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Pasaron unos días y no he visto a la pelirroja acosadora. Tampoco es que me importe, claro. He estado muy ocupada como para preocuparme de eso; el trabajo es más cansado de lo creí. Maldigo el día en el que empecé mi vida sedentaria de estar todo el día en mi cuarto escuchando música. 

Me despido de Sofía y Miranda, quien leía un libro solo cristales curativos. Empiezo a caminar a mi casa tranquilamente con las manos en los bolsillos de mis pantalones. Cuando, mientras voy por la acera, empiezo escuchar un motor que va bajando la velocidad poco a poco mediante se acerca a mí.

Como el miedoso que soy, lo primero que pienso es que es una camioneta blanca con hombres y máscaras negras que secuestras chicos lindos como yo. Claro que me imagine una escena totalmente dramática de mi siendo secuestrado y les juro que sentí mucho miedo, el cual no duró tanto.

Lo que yo pensaba que era una camioneta secuestradora de niños lindos, en realidad era una motocicleta que me pasó por un lado y se estaciono un poco más adelante de mí. Pero en vez de tener alivio porque no es un secuestro, me quedo parado al reconocer la moto.

¿Qué es peor que unos secuestradores? Mi nueva vecina.

No sé por qué me moleste en imaginarme en peligro, en este pueblo nunca pasa nada.

La chica se saca el caso, haciendo que caiga su pelo rojo por su espalda. Gira su cuerpo a mi dirección, ubicándome rápidamente.

- ¿Te llevo? -ofrece con seguridad altanera.

-Lo siento, no me voy con extraños. -sentencio, empezando a caminar lejos de ella.

- ¿Llamas extraña a la chica que ha entrado a tu habitación? Auch -pone una mano en su pecho, fingiendo dolor-. No es muy amable de tu parte, corderito.

-Primero, no me llames corderito. Segundo, yo no te deje entrar, entraste como una ladrona. Que seas atractiva no significa que puedas entrar a las casas así -explico con frustración, parándome en seco al darme cuenta que inconscientemente la llame atractiva. 

-Así que piensas que soy atractiva -levanta una ceja, coqueta-. Gracias por el halago, pero ya lo sabía -comenta con mucha humildad.

-También dije que parecías una ladrona -trato de desviar lo que dije.

-Si no quieres que te lleve solo dilo -empieza a subir en su moto-. A fin de cuentas, puedes irte caminando.

Maldigo en mis adentros por la forma en la que ella me trata de convencer y por cómo me dejaré:

- ¡Bien! -suelto, lo que la hace voltear a mí un poco sorprendida- Dejaré que me lleves -esboza una sonrisa de victoria-, pero solo por esta vez. Le tengo miedo -expreso.

- ¿Te doy miedo?

-La motocicleta me da miedo -aclaro- No te creas tanto -bufo y ruedo los ojos.

Subo a la moto con cuidado, acomodándome bien. Me ofrece su casco y lo acepto; Un viaje en moto no vale una cabeza abierta.

- ¿Qué esperas? -pregunto cuando no da señales de mover la moto.

-A que me agarres por la cintura. No sé si sabías, pero sin sostenerte puedes caer.

- ¿Enserio? - la miro para ver si es broma, pero no veo que lo sea así que le hago caso y la abrazo por la cintura, suspirando. En el momento ese momento se crea un cosquilleo en mi cuerpo, que ignoro. 

Creo que acabo de viajar a un mundo alterno en donde ella es Hardin y yo Tessa. Esperan, ¿Hardin tenía una motocicleta? 

Llegamos a la casa no en mucho tiempo por la corta distancia. Bajo de la moto con bastante dificultad que hasta casi me caigo de cara contra el asfalto. Candace aprieta sus labios para no reírse, y yo la trato de fulminar con la mirada, advirtiéndole que ni se le ocurra hacerlo.

-Bueno, gracias por traerme -me sacudo la ropa.

-Fue un placer...ver como casi te caías-se aguanta la risa.

-Que graciosa -empiezo a caminar a mi casa.

- ¿No me invitaras a entrar? -escucho que dice detrás de mí.

-No tiene caso, te gusta más entrar por las ventanas -se le escapa una sexy y ligera sonrisa, que me hace sonreír inconscientemente, pero cuando me doy cuenta la borro.

Entro a mi casa y lo primero que veo es a mi mamá abrochando sus botones de la blusa y a mi papá chiflando "disimuladamente". Los he interrumpí a momento pasional.

- Sabían que tienen un cuarto ¿verdad?, Par de calenturientos- los regaño como una abuelita. 

-Pero es más emocionante aquí -mi papá dice con una normalidad desvergonzada.

- ¡Joey! - mi mamá lo golpea en el hombro.

-Que agresiva mujer- bromea él.

- ¿Nosotros calenturientos? Lo dice el adolescente lleno de hormonas.

-Estaré lleno de hormonas, pero sigo igual de virgen.

-No encuentras al chico ideal, eso es todo -llega mi papá y sus bromas.

-No soy gay -le repito- ¿Por qué siempre tengo conversaciones raras con ustedes? Se suponen que deben ser padres normales. No deben de suponer mi sexualidad por mi inexistente vida sexual y amorosa.

-Si tuvieras padres normales probablemente te aburrirías. Por cierto, ¿Alguien te trajo? Escuché un motor. 

Siempre he pensado que mi madre tiene ese sexto sentido de saber todo lo que pasa a su alrededor sin saber esforzarse.

-Eh...-dudo en responder, pero yo pocas veces le miento a mis padres- La sobrina. La vecina. La amiga -digo, nervioso- Una amiga, que es la sobrina de la vecina- suelto una risita incómoda.

- ¿La sobrina de la vecina? No sabía que se conocían-me mira con el ceño fruncido.

-No lo hacemos. Oye ¿Por qué no tengo más hermanos? -hablo con rapidez en modo de distracción.

Mi padre, quien tomaba un vaso de agua, escupe toda el agua que tenía en la boca para empezar a toser; mientras que mi mamá pierde colores en su cara. 

Hace varios años mis padres decidieron no volver a tener hijos. A mí no me preocupo eso, pues un hermano o hermana pequeña no era mi sueño. No sé por qué lo decidieron, siempre me han dicho que tenerme fue lo mejor que les paso, pero no quieren más hijos. Y lo respeto. Aunque a veces saco el tema para librarme de situaciones.

Terminó subiendo a mi habitación por órdenes de mi mamá. Y al entrar casi se me para al corazón por el susto, aunque si no hubiera estado distraído probablemente no me hubiera asustado.

-Que sorpresa -exclamo con sarcasmo por la presencia de Candace, sentada en mi ventana.

- ¿Me extrañaste? -bufo ante eso.

-Ya quisieras -ruedo los ojos y me siento en mi cama-. No podía entrañar a mi acosadora -le sonrío, irónico.

-Creo que te estas confundiendo, yo no soy la que espía por las ventanas mientras el otro se cambia.

-No, solo eres la que entra por ventanas mientras el otro está semidesnudo -espeto, recordándole lo pasado. 

-No puedo negar eso. La razón por la que no te deleitaste con mi presencia estos días es porque decidí recorrer este aburrido pueblo para encontrar algo interesante que hacer.

-Si tan aburrido es este pueblo, ¿Por qué estas aquí?

-Es una larga historia... -deja las palabras en el aire, sin seguir. Eso solo hace que mi curiosidad por ella aumente.

-Entonces, ¿Encontraste algo interesante?

-Solo una cosa -no me mira al decir eso, porque su mirada está en mi escritorio, donde está mi Diario.

Pero no se confundan, no escribo un diario, es más, una libreta en donde escribo cada canción que me gusta, junto con cosas que me recuerden a ellas. Así me evito olvidarlas, ya que tengo memoria de pez. 

- ¿Desde cuándo vives aquí, Arion? -la forma de decir mi nombre fue tan suave y atractiva, que me lanza un cosquilleo por la columna.

-Creo que desde que tengo memoria.

- ¿Y no te aburres de este lugar? -pienso mi respuesta.

-No lo creo. Lo conozco lo suficiente como para sentirme seguro en él.

-Que profundo -se burla de mis palabras.

-Que madura -contraataco y ella me da una sonrisa de superioridad como respuesta. 

Sus ojos viajan hasta mi libreta, que veía hace solo unos segundos. Por alguna razón, ella lo toma con interés. Rápidamente, me levanto y se lo trato de quitar, pero ella y sus buenos reflejos me lo impiden. 

-Deja eso -pido.

- ¿O que? -me provoca. 

-Dámelo -ordeno, irritado, tratando de quitárselo. 

Ella lo pone es su espalda y retrocede hasta topar con la pared, evitando que se lo pueda quitar. Y mientras yo estoy irritado por su comportamiento, ella me mira, cómica, por mi molestia. 

-Te ves tan adorable cuando te enfadas -no lo dice como alago, si no como burla. 

- ¿Y cómo no? Estás invadiendo mi privacidad.

- ¡Oh, vamos! ¿Qué hay en esta libreta? -cuestiona. 

-Nada importante.

-¿Y por qué no me dejas verla?

-Porque es mía -Vuelvo a tratar de quitársela, pero ella pone una mano en mi pecho para pararme y aleja la libreta. 

De un segundo a otro, estábamos a una distancia menos corta de la esperada. Nos mirábamos directamente a los ojos, ella con humor y yo con irritación. Sus ojos verdes me parecían tan intensos desde una corta distancia. Espero y sea mi imaginación, pero se ha creado una tensión entre los dos, que para mí es indescifrable.

Candace se relamió los labios antes de hablar:

-Tienes razón, no debí de meterme en tu privacidad. Ahora, sal de mi espacio personal -me ordena, demostrando que no le gusta que se le acerquen.

Sin romper el contacto visual, nos vamos separando lentamente, rompiendo la tensión que tuvimos. Si es que en verdad hubo una. 

Al parecer la puso incómoda la cercanía. En silencio, coloca de nuevo mi libreta en el escritorio. Reparo como rasca la palma de su mano izquierda.

-No sé si la sabías, pero eres molesta -ella genera una pequeña sonrisa, que de lejos no se podría distinguir.

-Lo soy, pero por alguna razón se que aun así te caigo bien.

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