Nada es lo que parece

El agua que bajaba por su garganta era un reconfortante e inquietante recordatorio de que seguía con vida; y tan contradictorio como eso era, el anhelo y el dolor despertaron en Celeste al ver el rostro de Miguel Ángel. Aquel era el rostro de un ángel.

Estaba de pie al lado de una mesa pequeña llena de dagas, agujas y cinceles de plata. Miguel Ángel coloco la botella de agua en la mesa, agonizantemente fuera del alcance de Celeste; ella seguía teniendo mucha sed.

—Mig… Án… ¡Po… …vor! —A Celeste le costaba hablar, la garganta se sentía como lija y la mandíbula le dolía más que el cuerpo.

—No te preocupes tus dientes volverán a crecer —dijo, y por ese instante se pereció al Miguel Ángel conciliador que había conocido.

Por un instante lucio como un amigo.

A Celeste no le preocupaban sus dien

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo