CAPÍTULO 1

“Un Asesino Anda Suelto”

No me gustan los lunes, sólo lo hice para animarme el día. No tengo ninguna razón más, sólo fue por divertirme.

– Brenda Ann Spencer

15 de agosto

D A R I E N

Se puede observar un cielo gris a través de la ventana de la estación de policía, sin embargo, no pareciera que quiere llover, sólo está... siendo gris.

He oído a un par de gente quejándose por ello, pero, ¿quiénes somos nosotros para decirle al cielo que no sea gris? Es como si alguien estuviera triste y le digamos “no estés triste, porque a mi no me parece que lo estés”

¿Es enserio? ¿Qué clase de analogía es esa? No, no, no..., tengo una mejor pregunta: ¿cómo fue que llegamos a eso si simplemente estábamos informando el clima?

Me encantaría saber la respuesta a esa pregunta...

Salgo de mis pensamientos cuando observo, a través de las puertas de cristal, a alguien acercarse.

—Reportaron el cadáver de una mujer caucásica de aproximadamente 25 años, no había nada cerca, por lo que deducimos que fue asesinada en otro lugar y luego fue llevada ahí. —Exclama Chase en cuanto entra a la sala que ocupamos como comedor y de entretenimiento. Básicamente, mientras no haya trabajo nos mantenemos aquí.

—¿Algo más? —pregunto dándole un sorbo a mi taza de café.

—Sí, le arrancaron los ojos y el corazón.

¡Mierda! Casi me ahogo.

—Eso no se ve todos los días, ¿ah?—exclamo intentando bajar un poco la tensión en el ambiente.

—La forense ya está en la escena, nos están esperando. —Contesta serio.

Chase es un afroamericano de 27 años, es sólo un par de centímetros más bajo que yo. Usualmente es muy risueño y bromista, sin embargo, este tipo de casos lo ponen un poco extraño debido a que le recuerdan una parte de su pasado que lucha por enterrar.

****

—¿Sabes a qué hora murió? —Le pregunto a Keitha, nuestra forense, cuando hemos llegado al lugar donde se encuentra el cuerpo.

—Según la temperatura del hígado, falleció hace seis horas, alrededor de las tres de la madrugada. No hay signos de violencia sexual en el cuerpo.

—Los... —señalo mis ojos con mi dedo índice puesto que no me atrevo si quiera a terminar de pronunciar la frase

—No estoy totalmente segura, pero podría decir que fueron extirpados antes de que falleciera. Diría que fue la causa de la muerte si no tuviera este pequeño detalle —Le desabotona la parte de arriba del vestido blanco que tiene puesto el cadáver y se logra ver un hoyo bastante grande... mucho más grande de lo necesario diría yo, abarca casi todo el torso.

—De acuerdo, llévatelo, examínalo y quiero los resultados lo antes posible.

—Sí, jefe.

—Chase, andando, tenemos que revisar los alrededores.

Volteo a mi entorno y noto que las casas en esta área están bastante separadas entre sí. Nos encontramos en los límites del pueblo, es una especie de bosque lleno de árboles y animales peligrosos como coyotes, víboras y aves de carroña. Lo que me da a entender que el cuerpo no lleva mucho tiempo aquí, dichos animales no tardarían en llegar para usarlo como alimento.

Dejamos a un par de oficiales buscando evidencias cerca de donde se encontraba el cadáver mientras nos alejamos un poco en busca de huellas de zapato o de algún automóvil, sin embargo, no obtenemos nada.

—La mujer pesaba alrededor de 60 kilos, no pudo cargarla durante mucho tiempo, a menos que se mate entrenando en el gimnasio. Pudo haber dejado el coche en la calle y adentrarse con el cuerpo a esta zona, pero, si tuviera tanto músculo, más el peso del cadáver, inevitablemente dejaría huellas —Chase hace un rápido análisis de la situación.

—En la madrugada llovió —Añado—. Debió dejarla antes de eso, o justo cuando comenzaba para que sus huellas se perdieran con el lodo que se iba a formar.

—La mayoría de la gente que vive en esta zona ya es de la tercera edad y suelen despertarse temprano, es poco probable que no hayan visto nada.

Caminamos unos cuantos metros hasta alcanzar la casa más cerca, decido tocar la puerta mientras Chase intenta ver hacia adentro por la ventana.

—¿¡Quién está molestando a estas horas!? —Exclaman desde dentro de la casa. Reviso mi reloj y veo que ya son casi las diez de la mañana.

Muy temprano no es...

—Señor, soy Darien, el detective, quería hacerle algunas preguntas.

—¡Yo no he hecho nada! —Chase y yo nos volteamos a ver con cara de “¿qué carajos?”

—No lo estamos acusando de nada, queremos ver si nos puede ayudar en nuestra investigación.

—Soy un soldado retirado, ¡soy más leal de lo que ustedes serán en toda su vida! No tienen nada que estarme preguntando.

—Señor, está actuando de forma sospechosa, si no coopera tendremos que llevarlo a la estación.

—¿No me escuchas o hablas otro idioma? ¡Yo no tengo nada que responderles!

—Mario, ¿¡qué son esos gritos!? —Interviene quien, deduzco, es su esposa.

—Cariño, esos jóvenes me están tratando de delincuente. —Contesta  en tono afligido.

—No lo estamos tratando de delincuente, queremos hacerles unas preguntas para ver si nos pueden ayudar en nuestra investigación.

—¿¡Y por qué no les has abierto la puerta, Mario!? Hace frío afuera, deben estar helándose y tú estás haciéndoles perder el tiempo. —Se escucha cómo la voz de la señora se va acercando.

—Cariño—

—Cariño nada, tú y yo arreglaremos esto más tarde. —Nos abre la puerta—. Buenos días, disculpen las molestias, Mario puede ser un poco paranoico a veces. —Nos saluda con demasiada amabilidad, no se parece en nada a la mujer que regañó a su marido a los gritos hace tan sólo unos segundos.

Ambos son de la tercera edad, Mario tiene el cabello completamente canoso y está demasiado delgado, viste una camiseta blanca y encima una camisa azul cielo mal abrochada junto con unos pantalones beige... y sin zapatos.

Bueno..., está en su casa, al menos no lo encontramos en calzones.

¡Bórrate imagen mental!

La señora, por otro lado, nos informa que se llama Julia. Tiene el cabello color miel con algunos mechones blancos, es un poco regordeta y de baja estatura. Lleva un maquillaje bastante marcado en sus mejillas, de un color carmín fuerte y sus ojos tienen sombra azul junto con un delineado un poco... chueco. Por no mencionar el diente manchado de labial rojo brilloso.

—¿Quieren café? —Pregunta Julia mientras tomamos asiento en su sala.

—No, tenemos pri—

—Claro que sí—Contesta Chase al mismo tiempo que yo. Ya ha tenido un poco de tiempo para asimilar la situación, así que ya es de de nuevo el Chase de siempre—. Si no es molestia, claro está —Agrega al ver la mirada que le lanzo.

—Oh, claro que no es molestia, ya mismo se los traigo. —La señora se levanta acomodando su falda con estampado de leopardo, a juego con la chaqueta que lleva puesta.

—Señor, sé que no tuvimos el mejor de los inicios, pero le aseguro que no lo estamos culpando de nada, sólo queremos que nos ayude. —Mi amigo intenta ganarse la confianza de Mario.

—Está bien, hagan lo que tengan que hacer, entre más rápido empecemos, más rápido se podrán largar de aquí.

—De acuerdo, encontramos el cuerpo de una mujer, calculamos que tenía alrededor de 25 años —Saco mi teléfono y le muestro una foto que le tomé al cadáver antes de que se lo llevara la forense.

—¡Oh, por Dios! —Murmura el señor mientras su esposa entra a la sala cargando una bandeja con cuatro tazas de café y un platito con galletas. Julia se acerca a ver el porqué de la reacción de su esposo y, en cuanto ve la foto, se lleva una mano a la boca y sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas. Se sienta lentamente en el sillón que se encuentra más cerca de ella.

—Ella... ¡ella era tan joven! —Solloza— No se merecía nada malo—. Lleva una mano a su corazón y aprieta la tela de la chaqueta que se encuentra en ese lugar entre sus manos mientras las lágrimas bajan como ríos de sus ojos.

—Ven aquí —Su esposo le habla para que se abracen. Decidimos esperar en silencio antes de seguir con las preguntas.

—¡Estoy segura de que fue ese desgraciado! —Volteo a ver a mi compañero ya que no tengo ni idea de lo que hablen los señores y lo descubro atragantándose con el café y las galletas.

—Es Zenna Sane, tiene-... tenía 24 años..., su cumpleaños era la siguiente semana —Nos informa el señor mientras aprieta más a su esposa entre sus brazos y las lágrimas amenazan con salir de sus ojos también—. Ella y su familia viven al otro lado del pueblo.

—¿Quién creen que pudo haber hecho esto? —Interroga Chase con voz calmada, tratando de no agobiarlos más mientras se limpia las migajas de la boca. Julia por fin saca la cabeza del cuello de su marido y nos voltea a ver.

—Su ex novio —Susurra demasiado bajo—. El malnacido la golpeaba, la convencimos varias veces de denunciarlo pero él siempre la manipulaba, y cuando su familia intentó denunciarlo no los dejaron, dijeron que tenía que ser la “supuesta victima” —Escupe con odio esas últimas palabras.

—¿Cuándo fue eso? No teníamos ni idea —Interrumpo.

—Hace un par de meses, su familia se había ido del pueblo un tiempo, allá fue donde tuvo la desgracia de conocerlo, cuando se dieron cuenta de que la única manera de hacer que se dejaran de ver era alejándolos decidieron regresar aquí. Se suponía que ya no habían vuelto a hablar, a excepción de un par de llamadas que le hizo amenazándola, pero fue cuando acababan de regresar.

—Necesitaré el nombre de ese... —No sé ni cómo llamarlo—. De la persona de la que sospechan, para iniciar una investigación.

—Viktor... No recuerdo el apellido, lo siento

—Iremos a ver la familia y quizá ellos nos lo digan.

—Claro.

—Por cierto, ¿no vieron a alguien, o alguna camioneta, pasar por esta calle en la madrugada? Al rededor de las 5 o 6, quizá.

—A esa hora salgo a caminar junto con mis vecinas —Contesta Julia—. Lo siento, no recuerdo haber visto nada — Chase y yo volteamos a ver a Mario, haciéndole la misma pregunta silenciosamente.

—Me acabo de despertar, ¿qué carajos iba yo a hacer despierto tan temprano?

El viejo cascarrabias volvió.

—Eso sería todo por el momento, cualquier cosa que crean que nos puede ayudar, no duden en hablarnos a la estación de policía. Gracias por el café.

Salimos de la casa unos quince minutos después, ya que Julia insistió en regalarnos un paquete de galletas.

Está claro que ellos no están ni remotamente involucrados, ninguno tiene la capacidad física para cargar el cuerpo, además de que estoy completamente seguro de que no mintieron al contarnos la historia de Zenna, pero, por esa pequeña parte dentro de mi que siempre desconfía de todo y de todos, grabé en mi mente y anoté en mi libreta todo lo que consideré necesario, para compararlo después con lo que nos diga la familia de la víctima.

—Esta calle es doble sentido, pero allá —Señala Chase el bosque detrás de nosotros—, no hay calle, está todo lleno de árboles. Por lo que tuvo que haber pasado por aquí sí o sí.

—Julia y sus vecinas habían salido a caminar, ocupó justo ese momento para dejar el cadáver, debió venir en una camioneta de buen tamaño, para que el cuerpo cupiera bien, y estaba demasiado bien acomodado, no tenía signos de haber sido maltratada después de muerta.

—La arregló, el vestido tenía muy poca sangre en el pecho, si le hubiera arrancado el corazón mientras tenía puesta esa ropa hubiera estado bañada en sangre. —Acota mi amigo.

—Además de que le sacó los ojos, ¿eso qué podría significar? ¿No quería que le viera? Seguramente se sintió culpable y en un delirio creyó que con eso no lo vería como un monstruo o algo así.

Preferimos caminar en vez de usar la patrulla porque así tenemos tiempo de estudiar el terreno e ir armando hipótesis.

Después de caminar por media hora y preguntar un par de veces por la casa de la familia Sane por fin llegamos a nuestro destino. Una de las casas más grandes del pueblo, el exterior de un color amarillo claro, pero no de ese amarillo que en cuanto vez te da asco porque hasta te llega el olor de huevo, no, es un amarillo que te transmite tranquilidad. Esto, junto al amplio jardín y las decoraciones en los balcones, ventanas y puertas sólo te grita una cosa..., bueno, dos:

•Dinero

•Buen gusto

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