Capítulo 4

Después de aquel beso en la ciudad antigua de Pompeya, nuestra relación dio un giro inevitable. Recorrimos aquel sitio tomados de la mano como si fuéramos novios, mi brazo había encontrado su sitio favorito en el mundo alrededor de su cintura y el regresar a Roma se convirtió en una opción que ambos rechazamos. Decidimos pasar lo que quedaba de la tarde y noche en Nápoles y emprender nuestro retorno a Roma al día siguiente.

La pizza más magnifica del mundo se convirtió en nuestra cena, no nos pudimos decidir por una sola y terminamos pidiendo una margherita y una buffarina, ambas nos encantaron y nos hicieron querer poder comer más, pero éramos conscientes que debía quedar un espacio para la famosa sfogiatella y capuchino napolitano. Se podría decir que fue un festín gastronómico que terminamos en un bar a altas horas de la noche y con unas copas de limoncello. Nunca había disfrutado tanto de cosas tan simples con alguien, Alegra no es solamente hermosa, es divertida, inteligente y tiene unas ocurrencias tan únicas como ella.

Nos negábamos a que aquella noche se terminara y así lo dejamos saber cuándo al llegar a aquel hotel boutique que habíamos elegido para pasar la noche, transformamos nuestra "casual" estadía en la noche más increíble de todas. Una guerra de besos dio inicio en el pasillo del quinto piso de ese hotel, abrir la puerta fue toda una aventura, pero al conseguirlo, entramos a la habitación causando el incendio más voraz de todos. No me era lógico desear tanto a alguien con apenas 48 horas de conocernos, pero algo ocurrió entre los dos que nos hizo dejar la piel en aquel encuentro donde nuestras prendas se convirtieron en victimas de nuestra urgencia.  

—Esto es una locura. — me decía mientras sus manos iban desvistiéndome a medida que recorríamos aquella habitación.

—No lo pienses, solo ámame.— la alenté y volví a atacar su adictivo cuello que aquella noche se convirtió en una de mis partes favoritas de su cuerpo.

—Si lo pensara, ya hubiera salido corriendo de aquí, ahora solo hazme el amor. — pronuncio y esas fueron algunas de las últimas palabras que escuche antes de que mis labios recorrieran entera la geografía de su cuerpo sobre aquella enorme cama que fue testigo de nuestra primera noche juntos.

Cada detalle de ella es perfecto, entre beso y beso memorice cada milímetro de su piel, cada curva perfecta, cada lunar que ella tiene, los cuales creo que ganan a la cantidad que yo tengo, bebí de su piel saciándome y no sé cómo entre esa locura pronuncie un "estoy loco por ti" que sentencio todo entre nosotros dos.

Lo que sucedía en aquella cama no era simplemente sexo, tampoco era un deseo patrocinado por las varias copas de limoncello que habíamos bebido, mucho menos era un simple efecto secundario del romanticismo que ofrece un país como Italia. En esa cama ella me devoro como si yo fuera el hombre de su vida y yo me sacie de ella como si hubiera esperado toda mi vida por su llegada. Nuestros cuerpos se fundieron encontrando un mundo nuevo de sensaciones que nos hizo aferrar el uno al otro e intentar callar gemidos entre besos que volvían a quemarlo todo. La primera noche con ella fue algo indescriptible, no lo había sentido nunca antes con nadie y a pesar del miedo que eso me daba, decidí seguir adelante hasta que un sincronizado orgasmo nos hizo entender el nivel de conexión que existía entre los dos.

«¿Amor a primera vista es que lo llaman?»

No sé si ese es el nombre correcto para esto, solo sé que me quede quieto en ella por un instante y la mire a los ojos —¿Me crees si te digo que me casaría contigo mañana mismo? — le pregunte y sus ojos grises me miraron tal y como si yo estuviera loco. Tal vez era verdad, tal vez había perdido completamente la cabeza, pero todo se sentía perfecto con ella y no dude en decírselo.

Sonrió, llevo sus manos hacia mi cabello y me acerco a su boca — esperemos que se nos pase el efecto de los limoncellos, si seguimos pensando igual, tal vez y te digo un sí. — me dijo y me volvió a besar. — ¿Cuánto tiempo debo esperarte para un segundo round? — me pregunto pícaramente y reí.

—Bésame y veras. — la reté e hice que giráramos en la cama hasta que ahora ella fue quien quedo sobre mí.

—A ver...— dijo desafiante y me beso con más urgencia que antes para volver a encendernos y dar paso una vez más a esta pasión.

Sentía demasiadas cosas a la vez por Alegra, tantas que ya no sabía cómo es que iban sucediendo, solo las dejaba fluir a pesar de que me parecía una locura sentirme de esta manera por alguien a quien apenas conocía.

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