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El castigo.

Alguna vez han sentido esa sensación de querer vomitar, o un leve dolor de estómago que te da después de haber comido tres platos de comida y algo desagradable te causa náusea.

Si eso me causa Máximo.

Puede ser muy atractivo pero realmente lo detesto, detesto lo increido, un bravucón, mujeriego, frío y calculador que puede ser el. Aunque crecí con el nunca me intimidó aunque conocí también el otro lado de el, eso fue hace dos años atrás.

Cada año nuevo, Heily y yo siempre hacemos pijamadas, pero esta vez me tocaba en su casa, esa noche baje a la cocina a buscar un bote de helado, siempre comíamos mucho helado mientras ella escogía la película para pasar la noche.

Cuando alguien golpeo la puerta de la cocina que da al pateó trasero, al girar pegue un brinco al ver que era Máximo, tenía sangre en la nariz, en el labio y en sus puños.

Acaso este idiota estubo peleando como de costumbre.

Camino hacia el, tomó unas servilletas que estaban encima del menson y me acercó a el con cautela, por lo visto no le molestaba mi presencia y aceptó sin reproche las servilletas.

—Debes sentarte, iré a buscae el botiquín. —Salgo de la cocina y corro a un botiquín que se encontraba en uno de los baños de la planta baja.

Regreso a la cocina y buscó lo necesario para cuidar, tomó una gasa y lo humedesco con alcohol, lentamente le limpio las heridas de los puños, aunque el se quejaba no decía nada.

Porque peleas tanto, no vez que te hace daño. —sigo limpiando y por primera vez el me dirige la palabra después de un largo tiempo.

—no comprenderlas aunque te lo dijiera.—musita.

Vuelvo a presionar suavemente sus puños. —Si me dijieras haría el intento—de sus labios sale un pequeño quejido.

El sonríe y puedo sentir su mirada puesta en mi. —Ivonne Ivonne, dulce Ivonne, te preocupas por mi, no lo hagas yo debería cuidarte a ti—sonó tan engreído y a la ves dulce.

Mi corazón se acelera a escuchar esas palabras. —Como podrías tu preocuparte por mi, si...-Trago grueso. —si nunca tenemos conversaciones, es más me evitas.

Sonríe y dice. —preguntas mucho Ivonne...

No quise insistir en la conversación, luego de limpiar cada herida, me pongo de pie, tomó el helado y el botiquín, camino hacia la salida y me detengo, no sabía porque me detenía, el estaba hayi sentado sin importarle nada.

Me giro hacia el. —Máximo cuidate por favor. —sus ojos se congelaron, pero de igual forma me sonrió.—Gracias.

Después de esa noche no volvimos a establecer una conversación, aun me pregunto que era lo que me quería decir esa noche, aun me pregunto porque actúa como un enorme cubo de hielo, aun me pregunto porque después de ese día no volvió ni siquiera a verme ojos hasta hoy.

—Deberías ver donde caminas—el me ve a los ojos pero en sus ojos solo puedo ver frío.

—Deberías ver donde caminas tu o utiliza anteojos . —sonríe por primera vez después de esa conversación, el sonríe hasta ahora.

Sigue su camino, cuando el director me llama. —Señorita Herrera puede pasar. —camino con pasos apresurados y el me hace la señal de que tome asiento.

—Sabe porque esta aquí?.

Niego con la cabeza, el me ve a los ojos muy molesto y se aclara la garganta. —Supe que usted fue la que pego estos panfletos manifestando sobre el cierre de clases de música.

Tomó el panfleto y río divertida mente.

—De que se ríe señorita Herrera?.

—A caso no lo ve, se molesta por lo importante y educativo, porque no hace nada para apoyar a la clase de música, y si apoya al equipo de fútbol.

Golpea la mesa con su mano, y aprieta su mandíbula, el director nunca se había sentido retado hasta que estas últimas semanas lo he retado cuando supe que cancelaría la clases de música por falta de supuestos Fondos.

—Sabes que el fútbol a puesto en alto al Instituto, mira cuantos trofeos nos a dado el equipo de fútbol...¿ y cuantos trofeos nos a dado tu clase de música? .—pausa.—!Nada! haci que estas castigada el resto de la tarde.

Me levanto de mi asiento y protestó. —¿Pero porque? , por querer apoyar a esta clase, no todos somos futbolista ni porristas.

—siéntese señorita Herrera. —y obedezco, entrelaza sus dedos y añadio. —la castigo por fomentar el odio hacia su director y por no acatar órdenes, haci que salga de mi Oficina con la boca cerrada si no lo siguiente será expulsión.

Me levanto del asiento, y apretó la mandíbula para no decir nada que afecte mis notas, haci que empeño mi mano apretando el panfleto y salgo de hayi.

Estaba furiosa, más que furiosa, era un volcán a punto de estallar, como alguien que quiere ser respetado impone algo tan estúpido como cerrar la clase de música, muchos de aquí no podemos ser deportistas no tenemos el talento para eso, otros tenemos buen oído para la música y realmente muchos necesitamos la música para salir de nuestro con Ford.

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Estoy en la clase de castigo, me pongo mis audífonos y giro mi escritorio para dar a la ventana, la luz del sol ilumina mi rostro pero eso no molesta en absoluto, suena mi canción favorita Break my heard de Dua Lipa.

Empiezo a cantar en voz baja y a menear mi pie con el ritmo, solo estoy yo, la luz del sol y esta hermosa música que me hace querer ponerme de pie, cantar y bailar.

Cuando alguien por detrás me quita uno de mis audifonos. —te han dicho que te ves fea bajo la luz del sol.

Me giro para ver quien fue el idiota que me interrumpe mi sana paz y era Máximo, ¿que hace en clase de castigos?.—hablando de idiotas.—murmullo.

Toma uno de los escritorios y lo arrastra hacia mi lado y me susurra, muy cerca del oído. —¿A quien le dices idiota?.

Me giro, retandolo con la mirada. —a ti.

Quien pensaría que sería tan valiente, me felicito.

El no dice nada, y eso me satisface ver que no tiene el control en mi, que no me causa ni un poco de terror, pero aun no entiendo por que mi corazón al estar serca de el se acelera sin control, esa sensación de tener algo en mi estómago, observarlo en cada movimiento ver sus gestos sus labios, sus brazos.

Si que es muy guapo y ardiente.

Pero el físico no lo es todo si no tienes un buen corazón, y el tiempo que lo he conocido déjenme decir que no ha sido nada agradable, solo lo e visto revoloteando en flor en flor.

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