Capítulo 3: La Nueva Colección.

Faltando seis días para la previa de la nueva colección de invierno, Massimo está vuelto loco, porque se ha enfermado una de las modelos y le han dado reposo por siete días.

-Cálmate, hombre, harás un hoyo en el piso.

-No puedo, Piero, esos tres vestidos son la guinda, la crema y chocolate del pastel, y estaban hechos a su medida.

-Bueno, tendrás que buscar un reemplazo o un maniquí – me mira con molestia y yo me encojo de hombros-. Si Pía estuviera más grande, seguro la pones a ella, me dijiste que eran para la mujer bajita que es parte de la clientela. No te desesperes, en este país abundan.

-Para ti es fácil decirlo – se sienta al fin -, pero ¿de dónde saco una mujer joven, de un metro setenta al menos, delgada, con clase y ale…gre? – lo miro con las cejas levantadas -. Ya sé quién – levanta el teléfono-. Justina, necesito me marque el número de José Manterola, por favor.

-Es un hombre que le gusta usar vestidos, de seguro – me tira un papel arrugado y me río-.

-Es el padre de mi modelo, solo espero la chica acepte, tiene demasiado potencial en una silla administrando, en lugar de una pasarela y eso lo tiene muy claro.

-Ojalá que el padre se lo permita. Los padres suelen ser muy aprehensivos con sus niñas – lo miro fijamente y se ríe-.

-A mí Pía le permito que sea lo que quiera, estoy criando a una mujer fuerte, decidida y que será la cabeza de esta familia algún día.

-¿No será Luca?

-No, a él lo quiero enfocado en la empresa y su propia familia – suspira y se apoya en el respaldo -. Un padre sabe reconocer el potencial de sus hijos, y el de llevar toda esta… dinastía… no es uno de esos potenciales de mi hijo. Él se encargará de cuidar de su hermana y apoyarla cuando yo no esté, pero el guiar a todos será tarea de Pía.

El teléfono nos interrumpe, se mete en la conversación con el hombre, aprovecha de agradecer las muestras de detalles para los diseños y luego le pregunta por el estado de ánimo de Jazmín, nada más oír su nombre me quedo escuchando.

- ¿Y tu mujer? Ya veo, ojalá que todo se mejore en casa, tener a los hijos peleados con los padres debe ser difícil. No, mi amigo, afortunadamente para mí los míos están pequeños – Massimo me mira extrañado porque ni siquiera soy capaz de parpadear escuchando su conversación -. Lo sé y créeme que sería un honor, te lo he dicho, pero tu hija merece alguien joven, no un viejo con dos hijos… sobre ella, quería preguntarte ¿le darías permiso para que sea mi modelo principal? Bueno, entonces, ¿cuándo crees que pueda tener una respuesta?, es urgente.

Miro una de las carpetas con algunos diseños para varones, tratando de quitar mi atención, pensando en que se me cumplirá ese deseo profundo de conocer a la chica. Por alguna razón siento que mi vida está ligada a la de ella. Parece tonto, podría verme como un enfermo mental y hasta un degenerado, porque ella es muy joven, además de el hecho de jamás haberla visto, ¡por Dios!

Veo que Massimo termina de hablar y me mira feliz.

-Todo solucionado. Jazmín aceptó encantada, está con su padre en este momento y hablé con ella.

-Eso es bueno, el piso de su oficina te lo agradecerá, creo que debes cambiar la alfombra, sí, tiene un orificio.

Se ríe conmigo y niega con la cabeza.

-Y, además, hemos sido invitados a una cena esta noche a su casa. La mujer de José quiere casarme con su hija, así que me requieren allí.

-Me huele a que esa mujer va tras tus millones.

-También lo creo, se lo he dicho a José, porque tenemos una amistad, además de la sociedad de las empresas, y él no está de acuerdo. Me dice que en cuanto su hija encuentre a un enamorado que ella ame de verdad, le dará dinero suficiente para que se marche lo más lejos posible de su madre.

-Vaya, esa mujer está loca entonces.

-Bastante. No puedo catalogarla de otra manera, yo jamás habría hecho lo que ella le hizo a su hija el día de su cumpleaños, solo se cohibió cuando José le dijo que yo estaba presente y había dejado a Jazmín en ridículo ante todos los invitados.

-Entonces, no quiero ir a tu cena.

-No es mía – me dice molesto -.

-Pero es para ti… será mejor que busques el traje y que lleves a tus hijos, para que la señora recuerde que no estás solo, a ver si así se le pasa.

-Ni con eso, ya lo he hecho. Pero los ignora totalmente.

-Suerte, entonces, mi amigo. Yo no voy – me pongo de pie, para pasearme por las instalaciones -.

- ¿Ni siquiera para conocer a Jazmín? – lo miro sorprendido -. No me mires así, eres mi hermano, sé cuando una mujer te interesa, lo que me sorprende que a ella ni siquiera la has visto.

-Estás loco, no me interesa, es muy joven, debe oler a leche todavía.

-No, huele a mujer – me mira con seriedad, tratando de provocarme -. Me has preguntado muchas cosas de esa familia todos estos días. Solo ella puede ser la razón de tanta curiosidad.

-Es eso, curiosidad. No me cabe en la cabeza una actitud tan mala con su progenie – me aclaro la garganta y continúo mi camino hacia la salida -. Iré a ver el paisaje al piso de abajo.

-Está bien, pero por favor, te lo ruego, no te involucres con ninguna modelo. La última vez me causaste muchos problemas.

-No lo haré, tranquilo, no estoy buscando compañera temporal, solo necesito pensar y despejarme.

Abro la puerta, antes de cerrar, Massimo me llama y me dice:

-Ella te afecta, aunque no quieras reconocerlo. Pero tienes razón, huele a leche aún, la corromperías si tuvieras algo con ella. Iré solo con mis hijos esta noche a esa cena.

Me voy de allí antes de que siga descubriendo mis secretos. Nadie me conoce mejor que él, es lógico porque crecimos juntos y no nos separamos hasta cuando tuve que ir a hacerme cargo de la fábrica de telas.

Tomo el camino hacia el ascensor, me pierdo en mis pensamientos, debatiéndome entre asistir o no a esa cena. Sopesando las consecuencias, beneficios y las cosas que podría descubrir en ella.

Como consecuencia está que, irremediablemente ella terminará a mis pies si me lo propusiera, nunca una mujer se me ha resistido, aunque nunca lo he intentado con una tan joven. Es una, mezcla de reto y destino, donde el resultado podría causarle problemas a Massimo.

Bajo de la caja metálica, dirijo mis pasos hacia la sala de ensayos. Nada más entrar, veo el desastre que hay en la organización. Giacomo, el diseñador, está peleando con las modelos porque no se visten la ropa adecuadamente, porque subieron o bajaron de peso, por la manera de caminar y además está arreglando un vestido rasgado.

-Señor Castelli, bienvenido. Me gustaría darle la mano, pero creo que me faltan unas diez más.

-No hay cuidado, Giacomo, solo vengo a ver cómo va todo. Hablaré con Massimo.

-Está muy ocupado, solucionando lo de la modelo estrella.

-Ya está arreglado, pero él le dirá bien cómo será todo.

Al salir, no me doy cuenta que una de las modelos me sigue. Mientras espero el ascensor, se me acerca, tira de mí y me encierra en un cubículo de aseo.

-Hola, amorcito ¿te acuerdas de mí? – no recuerdo su nombre, pero su rostro me es familiar -.

-Sí, Tiare…

- ¡Teresa! Pero te perdono por olvidar mi nombre, aunque supongo que recordarás mejor lo que hicimos aquí hace un año.

Se lanza sobre mí y comienza a besarme como posesa. Yo no tengo tiempo de reaccionar, y tampoco es que quiera hacerlo. Comienza a recorrerme con sus manos, bajando por mi abdomen para llegar a la cremallera de mi pantalón.

Llego a la oficina de Massimo, tratando de arreglar mi cabello. Al entrar de nuevo allí, mi hermano levanta la vista, frunce el ceño y se aprieta el puente de la nariz.

-Lo hiciste de nuevo.

-Yo no hice nada, a mi favor puedo decir – me siento frente a él -. Pero después de ese sexual ataque, tengo dos cosas que decirte: debes mantener más ordenados los cubículos de aseo – abre la boca y los ojos -. Y… necesitas a alguien exclusivo que se encargue de los modelos, Giacomo debería encargarse solo de diseñar y arreglar vestimenta, no de pelear con chicos quinceañeros.

-Aquí no se contratan menores de edad.

-Pues eso es lo que parecen. Una modelo salió llorando porque Giacomo le dijo que se puso el vestido equivocado. Pone a alguien a cargo de ellos y que tu diseñador se encargue de diseñar, no de criar.

-Está bien… rara vez te equivocas con esas cosas, te haré caso. Pero después de la presentación.

-Muy bien, iré por mis sobrinos, daremos un paseo y luego los llevaré a casa a prepararnos para esa cena – me pongo de pie y camino rápido hacia la salida -.

- ¿Escuché bien? Dijiste “prepararnos”.

-Sí, iré con ustedes, pero solo porque no quiero quedarme solo en tu casa. Nos vemos más tarde.

Salgo de su oficina en medio de una carcajada de burla. No lo miro, porque le daré la razón, vivo solo en Florencia, quedarme solo aquí no sería problema. Entro al ascensor y marco el “1”.

-Es la excusa más patética de toda tu vida, Piero… y has dado muchas.

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