Capítulo 3

—Fue un placer aquaman— ríe ella para el disgusto de él, caminando hacia la puerta se la abre —diría que algún día te visitaría... Pero no puedo respirar bajo el agua— su burla estaban colmando la paciencia de Paolo, realmente creía que la mataría antes del tiempo adecuado.

—Sé supone que las sirenas pueden hacerlo todo, pero claro no te culpo, hay unas que vienen defectuosas— para su asombro ella ríe como si él fuera un payaso, Paolo tremendamente ofendido y sintiéndose nada se va de aquella casa donde estaba esa insufrible.

—¿Qué te pasa?— pregunta Filipo viendo el estado en el que llegué.

—Esa tía es una maldita insufrible, su chulería no es normal— gruño de inmediato —creo que la voy a matar antes de tiempo— grito.

—Wepa macho calma— le tranquiliza William —¿Es tan sexy como se ve en las fotos?— le miro descolocado.

—No lo sé, solo fui a lo que iba y listo— frunzo el cejo sintiéndome descubierto sin saber por qué —es solo que ahora que lo tengo todo en marcha el desespero quiere poder conmigo— me echo en el sofá, debía tranquilizarme y no dejarme llevar por la adrenalina.

—Eres un agente, no es fácil que perdamos el control— Filipo me mira con seriedad —debes ser muy precavido y lo sabes— me tiende una cerveza.

—Lo sé... Debo ir con cuidado, pero debes saber que esto es personal, después de tantos años ese maldito idiota se a descuidado y solo quiero terminar con esto de una buena vez— miro a mis colegas.

—No comas ansias amigo— William se sienta a mi lado —sabes que esto hay que llevarlo muy bien, no sabemos nada de ella y hay que ir poco a poco, debes ganarte su confianza, se dice que es muy despiadada al igual que su padre ¿Cómo vas con eso?— dando un trago a mi cerveza resopla.

—La tía es dura ¿Pueden creer que su mirada hacia mi era como la de un niño para un vegetal?— mis amigos carcajean ante mi seriedad.

—Si que la tienes dura Moretti, si que la tienes dura— ríe Filipo.

—Si la tengo dura pero ya sabes que—  carcajean como si estuviera bromeando, está venganza la voy a disfrutar mucho, solo siento odio por esa mujer y su maldito padre, pero está buena, carajos sus putos tatuajes la hacen ver aún más sexy, mi polla dolía por lo que trato de no pensar más en ella.

—Han tardado mucho— les gruño sentada a la mesa —un hombre vino a tocar a mi puerta —les miro con resentimiento —pudo ser un hombre que trabaja para papá y ustedes no estaban para ayudarme— les reprocho.

—Por favor...— ríe Ricardo —como si necesitaras ayuda para ocuparte de un solo hombre— le miro lo más mal que puedo.

—Jodete Ricardo— le grito.

—Paren, estamos a la mesa— se interpone Pet —coman rápido debemos irnos— sin decir más nada suspiro y sigo con mi comida.

En el circuito ilegal de carreras de coche se encontraba Paolo con su grupo de colegas y Rachel llegaba con sus amigos, los dos estaban ajenos a la presencia del otro.

—Joder hay carne fresca— grita un hombre mirando con lujuria a Rachel, ella sin prestar atención sigue su camino —no seas tímida nena— sin más le da una nalgada que hace adelantar dos pasos a Rachel por la fuerza que llevaba, ella en un solo movimiento lo tira al piso y le da un golpe certero en la garganta.

—La próxima vez que toques mi culo, será lo último que podrás sentir— ante las risas y los silbidos se levanta y mira a sus amigos —americanos idiotas— dice en español.

—Sin duda alguna vamos a ser una sensación en este lugar— sonríe Ricardo sabedor de que su amiga era un peligro y más con los hombres que se pasaban de listo.

—No será nada difícil que impongas respeto— le comenta Pet —ya te miran con admiración— Rachel recorre el lugar con la mirada y asiente.

—Una nueva figura de autoridad llegó y ellos deben tenerlo bien en claro— al llegar a la barra se dispone a disfrutar con sus amigos sin saber que un par de ojos no se le quitaban de encima. Ella lucía una peluca roja, lentes de contactos en verdes y su vestimenta de cuero negro, se veía sexy de la cabeza a los pies y eso pensaba Paolo y su dura erección que sin saber que era ella se le alzaba.

—Mira a esa pelirroja— cuchichea Paolo —creo que la he visto antes— Filipo y William miran en la misma dirección que su amigo.

—No lo creo colega, solo llevamos horas aquí y no hemos ido más allá de la agencia, un restaurante y a nuestra casa— Paolo niega, se le hacía conocida.

—Joder colega no es así, no la has visto— trata de convencerlo Filipo.

—Solo ve y háblale no seas marica— le ínsita Rose.

—Si, quiero ver eso de “ninguna se me resiste"— le reta Rudy —es nueva aquí, jamás la había visto así que debe ser presa fácil— Paolo Moretti jamás decía que no a una apuesta y menos a una de esas.

—Solo miren como se lanza a mis brazos en un minuto— le da un último trago a su cerveza y con seguridad se acerca a ella —perfecto día para correr ¿Verdad?— Rachel al escuchar ese acento italiano se voltea se inmediato ¿Qué carajos hacía ese tío en un lugar como ese?

—Tan bueno como para que me dejes en paz— le gruñe ella poniendo un acento español en su perfecto inglés, así no reconocería su voz.

—Mmmm difícil— sonríe.

—Amigo yo que tú la dejo en paz— le advierte Ricardo, Paolo que no prestaba atención solo ríe.

—Tranquilos que no provocaré algo que no quiero— Rachel casi perdiendo su paciencia se gira y mira a ese moreno súper alto y sexy que estaba frente a ella.

—No quiero hablar contigo, no me interesa si es una perfecta noche, no me interesa tener una conversación dónde nos conozcamos más, así pues a dar por culo y déjame en paz— a Paolo se le sacudía todo el cuerpo por como esa mujer le había hablado, jamás en su vida una fémina se le había resistido y mucho menos dado calabazas sin antes usar su encanto que le hacía tener poder sobre ellas. Poniendo una sonrisa de gilipollas le recorre su cuerpo, no había duda ella iba a sufrir y mucho, de eso se encargaría él.

—No te lo creas tanto preciosa, solo fue una observación— se encoje de hombros —y para ser sincero me gustan las de menos kilómetros— guiñándole se aleja de ella. Mirando como se aleja siente como las palabras de aquel maldito hombre surtieron un efecto en ella, si eso pensaba sin conocerla ¿Qué hubiera pensado si supiera de ese pasado que es el suyo?

—Si quieres voy y le rompo la cara— se ofrece Ricardo.

—No, déjalo no pasa nada, es un auténtico idiota— resopla y dejando todo de lado se centra en sus amigos y su diversión esa noche prometía y la iba a disfrutar a lo grande.

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