Capítulo 4

Las horas pasaban y a Paolo no se le metía en la cabeza que aquella mujer la conocía, esa manera de ser y actuar se le hacían muy interesantes, por su lado Rachel se esforzaba por pasar de él, tener su constante mirada sobre ella le hacían sentir incómoda, nunca nadie desde que era la temida “tormenta" ningún hombre la miraba más de dos segundos sin temer por su vida.

La hora de la carrera llega y por supuesto Rachel participaría, lista en la pista y con la confianza por las nubes sonríe, ella jamás perdía una carrera era muy buena.

—Ya saben pequeños amores— dice la chica encargada de dar la salida —estamos en el norte y aquí todo se vale, esto es ganar y no perder— dando una última sonrisa grita el go, solo escuchar el disparo acelera a fondo, todo marchaba bien, las curvas era un poco peligrosas, pero nada de lo que  debía preocuparse, un auto negro no se quedaba atrás y eso le estaba poniendo todo difícil a Rachel, sin perder el control de la situación hace los cambio necesarios y pisa el acelerador sin miramientos, no podía perder. Dejando el auto negro atrás iba a la cabeza, saboreando la victoria solo pensaba en ver las caras de los demás cuando la vieran bajar de su coche al pasar la meta de primera. Rachel iba fantaseando de como sería su victoria cuando un hombre se pasa la barra de seguridad y se mete al circuito, Rachel para no atropellarlo da un giro fatal, el coche se estampa contra la barra de seguridad y dando un salto vuela y el coche queda llantas arribas, el mareo y dolor en su cuerpo por la brusquedad del golpe se hacen presentes enseguida.

—Mierda— se quejó sin casi poder moverme y furiosa por aquel inconsciente —maldito idiota...— se caga en ese imbécil y en todo su puto linaje, estaba realmente con ganas de ponerle las manos al cuello y ver cómo muere lentamente.

—¿Estás bien?— Ricardo y Pet llegan a ella al igual que otras personas, todos preocupados se apresuran a ayudarle, quedando la peluca por dónde no debía su cabellera negra se sienta justo al tiempo que Paolo iba llegando, al ver a aquella mujer el corazón se le aceleró, no podía morir, no sin ser por su causa, apartando a todos llega hasta donde estaba Rachel en el piso.

—Den un poco de espacio— grita Paolo tomando el control de la situación, al verla tratando de pararse gruñe —quiero que te quedes tranquila, puedes empeorar todo, para— le ordena con un tono firme, ella le mira con odio ¿Quién era él para hablarle así?

—Déjame en paz aquaman— le aparta aún cuando eso le ocasiona dolor —estoy bien solo fue un golpe— miente, realmente se había golpeado la cabeza y su pierna izquierda.

—Que necia eres mujer— sin pedir permiso la toma en brazos.

—¿Qué crees que haces?— se apresura a decir Ricardo —ella nos tiene a nosotros— le aclara.

—No me interesa— les mira a los dos —seré yo quien la cuide— les mira amenazante ante la atenta mirada de los espectadores, Pet le miraba con curiosidad, era ese el que había tocado la puerta de Rachel horas antes, lo vio en el vídeo de seguridad.

—No le hables así... Yo... Yo...— no puede decir más queda inconsciente en los brazos de ese italiano que odiaba sin ningún motivo.

—Déjalo Ricardo, él sabrá lo que se llevará cuando ella despierte— le detiene Pet a su amigo, Paolo sin más se aleja de la multitud con aquella mujer que suponía un riesgo hasta para ella misma, pero no podía esperar más, es hija de su padre. Al llegar a casa sube en dirección a su habitación donde la desnuda y quita su ropa sucia y en mal condición —sin duda esto lo voy a disfrutar mucho— dice admirando aquel cuerpo que solo es tapado por un sostén y una tanguita, dejando de mirarla o no podría contenerse se dirige a la cocina para preparar algo. 

Rachel estaba volviendo en si, esa cama era realmente cómoda, pero podía sentir que no era la suya, abriendo los ojos se encuentra con una habitación oscura y enorme igual a la suya, un ruido en la puerta le ponen alerta pero cuando quiere levantarse el dolor no la dejan.

—Mierda— se queja frustrada ¿Dónde estaba y por qué estaba en ropa interior? Su pregunta se contestó en cuanto ve entrar a aquel hombre a la habitación —esto debe ser una puta broma ¿Qué coño hago yo aquí contigo?— le ladra sin importarle nada y sin querer una respuesta.

—Cuido de ti ¿No ves?— Rachel recorre su cuerpo.

—¿Cuidarme? Por favor... Lo que te estás es aprovechando, llévame a mi casa ya mismo ¿Dónde están mis amigos?— trata de levantarse a pesar del dolor y lo hace, pero no puede mantenerse en pie por lo que se desploma, pero Paolo dejando la bandeja se apresura a ayudarla, le acuesta en la cama y se coloca sobre ella.

—Si me hubiera querido aprovecharme de ti— le habla muy cerca de la cara, Rachel estaba muy nerviosa por la cercanía de él —hubiera hecho esto— sin cortarse nada rasga un lado de las bragas y pasa un dedo por el borde de su sexo —te besaría siempre que quisiera— acerca sus labios a los de ella rozándolos —te acariciaría sin restricciones— aleja su mano dela intimidad de aquella mujer que solo lo había tratado con groserías y a caricia su mejilla, Rachel atónita y sin saber que hacer solo le mira a esos ojos que desde que lo vio la perturban, su cuerpo reaccionaba a él y eso no estaba bien, se sentía nerviosa pero no incómoda.

—Aléjate de mi maldito enfermo o te juro que lo pagarás muy caro— le masculla descolocándolo —no quiero que me cuides, no quiero estar aquí, llévame a mi puta casa— Paolo sonriendo se levanta y mira por la ventana.

—Si quieres te puedes ir, mira, nuestras ventanas están una muy cerca de la otra será fácil— le guiña —ahora como no quieres que te cuide me voy a la ducha, quiero relajarme— dejándola ahí sin poder hacer nada se va a la ducha —maldita sea— susurra al sentir ese calor que emanaba su cuerpo, su erección cada vez se hacía más dura, el agua fría bajaba por su cuerpo, pero parecía no hacer efecto, el calor era exagerado, dejando la mente en blanco logra calmarse, aquella mujer debía ser de él antes de hacerle daño.

—Te odio— grita Rachel cansada por intentar levantarse, podía caminar pero su pierna había sufrido mucho y dolía.

—¿Qué me odias?— ríe Paolo desnudo ante ella, mirar como se secaba el cabello y ver las gotas recorrer su perfecto cuerpo le hacían temblar, ella quería desviar la mirada pero no podía, él era cautivador... —no tienes por que odiarme, no te tengo aquí a la fuerza— se encoge de hombros.

—Llévame a mi casa— le grita mirándolo a los ojos —no quiero estar aquí contigo desnudo ¿No te da pudor?— escuchar esa carcajada burlona de su parte le hacían enfurecer.

—¿Por qué me iba a dar pudor? Soy sexy no lo vez?— él tenía toda la razón, era muy apetecible a la vista, pero ella no era quien le daría la razón.

—¿Sexy? Pues si... Pero no de mi tipo— le mira burlona —está bien no me quieres llevar a casa ok... Esperaré a que mis amigos vengan por mi— eso a Paolo le agradó y mucho, estaba a su merced. Poniéndose una bata de ceda en blanca suspira.

—De acuerdo, descansa— Rachel boquiabierta le mira.

—Mira aquaman... No me jorobes la vida, llévame a casa ya mismo— le complacía verla así, de ella se decía mucho y la mayoría que era despiadada pero ante él había una mujer débil y que no era más que una fachada.

—Eso soy— asiente mirándole —soy tu aquaman— sin más sale de la habitación demandándola ahí plantada y sin poder irse a su casa ¿Qué coño estaba pasando? Era lo único que ella se podía preguntar, ella no era de quedarse callada y aún estando lastimada podía ser mas cruel con él, no le estaba gustando nada todo esto, ese hombre se le hacía muy misterioso.

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