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Blake

5 AÑOS DESPUÉS

Me despierto sentándome agitadamente por la típica pesadilla que tengo unas dos o tres veces por semana.

Respiré profundo varias veces intentando calmar mi respiración que aún seguía agitada. Miré a mí alrededor y pude ver que afuera aún seguía oscuro, así que volví a recostarme.

Las malditas pesadillas siempre me dejaban un sabor amargo en la boca, y una fuerte migraña. Estas mismas me han atormentado desde hace casi 5 años, desde esa estúpida pelea con Eleanor. Les contaré:

Todo comenzó el mismo día de mi pelea con Eleanor. Esa noche tuve por primera vez un sueño en donde a Eleanor le sucedían cosas horribles debido a mí, por no haber estado para ella por mi idiotez.

No parecía ser la gran cosa, sin embargo, cada vez que la veo en mis sueños, solo puedo ver a esa pobre niña indefensa que era cuando apenas la conocí. Y por más que intento ayudarla, nunca puedo moverme.

Eso me destroza por dentro cada vez que tengo pesadillas.

El primer año me despertaba sudando o gritando, cuando la pesadilla era aún peor, ambas cosas a la vez; pensé que pararían en algún momento, que mi mente iba a dejar de tener ideas de como torturarme por las noches pero nunca pasó, así que con el tiempo fui acostumbrándome.

Ahora, y no sé si lo puedo considerar como algo bueno, solo me despierto respirando agitadamente y un poco sudoroso.

Aunque cada vez que despierto, ya no puedo volver a dormir por más que lo intente. Así que solo me queda ver en que pierdo mi tiempo ya que estudio por las tardes, estoy en mi tercer año cuando debería estar en el último, pero por mi patética vida tuve que perderme mi primer año.

Por cierto, estudio Comunicación en una de las mejores universidades con esa carrera, es la mejor de la zona. Un poco costosa, pero me las he apañado para pagarla.

Lo único malo… es que varias veces he creído ver a Eleanor ahí.

Cuando termino mis clases, y voy caminando por el campus, he creído verla y la he seguido, pero termina no siendo ella o simplemente la perdía de vista por lo oscuro que estaba. Creo que no es necesario decirles que desde que salimos de la preparatoria ya nunca supe que fue de ella.

En la preparatoria era más fácil porque, aunque ella no se diera cuenta, siempre la estuve cuidando. Pude a ver sido un completo patán con ella la última vez que hablamos, y también tomando en cuenta que por mis pesadillas me volví algo paranoico, nunca la deje sola, aunque no lo pareciera.

Al graduarnos, casi me daba una crisis al ver que ya no la podría cuidar, entonces mis paranoias crecieron un poco. Pero era estúpido e imbécil para dejar de lado mi orgullo y disculparme, por lo que simplemente confié en que estaría bien. Y mis paranoias disminuyeron con el paso del tiempo.

Actualmente hay momentos en que me pongo a pensar profundamente en ella, porque en mis pensamientos siempre ha estado, y me siento un completo idiota por no haberle pedido disculpas por como la traté, por a ver usado la confianza que me dio para hacerla sentir mal, y más cuando recuerdo que la llamé perra. La llamé de la misma forma en que la llamaba su padre. Recordarlo hace que me den ganas de querer golpearme la cara yo mismo.

Sí, ella también me dijo cosas y usó igualmente mi confianza en mi contra, pero la entiendo, yo fui quien comenzó.

Era una persona demasiado inmadura en ese tiempo, hasta que tuve que madurar por el idiota de mi padre.

Tenía 18 cuando me harté de vivir bajo el mismo techo que el borracho de mi progenitor, así que un día cuando estaba demasiado inconsciente por el nivel de alcohol en su sistema, empaqué lo necesario en una mochila y salí de casa sin dejar ni una nota de a donde iría o una en donde dijera que simplemente me iba. Desde aquel día que no lo he vuelto a ver.

No tenía a donde ir, no tenía familia aquí, así que decidí apostar a la suerte: entré en un supermercado y compré un boleto de lotería, jamás había creído en esas cosas, pero no perdía nada con intentarlo.

Llego el día en que se liberaron los números ganadores, y vaya sorpresa me lleve al ver que el mío era el tercer lugar.

Había ganado uno de los premios más grande de la lotería. Una muy buena cantidad con la que me pude a ver hecho la vida por unos meses, obviamente me hice responsable y entendía que debía usar bien ese dinero.

Conseguí un departamento no tan caro y muy lindo a un precio razonable, y el resto del dinero lo guardé en el banco. Busqué un empleo en un bar, la paga resultaba muy buena y con eso me pude abastecer por el año que no estudié.

Volví a utilizar el dinero solo para poder pagar la universidad, pero no por eso dejé mi empleo, simplemente que ahora trabajo los fines de semana, además, esos son los días en los que hay más gente. Y consigo mejores propinas cuando me toca atender mesas y no estar detrás de la barra preparando las bebidas.

Y así es la historia de como aquel patán, que lastimó a la única persona que lo quería de verdad y que siempre estaba para él, maduró.

Ya no soy aquel chico malhumorado con la vida, que lastimaba a la gente para que ellos sintieran lo mismo que yo sentía, eso fue lo que hice con Eleanor sin tener conciencia de las consecuencias. Muchas veces me hayo deseando que ella tan solo hubiera estado ahí para verme convertir en el hombre que siempre quiso que fuera.

Frecuentemente me preguntó que habrá sido de su vida; si estudió lo que tanto amaba que era la Psicología, si consiguió pareja, si por fin dio su primer beso, aunque yo creo que sí, ¿por qué quien no ha besado ya para los 21? O más bien, casi 21, porque aun faltan un par de meses para su cumpleaños.

No me sorprendía que después de casi 5 años seguía recordando perfectamente su fecha de cumpleaños, de hecho, no era lo único que recordaba de ella, lo recordaba todo perfectamente. Me siento terrible cuando pienso que quizás ella ya no se acuerde del patán que la hizo sufrir por mucho tiempo.

Me gusta pensar que ella aun me recuerda, que quizás algunas veces me extraña. Que, aunque ya hayan pasado años, aun recuerda aquellos momentos lindos que tuvimos porque no todos fueron malos. Ella sabía eso, quizá y era la única razón por la que se quedó conmigo muchos años.

Recostado en mi cama con la oscuridad como única compañía, comencé a recordarla una vez más: su aroma, su risa, sus estornudos de foca y la forma en que la molestaba, enfadándose conmigo unos minutos. Igual recordaba los largos minutos, o días completos, donde se enojaba conmigo porque a veces me miraba fumando o porque se enteraba que me había peleado. O cuando se ponía celosa porque pensaba que la cambiaba por mis amigos, cuando ella ha sido mi única amiga verdadera.

A pesar del tiempo recordaba cada uno de sus detalles. Hasta el más mínimo de como arrugaba el espacio entre sus cejas cuando no entendía algo, y hasta las sonrisas más grandes que me daba cuando me explicaba algo de la escuela, lograba entenderlo y me abrazaba por ello.

Diablos…, como extraño esos abrazos, cómo la extraño a ella.

Ahí sentí como una lágrima resbalaba por el costado de mi ojo.

Cómo te extraño Eleanor.

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