Capítulo 7

[ALEGRA]

Al día siguiente: 22 de abril

Dos rayitas… eso es lo que veo en las tres pruebas de embarazo que me hice e inevitablemente rompo en llanto. No quiero tener un hijo suyo… esto no puede estar pasándome.

—¡Alegra! — Lo escucho gritar del otro lado de la puerta del baño mientras golpea una y otra vez —¡ábreme la puerta antes de que la tire abajo! — continua y simplemente me muevo un poco aun sentada en el suelo y estiro mi brazo para alcanzar la perilla y girarla. Él rápidamente abre la puerta, entra y me mira como intentando entender lo que ocurre, pero decide observar las pruebas de embarazo antes de preguntarme nada.

Cada vez que lo veo, viene a mi cabeza la imagen de él en nuestra cama con ella. No entiendo cómo pudo hacerme esto, como de repente destruyo todo así —No lo quiero tener— Digo llena de rabia.

«Sé que este bebé no tiene la culpa, pero quiero que él sepa que no quiero nada suyo»

Repentinamente me sujeta del brazo obligándome a poner de pie y me acerca a su cuerpo —Ni se te ocurra cometer una locura— Amenaza y no sé como se atreve a pedirme algo así.

—Ni siquiera crees que es tuyo, ¿Qué te importa lo que haga con mi hijo? — Lo reto mientras que siento como las lágrimas siguen cayendo por mis ojos —Además, así te dejo el camino libre para que te vayas con ella… créeme que no quiero volver a verte cogiéndotela como lo hiciste la otra vez. — Sentencio y muevo mi brazo para que me suelte, pero solo consigo que me sujete con más fuerza.

—Escúchame Alegra, no estoy jugando — Me advierte —No vas a hacerle nada a ese bebé, ¿me escuchaste? — Ordena.

—¡¿Y quién te crees que eres?! Ya no tienes ningún derecho sobre mí, lo perdiste el día que te acostaste con ella. — Le reclamo sin poder parar de llorar y me siento la más estúpida del mundo.

—Alegra…— Pronuncia mi nombre en un susurro —Por favor, no lo hagas… no hagas que el bebé pague por nuestras culpas. — Me pide y es la primera vez que lo veo con tanto remordimiento.

—Por las tuyas querrás decir, porque no fui yo quien te engaño— Sentencio sin dejarme convencer por sus palabras.

—¿Tú no me engañaste? ¿No le dabas información de mi empresa a tu jefe? ¿no te casaste conmigo sabiendo quien era y lo que buscabas de mí? — Me pregunta y odio que piense que todo lo que viví con él fue solo por interés, uno que nunca existió.

—Piensa lo que quieras— Respondo sin siquiera intentar defenderme de su acusación y muevo mi brazo una vez más consiguiendo que esta vez me suelte.

«No lo puedo creer, voy a ser mamá…» pienso mientras camino por la casa hasta salir al jardín y de manera instintiva llevo mis manos sobre mi abdomen —¿Qué vamos a hacer tú y yo? — Le pregunto a mi hijo y realmente siento ganas de huir de Asiel, de esta casa y hasta de esta ciudad para intentar recuperar algo de la paz que perdí desde aquella noche en que lo que creía que era mi feliz matrimonio se derrumbó en mil pedazos.

—Alegra— Lo escucho llamarme.

—¿Qué quieres? — Cuestiono sin voltear a mirarlo.

—¿Qué vamos a hacer ahora? — Me pregunta y quisiera decirle demasiadas cosas, pero no tengo fuerzas.

—No lo sé. — Decido responder.   

Él se para delante de mí y me mira con esos ojos negros profundos con los que me convenció de tantas cosas tantas veces —¿Les diremos a nuestras familias? — Averigua.

—Quiero el divorcio. — Respondo sin rodeos. 

Él se queda en absoluto silencio por lo que a mí me parece una eternidad y mira hacia el suelo —Lo siento, pero no te voy a dar el divorcio hasta que nazca el bebé, no quiero que cometas una locura y así deba ponerte a alguien que te vigile las 24 horas del día para que no le hagas nada, lo hare. — Me advierte.

—Tú también querías el divorcio, no te entiendo, ¿Qué cambio? Ni siquiera confías en mí. — Le pregunto completamente confundida.

—Cambio que no cargare con la culpa de que le hagas algo a ese niño…— Explica.

—No le hare nada, ¿feliz? ¿me das el divorcio ahora? — Negocio.

—No y es mi última palabra, cuando nazca el bebé volveremos a hablar del asunto. — Rebate y quisiera ahorcarlo con mis propias manos en estos momentos.

—¡No sé qué m****a consigues con retenerme a tu lado si estas con ella! — reclamo y lo golpeo en el pecho —¡¿Por qué no me dejas en paz?! ¡¿No te das cuenta que no quiero verte?! ¡que me lastimaste demasiado! — Le reclamo entre lágrimas de rabia que no me dejan ni siquiera respirar.

—¡Alegra! — escucho que me grita, pero no lo puedo ver.

[…]

Me pesa demasiado la cabeza, intento abrir mis ojos, pero la luz me molesta —Al fin despiertas, me asuste…— Oigo su voz que me dice y al voltear, está sentado a mi lado sobre la cama.

—Sal de aquí… no quiero verte y mucho menos tenerte cerca. — Le exijo.

—Yo me voy de aquí, pero que sepas que tú no vas a irte con mi hijo— Dice firme y se levanta de la cama para marcharse.

—No quiero que nuestras familias lo sepan— Le grito antes de que cruce la puerta.

—Como quieras. — Sentencia y da un portazo mientras que yo me siento infeliz cuando debería estar feliz y emocionada porque voy a ser mamá…

«¿Cómo es que llegamos a esto?» esa es la pregunta que me hago una y otra vez en mi cabeza.

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