegeré con mi vida. Sin importar el daño, tendrás un futuro y decidirás sobre el.

Mantuve esa promesa hasta el final.

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