12. Obra de caridad.


El resto de la clase no las pasamos en silencio, pero no por eso Lian deja de molestarme pues no deja de pincharme con el lápiz o de pisarme el pie, y yo trato con todas mis fuerzas de prestarle atención a la maestra y de no golpearlo en la cara. Me arrepiento de haber dicho que no me molestaba ser su compañera.

Una hora y media después la campana suena avisando que es hora de almuerzo y todos comenzamos a recoger nuestras cosas para irnos.

—Tenemos que decidir cuándo reunirnos para hacer el trabajo —le recuerdo a mi compañero de proyecto quien parecía tener toda la intención de irse sin antes hablar de la tarea.

—Ah sí, cierto. Di cuando y yo te digo si estoy libre —responde con tranquilidad.

—Bueno, ¿qué te parece hoy en la tarde?

—No, hoy no puedo tengo practica de futbol. Pero mañana si.

—No, mañana tengo clases de música en la tarde —r

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