Capítulo 5

Alexa

Pierre se coloca detrás de la silla y la saca para que tome asiento, él lo hace frente a mí, me mira a los ojos y me dice:

—Estas hermosa hoy, Alexa.

—Gracias —le contesto—, quería agradecerte el detalle de las calas.

—No hay nada que agradecer —responde—, sin embargo, me gusta el significado que tienen las flores y el de las calas, en el clásico lenguaje victoriano y la antigua Grecia, representan el reconocimiento a la pureza, la inocencia y la magnífica belleza de la mujer a la que se le envía.

Su forma de decirme el significado de las flores, me hizo sonrojar. A pesar de sentirme nerviosa, trato de relajarme, su mirada me escruta, sus ojos me dicen que le gusta lo que ve, yo le devuelvo la mirada y detallo sus facciones, parecen esculpidas por dioses, su barba incipiente y bien cuidada le da un aspecto de misterio y perversión, definitivamente es un chico peligroso…

Enseguida llega el mesonero e interrumpe nuestra fase inicial de observación mutua, pensarlo me hace sonreír.

—¿Quieres un vino? —me pregunta Pierre.

—No —contesto—. Un whisky en las rocas estaría bien.

—Yo igual —secunda Pierre.

—Enseguida se los traigo —responde el camarero y se marcha dejando el menú.

—Bueno, si ya hemos terminado con el escrutinio inicial podemos empezar a hablar —le digo con sorna.

Pierre ríe y me doy cuenta lo joven que se ve, ¡si serio se ve guapo, riéndose es pecado!

—Eres directa, Alexa, no te gusta perder el tiempo, eso es bueno a la hora de hacer negocios. Interesante… —dice mientras saborea su whisky.

Levanta la cara y sus ojos se posan en mis labios, siento mi cara ruborizarse nuevamente, gesto que me fastidia porque me hace parecer vulnerable, no soy propensa a ese tipo de reacciones, sin embargo, no puedo evitar el cúmulo de sensaciones que me embargan cuando estoy a su lado.

El mesero llega con la disposición de servir las bebidas, al hacerlo, me la llevo a la boca y tomo un trago, alejando mis ojos de los de él. Me concentro para que su presencia no me afecte, soy una mujer de negocios y esta cena representa en sí un gran negocio. Estos pocos segundos, que se me hacen eternos, hacen aflorar a la Alexa fría y negociadora.

—Bueno, Pierre —hablo para romper el silencio—, aquí traigo la propuesta inicial, mi equipo de trabajo reunió información basándose en sus publicidades e hicimos un estudio donde encontramos elementos que se pueden potenciar.

Pierre me observa con detenimiento mientras su mano descansa en su magnífica barbilla. Cuando ve que voy a seguir hablando, hace un gesto con la mano para detenerme y dice:

—Alexa, que te parece si disfrutamos de la cena en primer lugar, no es bueno hablar de negocios con hambre y yo tengo mucha —me dice con una sonrisa que desarma.

Abro la boca por instinto para contestarle y la cierro rápidamente pues no se me ocurre nada para protestarle, sólo asiento con la cabeza y me dispongo a disfrutar de mi trago.

—Háblame de ti, Alexa —continúa.

—No hay nada interesante que decir Pierre, tengo 29 años, soy publicista, tengo una agencia, me gusta el whisky, no canto y ya…—contesto con una sonrisa forzada.

Pierre se ríe sonoramente y dice con picardía:

—Eres increíble, cualquier mujer estaría hablando horas y horas de ella misma.  Tú eres precisa.  Mujer de pocas palabras, eso es peligroso, muy peligroso —me dice aun sonriendo.

Hay un matiz en su mirada que me inspira confianza, sus ojos azules se clavan en los míos y me llenan de calma y sosiego.  Me siento un poco más relajada y le sonrío con mucha sinceridad. Sin embargo, mi cerebro me indica que debo andar con prudencia, Pierre tiene tanto de bello como de peligroso para mis sentidos.

—Pierre, esto no es una cita —atino a decirle al fin—. Es una reunión de negocios, sinceramente no hablo de mí en ninguna circunstancia, no me gusta.

—¿Te sientes incómoda conmigo? —pregunta con seriedad.

—No es incomodidad contigo, es simplemente que no me gusta hablar de mí, soy muy cerrada y celosa con mi vida privada.  Precisamente por eso es privada —alargo la última palabra mientras le dedico una sonrisa sincera.

—Algún día, te abrirás para mí en más de un sentido —dice con voz sensual y una sonrisa pícara.

Sus palabras me calan en lo más profundo, una corriente recorre mi cuerpo y se concentra en mi sexo.  Pierre despierta en mí sensaciones que no había sentido. Tomo de mi trago haciendo caso omiso a sus palabras y me concentro en leer la carta, pero no atino a ver nada.

El maitre se acerca para tomar nuestra orden y nos recomienda una selección de entradas que se escucha deliciosa, nos sugiere una variedad de platos principales, yo me decido por un corte de carne con ensaladas y patatas y Pierre pide algo parecido.

El ambiente del restaurant es exquisito, la música, el decorado y la compañía… Pierre se encarga de llevar una conversación ligera sin tocar temas personales, por lo que el resto de la cena pasa sin inconvenientes, con él se puede hablar de muchos temas, su conversación es interesante y ocurrente, nos hemos reído, intercambiado opiniones de política, de tecnología y de muchos temas.

Una vez terminada la cena estamos realmente relajados y mientras traen el postre le digo:

—Ya que hemos comido es hora de retomar los negocios.  Ya no debes tener hambre y puedes hablar tranquilo —le digo con ironía.

—Bueno, ya no tengo más excusa ¿verdad? —me contesta con una sonrisa que derrite.

Aprovechando el momento le extiendo la carpeta que el equipo ha preparado, al ponerla en la mesa la punta de sus dedos rozan el dorso de mi mano y lo recorren…

—Tienes una piel hermosa que invita a ser acariciada, Alexa —dice con voz grave.

Yo me sonrojo y realmente me quedo sin saber que contestarle, recobro la compostura inmediatamente y le digo:

—En esa carpeta está la propuesta, el equipo ha estudiado con detalle la publicidad que han usado en los otros clubes y lo que allí se presenta es un concepto innovador basado en neuromarketing que potenciará la imagen de la marca.  Si pudiéramos reunirnos con el dueño del club le explicaríamos con detalle la propuesta y hacerle los ajustes de acuerdo a sus exigencias y necesidades.

Pierre presta atención a los detalles de lo que estoy diciendo y se muestra interesado, si a él le gusta la propuesta quizás pudiera concertarnos una cita con el dueño como lo ha prometido en el club, noches atrás.

Revisa la carpeta con detenimiento,  mientras lo hace me fijo en él,  sus manos son grandes de dedos largos,  bien pudiera haber sido un pianista,  se ve un hombre que se cuida,  su rostro es serio,  sus facciones son perfectas,  pareciera que fue esculpido con detenimiento,  su boca es sensual,  se ve cálida,  provoca perderse en un beso,  uno que haga perder los sentidos... Imagino su boca rozando la mía,  bajando por mi cuello, mientras sus manos me recorren la espalda,  siento calor mientras me pierdo en esos pensamientos...

—Alexa —dice Pierre— ¡Alexa!

Me doy cuenta que está llamando mi atención cuando su mano toca la mía.

—Disculpa, Pierre —sonrío, pero retiro rápidamente su mano de la mía.

Sonriendo me pregunta:

—¿En qué pensabas?

—En nada —le miento.

—No eres buena mintiendo, lo sabes ¿no? —dice ladeando una sonrisa.

—Como habíamos quedado —continúo— la idea de esta cena era presentarte esta propuesta para que nos concertaras la cita con el dueño, tenemos entendido que es una persona que no concede entrevistas y que no es fácil llegarle.

—¿Qué más sabes de él? —pregunta con curiosidad.

—Realmente, como persona, nada, sólo que es un as en los negocios y que empezó de cero, pero nadie sabe ni quien es, ni como es.

Pierre me mira con detenimiento, siento sus ojos recorriéndome el rostro, su mirada es profunda y pareciera que me acaricia.  Se detiene unos segundos en mis labios y veo como pasa su lengua por su labio inferior en un movimiento tan sensual que me provoca pararme y besarle hasta quedar sin aire.

Este pensamiento me hace reaccionar, este hombre me aleja de mi centro, me atrae mucho y no puedo dejar que pase, ni que me afecte,  esto es negocio me repito para mí misma,  más para auto convencerme que por otra cosa. Finalmente dice:

—Alexa, me parece una propuesta muy interesante —dice cerrando la carpeta—, esta misma semana te daremos respuesta sobre la reunión —me contesta con tono serio.

Realmente el cambio de humor me descoloca, su voz es fría, pero no dejo que me perturbe, es un hombre de negocios como yo, me repito.

—Perfecto — respondo.

Miro el reloj y me doy cuenta que son pasadas las doce de la noche y para bajar un poco la tensión del momento le digo con mi mejor sonrisa:

—Muchas gracias por la cena Pierre, pero ya es tarde y puedo convertirme en cenicienta.

Suelta una carcajada y dice:

—Bueno me tocará recoger la zapatilla, ¿quieres que te lleve a tu casa?, o ¿te espera el carruaje tirado por ratones?

—No, en realidad tomaré un taxi, pensé en encontrarme aquí con mi amiga Cass, que es parte del equipo, pero se le presentó un inconveniente y no pudo llegar a tiempo.

—Yo no tengo ningún problema. Te puedo llevar hasta tu casa —dice con clara autoridad.

—No te molestes Pierre, un taxi me llevará sin mayor problema.

—No Alexa, insisto, estamos en Chicago, y tampoco es que te voy a llevar cargada, así que no es molestia para mí.

Sonrío por la ingeniosidad de su comentario y me imagino ser cargada por él, que sus fuertes brazos me agarren con ímpetu y me pueda acurrucar en su pecho....  Ummmm debe ser una delicia. Me sonrojo por la ocurrencia

—De acuerdo, Pierre —contesto.

Pierre se levanta y me ayuda con la silla para que yo lo haga, como un perfecto caballero. Mientras me levanto, mi espalda roza con su pecho y siento mi cuerpo en tensión, me toma por la cintura y me guía hacia la salida.  El calor de su mano en la parte baja de la espalda traspasa la tela de mi vestido, siento una suave y leve caricia que me eriza la piel.

Él, tan perceptivo, me pregunta si tengo frío, yo le contesto que no y seguimos caminando.

Mientras salimos, ya el valet parking tiene el carro en la entrada, toma sus llaves, le da la propina y enseguida me abre la puerta, yo me siento y el da la vuelta para sentarse en el lado de piloto.

Enseguida observo el confort del auto, los asientos de cuero y el olor del perfume de Pierre, ese amaderado se impregna en mis fosas nasales,  cierro los ojos y atesoro el olor.

Cuando Pierre entra al auto me pregunta:

—¿Estas cansada?

—No mucho, pero mañana hay que trabajar, ¿y tú?

—Igual.

Le doy la dirección de mi casa, no estamos muy lejos, y por la hora no hay muchos vehículos en la calle. Vamos en silencio en el auto, pero es uno muy cómodo, con música suave de fondo. De reojo me deleito viendo su perfil, me doy cuenta de sus manos agarrando el volante con tal seguridad que hace volar mi imaginación. Él se voltea brevemente para mirarme, su boca esboza una sonrisa, yo desvío la mirada hacia la ventanilla y me doy cuenta que casi hemos llegado a mi apartamento. En silencio se aparca, apaga el motor, se baja para rodear el auto y abrirme la puerta, ese gesto tan caballeroso no es muy propio de estos días, me hace sentir como damisela y sólo pensarlo una sonrisa se instala en mi cara.

Cuando abre la puerta me tiende la mano para ayudarme a bajar, soy plenamente consciente de su tacto.  Tengo que hacer acopio de todo mi auto control para disimularlo. Contengo el aliento cuando al bajarme me hala hacia su cuerpo, lo siento tan cerca. Su aroma mezclado con su aliento a whisky, despierta aún más mis sentidos que han estado dormidos por años. Su pulgar acaricia lentamente mi mejilla y roza mi labio inferior, mis labios se entreabren, un escalofrío recorre todo mi cuerpo y se instala entre mis muslos, anhelo el contacto de su cuerpo con el mío.

Sin mediar palabras y aún con mi mano entre las suyas, me acompaña hasta el portal, cuando llegamos, tira de mí hacia él de nuevo, me abraza con fuerza y siento su boca en la mía, acaricia mis labios con su lengua hasta que mi boca cede y se abre permitiéndole entrar. Me relajo en sus brazos ante este ataque de lujuria, y alzo mis manos alrededor de su cuello y acaricio sus cabellos mientras siento su duro pecho contra el mío y sus manos acariciando mi espalda a través del vestido. Suelto un gemido y como reacción, su beso pasó de suave a exigente.

Sin aliento nos separamos, el cierra los ojos y pega su frente a la mía por unos breves segundos, luego me mira y veo sus ojos inyectados de pasión, más azules que nunca.

—Alexa… —me dice con voz grave y entrecortada—, será mejor una despedida corta, sino no respondo de mis actos, tú me descontrolas.

—Pierre… —digo con voz ronca cargada de deseo.

—Hasta mañana Alexa, descansa —me dice, me da un leve beso en la boca y luego en ambas manos y se voltea para dirigirse al carro.

Yo veo cómo se aleja y no me salen las palabras, me he quedado en shock, cuando se monta en el carro me da un saludo con la mano el cual yo correspondo, mientras veo como arranca. Entro al apartamento sintiendo aún el olor de Pierre y la sensación de su boca contra la mía. 

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo