Capítulo 4. [LAURIE]

Pasa su mano sobre mi rostro, mis parpados revolotean un par de segundos y abro los ojos.

Los brazos me duelen.

¿Qué ocurrió?

Esta ahí sentado en el frio suelo de madera mirándome con expresión adolorida en el rostro, muevo la mano para tocar sus finas facciones y puedo ver la gruesa línea roja que se marca en la piel pálida y cada movimiento me provoca un incesante dolor.

—Lo lamento tanto Laurie – se disculpa y agacha la mirada.

Yo no digo nada tratando de recordar lo que ha ocurrido la noche anterior. Me siento en la cama, las sábanas blancas tienen grades manchas de sangre por todos lados. El labio me duele sobre manera al igual que las muñecas y los brazos y porque no decir las piernas y la espalda.

—Jamás debió ocurrir nada como aquello… lo lamento soy un estúpido.

—Por favor, Jimmy, no – digo en tono dulce para animarlo un poco y para que sepa que estoy del todo bien, aunque tan solo sea mentira.

—Ve lo que ocurrió… te lastime de todas las formas posibles… no mereces que nadie te trate de esa forma jamás…

—Tal vez sí lo merezca, Jimmy.

—¡No! Entiéndelo de una maldita vez.

Guardamos silencio mientras me froto suavemente las muñecas para aliviar un poco del dolor que ahora me ataca. Recuerdo la última frase llena de amor que susurro mientras me torturaba de aquella manera que tan solo no quiero recordar del todo. Me paso una mano por los cabellos y sé que esto puede arruinar gran parte de lo que ahora existe, pero debo saber la verdad y ya…

—Jimmy, lo que dijiste al final, ¿Es verdad?

Él me observa, me siento en el borde de la cama y veo que estoy completamente desnuda, pero eso no me preocupa pues él sabe y conoce cada rincón de mi cuerpo ahora igual que yo el suyo...

Lo que anoche ocurrió tan solo era lo que ya me había advertido que sucedería si alguna vez pensaba tocarme de forma más que física, pero, los resultados eran peor de lo que esperaba puesto que ninguno de los dos sabia como disculparse al respecto y eso me hacía sentir tan culpable, pero… había sido la noche más increíble de mi vida y esperaba que volviera a repetirse dentro de muy poco…

—Espero que sí – susurra mientras coloca sus manos alrededor de mis rodillas. Me doy cuenta que tengo sangre que se ha secado en los muslos y él me ve con arrepentimiento, culpa y odio al mismo tiempo.

—Soy tan estúpido. Debí ser más cuidadoso teniendo en cuenta que tú...

—Estoy bien – digo con la voz temblando y todo mi cuerpo tiembla ahora. Mi expresión es de horror cuando vuelvo a ver el desorden de la cama, hay sangre manchando las sábanas.

—Cariño – y veo la repugnancia que siente por sí mismo. Le rodeo el cuello con los brazos en señal que estoy bien y que no debe preocuparse porque al final fue lo más maravilloso que ahora poseo.

—No me digas que estas bien por favor.

—Lo estoy Jimmy. Ayer fue, fue maravilloso, tú fuiste maravilloso.

—No. Te trate como a una…

—No, no es verdad, ¿Me quieres? – pregunto temiendo que ahora me odie por lo que ha ocurrido.

—Por favor, no lo hagas. Me sentiré peor.

—No lo hare, pero tendrás que besarme Jimmy, hazlo – le digo en tono calmado.  Él me observa con una expresión que no dice nada. Se acerca lentamente a mí y me besa, pero el dolor del labio me hace retirarme antes de lo pensado.

—¿Lo ves? Ni siquiera soy capaz de besarte sin hacerte algún daño… soy la persona más horrible del maldito mundo, Laurie ¿Por qué demonios aun estas aquí?

—Porque me necesitas Jimmy, sé que es así.

—¿Y si no necesitara de tus atenciones, de tus palabras de aliento y todo lo que hasta este momento me has dado, te irías? – pregunta mientras clava sus dedos en mis muslos con demasiada fuerza luego aligera la presión, pero la marca de sus largos dedos ha quedado marcada en un leve color rosa.

—Tendría que estar muerta para que me obligues a marcharme – respondo mirándolo a los ojos.

—No tan dramático, por favor.

—No lo es, Jimmy.

—Perdón. Lo que ocurrió a noche es tan solo parte de lo que considero mi mundo y sé muy bien que no puedo arrastrarte a ti conmigo ni a ese lugar porque lo que yo hago es normal para mí, pero, jamás lo será para ti e intentar que formes parte de él tan solo hará que salgas lastimada, deseo lo mejor para ti Laurie lo deseo de verdad, pero no puedo renunciar a lo que soy a menos de que…

—¿Qué?

—De que tú renuncies a tu vida por estar conmigo – susurra, lo observo estaría dispuesta a todo solo por estar ha lado de él, pero renunciar a lo que se suponía era lo único que me mantenía siendo yo misma era como pedirme que me alejara de él.

—¿Ahora me entiendes? – yo no digo nada, no estoy segura de lo que quiere que en verdad deje atrás.

—No sera tan facil Laurie debes de saberlo… por favor piénsalo, yo estaría dispuesta a tenerte a mi lado siempre que no sea un riesgo para ti… eres muy importante en mi vida Laurie y no quiero perderte por lo que yo creo que está bien…

—No me marchare Jimmy, jamás te dejare solo… no lo hare te lo prometo. Estoy aquí porque eres importante en mi vida y sería incapaz de marcharme solo por no comprender tu forma de vivir y entender las cosas.

—Pero eso implica que terminare lastimándote más de lo necesario y no quiero eso, no lo quiero, Laurie. Es tan solo mi manera de vivir lo que te hace sufrir y no quiero que seas miserable a mi lado teniendo que cuidar cada paso que doy mientras que sigo haciéndote daño.

—Mi lugar es aquí Jimmy, no me iré… no me marchare hasta que esto sea ridículo y estúpido en todos los sentidos posibles ¿de acuerdo?

—Sí, de acuerdo, pero…

—Shh, por favor – y le pongo un dedo sobre los labio él tan solo me observa y suspira.

—Bien.

—No puedo ver esto – digo mirando el desorden de la cama, el voltea a verme y luego vuelve la mirada para buscar la bata que me ha prometido, cuando la encuentra la pasa suavemente por mis hombros cubriendo mi cuerpo que tan solo no quiero ver ya que está lleno de pequeñas marcas rojas donde ha tenido lugar una de las pesadillas de Jimmy Sullivan.

—Prometo no volver a tocarte hasta que sea seguro para ti – susurra mientras acomoda mi cabello hacia un lado con la mano.

—No, por favor, Jimmy no me hagas esto, ayer fue…

—No digamos más, hoy será un día largo para los dos, iniciando por esto. Toma un baño, vístete y desayunaremos juntos ¿está bien?

—Sí, podrías no decirle nada a Sam sobre venir a arreglar la habitación.

—Por supuesto – dice mientras se pone unos pantalones flojos y una camiseta blanca.

—Jimmy – digo antes de entrar del todo al cuarto de baño.

—¿Sí?

—¿Le agrade a tus padres?

—No pienses en eso Laurie eso es lo menos importante ahora cariño… por favor haz lo que te he dicho y luego veremos que Alex venga a revisarte y cerciorarse que todo está bien ¿sí? 

—No, Jimmy, no quiero que nadie me revise, estoy bien…

—Ya lo discutiremos en el desayuno anda toma el baño por favor no lo repetiré otra vez…

—Lo hare – entro al cuarto de baño puedo escuchar la puerta de la habitación cerrándose y sus pisadas desparecer en el corredor. Me quito la toalla y me apresuro al espejo que se encuentra a un lado del lavabo. Me quedo horrorizada con la imagen que este arroja ya hora entiendo el por qué Jimmy me miraba con culpa.

—¡Oh por dios! – exclamo y me llevo una mano a la boca el contacto de esta contra mi labio casi me hace gritar.

Tengo el labio hinchado donde Jimmy lo mordió con demasiada fuerza, sangra levemente… tengo las profundas marcas de sus dientes sobre la piel de mi hombro, mi antebrazo y parte del muslo... los brazos adoloridos y las muñecas marcadas por la presión con que me ato a la cama con los cables de la lámpara. Mis ojos parecen no ver nada en realidad y eso me preocupa por un momento. Debajo de mis ojos grises tengo unas marcadas ojeras de color casi purpura en comparación con mi pálida piel que tan solo parece muerta o peor aún. Mi cabello cayendo desordenadamente sobre mis hombros haciéndome lucir como una demente que tan solo ha perdido algo.

Me veo espantosa y me siento peor que eso, todo me duele y es un dolor que tan solo va y viene sin dejarme en paz.

Me apresuro a tomar la ducha… ya refrescada me doy cuenta que luzco un poco mejor pero aun así con la mirada vacía y perdida en algún lugar y es horrible porque Jimmy lo notara y eso no me conviene en lo absoluto ahora.

Me tomo algo para el dolor que tengo en la espalda y luego de unos minutos entro en la cuenta que mi dolor va más allá de lo físico… me siento tan mal solo por el simple hecho de lo que Jimmy ha dicho…

Y ahí están sus palabras en mi mente:

“Prometo no volver a tocarte hasta que sea seguro para ti” fue lo que dijo y yo no quiero que sea así… no quiero, las lágrimas se hacen presentes en mis ojos, pero las retengo ya que llorar no solucionara nada y eso bien lo sé.

Salgo del cuarto de baño y veo que todo está arreglado. Las sabanas de la cama están limpias y nuestra ropa ya no está tirada en el suelo como hacía unos minutos, Jimmy no ha respetado lo que le he dicho, pero no esperaba más de su parte. Me visto rápidamente con algo ligero, unos pantalones de mezclilla y una camiseta de Jimmy que encuentro en el armario de madera, aún conserva su olor y eso me hace sonreír. Me arreglo el cabello me maquillo para darle color a las mejillas y el rostro pálido.  No luzco tan mal luego de estar arreglada… salgo de la habitación, bajo las escaleras y puedo escuchar la voz de Jimmy y la de Sam en la cocina.

—Buenos días Sam – la saludo.

—Buenos días señorita Laurie ¿Cómo durmió? – pegunta en tono inocente.

Veo la mirada fría de Jimmy que tan solo dice que no habrá la boca, pero, me encanta el hecho de no obedecer a eso.

—Estupendamente, Sam – contesto, Jimmy me toma la mano y me siento a su lado en la barra de mármol mientras Sam se mueve de un lado al otro cocinando un omelet para él.

—Veo que tiene un feo golpe en el labio, ¿quiere algo de hielo?

—Oh no es nada, incluso me resulta divertido – miento notoriamente.

—¿Fue con la puerta de la habitación?

—La del baño realmente, me distraje un segundo y estos son los resultados.

—Tendrá que tener más cuidado Laurie.

—Lo tendré se lo prometo – sonrió Jimmy presiona mi mano.

—¿De dónde sacaste eso?

—De tu armario, recuerda que lo único que tengo aquí es lo que pude sacar de mi departamento en la pequeña maleta. Un par de pantalones y unas camisetas sucias.

—No me refería a eso. No me molesta en lo absoluto que uses mi ropa realmente me parece que te queda bien, te ves tan sexi – me dice en tono zalamero y juguetón, yo sonrió. 

—No tanto como tú – respondo, me giro a la derecha y lo beso cuidadosamente algo que entiende bien pues él fue el causante de que mi labio se vea peor que nunca. Doy un respingo cuando el labio me duele.

—¿Te duele?

—Necesitare ese hielo – digo, Sam ya lo trae envuelto en una pequeña toalla me lo da y yo lo tomo posteriormente lo coloco en mi labio y el frio me hace estremecer luego tan solo lo entume y no siento nada.

—¿Quién cambio las sabanas? – preguntó en voz baja. Él me observa.

—Sam – dice sin inmutarse.

—Te dije claramente que no quería que se lo pidieras Jimmy.

—Lo sé.

—¿Por qué lo hiciste entonces?

—Me parecía detestable el hecho de ver el fruto de mis malos tratos contigo, no podía entrar y ver lo que al final paso. Recordarlo ya es lo bastante malo…

—¿Lo es?

—No de la forma en que tú lo imaginas Laurie. Sabes que solo me refiero al hecho de lastimarte.

—De acuerdo.

—Muy bien, aquí tienes Jimmy– dice Sam sirviéndole un plato con el omelet que antes cocinaba, solo de verlo se me revuelve el estómago sin saber el por qué.

—Gracias, Sam – sonríe Jimmy.

—¿Qué deseas para el desayuno Laurie?

—No tengo apetito Sam, pero te lo agradezco.

—Cariño – susurra Jimmy y me observa.

—Tan solo tomare un poco de granola y ya – contesto de manera sencilla.

—Eso ni siquiera es un desayuno Laurie.

—Lo será por hoy, solo por hoy.

—De acuerdo, pero…

—Comeré algo luego, Jimmy – contesto, Sam me sirve un poco de granola y ni siquiera soy capaz de comerme aquello ante la mirada de Jimmy.

Me froto las muñecas de manera mecánica y Jimmy se encoge de hombros mientras me observa con el rostro lleno de culpa.

—Estoy bien – miento.

Frota suaves círculos con las yemas de sus dedos contra mi piel y sabe que eso calmara cada pensamiento negativo que tenga ahora, me relajo rápidamente y se pone en pie para luego masajear mis hombros con dulzura mientras Sam nos observa sentada al otro lado de la barra.

Jimmy comienza por tararear una canción algo que siempre hace cuando tiene algo entre manos y sé que ahora su cometido es dejar de sentir culpa sobre sí mismo, aunque sea solo por un pequeño e invisible momento.

—Está muy tensa señorita Laurie. Podría hacer esto en la habitación si lo desea solo para que se sienta bien por algún momento.

Cierro los ojos y me dejo llevar por su tacto sobre mis hombros y no contesto puesto que no quiero volver por el momento a la habitación del dolor por así llamarlo.

—No, no quiero – contesto en tono suave. Se detiene y vuelve a sentarse y toma mis muñecas cubriéndolas con sus manos luego comienza por observar las marcas rojas y yo las alejo para que deje de castigarse por lo ocurrido que al final tan solo es demasiado para recordar…

—¿Haremos algo hoy? – pregunto y él alza la mirada de ojos azules hacia mí.

—Zacky me llamo para decirme que quiere que me reúna con él.

—¿Qué les has dicho?

—Iré si te sientes del todo bien – dice y pasa una mano por mi cintura.

—Lo estoy – digo.

—El problema es que no puedo dejarte sola aquí durante el tiempo que este fuera, no puedo.

—Podría ir a casa de Ann, Jimmy.

—Tendría que pensarlo.

—¿Por qué?

—No confió en tu sano juicio Laurie.

—Por favor, Cory me llevará y me recogerá antes de que vuelvas a casa.

—No.

—Jimmy.

—Te llevaré y seré yo quien te recoja ¿de acuerdo?

—Por supuesto.

—Anda, iré a complacer a la bruja que llevas dentro – me dice, se pone en pie y toma mi mano suavemente luego me sonríe con dulzura escrita y puedo escuchar el suspiro de Sam, me ruborizo muerta de la pena en ese momento puesto que había olvidado que Sam estaba presente y la frase de Jimmy tan solo podía interpretarse de muchas maneras y estoy casi segura de la interpretación que Sam le ha dado a ello.

—No soy una bruja es solo que tú eres odioso – contesto mientras le devuelvo la sonrisa y sé que por el momento ha bloqueado lo ocurrido la noche anterior con todo lo que hemos dicho– y peleado, aunque de forma sutil –por el momento. Nos levantamos de la barra y agradecemos a Sam por el desayuno que ninguno de los dos termino.

—¿Estamos bien? – pregunto con un nudo en la garganta mientras me arrastra hacia arriba de las escaleras.

—Por el momento olvidemos todo y seamos solo tú y yo, como antes.

¿Cómo antes? ¿A qué se refería eso? ¿Antes cuando ninguno de los dos nos habíamos tocado? ¿Cuándo aun no nos conocíamos? ¿Cuándo todo esto parecía más un sueño que una realidad? ¿Cómo?

Me lleva hasta mi habitación, estoy segura que el hecho de olvidar involucra –de alguna forma –no acercarse a lo que le recuerda sus culpas y peores temores.

Me siento en la cama y estamos solos de nuevo, pero ahora sé muy bien que no pasara nada, aunque me parece de lo más extraño que Jimmy quiera tocarme ahora luego de lo ocurrido.

—¿Realmente vas a tocarme? – pregunto estúpidamente, él me observa sin decir nada. Me dedica una de sus miradas más tiernas y características y me tienen la mano para ponerme de pie.

—Dime que, aunque sea la persona más detestable e inhumana del mundo no huiras de mi lado como lo han hecho muchas personas que solía conocer – me dice mientras me rodea con sus brazos, mi rostro contra su pecho…

—Sabes que no me marcharé, Jimmy, jamás lo hare y tampoco eres la persona más detestable del mundo tan solo ves el mundo diferente eso es todo – susurro mientras levanto el rostro para verlo, me observa por algunos segundos con sus insistentes ojos de color azul sin fin…

—Dime entonces lo que siempre has querido decirme Laurie – susurra contra mi cabello.

—Te amo Jimmy – digo mientras mis ojos se llenan de lágrimas, él tan solo me observa y sonríe con aquella sonrisa que me enamoro desde el primer día en que lo conocí. Se acerca lentamente a mí, respiramos el mismo aire en ese momento y tan solo quiero que me bese porque por fin luego de todos estos meses juntos y todo lo que he pasado a su lado desde cuidar su vulnerable estado de salud hasta soportara ser atada a la cabecera de su hermosa cama, he dicho lo que he querido decir…

—Por siempre.

—Por siempre.

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