Capitulo 31
Como proveedor de estupefacientes, Christopher era bastante bueno. Siempre conseguía vender cada gramo de su mercancía, y en los días menos favorables se quedaba sólo con la cuarta parte de todo lo que Chema le facilitaba. Ocultó el gran fardo de billetes en el interior de su chaqueta y enfiló su rumbo hacia su casa con el ocaso custodiando su espalda. No demoró mucho en llegar. Sus mejores clientes rondaban por su vecindario, así que no requería, ni siquiera, usar motocicleta, se apañaba bastante bien a pie.

-Hijo. –Saludó alegre Carmen desde la cocina, secando sus manos con un pañuelo. -¿Dónde estabas?

-Estaba con mis amigos. –Dijo Christopher tratando de simular el bulto que apenas se distinguía bajo su chaqueta.

-¿Sabes dónde está Cristina? –Preguntó nuevamente con rasgos de preocupación en sus facciones.

-Me dijo que se reuniría con algunas compañeras de su clase. –Informó el chico. Su madre salió de la cocina y se acercó a un buró de madera, antiguo, que decoraba un rincón en
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