Retorno de la oscuridad
Retorno de la oscuridad
Por: Elektra Pax
CAPÍTULO I

 

Paré el ataque, sintiendo el sudor recorrer mi piel en una agobiante sensación.

Mi pierna se elevó intentando golpear su rodilla para desestabilizarlo, pero él se apartó a tiempo, aprovechando mi movimiento para tomar mi pierna y empujarme hasta hacerme caer al suelo.

El impacto me recibió con fuerza, sacando el poco aliento que quedaba en mis pulmones.

Pero sin perder el tiempo, antes de que él pudiese abrir la boca para burlarse de mi desastroso ataque, me levanté en un salto perfectamente equilibrado, y rápidamente le aticé un puñetazo en la boca de su estómago, para que así perdiese el aliento de golpe, como yo segundos antes.

Él, sorprendido por mi ataque sorpresa, empezó a toser repetidas veces intentando estabilizar su respiración, y entonces, aproveché ese momento para tomar la daga que escondía en mi bota de cuero alta, y me puse detrás de él, con la daga amenazadoramente colocada en su cuello.

En ese momento, mientras sentía el ardor de mis músculos cansados, unos aplausos resonaron por la habitación de entrenamiento.

-Maravillosa jugada. – Giré mi cabeza, mientras apartaba la daga del cuello de mi amigo, y observaba al dueño de esa voz.

Tyler, el mejor amigo de Ethan, se aproximó hacia mi mientras aplaudía sonriente, - eres muy buena luchadora, Helena.

Sonreí hacia Tyler, mientras miraba de soslayo para comprobar que Liam estuviese bien. Este simplemente asintió hacia mi profesionalmente, y salió de la habitación.

Liam era uno de los guardias del castillo, al que Ethan le había ordenado enseñarme a luchar hacia meses, justo después de mi mágica resurrección.

-Si, bueno, hago lo que puedo. - Él alzó sus cejas.

-No diría solo eso, acabas de vencer a un fae siendo humana. Eso es extraordinario.

Sonreí agradecida, mientras apartaba algunos mechones de pelo que habían escapado de mi tirante cola de caballo, - bueno, deja de halagarme y cuéntame como te va todo.

-Todo va bien allá fuera, como siempre. Pero tú deberías ir a buscar a tu novio que está a un segundo de matar a un guardia.

Fruncí el ceño, mientras notaba una gota de sudor recorrer mi pecho, haciéndome recordar el nefasto aspecto que debía tener, - pero, ¿por…?

Entonces se escuchó el estruendo.

El rostro de Tyler se oscureció, y me miró significativamente mientras echaba a correr pasillo abajo.

Sin pensarlo mucho lo seguí por el castillo, mientras mi cerebro trabajaba rápidamente en averiguar qué podía causar el enfado de Ethan, sin encontrar resultado.

Giré una esquina, mientras los ruidos cada vez se intensificaban más, como señal de que estábamos cerca.

Después de recorrer unos cuantos pasillos más, llegamos a las puertas de la sala del trono, y al abrirlas, solo pude retener un grito ahogado.

-¡Cállate! – Ethan, pareciendo iracundo, estaba agarrando a un guardia del cuello, haciendo que este apenas pudiese ya respirar.

El cuello de Ethan estaba sufriendo tanta tensión que sus venas marcadas palpitaban amenazando con explotar.

Él, pareció sentir que estábamos allí, y mirando de reojo nos vió a mi y a Tyler, cosa que lo hizo suspirar y dejar caer sin compasión al guardia al suelo.

Sin pensar siquiera, corrí hacia el guardia, intentando averiguar si estaba bien.

Al llegar a él me agaché rápidamente y no tardé demasiado en saber que el guardia simplemente había perdido la consciencia. Tenía pulso, gracias a Titania.

Me impulsé hacia arriba, y sintiendo la ira arraigar en mi, me giré hacia Ethan, - ¿qué haces? ¡Podías haberlo matado! Es una maldita persona, Ethan.

Él, hiperventilando por la furia, entrecerró los ojos, - no lo entiendes, ese bastardo es un traidor.

Fruncí el ceño, desconcertada, - ¿por qué? ¿Qué ha hecho?

Tyler suspiró, entrometiéndose en la conversación, - ha estado ayudando a las brujas.

-¿Qué? ¿Qué brujas? ¿De qué habláis? – mi voz se sentía aguda y extraña en mis labios, presa de la impresión.

Ethan gruñó, mientras se paseaba de un lado a otro por la sala, hasta detenerse frente a su enorme trono.

Sus grandes manos se clavaron con fuerza en este, mientras su mandíbula se apretaba hasta hacer chirriar sus dientes.

Joder, estaba realmente enfadado.

Suavicé mi expresión, mientras Ethan se giraba de nuevo hacia nosotros.

Él, al ver mi semblante culpable por gritarle, tomó una bocanada de aire y pareció tranquilizarse.

-Hay más mundos, estrella. Además de este y del humano, hay otros mundos en los que habitan todo tipo de criaturas. Algunos tienen líderes, otros simplemente se rigen por lo que quieran ese día. Y, nuestro mundo vecino, Haryon, regido por la brujería, pero habitado por más especies, está decidido a proclamar que ellos son más poderosos que nosotros.

Mis brazos se cruzaron, mientras intentaba asimilar la información, - básicamente quieren invadirnos.

Ethan asintió, mientras Tyler atraía de nuevo mi atención, - si. Y por eso mismo ese hombre ese un traidor, ya que estaba ayudando a las brujas a pasar a este mundo.

Pasé mi lengua por mis labios, notándolos extremadamente secos, mientras mi ceño no hacía más que fruncirse, -pero por lo que tengo entendido, nadie más que alguien que haya nacido en este mundo puede venir aquí, así que es imposible que lleguen a pasar.

-No lo sabemos, son brujas, joder. Podrían hacer un hechizo con sangre de fae o algo así. Y tampoco puedo arriesgarme. – Dijo Ethan, pareciendo desesperado.

Miré al suelo, intentando pensar algo que lo consolara, y justo cuando me iba a acercar a abrazarlo, Tyler habló.

-Pensaremos algo, además, no es seguro que puedan hacer algo así. Y de todas formas, tenemos más poder que las brujas. Sólo hay que ver que somos el único mundo con una sola especie, somos los más poderosos.

Ethan asintió, retirando sus manos del trono, luciendo más apaciguado.

- Si, lo sé, pero de todas formas debemos estar alerta, e informarnos más sobre la situación,- asentí, comprendiendo sus palabras. Y estaba conforme con las medidas, hasta que prosiguió hablando, -por eso mismo he llamado a la Reina de Oscuridad, y a sus hijos.

Gruñí para mis adentros.

La Reina de Oscuridad, Iris, era una mujer gruñona y altiva, y la única otra gobernante de los faes.

Este mundo se organizaba en dos cortes, para mantener su perfecto equilibrio. La corte Oscuridad, y la corte Luz, de la que Ethan era rey.

Pero no era la Reina quien me preocupaba, era su hija, Aïcha.

Ella era preciosa, pálida como la nieve y con un largo y sedoso cabello platino.

Pero, aunque fuera hermosa, eso me daba más bien igual, lo que me importaba eran las miradas que le echaba a Ethan. Unas miradas que prometían más que amistad.

Y además, estaba el hecho de su posición como princesa, ya que las princesas que no eran herederas normalmente se comprometían con el príncipe de la otra corte, para conformar una alianza de Luz y Oscuridad. El orden perfecto, y lo que todo el mundo feérico deseaba.

Eso era lo deseaban Aïcha y su madre, deshacerse de mi para así poder colocar a Aïcha en el trono de Luz, y a su heredero, Killian, en el trono de Oscuridad.

Cosa que solo sucedería sobre mi cadáver

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