Capítulo 1- Primer día de clases

Louis

La luz del sol me comienza a molestar, lo cual provoca que abra los ojos, en verdad no tenía muchas ganas de hacerlo. Sí, era el primer día de clases del último año de escuela, en verdad no me emocionaba volver, lo único bueno es que estaba a solo un año de poder asistir a la universidad, al fin podré mudarme a Londres como siempre he querido y poder empezar de nuevo, dejando atrás todos los malos recuerdos de esta ciudad.

Ese pensamiento es el que utilizo para levantarme y ponerme de pie. 

Luego de asearme, me coloco un pantalón jean, una camisa blanca y me miro al espejo; noto mi cabello hacia todos lados, pero no me preocupo por él, mi cabello es medio bipolar, unos días es rubio, otros días es castaño, simplemente lo dejo ser. Me dirigí hacia él comedor mi madre se encuentra desayunando.

—Buenos días mi niño.

Ya tengo dieciochos años, pero para ella sigo siendo un bebé que aún no sabe caminar. Le echo la culpa a ser hijo único. Desde hace un año somos solo ella y yo; no, mi padre no está muerto, ojalá fuera eso, pero no el desgraciado que me ha tocado como padre, sigue vivo y disfrutando de su fortuna.

Mis padres se separaron, porque hace poco nos enteramos de que mi querido padre tenía otra familia, hasta con otra hija casi de mí misma edad, mi mamá no lo pensó dos veces y lo echó de la casa, sin pensarlo. Por eso siempre digo, chicas estudien, prepárense, no dependan de nadie, tienen el poder de dominar el mundo si se lo proponen.

Mi madre es el mismo ejemplo de eso, su familia no era de muchos recursos, pero eso no la detuvo para convertirse en unas de las cirujana pediátrica más reconocida del país, no necesitó ni un peso de mi padre, para seguir manteniéndome.

Siempre la he admirado, por lo fuerte que es, ahora mismo está frente a mí, hablándome de cómo le fue en el día de ayer en el hospital, con una sonrisa que transmite entusiasmos y calidez. Nadie diría que hace menos de seis meses había pasado por un divorcio, que la consumió por completo, ella sabía que lo mejor era cortar cualquier lazo con mi padre, pero eso no significaba que no le dolía, ella estaba perdidamente enamorada de él, creo que aún sigue queriéndolo, por eso fue tan difícil, la vi por meses llorar desconsoladamente, perdió peso en gran cantidad.

Pero eso no la detuvo, como ella siempre dice, las tormentas, solo anuncian lo brillante que saldrá el sol.

Ella era el sol, en mi mundo.

—¿Por qué no te pusiste una camisa azul? —preguntó ella—. Combina con tus ojos.

—Mamá, no porque tenga los ojos azules, solo me pondré ropa azul.

—Pero es que resalta tus ojos y es tu primer día de clases de tu último año, en poco tiempo te irás a la universidad y me abandonarás—comentó ella con nostalgia.

—Estoy emocionado por eso.

Eso era cierto, la que no estaba emocionada era ella.

—Louis—dice ella en forma de regaño y yo solo le giño un ojo.

En ese momento suena el timbre. La miro para que vaya a abrir la puerta ella.

—Ve, abre la puerta—Me ordena ella.

Yo ni recuerdo la última vez que hice eso, ya que Rosita y Ana, siempre lo hacen, son las chicas que ayudan a mi mamá con la limpieza de la casa.

—Y ¿Rosita y Ana? —pregunto inocentemente.

—Louis Alexander Harris Morris, he dicho que te levantes a abrir la puerta.

Odio que me llame por mi nombre completo, le doy la sonrisa más falsa a mi madre y voy a abrir la puerta.

Al hacerlo me encontré con una gran sorpresa.

—Looouissss —gritó ese chico pelirrojo de ojos café.

—¿Qué haces aquí? —pregunto, sorprendido, ya que quien estaba frente a mí, era un amigo que había hecho en mis vacaciones a Argentina.

—A mis papás los transfirieron para acá—comunica él emocionado.

—¿En serio? —digo aún sorprendido.

—Si y eso no es todo—expresa mostrándome su mochila—. Llamé a tu mamá, para que me digiera en que escuela estabas y ¿Qué crees?

La emoción le sale por los poros. No extrañaba para nada eso.

—No te creo—digo y el pelirrojo me abraza.

En verdad no me esperaba la llegada de Alex, por cierto, sí, es mi tocayo; pero un amigo, nunca está de más. Lo invité a entrar, desayunamos mientras él le contaba todas las locuras que hicimos en aquel hotel, donde nos conocimos.

Fue hace tres años, en vacaciones de navidad, mi madre fue a una conferencia y me llevó con ella, el padre de Alex es cirujano cardiotorácico. Técnicamente éramos los únicos adolescentes en aquel lugar, porque nadie más había llevado sus hijos.

Recuerdo haberle rogado a mi madre que me llevara, porque nunca había estado en Argentina. 

Alex es de ese tipo de persona que hablan hasta por los codos, nunca se rinde ante una discusión. Esa fue la razón por la que nos hicimos amigos, para ser exactos, luego de una larga discusión sobre cual casa de Hogwarts era la mejor. 

Mantener una amistad con él a larga distancia, ha sido fácil. 

Después de desayunar, nos fuimos a la escuela, caminando, ya que se encontraba a solo una esquina de mi casa ¿Ventaja o desventaja? Aún no lo sé.

Mientras llegaba escuchaba a todos gritarse, saludarse y yo en verdad no estaba tan emocionado de que comenzaran las clases. En ese momento alguien se acerca gritando mi nombre y se me engancha en la espalda ¿Quién es la única capaz de hacer eso? fácil, mi mejor amiga.

—Te extrañé, te extrañé, te extrañé...—expresa ella con mucha emoción, mientras se me apea de mi espalada.

—Yo no—comento volteándome para abrazarla.

—Mentiroso—dice ella correspondiendo a mi abrazo—. No Puedes vivir sin mí—añade muy segura y no les voy a mentir sin esa pequeña de cabello castaño y ojos color miel, no sé qué haría—Admítelo—dice al separarnos.

—Bueno está bien, tal vez te extrañé—confieso y su sonrisa de oreja a oreja aparece—. Pero solo un poco—añado para molestarla y recibo un golpe en mi brazo de su parte. 

Lo cual me hace reír, en ese momento escucho un carraspeo con la garganta y me recuerdo de Alex.

—Bueno Celeste...—digo posicionándome al lado de mi mejor amiga—. Él es Alex—Señalo al pelirrojo—. Un amigo que acaba de llegar de Argentina.

—Hola un gusto soy Celeste, su best friend forever —expresa ella— soy súper celosa con su amistad—añade súper rápido—. Así que te estaré vigilando—Me posiciona atrás de ella.

—Un Gusto—dice Alex sonriendo—. Tranquila, es todo tuyo—comenta y todos nos reímos.

En ese momento oigo a alguien acercase era Bryan él novio de Celeste y venía acompañado por Ángel Anderson. Pero él no se acerca, solo se quedó a un lado, de donde estábamos ¿Maduro de su parte? Para nada.

—Hola Louis—dice Bryan poniéndose a mi lado.

—Hola ¿Cómo pasaste tus vacaciones? —digo, siempre me había llevado bien con él.

—Tan increíble, que no quería comenzaran las clases—Me responde él, pero sin mirarme.

Su mirada estaba 100% en Celeste y Alex que hablaban de algo que en realidad no sabía.

—Somos dos—comento.

—Oye ¿Me podrías prestar a Celeste? —expresa él mirando fijamente a Alex.

—Es toda tuya.

—Y qué ¿soy un objeto? —enuncia mi amiga protestando.

En ese momento volteo mi vista y ahí estaba Ángel. En él momento que cruzamos mirada, volteó automáticamente. Odio que se porte como niño, el que debería estar enojado y comportándose como niño, debería ser yo, no él. Además, un simple saludo no lo va a matar.

Mi vista vuelve al frente, donde celeste, Bryan y Alex, está hablando, pero ni idea de que. Cuando intento entrar mi mente de nuevo en la conversación. En ese momento Celeste y Bryan se despide y se van.

Luego de eso Alex y yo nos introducimos a la escuela. A mí me tocaba Biología y a él inglés, así que lo llevé a su salón; luego me fui a mi clase. En verdad amaba la Biología, así que la clase pasó súper rápido y las demás también, busqué a Alex para irnos a la cafetería. Mientras entrábamos en ella, me estaba contado de algo que le había pasado en clase de inglés y en ese momento mi hombro choco con alguien. Y sí, si sabía con quién era, había chocado con "Ángel Anderson" se hizo un silencio extraordinario en toda la cafetería y todas las miradas voltearon hacia nosotros.

—Fíjate por donde caminas—habla Daniel, uno de los secuaces de Ángel.

—Que se fije tu amigo—respondo mi vista está sobre Daniel.

—¿Disculpa? ¿Quieres que ir a la enfermería tan temprano? —Lo veo acercarse a mí.

Me toma del cuello de mi camisa. Es más alto que yo, lo cual se lo hace más fácil, sus ojos verdes me miran con furia. siempre ha sido un niñato, que no sabe controlar sus emociones.

—Daniel, suéltalo—escucho la voz de Bryan.

—Si suéltalo—habla Alex, el cual intenta interponerse entre nosotros.

Pero uno de los chicos del equipo de basquetbol que andaba con ellos, lo detuvo. 

—Ahora ¿Qué decías?

—Que si no quieres terminar en la enfermería me sueltes.

Lo veo sonreír, suelta el cuello de mi casa y para luego pegarme un puñetazo en la mandíbula, lo que me hace caer al suelo, siento la sangre en mi boca. Odio a este chico.

Escucho las risas burlonas, de varias personas, esta escuela siempre ha sido un asco.

Mi vista se fija en Ángel, el cual se había mantenido al margen de todo esto. Sus ojos se posan en los míos, solo un segundo y eso es suficiente, para saber que la ira corre por su cuerpo.

Lo veo acercarse a Daniel, con una sonrisa, para así empujarlo, haciéndole caer al suelo, sorprendiendo a todos los presente. Pues Ángel se caracterizaba por romperle la cara a cualquiera que se le metiera en su camino. Pero sorprendió a todos, incluso a mí ¿Defendiéndome?

Ese sonido hace que toda la cafetería quede en silencio. Lo ha empujado con fuerza, sé que le ha tenido que doler a Daniel, Ángel tiene más fuerza de la que aparenta.

—Te dijo que lo soltaras, debiste hacerle caso—Lo veo acomodar su chaqueta.

Daniel se levanta como puede, mira a Ángel con ira, sé que quiere hablar, pero no lo hace, permanece en silencio.

—Suéltenlo—dice Ángel y sé que se refiere a Alex, el cual llega de inmediato a mí, para ayudarme a levantarme.

Al estar de pie, veo a Ángel saliendo e la cafetería, todos sus secuaces lo siguen.

—¿Qué acaba de pasar? —Escucho decir a Alex a la par mía.

—¿De qué hablas? —pregunto, haciéndome el loco.

—Vamos Louis, tú y ese chico se chocaron y fue como si Taylor Swit, se hubiera chocado con Katy Perry.

El comentario de Alex, hace que se me escape una sonrisa.

—En serio Louis ¿Quién es ese chico?

En ese momento suena el timbre y tenemos que Ir clases. ¡Uff! Salvado por la campana. En verdad no tenía ganas de hablarle a Alex, sobre Ángel. No es mi enemigo, pero tampoco lo considero mi amigo.

Entro al salón de Matemáticas muy concentrado en mis pensamientos. Ni me doy cuenta cuando me siento.

—Hey.

Alguien interrumpiendo mis pensamientos.

—Hola—digo al notar que era Celeste.

—¿Estas Bien? —pregunta ella con un poco de preocupación en su voz.

Ella toca mi mandíbula, la cual duele un poco ante su tacto. Pero no se lo doy a demostrar.

—Sí, como cualquier día en la escuela— Le digo mientras saco mis cosas de la mochila.

—Me dijeron lo de la cafetería—comenta mirando Daniel, que se encontraba en la parte atrás del salón—Lo mataré, luego lo picaré en pedazos y tiraré sus partes al mar, para que los tiburones se lo coman.

¿What? No sé si reírme o preocuparme, de que lo tenga todo tan pensado.

—Estás exagerando ¿No crees?

—Louis, nadie se mete con mis amigos y menos contigo.

Ella tiene intenciones de levantarse, pero en ese momento entra el profesor, lo que la detiene. Sé que se atrevería montarle toda una escena a Daniel y hasta de bofetearlo, la conozco, por eso agradezco que el profesor haya entrado.

No vale la pena, que pierda su tiempo con tipos como Daniel, solo son chicos con problemas de ira, los cuales necesitan sentir menos a los otros, para ellos sentirse bien con ellos mismo.

—Buenos Días chicos, pongan atención—dice el profesor—. Comenzaremos la clase hablando de Ecuaciones de segundo grado ¿Quién me puede decir ¿Qué son?

Varios levantan las manos, incluyéndome, a veces quiero pasar por desapercibido, pero soy tan nerd que no puedo. El profesor tiene su vista fija en la parte de atrás del salón, los cuales están haciendo de todo, menos atender.

—Daniel ¿Me puedes responder la pregunta? —dice el profesor.

Daniel se queda callado, no dice nada, solo se queda mirando al profesor con odio en sus ojos.

—Primer día de clases y ya está perdiendo el tiempo—expresa el profesor—Ángel, le puedes Ayudar a tu amigo, ya que estaba distraído contigo.

—¿Las ecuaciones de segundo grado? —pregunta Ángel, sin ponerle mucha atención.

—Sí ¿Qué son?—dice el profesor acercándose al asiento de Ángel.

—Son ecuaciones cuadráticas que pueden ser representada por un polinomio de segundo grado—explica él como si le hubieran preguntado su nombre.

Por lo cual yo no puedo evitar blanquear los ojos, porque puede ser un idiota, pero es un idiota inteligente.

—Bien, aunque sepas, deberías poner atención o por lo menos, no distraer aquellos que no saben—comenta el profesor, mirando a Daniel, el cual solo mira a Ángel y este tiene una sonrisa de lado.

El profesor no hace más pregunta y comienza a dar su clase.

Las otras clases restantes del día pasaron rápido. Ya estaba en mi casillero, guardando mis cosas, para poder dirigirme a casa, este día pudo no fue el mejor, pero, créanme, he tenido peores. 

Cierro mi casillero y me volteo para dirigirme para la salida de la escuela. En ese instante alguien choca con mi espalda.

—Lo siento, —dice la chica, que por su voz noté.

—No te preocupes—expreso volteándome, al hacerlo noto que es más pequeña que yo.

—Venía algo distraída y dando pasos rápidos, este primer día fue muy estresante ¿No? —dice ella, arreglando su cabello el cual era de un color negro y brilloso, no lo tenía corto, ni largo.

Solo asiento. Para así voltearme y empezar a caminar, ella se posiciona a mi lado.

—Y a ti ¿Cómo te fue?

Ay ¿Por qué me habla? Ni me conoce.

—He tenido mejores—digo algo cortante, no quiero, ni necesito esta conversación.

—Entiendo, mi nombre es Isabela y el ¿Tuyo?

Sé educado.

—Louis, un gusto—digo por fin saliendo de la escuela.

En ese momento suena un timbre de un celular y noto que es el de ella, porque lo saca de su bolsillo.

—Bueno ya me voy—me comunica ella—Mi mamá vino a buscarme.

—Adiós...—digo al ella pasar a mi lado.

Para luego desaparecer entre todos los chicos que salían de la escuela en ese momento.

—Muy linda—expresa alguien, lo cual provoca que me asuste.

—¿Cuándo llegaste? —pregunto al notar, que era Celeste—. Debes de dejar, de invadir mi espacio.

Mi mano está sobre mi pecho, en serio casi me mata del susto.

—¿Te gusta? —pregunta ella casi brillándole esos ojos miel que tiene.

—¿Quién? —digo caminando sin intención de escuchar su respuesta.

—Isabela, es la chica con la que estabas hablando. —ella se interpone en mi camino, haciendo que me detenga— Le di el tour por la escuela hoy, es nueva, me parece muy simpática. Harían linda pareja.

Solo blanqueo los ojos.

—Hasta mañana Celeste—expreso quitándola de mi camino.

Para así dirigirme a mi casa.

Al llegar, subo directamente a mi habitación.  Me acuesto un rato, cuando me levanto son las 7:10, así que me doy un baño. Siento el olor de lasaña en toda la casa, así que bajo a cenar.

—Y ¿Cómo te fue en la escuela? —Escucho decir a mi madre.

—¿En serio mamá?

—¿Qué? Todavía, eres mi niño pequeño y me vas a contar como te fue en la escuela—dice ella.

—Normal... clases, clases—Le digo casi riéndome—Ah y clases.

¿Qué rayo quería que le dijera?

—Y ¿Celeste?

—Ya sabes, siendo Celeste—Me río.

No puedo olvidar como casi me casa con alguien que ni conozco. Ella le encanta emparejarme con toda chica que conoce, pero no quiero y no necesito una novia, tengo demasiados problemas ahora, para sumarle una relación amorosa.

—Tienes que decirle, que venga pronto a visitarme—dice mi madre.

—Está bien, cualquier día de estos, la traigo a cenar—Le digo para que me deje cenar en paz.

—Eso espero—dice riéndose— y... Ang...—Ni siquiera la dejo terminar el nombre.

—Ni siquiera lo digas.

—Louis... eso es algo muy inmaduro de tú parte. Deberían hablar—dice ella mirándome directamente a los ojos.

—De mi parte o de la ¿de él? —digo frunciendo mi ceño—. ¿Sabes? ya se me fue el apetito, así que me voy—añado soltando él tenedor y levantándome.

—Pero Louis...—La escucho decir, ya subiendo las escaleras.

No puedo creer que me lo haya mencionado. Ni siquiera soy yo que tengo hablarle, es él. Yo no tuve la culpa de nada, él sólo fue que decidió que se acabara nuestra amistad. Además, yo no quisiera ser amigo, de lo que se ha convertido, porque sinceramente no creo que quede nada del Ángel que yo conocí. Así que me recosté en la cama e intento quedarme dormido, pero antes de hacerlo en su totalidad, recuerdo a la chica de la salida ¿Isabela era su nombre? 

No sé ¿por qué su recuerdo hace que mi enojo disminuya?

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