UN ENCUENTRO INCÓMODO

Sara

Amanecí con un terrible dolor de cabeza. A mi lado, Franco estaba recostado en la cabecera, se había quedado dormido auxiliándome en mi mala noche. 

El evento ya había terminado, habíamos acordado en desayunar con quienes quisieran unirse en el restaurante del hotel. Pero honestamente yo no estaba de humor para socializar. Además tendríamos que toparnos de nuevo con Carmela y era lo que menos me interesaba. Tal vez soy muy inmadura, pero prefiero no arriesgarme a cometer una locura.

Sono el tintÍn de los mensajes de mi teléfono celular, raro que en domingo me busque alguien tan temprano. Sonó de nuevo.

“Enana, urge que te comuniques a casa” Chocho

Era mi hermano Alex, sin duda era importante.

Llamé a la recepción del hotel y pedí que me comunicaran de inmediato. Franco comenzó a moverse. 

-¿Qué pasa Sari? Duérmete de nuevo, es muy temprano.

-Debo llamar a casa, tengo un mensaje de Alex-. Franco entendió que eso podría ser algo importante.

Me levanté al baño, mientras la recepcionista me transfería la llamada.

Después de unos minutos, sonó el teléfono.

-¿Enana?

-Hola, ¿cómo estás? ¿Por qué la urgencia?¿Está todo bien?

-Es mamá, está en terapia intensiva. Le dio un infarto.

-¿Qué? Pero si ella es muy sana.

-Lo sé Sari, todos estamos sorprendidos.  Papá me pidió que te avisara. 

-Tomaré el primer vuelo llegando a Madrid.

-¿Pues dónde estás?

-En Sevilla, terminando una convención.

-Tranquila Sari, todo saldrá bien. Papá y todos sus colegas están al pendiente.

-¿Cómo está él?

-Ya sabes como es. Frío como doctor. Pero está optimista y noto algo de angustia en su mirada, pero no porque esté preocupado, creo que es porque no estaba con ella cuando sucedió todo.

Colgué el teléfono. Franco estaba sentado a mi lado, mientras yo no pude evitar romper en llanto. Mi mamá en el hospital, eso si era algo extraño, y eso me preocupaba bastante, hay muchas enfermedades silenciosas… Franco me abrazó y cuando por fin me sentí con fuerza, decidimos prepararnos para marcharnos.

Al llegar al lobby del hotel, nos topamos con varios colegas despidiéndose. La gran mayoría viajaban a Madrid en tren. Otros se marcharían por avión. 

A Franco y a mi nos gustaba el viaje en tren, en ese momento me hubiera gustado viajar en avión, aunque en tiempo, al final terminariamos llegando a casa a la misma hora. Le pedí a mi a mi hermano que buscara un vuelo para poder marcharme pronto, me envió varios mensajes durante la mañana, y consiguió un vuelo para ese mismo día a las 11 de la noche. 

Aún faltaba algo de tiempo para tomar el tren, por lo que paramos a comer algo. Los argentinos estaban haciendo tiempo en un bar, nos sentamos con ellos a beber algo mientras Helena, del otro lado de la mesa, me hacía caras y gestos. No entendía lo que trataba de decirme, cuando unas manos taparon los ojos de Franco, quien estaba a mi lado.

-¿Quién soy tío?-reconocí la voz de inmediato. Franco, retiró las manos de Carmela al instante. 

Con su actitud más seria, solo le dijo: Buenas tardes, Carmela. ¿Ya conoces a Sara mi esposa?

-Sí mi vida, es muy maja, mira que después de mi arranque de ayer siga contigo, es de agradecerle. ¿Ya te dio las gracias?-Me dijo con sorna.

-Voy al servicio.-Me levanté esperando a que Franco me hiciera segunda.

-Te acompaño. 

Esperó fuera del WC de damas a que yo saliera. Nos miramos con complicidad me tomó de la mano. Al llegar de nuevo a nuestra mesa, Carmela ya se había adueñado de mi silla. Lo que me faltaba, justo en ese instante llegó el mesero con mi almuerzo. 

-¡Pero yo no he pedido nada tío! 

-Es mío-. Dije con determinación antes que esa estúpida lo enviara de vuelta a la cocina.

Me senté en la silla de Franco, quien se quedó tras de mi como fiel guardián. Mientras Carmela charlaba dándome la espalda.

Al llegar a casa, Franco me insistió en acompañarme a México. Pero él no podía ausentarse así nada más a sus actividades en la Universidad.

Después de revisar vuelos, hablar con mi padre, con mi hermano Alex y con Franco, tomé el avión directo de Madrid a la ciudad de México por la madrugada. Franco me alcanzaría unos días después, dejando todo lo importante organizado y delegado. 

Aterricé en la ciudad de México, mi hermano Alex y mi abuela ya me esperaban. Sugirieron llevarme a casa, pero yo primero quería ver a mi mamá.

Mamá estaba conectada a mil aparatos, como Carlos años atrás. La diferencia es que mamá tiene posibilidades de vivir. Aquellos días en el hospital, me movieron muchas emociones. 

Franco me estuvo llamando y enviando mensajes a lo largo del día, ya tenía su vuelo para antes del fin de semana.

Su madre se ofreció a venir para ayudar en lo que fuera necesario, pero insistí en que no era necesario.

Al fin, aquella noche, mi madre se encontraba más estable, ya tenía fecha para la cirugía. Así que fui a dormir a casa, papá se quedaría con ella en el hospital y yo llegaría temprano.

Cerca de la medianoche, pitó el tintín de los mensajes.

"Me la vas a pagar pedazo de idiota", de un número desconocido. De momento, pensé en Carmela. La mujer me había tomado mal rollo y eso me ponía de pésimo humor. Traté de no darle importancia, confiaba totalmente en Franco.

A la mañana siguiente, Alex pasó por mi para llevarme de nuevo al hospital y luego ir al vivero a supervisar que todo estuviera en orden. La cirugía de mamá sería esa tarde, por lo que los dos planeamos estar en el hospital acompañando a papá quien tenía la intención de ingresar a la cirugía. No me parecía buena idea, pero él era médico y así lo esperaba.

Cuando me bajé del auto, recibí una llamada, el número era desconocido, por un momento pensé que era Franco así que contesté:

"Te vas a arrepentir idiota, tu felicidad llegará a su fin", dijo una voz distorisionada.

Entré deprisa al hospital y fui en busca de mis padres. Todo estaba en orden. Mamá dormida y papá leyendo el periódico. 

-Estás pálida. ¿Todo está bien?- dijo. Le mentí, no lo estaba, pero no quería darle más preocupaciones. Aquel mensaje era de alguien que no me quería y sabía dónde encontrarme. Carmela, por muy descarada que fuera, no la creía capaz de estas bajezas, solo había una persona interesada en desaparecerme de su vida... 

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