Capítulo 3: Meghan

ESTOY MUY NERVIOSA, creo que me voy a desmayar como esto no avance. Tengo el corazón que parece una centrifugadora, me late muy deprisa.

Josh se ha portado muy bien acompañándome, no sé qué haría sin él.

El médico me hace un montón de preguntas, como: cuantas faltas tengo, antecedentes familiares, como me encuentro, etc...

Estoy sobrepasada, creía que lo tenía claro pero ahora que parece tan real, me están entrando dudas. ¿Estoy segura de querer hacer esto, sola? ¿Sabré estar a la altura? ¿Seré una buena madre?

Dios esto es más difícil de lo que pensaba.

—Señorita Connors, ¿está bien?

Me despierto de mis pensamientos cuando Josh me pone la mano en la rodilla.

—Meghan, ¿te encuentras bien?

—Sí, si perdón. ¿El baño? —le pregunto al médico, necesito salir de aquí.

—Enfermera Morris, acompañe a la señorita Connors, por favor.

Salgo con la enfermera y me señala el baño al fondo del pasillo, me pregunta si quiero que me acompañe pero le digo que no, y cuando por fin estoy sola, vomito todo el desayuno. No sé cuánto tiempo permanezco allí dentro, pero tengo miedo de salir y enfrentarme a la realidad.

¡Estoy embarazada!

—Peque, ¿necesitas algo? —me pregunta Josh al otro lado del cubiculo.

Ha entrado al baño de mujeres, y por su tono de voz deduzco que preocupado.

Abre la puerta cuando quito el seguro de esta y me encuentra con los ojos anegados en lágrimas, estoy hipando y no puedo controlar los espasmos que me sacuden todo el cuerpo.

—¿Qué estoy haciendo?

—¿A qué te refieres, peque?

—A todo esto, al bebé. Ahora no lo tengo nada claro —le contesto y me sorvo los mocos sin ninguna delicadeza.

—¿Qué es lo que no tienes claro? No sabes si quieres tenerlo, ¿es eso?

—Sí —hago una pausa muy breve e inmediatamente añado—. No sé si puedo hacer esto yo sola. Estoy muerta de miedo, y si no sé estar a la altura. ¿Qué pasa si no soy una buena madre?

—Nena, eres una mujer increíble, estoy más que seguro que sabrás estar a la altura. Eres dulce, cariñosa, responsable. Serás una madre estupenda, y no estarás sola. Te dije que yo iba a estar a tu lado decidieras lo que decidieras.

No puedo evitar volver a llorar de emoción. Tengo mucha suerte de tener alguien como él a mi lado. Es el único que consigue que crea en mí cuando nadie —y eso me incluye también a mí misma— lo ha hecho nunca.

—Gracias Josh, de verdad eres un buen hombre.

—No es para tanto. Tú también harías lo mismo por mí.

—¿El qué, convencerte de que puedes seguir adelante con tu embarazo? —le contesto y me río de mí propia broma.

«Pero que tonta eres», me digo.

Cuando volvemos a la sala con el doctor ya estoy más tranquila, ahora tengo claro que puedo hacer esto porque tengo amigos increíbles.

Siempre he tenido claro que quería ser madre, y aunque el padre no sea precisamente el más indicado, sé que aún quedan hombres como Josh capaces de cuidar de un niño que no es suyo.

El médico ha terminado de hacerme preguntas y ha rellenado mi historial clínico, ahora todo está en marcha. Solo queda la eco y algunos exámenes físicos para comprobar que todo está bien.

—Miraremos de cuanto estás y que el feto esté bien, ¿de acuerdo? Luego la comadrona te dará hora para la próxima visita —me dice el doctor Martins.

—De acuerdo, adelante.

Me pide que me desnude de cintura para abajo y que me tumbe en la camilla, luego me dice que me relaje porque va a introducirme el ecografo por vía vaginal para ver a mi bebé.

Estoy algo nerviosa, pero cuando empiezo a ver formas en la pantalla me emociono mucho.

¿Ese es mi hijo?

Cojo a Josh de la mano y los dos apretamos al otro para infundirnos valor, esto es muy emocionante, y me alegro de que él esté a mi lado, no podría estar con alguien mejor.

—Miren, esto pequeñito de aquí es el feto —me dice mientras señala la pantalla y lo cierto es que yo no veo nada—. ¿Ven? Aquí tenemos a su futuro hijo o hija.

Un puntito blanco asoma encima de su dedo, justo donde el médico está señalando y veo algo parecido al latir de un corazón.

No puedo evitar emocionarme al verlo, pero cuando escucho como su corazoncito resuena por toda la sala, es cuando toda mi alegría sale por fin.

«No me lo puedo creer todavía. Voy a ser madre».

—Es una pasada Josh, ¿tú también lo ves? —le pregunto a mi mejor amigo, pero este no dice nada mientras mira la pantalla—. ¿Josh?

Está embobado mirado la pantalla, siento su mano apretando la mía y como un brillo en su mirada me indica que está emocionado, cualquiera diría que él no es el padre.

Le cojo la cara con ambas manos y entonces me mira. Una mezcla entre una sonrisa y una mueca me hace reír.

—Josh, ¿te has emocionado? Oh, que mono eres.

—Nunca antes había visto algo tan increíble. Eso es un bebé.

—Sí, lo sé, ¿a que es precioso?

—Mucho.

El médico nos mira con una sonrisa y niega con la cabeza, luego se quita los guantes y coge lo que la enfermera le da, algo que parece a una foto en papel.

—Aquí tenéis a vuestro pequeño, chicos —nos dice a ambos pero ninguno de los dos lo corrige—. Para que se lo enseñéis a la familia y amigos.

—Gracias doctor.

Al salir de la consulta sigo impactada, no esperaba que pudiera estar tan feliz y asustada al mismo tiempo, estoy de doce semanas y apenas se nota nada, pero estoy muy segura de que quiero tener a este garbancito, es mío y aunque estuviera sola seguiría adelante. Ahora llevo una vida dentro de mí y estoy súper orgullosa del paso que voy a dar.

Además, sé que Josh va a estar a mi lado pase lo que pase, así que no puedo ser más feliz.

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