Un Gran Admirador

Fecha: 24 de setiembre de 2019

Lugar: EE. UU., San Francisco. (hogar)

Nicolle

Me había levantado cansada, tenía esas ojeras verdes amplias y mi pelo parecía que había pasado por un fuerte tornado... y todo por el caso que tuve que preparar para hoy. Me gustaba mi trabajo, me encantaba en realidad, pero amaba más dormir y estar en paz... cosas que no lograba muy seguido.

Me levanté de mi cama y me miré al espejo que era parte de la puerta del armario enorme que tenía, me veía como si me hubiesen pasado por arriba con un camión trece veces, pero sabía que en un ida y vuelta al baño, eso se solucionaba. Me dirigí a mi escritorio de madera amplio que tenía todo el papeleo que había dejado en la noche. Como yo solo necesitaba repasar agarre el post-it resumen:

Culpable-Alec Howard:

23 años, sexo masculino, acusado de asesinato.

Antecedentes; sospechoso de muchos asesinatos y rapiña.

Víctima-Scarlett Longht

46 años, sexo femenino, hijo fallecido (supuesta víctima).

Pruebas; imágenes (bastantes estropeadas), ADN, audios.

–Pan comido...– dije mientras me cepillaba los dientes y dejaba el papel en la mesada, ningún caso hasta ahora lo había perdido y en total iba 26 casos... 26 hombres encerrados. Desde chica amaba hacer justicia y defender, era la típica niña que se metía solo para saber la información necesaria de la situación y luego hacer de mediador, -si, no era muy querida-. Entendía que el mundo se hallaba lleno de maldad, pero también sabía que yo estaba en él para arreglarlo, me tengo bastante fe -como habrán notado-. Además, mi papi me había ayudado suficiente, gracias a él pude adelantar años de estudio y ya a mis 23 años estoy haciendo justicia, él tenía bastante influencia y dinero.

Me limpié la cara y me peiné, regresé al cuarto donde me puse mi pollera tubo negra el cual 4 dedos por encima de mi rodilla terminaba, mi camisa blanca totalmente lisa y mi chaqueta negra. Me miré al espejo y quedaba bien en esto, era adecuado este look para mí, como si fuese mi destino y era perfecto. Mi pelo negro terminaba en mi espalda baja, sin embargo me lo até en una cola alta y firme, mi piel era blanca y tenía rosa en mis mejillas, mis ojos eran verdes turquesas... Mis piernas finas, pero firmes y sin ninguna marca, mis caderas eran justas, equilibradas con mis pechos los cuales en conjunto me dejaban como un reloj de arena pero sin exagerar, sutil... Mis labios color rosa naturales se curvaron hacia arriba, me gustaba mi imagen.

Bajé a comer algo y estaba mi padre, mi madre casi nunca estaba presente. Charles Murray era el típico hombre respetado y en forma que daba una imagen coqueta y de madurez, era bastante carismático y sabio, pero en cierto modo todas mis amigas lo veían como un Suggar Daddy, cosa que me molestaba por completo. Yo heredé de él su cabello negro intenso y su buena vitalidad porque aunque él tenía 54 años, parecía de 30.

–Hola, corazón...– me saludo él sentado desde la barra de la cocina.

–Hola, papi, hoy encerraré a otro hombre y salvaré- le di un beso en la mejilla, –a más personas.

–No me satisface que trabajes de eso.

Agh, mi padre solía ser muy directo y desde que empecé a estudiar no le gusto para nada la idea, no sé que tenía de malo.

–No me importa y lo sabes papá.

Mientras me preparaba el desayuno él seguía hablando del tema, a veces me recordaba mi conciencia de que no debía vivir más con él -sí, era la niña mimada de papi-. Sin embargo él lo prefería así, era muy protector. Pero, por dios, tenía 23 malditos años.

–Espero que estés agarrando micro-casos, como te ordené...–silencio fue lo que recorrió la cocina, ¿por qué no recordaba que me dijera eso? Mi memoria nunca me fallaba.

–Nicki...– Advirtió él y un recuerdo llego como una notificación de aviso, lo había hecho, pero me había tapado los oídos para hacer de cuenta que nunca me llegó la información, obviamente yo quería casos importantes.

–Emm, supongo que son medios... Asesinato, robos, acoso y... Algunos negocios no legales.– Y mis sensores de tensedad en el ambiente se activaron haciéndome llegar un -la cagaste nena-, confirmé el problema cuando escuché el sonido del diario que leía, caer a la mesada.

Su voz, aunque no lo quería demostrar, se escuchaba más seria –¿Qué clases de negocios no legales?

–Ya sabes...– fingí normalidad, la verdad es que era buena actriz y mentirosa... algo debía de aprender en mi trabajo, –por ejemplo, la venta de animales no legales y esas cosas...

–Ah, si, los conozco– agarró de nuevo su diario. –Recuerda llegar antes de las 3 de la tarde, tu madre vendrá y quiere cenar contigo.

–Ajá–, vi la hora y agarré mi maleta, una buena jornada comenzaba llegando temprano. Le hice un gesto con la mano como hace un militar a su líder, –Bye papi–. Cuando ya estaba en unas salas lejos y a punto de abrir la puerta escucho de nuevo su voz.

–¿Cómo se llama el acusado?– nunca me preguntaba sobre los casos, era bastante raro, pero si no le contestaba de seguro me retenía como una prisionera.

–Alec... Alec Howard.– Apenas termine de decirlo, oí un seco ruido, supongo que fue su puño contra algo, pero luego no dijo nada más por lo que opte por lidiar con su bipolaridad en otro momento e irme a hacer mi magia al mundo.

***

Bajé de mi Range Rover negra y me encontré delante a mi mejor amiga Paulina Willman, apellido bastante importante, ya que el padre era un político que se estaba postulando para presidencia. Ella salía de su BMW rojo, del mismo color que su largo pelo. Tenia un cuerpazo y sus lentes de sol combinaban con su vestido justo negro, en resumen... mi amiga era una bomba.

–Buen día, monja.– Me llamaba así porque en los 20 años de relación siempre fui yo la que hacía las cosas para ser buena, mientras que ella las hacía por obligación o porque algo ganaba...

–Buen día, Satán– ¿un ejemplo? Yo elegí abogacía porque quería limpiar corruptos, ella eligió abogacía para poder divorciar a sus amigas y que en la separación de bienes ellas ganaran todo... más otras jugadas que debería de tener en su malvada y perversa cabeza.

–Te traje Starbucks baby– y me tendió un frapuccino mocha que agradecí mucho porque había dejado por la mitad el desayuno. –¿Qué tienes que hacer hoy? Además de subirte la pollera, OBVIO...

Inmediatamente observé mi ropa, –está perfecta, cuatro dedos de distancia con la rodilla... sabes que quiero demostrar con...

–confianza y determinio, porque son necesarios para dar miedo y ordenes indirectamente– me interrumpió imitando mi voz, –me lo dices a cada segundo.

Hablé evitando su comentario, –tengo a un asesino de un joven chico... Un animal al que debo encerrar. ¿Tú?

–Pues... Tengo una cita con el juez, ya sabes...– sí, sé que quieres acostarte con el para ganar el caso que estás hace días intentando. –Pero luego, debo ir con una familia a cenar; una mujer misteriosa, un Suggar Daddy y una monja.

Pobre, ni yo quería ir a la comida familiar –¿te invitó mamá?-, dije poniendo una mueca de tristeza...

–Sip. ¿Nunca te preguntaste en donde anda tu madre cuando no aparece?

–No porque no me importa, estoy feliz con mi padre.

–Si, tu "papi"...– me dijo mientras empezamos a caminar hacia el edificio, -¿a qué se dedica Charles?

–Es político, ya sabes... Pau,– la miré con duda, –trabaja de la mano con tu padre.

–I knoow– dijo a lo Mónica Geller, –no me observes como a una sospechosa. Solo que nuestros padres tienen bastante money, y... no sé, ¿te dije que hago teorías conspirativas?

–Si, bastante...– No pude terminar de hablar porque llegó el camión que transportaba a los acusados y las escoltas policiales. Como estaba en las escaleras frente a la puerta, le tiré un beso a Pauli que se quedaría tomando su café y me apresure a entrar.

Una vez dentro, me metí al elevador y apreté el botón número 6, mi piso. Dentro del ascensor estaban dos hombres en uniforme negro que pude notar disimuladamente, pero nunca había visto esos rostros. Algo olía mal... Yo soy una persona bastante detallista y observadora, por lo que intentaba deducir todo. Los botones del ascensor me delataban que ellos no habían tocado ningún número de piso y sentía sus miradas en mí.

Las puertas el ascensor se abrieron y me fui, en el juzgado ya estaba todo preparado, los dos sectores de sillas, el puesto del juez, la 'tribuna de justicia' esas personas que eran testigos y tomaban la última decisión si el sentenciador lo requería -a esos que había que chuparles las medias-.

–Buen día–, dije alto para todas las personas mientras entraba, la mayoría me conocía -poseía una reputación de la joven pero experta en casos o... la de ser hija de Murray-.

Frené en mi lugar y coloqué mi papeleo en mi mesa, tenía que hablar con mi cliente antes de empezar, pero no había llegado y faltaban cinco minutos para comenzar... Y como soy una maniática de la perfección y, en este caso no estaba resultando, me empecé a poner un poco nerviosa -obviamente por fuera siempre demostraba rigidez y seriedad-.

–Buen día, hablo con Nicolle Murray, ¿cierto?– me dijo una voz detrás de mí, una voz masculina y envidiable.

Me giré lentamente para poder verlo, –si, la misma, ¿quién pegunta?– respondí mirando a este chico de pelo marrón y ojos azules medios grises, era bastante alto y me parecía conocido. Sus marcadas facciones masculinas y su mandíbula eran una combinación perfecta.

–Un gran admirador...

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo