Capítulo 4

Al finalizar la inauguración del Club, fuimos a comer algo cerca, entre risas y anécdotas comimos lo mejor de chicago, comida rápida, increíble que este par de bellezas masculinas  fueran tan sencillos que no les importa comer donde sea mientras la pasan bien. Realmente fue una agradable compañía, luego de cenar nos despedimos del amigo de Cass y quedamos para almorzar los cuatro el sábado.

Nos fuimos directamente a mi apartamento, siempre que salíamos nos turnábamos donde quedarnos para que ninguna de las dos manejara sola en la madrugada. Simple prevención.

Al día siguiente nos vimos para almorzar, pasamos la tarde entre risas y comida, bromeábamos porque ellos decían que por primera vez veían a un par de mujeres disfrutando de una comida que no fuera ensalada.

Ellos estaban de paso por Chicago, y resulta que Edgar era amigo de la infancia de Cass por lo que pasaron por miles de anécdotas y poniéndose al día en sus vidas. Mientras Channing y yo nos burlábamos de ambos.

El domingo los acompañamos a Harpo Estudios, al Oprah Winfrey Show, que graba de agosto a noviembre y de nuevo a partir de enero a mayo, el acceso era muy exclusivo y hay que hacer reservaciones con demasiada antelación, es todo un reto conseguir una reserva, así que aprovechamos la oportunidad de entrar como invitadas de Edgar y Channing y pasamos tres horas en los estudios de grabación. Luego comimos, en todo momento fue evidente como Cass y Edgar filtreaban de lo más descarados, Channing y yo nos reíamos de ver a nuestros amigos como dos adolescentes, ya que ninguno de los dos admitía abiertamente que le gustaba el otro.

Channing, se hizo amigo de Edgar cuando éste llego a Estados Unidos, y siempre que podían compartían juntos, mientras nuestros amigos rememoraban su adolescencia, él me hablaba de su esposa e hija y miles de temas interesantes.

Nos despedimos, quedando que volverían pronto y nos visitarían.

Se acabó el fin de semana, y yo estaba realmente agotada, menos mal que desde que llegó a mi vida Rouss no tengo que ocuparme de las labores de la casa, la adoro, me tiene todo al día y me consiente, como si fuera mi madre, este fin de semana había ido a visitar a su hija, así que mañana la tendré de nuevo aquí…

Pensando en este fin de semana tan extraño me dormí.

Lunes en la mañana: nueva semana y de verdad no tengo ganas de levantarme, todavía tengo el cansancio acumulado del fin de semana.

Apago el despertador y vuelvo a la cama, cuando cierro los ojos siento un par de ojos azules profundos observándome de cerca, siento su olor, su presencia arrolladora, enseguida me sobresalto con la respiración agitada, ¿qué fue esto?

¿Por qué de repente pienso en Pierre? Sentada en la cama recuerdo la última vez que lo vi, lo que me dijo al oído, su forma de aspirar mi aroma, su manera de pegarse a mi cuerpo y de agarrarme por la cintura con esa firmeza que, recordarlo, hizo que se me erizara la piel, ¡Dios! Recuerdo su olor, una combinación de notas de madera de sándalo, ámbar y almizcle con un contraste fresco, rico y cálido que refuerza la calidez de su toque amaderado, propio para caracterizar la fuerza de un hombre moderno con el corazón anclado en la tradición. Su aliento era una mezcla de menta con whisky, que paraliza los sentidos. En realidad, todo él paraliza los sentidos.

Recuerdo sus palabras antes de marcharse, «Miércoles, ocho de la noche en el Chicago Cut Steakhouse», la cena pensé, debo contarle a Cass.

Rápidamente me voy al baño, me doy una ducha, ya se me está haciendo tarde, mientras me hidrato la piel, en mi ritual de las mañanas, repaso en mi mente la agenda de la semana, sin querer el único día que detallo es el miércoles, cuando caigo en cuenta lo que estoy pensando, me regaño mentalmente.

Termino de vestirme y salgo corriendo, a las ocho es mi primera cita con un cliente nuevo, no puedo llegar tarde, da mala impresión, menos mal que estoy a dos cuadras de la oficina.

Son las 7:45 am cuando entro, ya mi asistente está preparando las carpetas, los creativos van llegando y Cass por supuesto ya está esperándome en la puerta de la oficina con un café.

Al verme me sonríe y me dice:

—Te traje café como te gusta, imagino que has salido volada del apartamento, no has tenido tiempo de hacer nada y Rouss no está para consentirte.

—No sabes cuánto te amo en este momento —me río—, me hace falta mi dosis de cafeína para poder empezar bien la mañana.

—Te espera una sorpresa en tu escritorio.

—¿Qué es? —pregunto intrigada.

—Termina de llegar y ve por ti misma.

Al acercarme al escritorio veo una caja transparente con tres calas blancas muy hermosas, están envueltas con un lazo rojo. Hay una sobre, me quedo paralizada por la impresión, pero me obligo a ir a ver, me tiemblan las manos al abrirlo, tengo una mezcla de emociones, intriga, nervios, incredulidad, he recibido flores en otras oportunidades, pero hay algo en la forma como están arregladas éstas que las veo diferente…

Mi cara de sorpresa cuando leo la tarjeta debe ser un poema, porque Cass se acerca y me dice:

—¿Alexa, ¿qué pasa?, ¿de quién son?

—Míralo tú —y le extiendo la tarjeta.

«Son como tú, sencilla, atractiva y elegante…

           Sólo tres días…

                                          P.D.»

Cass me mira incrédula, y suelta la carcajada.

—No te rías Cass, ¿qué voy a hacer ahora?

—¿Cómo me preguntas qué vas a hacer? Lo primero, es explicarme que significa eso de los tres días —contesta con picardía—. ¿Qué pasó entre ustedes que no me enteré y en qué momento? —Sigue Cass con su risa—.  ¡Pasamos todo el fin juntas! —exclama.

—Fue justo cuando finalizó el espectáculo, se me acercó y me dijo que la cena era el miércoles, a las ocho de la noche en el Chicago Cut Steakhouse —no le comento a Cass el detalle de su aparición en el Club.

—¡Caramba! estoy sorprendida.

—Y yo también.

—Imagino que asistirás ¿verdad?, es importante para la empresa si consigues entrevistarte con el dueño, por lo que pude investigar es muy enigmático, no da entrevista, nadie sabe quién es, y su círculo de trabajo es muy cerrado, ha tenido la misma agencia de publicidad desde que abrió su primer club y este es el tercero.

—La señorita relaciones públicas ha hecho su tarea —le digo con cara de fingida sorpresa.

Esa es otra de las virtudes que adoro de Cass, siempre va un paso adelante, investiga todo y a todos, sabe lo más mínimo del mundo de la publicidad, el marketing y de los que la rodea, esa habilidad nos ha salvado un par de veces de caer en trampas.

—Bueno, ya sabes que el miércoles en la noche no debes tener ningún compromiso, pues me vas a acompañar a esa cena.

Justo cuando Cass iba a protestar, toca la puerta de la oficina mi asistente.

—Cass, Alexa, ya todo está preparado en la sala de proyecciones y los clientes están llegando.

—Ok —le digo, y me dispongo a salir de la oficina.

Cass me sigue, no sin antes decirme

—Eso lo discutiremos más tarde.

Pasamos el resto de la mañana con los clientes, una empresa manufacturera que quería dinamizar su publicidad, les expusimos nuestras ideas y las estrategias de abordaje publicitario y les gustó. Ultimamos detalles con los abogados para realizar el contrato, y nos despedimos de los clientes.

El resto de la tarde lo dediqué a contestar propuestas, revisar mails, pensé, que la empresa estaba creciendo y era hora de contratar más personal. Estaba anotando en la agenda los asuntos pendientes cuando Cass interrumpe.

—¡Nos vamos, jefa! —dice.

—Espérame, nos vamos juntas.

Hoy era lunes de gym, no me gustaba llegar sola, cojo mi bolso y mis llaves y salgo disparada, a veces la puntualidad de Cass me crispa, todo lo hace cual reloj inglés.

—Hasta mañana Karen, cierra todo y recuerda colocar la alarma. Le digo a mi asistenta antes de salir.

—Hasta mañana —responde Karen.

Llegue a la casa pasada las 10 de la noche, me sirvo una copa de vino nada más llegar, ¡Bendita Rouss que mantiene todo al día!, pienso y me sonrío.

Mientras me preparo el baño recuerdo la nota de las calas. Pensar en Pierre, hizo que mi cuerpo entrara en calor…

Esa noche sueño con su boca rozando la mía…

Martes: A pesar de haber dormido bien la noche anterior, me levanto demasiado temprano. Por lo que llego temprano a la oficina, sólo ha llegado Karen, cuando me saluda me dice con una amplia sonrisa que me espera un paquete en el escritorio, le doy las gracias y apuro el paso, me encuentro con otra caja igual que la de ayer, pero esta vez con dos calas, abro el sobre rápidamente para leer lo que dice:

«Mañana…

                 P.D.»

Paso la mañana algo distraída, quizás también decepcionada por el mensaje tan simple, es reconfortante cuando a una mujer le alimentan el ego, sin embargo, enseguida pienso que yo no me puedo dar esos lujos, ya entregué mi corazón una vez y me lo devolvieron hecho añicos, creo que lo mejor es olvidarme de este asunto y concentrarme en el trabajo, total, mañana será una cena de negocios como cualquier otra, mi único interés es conseguir esa cuenta.

« ¡Hipócrita! » me grita el subconsciente.

Cass llega al final de la tarde con el informe del Club Privilege, el trabajo de investigación es exhaustivo, donde indica las técnicas publicitarias usadas, la cantidad de clubes que existen, todos del mismo dueño, los lugares donde están, en fin, toda la ficha técnica de la empresa, información necesaria para la entrevista de mañana.

Enseguida pienso qué técnicas de avanzadas podemos utilizar con ellos, que sean de vanguardia, si el dueño es tan quisquilloso, hay que impresionarlo con el posible esbozo, enseguida llamo a los creativos y discutimos las posibles técnicas que podemos usar con la empresa y hacemos una tormenta de ideas para la realización de la propuesta. Nos vamos satisfechas con la reunión, mañana queda un día extenso…

Mañana….

Miércoles: No llego a la oficina hasta pasadas las dos de la tarde, una mañana complicada con un cliente que quería restructurar su imagen. Al llegar Karen me aborda con una amplia sonrisa,

—En el escritorio tienes una caja Alexa.

—Gracias Karen —le digo sonriente—. ¿Cass no ha llegado?

—Avisó que llega en 45 minutos.

Al entrar a la oficina me espera un paquete en el escritorio, otra caja igual que la de ayer, pero esta vez con una cala, abro el sobre rápidamente para leer lo que dice:

                «Empieza la historia…

                  8:00 pm Chicago Cut Steakhouse

                                     P.D.»

Me quedo pensando en la frase, que querrá decir con eso de que “empieza la historia”.

Me siento y trato de organizar los papeles que tengo en el escritorio, lo hago de manera mecánica, Gracias a Dios Karen ya conoce mi forma de trabajar y ya está todo clasificado por lo que tardo menos de lo previsto.

Veo el reloj y son las 5:30 pm, Cass no aparece, por lo que decido llamarla.

Marco…

—Hola querida… ¿preparada para la cita? —escucho su risa.

—Querida, espero que TÚ estés lista a la hora —le enfatizo—, no se te ocurra dejarme sola en esto.

—Nos encontramos allá, Alexa, ahorita estoy ocupada con un cliente.

—¡Cass! —grito, y siento cuando cuelga la llamada. La voy a matar si no se aparece…

Agarro mi bolso, mi Tablet, la carpeta con el informe que se ha preparado del club y la propuesta, tengo todo preparado, voy a arreglarme para la fulana cena…

—Hasta mañana, Karen.

—Hasta mañana, Alexa, suerte en la cena —me dice con picardía.

No me queda otra opción que sonreírle.

Al llegar a casa extrañamente me siento nerviosa, siento mariposas en el estómago, corro a prepararme el baño, miro el reloj y aún tengo tiempo para algo relajante, así que abro el grifo de la bañera y echo esencia de almendras, mientras voy pensando en que ponerme, no quiero ir muy sugestiva no vaya a ser que Pierre equivoque el mensaje, pero tampoco quiero vestirme como siempre, me río al pensar que pudiera provocarlo con mi vestimenta.

Mientras estoy en la bañera no puedo dejar de pensar en él, me paso la esponja por todo mi cuerpo imaginando que son sus manos, cierro los ojos y siento sus profundos ojos azules mirándome, su boca recorriéndome el cuello, mis manos recorren mi cuerpo sintiéndolas como si fueran suyas, siento mis pezones erguirse y ponerse duros.

Bajo las manos a mi centro palpitante de deseo, pienso en cómo sería sentir su cuerpo encima del mío, tocar sus brazos y explorar su pecho, un estremecimiento recorre mi columna y aumento el ritmo de mi mano sobre mi clítoris, mientras con la otra acaricio mis senos, respiro de forma agitada, agitación que va aumentando a medida que alcanzo un orgasmo…. Un orgasmo pensando en Pierre…

Más relajada salgo de la bañera, me seco y coloco crema en mi cuerpo, voy al closet y escojo un conjunto de ropa interior Victoria´s Secret de encaje negro, me decido por un vestido negro ceñido al cuerpo y escote en V, lo combino con unos zapatos rojos Jimmy Choo, me maquillo sólo resaltando mis ojos y mi boca, muy sencillo y completo recogiéndome el cabello en un moño alto con algunos cabellos al descuido…

El toque final… perfume…

Me miro al espejo y me gusta lo que veo. Miro el reloj y son las 7:30 pm, el taxi que llamé ya debe estar por llegar, pienso en Cass, ella llevaba su carro y me vendría con ella, de repente me entró un frío que me caló la espalda, ¿y si a Cass se le ocurría no ir? Voy pensando mientras recojo mi bolso, mi Tablet y la carpeta con la propuesta, salgo a la puerta del edificio, en efecto el taxi está puntual esperándome.

—Buenas noches —me saluda Javier, el taxista que a veces contratamos en la agencia para que traslade al equipo de trabajo.

—Buenas noches Javier, ¿cómo estás?

—Bien, señorita Alexa, dígame a donde la llevo.

—Al Chicago Cut Steakhouse por favor —le contesto con rapidez.

Javier se pone en marcha y yo me quedo pensativa viendo por la ventana, me pierdo tanto en mis pensamientos que no me doy cuenta cuando llegamos al restaurant.

—Ya llegamos, señorita —dice Javier.

—Gracias Javier, si necesito transporte de regreso ¿puedo llamarte?  Le pregunto por previsión, Javier siempre ha sido un señor bien responsable cuando ha trasladado a nuestro equipo y se ha ganado la confianza.

—Claro señorita, hoy estoy de guardia, así que cualquier cosa que necesite puede llamarme.

—Gracias Javier, que tengas buenas noches —le digo mientras voy bajando.

—Igual, señorita.

Mientras entro al restaurante siento mis piernas temblar, al llegar al área de reservas, saco el teléfono y veo la hora 7:55 pm, llamo a Cass y me desvía la llamada directa al buzón, vuelvo a intentar y sucede lo mismo. ¡Cass me la hizo!, pienso, pero ya me escuchará…

Decido entrar sin más preámbulos…

—Buenas noches —me dice el anfitrión del restaurant.

—Buenas noches —le contesto—. Tengo una cita para cenar con el señor Pierre Dupont.

—Pase por aquí señorita —me contesta—. El señor Dupont la está esperando.

Mientras me guían, trato de respirar pausadamente y retomar la calma, esto es negocios me repito tomando aire y tratando de convencerme a mí misma.

Cuando llegamos a la mesa me impresiona lo que veo, Pierre me divisa y se levanta, esta impresionantemente hermoso, con un traje negro a la medida y una camisa blanca sin corbata, nos miramos fijamente sin pronunciar palabra por unos segundos, él es primero en romper el silencio.

—Buenas noches, Alexa —me dice extendiéndome la mano.

—Buenas noches, señor Dupont —le contesto extendiéndole la mano.

Cuando toma mi mano se la lleva a los labios, siento su roce contra mi piel y me produce electricidad en todo el cuerpo.

Pierre

Hoy es la tan esperada cena, desde el viernes estoy pensando en eso, con treinta y dos años y parezco un crío hormonal.

Alexa me cautivó desde que la vi, pero su mirada me confunde, a veces tiene una mirada tan fría y distante y otras veces lo que sale es fuego por ellos.

Soy un hombre muy práctico, estoy seguro de quien soy y porque me buscan, soy bien parecido, ¡por Dios!, no es ego, tengo espejos en mi casa, y aunque no soy de los que piensan que solo los hombres tienen necesidades biológicas que resolver, no soy un mujeriego empedernido, pero tampoco un santo, me gustan las mujeres, pero no los inconvenientes, no he encontrado la mujer con la que quiero complicarme la vida.

Pero Alexa ha despertado algo en mí, aún no sé qué es, espero que asista hoy a la cena, le envié unas calas por impulso, quería tener un detalle con ella, luego que no salió de mi cabeza después de probar sus labios. En el clásico lenguaje victoriano de las flores y la antigua tradición griega, las calas representan algo puro e inocente, y a la mujer que se le regala, se le reconoce su magnífica y sobrecogedora belleza.

Llego al Restaurant a las 7:45 pm, me conducen hasta la mesa que tengo reservada y pido un whisky en las rocas mientras la espero.

Apenas me están sirviendo el trago, cuando veo que viene hacia la mesa, está impresionante, ese vestido negro ceñido a su cuerpo hace volar mi imaginación, siento como mi cuerpo responde a su presencia. Tomo un trago para intentar desviar mis pensamientos. Me levanto cuando ya está cerca para recibirla, nos miramos fijante, unos segundos que fueron eternos, no había ruido ni nadie más, sólo nosotros…

—Buenas noches, Alexa —digo extendiéndole la mano.

—Buenas noches, señor Dupont —contesta extendiendo su mano.

Tomo su mano y me la llevo a los labios, siento su piel sedosa contra mi boca y me produce electricidad en todo el cuerpo.

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