Capítulo 5

Rápidamente baje por las escaleras para subirlo, pensé en quitarme los zapatos pero podría lastimarme con algo, al final de cuentas no conocía el sitio ni si había algunos objetos peligrosos, abrí la puerta del coche de la parte del copiloto, con grandes esfuerzos lo logre sacar apoyado de mis hombros, el estaba semi consiente por que lograba caminar con gran dificultad, cuando llegue al pie de las escaleras en verdad pensé dejarlo allí y retirarme, pero no tenía el corazón para verlo de ese modo así que tome la decisión de continuar hasta dejarlo en su cama.

Por fin me situaba en el último escalón, el profesor pesa un montón, ya no puedo va como zombi viviente, al terminar de subir las escaleras apenas de haber dado un paso, me tomo por la cintura hasta quedar nuestros cuerpos unidos y sus labios tan cerca de los míos, con su mano libre la metió por debajo de mi nuca, levemente tiro  de mi cabello logrando que mi espalda se arqueará, podía sentir sus labios rozar sobre los míos, un hormigueo me recorría la espina dorsal, mi mente por segundos se nublo por completo, debía recordar lo ebrio que se encontraba, pero me resultaba tan difícil, percibía su respiración sobre mi mejilla, así que como pude me zafe de su agarre, en verdad no quería soltarme, se aferraba a mi cuerpo de una extraña manera como si temiera que desapareceré en cualquier instante, en pleno pasillo noto que empieza a tener convulsiones, lo recargo en la pared para ver que sucedía, este vomito sobre mis zapatos de tacón arruinándolos por completo, comenzó a quitarse el saco y la corbata, lo arrojo al suelo con semejante brusquedad.

me aparte caminando con los zapatos llenos de vomito, en este punto mentiría si dijera que no sentía nauseas pero debía continuar, cada paso que daba me resultaba realmente asqueroso, solo quería quitarme los zapatos y lavarme, cuando entramos en la habitación logre ver que allí estaba un baño, con sumo cuidado lo acerque para asearlo lo mejor que pudiera, este volvió a vomitar por fortuna en el inodoro, lo senté, tenía que quitarle la camisa así que a manera lenta comencé a abrirle los botones de su camisa, en verdad que estaba tragando en seco y mis dedos se encontraban de los más rígidos,  cuando por fin llegue al último botón estaba tratando de no pensar demasiado en lo que estaba haciendo, prefería pensar en unicornios antes que tener algún pensamiento subido de tono pero cuando me toco abrirle por completo la camisa para retirársela los unicornios de mis pensamientos se fueron al carajo, en verdad que era solo perfección en él, su torso desnudo estaba perfectamente definido y ni hablar de sus brazos, eran más grandes de lo que creía , un abdomen bien marcado, en verdad que entrenaba duro,  también logre ver varios cardenales en el área de las costillas,  cure sus heridas lo mejor que pude al tiempo que limpiaba cualquier rastro de vomito, me quite los zapatos con mucho cuidado de no tocar la parte del vomito que era casi imposible porque el vómito se expandía por todo el calzado, me gustaban demasiado pero en definitiva no les veía arreglo, me quede unos segundos pensando en cómo me iría a casa sin si quiera tener zapatos, no sabía si quiera si tenía dinero suficiente para un taxi, aquellos tragos se habían llevado casi todo dinero, contando que tuve que pagar para que sacaran a el profesor y a Melody, aproveche para lavar mis muslos en la tina del profesor no quería dejar residuos de absolutamente nada, lleve de regreso al profesor a su cama esta vez descalza y, lo recosté con mucho cuidado, pero el tiro de mi mano hasta hacerme caer sobre él, el muy descarado me sonríe de manera traviesa y se gira hasta hacerme quedar bajo su cuerpo, comencé a sentir que me sofocaba debido a que dejo caer todo su peso, él se quedó dormido encima mío, como pude me lo quite de encima, acerque a él un cesto vacío por si vomitaba de nuevo, baje los escalones por una vaso de agua además de apagar las luces, al subir entre en su despacho donde se encontraba su biblioteca busque y encontré uno de mi autor favorito Edgar Allan Poe el libro es el gato negro, llegue a la habitación con el libro y el vaso de agua, me senté en un sillón a leer cuando el reloj marco las seis de la mañana este volvió a convulsionar, rápidamente me acerque a él y lo hice vomitar en el cesto, y no en la cama o el piso , de nuevo limpie las comisuras de su boca, así pasaron horas, deje de leer y me puse a contemplarlo dormir, me di cuenta de que el en verdad tenía algo que me atraía, pero como me iba a querer el, yo tengo secretos algo retorcidos, talvez lo que siento por el pase con el tiempo y terminara resultándome como todos los hombres que eh conocido, además es mi profesor, mi querido profesor, lo único que tengo claro es que el removió algo dentro de mí y no refiero a mi estomago cuando lo vi arquearse al vomitar,  la luz del día comenzó a entrar por la ventana hasta alumbrarla por completo con más intensidad cada hora que pasaba, dejando ver a la perfección cada detalle de su rostro este comenzó a removerse en la cama intentando cubrirse de la luz, se giró con dirección hacia mí, me encontraba sentada frente a él, en un pequeño sofá , mis piernas cruzadas y mis brazos extendidos , lo miraba fijamente sin perderle detalle alguno, sobre una de mis manos colgaba el libro que horas atrás había comenzado a leer, este se sorprendió al verme allí comenzó a tallar sus ojos creyendo que por algún motivo sufría de alguna alucinación.

-Buenos días profesor. - Dije en tono tranquilo analizando cada una de sus expresiones, las cuales fueron en la siguiente secuencia, asombro, desconocimiento de información, incomprendido, horror y por último furia total.

- ¿Que hace usted aquí? – Dijo removiéndose y sobre todo alterado, me miraba a mí, y después miraba su torso desnudo.

-Si yo fuera usted me calmaría y no intentaría moverme. – explique con evidente calma mientras lo señalaba.

- ¿Porque dice eso señorita Stone? - me puse de pie hasta acercarme a él, su expresión de incomprensión crecía cada centímetro que me acercaba más a él, puse mi dedo en la comisura de su labio, este se quejó mientras tocaba la herida, tire de las sabanas, el de inmediato creyó otra cosa,  señale con mi dedo los visibles cardenales que adornaba en sus costados, miro sus heridas con horror sin comprender que había pasado, era como ver esas películas de que paso ayer, a diferencia de que la estaba viendo en vivo.

-Por eso profesor. - le dije al tiempo que me daba la vuelta para retomar mi asiento en el sofá.

- ¿Usted y yo? Ya sabe a lo que me refiero señorita Stone, esto fue un error, no debió….

Reí secamente al instante interrumpiendo lo que iba terminar de decir, este hombre en verdad que creía que había aprovechado por meterme en su cama, tal vez alguna otra del instituto lo habría hecho sin dudarlo, pero yo no, me gustaría que de haber estado en la misma situación alguien me ayudara del mismo modo sin aprovecharse de mi estado, además el no me conoce como para insinuar tales actos.

-Profesor no me insulte por favor si no recuerda los hechos con claridad, debería de agradecerme. – mencione aquello mientras arqueaba mis cejas con obviedad.

- ¿Y porque debería de hacer eso y que hace usted aquí? – inquiría con total curiosidad, tratando de descifrar la situación en la que se encontraba.

-Lo encontré en un callejón con tres tipos usted estaba tirado en el suelo y ellos propinándole todos esos recuerdos que observa en su rostro y costillas, los convencí de que dejaran de golpearlo a cambio les invite unos tragos, ellos estaban muy molestos dijeron que usted los insulto además de golpear a uno de sus amigos, amablemente me ayudaron llevándolo dentro del club nocturno, le di a beber agua a pesar de que usted pedía otro trago como desquiciado, rebusque en sus bolsillos hasta encontrar su billetera, saque su identificación y las llaves de su auto, conseguí que alguien lo introdujera en el por qué su estado de ebriedad lo había dejado inconsciente, conduje hasta aquí con usted aun en el mismo estado, cuando lo subía a su habitación usted intento besarme cuando me retire, vomito sobre mis zapatos, los arruino por completo, usted se quitó el saco y la corbata lanzando todo al suelo, lo lleve al baño para limpiarlo y volvió a vomitar manchando su camisa se la tuve que quitar, además de curar lo mejor posible con lo que encontré en su botiquín, lo metí en la cama y usted tiro de mi hasta tener mi cuerpo sobre el suyo, no conforme con eso me coloco bajo su cuerpo aplastando el mío, decidí quedarme para cuidarlo, lo ayude porque volvió a vomitar, pudo haber muerto por ahogarse en su propio vomito, por cierto tranquilo yo pague los tragos, no toque el dinero de su billetera, no paso madamas profesor solo lo ayude, casi lo olvidaba tome este libro de su despacho, espero que no le moleste.

El pareció quedarse atónito mientras relataba cada hecho, se notaba que trataba de recordar todo lo que paso en la noche, pero creo que no tuvo mucho éxito.

-Gracias señorita Stone y sus padres han de estar muertos de la preocupación, probablemente la estén buscando, a todo esto ¿cómo entro al lugar? Si usted solo tiene 17 años. – inquirió mientras alzaba una de sus pobladas cejas.

-Profesor llámeme Angelique o Angy, mas no por mi apellido, porque recuerda la peor parte de mi vida, mi madre murió, no tengo hermanos, mi padre nunca está en casa así prácticamente vivo sola y me cuido sola, respecto al centro nocturno, fue fácil entrar, no es la primera vez que lo hago. – desvié un poco la mirada cuando me toco hablar de mi familia, pero no perdí mi aparente calma.

oculte información sobre mi familia ya que no confiaba en el lo suficiente, no podía arriesgarme a que llevaran a una institución para adolescentes sin familia, donde me harían cosas espantosas hasta que alguien me llevara o cumpliese la mayoría de edad.

-Está bien Angelique, le pido una disculpa por mi acusación y por arruinar sus zapatos además de todos los inconvenientes que le ocasione, ¿qué hora es? – pregunto de lo más relajado, seguramente pensó que habría tiempo para el instituto, este era su segundo día dando clases y ya la había liado al no asistir, el director era un hombre sumamente exigente con los profesores pues era uno de los grandes factores que influía para que continuaran pagando las mensualidades.

-Son las nueve de la mañana le aconsejaría tomar las pastillas y el vaso de agua de inmediato para evitar que pase mal día por la resaca además de aliviar el dolor de los golpes. - Le dije señalando el vaso que había dejando en la mesita de noche.

soltó un suspiro brusco, como si deseara regresar el tiempo atrás.

-Lose,ya no tiene tiempo para el instituto al igual que yo, profesor ¿me haría un favor? – inquirí un tanto cuidadosa, pero en verdad Moria por tomar una ducha.

- ¿Cuál es ese favor del que habla Angelique? – pregunto un curioso por mi petición.

- ¿podría entrar a su ducha a asearme?

-Claro, toma la ducha aquí, yo iré al de la habitación de invitados, es lo menos que puedo hacer por ti. – me dedico una perfecta sonrisa que me hizo desear lanzarme a sus brazos.

El se puso de pie para extenderme una toalla limpia, me coloque de pie y comencé a entrar al área, rápidamente asegure la puerta para proceder a deshacerme de mis prendas por completo, observe mi cuerpo en uno de los grandes espejos que se ubicaban en una pared de fondo y otro sobre un lavamanos, ingrese a la ducha para empaparme por completo de inmediato borrando todo rastro de el maquillaje y la suciedad de mi cuerpo, intente relajarme en la ducha pero en verdad no pude, me preocupaba saber el estado de Melody y si recordaba algo de lo que le hizo aquel tipo en los sanitarios.

Después de dejar correr el agua por mi cuerpo, al tiempo que perdía la noción del tiempo, tomé la decisión de salir de la ducha. comencé a secar cada centímetro de mi piel, al final tuve que usar de nuevo el vestido junto con las mismas bragas y sostén.

Me acerque un poco al espejo para ver mejor donde debía limpiar las manchas del rímel que había escurrido con el agua de la ducha.

Mi cabello húmedo aun se encontraba cayendo como cascada sobre mi espalda.

Al salir a la habitación el profesor no se encontraba, decidí bajar, cuando me encontraba a mitad de las escaleras un aroma exquisito inundo mis fosas nasales abriendo por completo mi apetito, mis pies descalzos recorrían el frio y pulcro suelo de mármol.

Al llegar a la cocina el me estaba esperando detrás de la encimera, con una gran sonrisa, con un movimiento de mano me invito a tomar asiento, en la encimera se encontraban servidos unos panqueques para dos personas, el vestía una camisa de manga corta en tono blanco junto con un pantalón de chándal y zapatillas deportivas.

No pude evitar que se formara en mi rostro una amplia sonrisa y un poco de sonrojo por mis mejillas, rápidamente me acerque a el dando de saltitos.

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