Capítulo 2: Una visita sorpresa.

Me adelanto una semana en viajar a Chile, hace meses que no veo a Massimo y sus hijos, ellos son mi única familia, a él lo considero mi hermano y sus hijos mis sobrinos. No nos unirá la sangre, pero la vida y adversidades pueden hacer los lazos más fuertes.

Llego de sorpresa a su casa, la empleada me recibe con su característica sonrisa. Me dice que Massimo no se encuentra, ya que fue invitado a la fiesta de una familia importante, pero mis sobrinos se encuentran viendo una película en el segundo piso. Yo mismo subo mi maleta a la que es mi habitación, ella me dice que en una hora estará lista.

Me voy con Pía y Luca, entro sin que me escuchen, me siento atrás de ellos, en el suelo.

-Esta película está muy aburrida. Mejor me voy a dormir – dice Luca -.

-Creo lo mismo, me voy a leer.

-Vete a dormir, es tarde.

-Quiero esperar a papá.

-Déjalo, no siempre te puede llevar a casa de los Manterola, no seas pesada.

-Era el cumpleaños de Jazmín, ella me cae bien, es amable conmigo, me deja probarme sus vestidos y juega conmigo en el jardín de su casa, es muy bonito.

-Lo sé – dice Luca, apagando la tele -. Pero a mí me gusta más Jazmín que el jardín.

-¡Es mayor que tú, tonto! – Pía se ríe de Luca y este se molesta -.

-No es malo enamorarse de una mujer mayor – les digo y dan un salto -. El problema es cuando te enamoras de una mujer menor.

-Ti… tío Piero – Luca está pálido, mientras yo me río-.

-Dame un abrazo, este es nuestro secreto – le guiño un ojo y los abrazo -. Los amo, mis niños y por eso no aguanté esperar una semana más.

-Tío Piero – me dice Pía feliz -. Yo creía que ya no nos querías.

-El trabajo me tenía muy ocupado, mi niña. Tu papá necesita que las telas para sus diseños sean perfectas y yo me encargo de eso.

Camino con ellos por el pasillo y bajamos las escaleras. Vamos hasta la cocina y sacamos helado.

-Papá no nos deja comer helado por las noches – dice Luca antes de llevarse una enorme cucharada a la boca-.

-Para eso son los tíos, para hacer todo lo que los papás prohíben – se ríen mucho y siguen con el helado -.

-Tío – dice Pía algo seria, esa chiquilla cuando se pone así sale con preguntas muy profundas -. ¿Por qué no tienes esposa e hijos?

-Porque no he encontrado una mujer que ame lo suficiente para formar una familia – lo sabía, directo a la médula-.

-No preguntes esas cosas, Pía – la regaña Luca -.

-Está bien – le revuelvo el cabello a mi sobrino-. Quiero que sepan, no es fácil encontrar a alguien que quiera cumplir sus sueños y compartir los tuyos. Pero a ustedes nos les pasará, tendrán una persona a su lado que amarán, serán felices y tendrán muchos hijos.

-¿Podrás tener hijos? Ya tienes algunas canas, eso quiere decir que estás viejito – la cara de tristeza de Pía me enternece el corazón-.

-Sí, no pierdo la esperanza de tener al menos un hijo y mimarlo mucho, como a ustedes. Ahora limpiemos, o su papá…

-Los descubrirá – entra Massimo algo cansado -.

-No es mi culpa, ellos me obligaron a venir aquí – le digo fingiendo miedo, los chicos me miran incrédulos, no aguantamos la risa con Massimo y ellos se relajan-.

-Hermano - nos damos un buen abrazo -. Qué bueno tenerte aquí, no me avisaste que llegabas antes, hubiese mandado a preparar tu habitación.

-Quise llegar de sorpresa, los extrañaba demasiado y llegué una semana antes para disfrutar con ustedes. Siempre vengo nada más que por trabajo.

-Me alegra tenerte aquí – mira a sus hijos -. Bueno, niños, a dormir.

-Pero quiero saber de la fiesta de Jazmín – dice Pía levantándose de mala gana -.

-Mañana, no hay mucho que contar, pero no quiero hacerlo ahora.

-Está bien – Pía nos abraza y se va a su habitación -. Buenas noches, papi. Buenas noches, tío.

Luca hace lo mismo, al dejarnos solos Massimo se sienta y se queda con en bote de helado. Me río, porque parece un adolescente agotado.

-Me dijeron que fuiste a una fiesta, parece que estuvo muy mala.

-Estaba bastante animada, uno de nuestros socios se lució bailando para animarle la fiesta a su hija, pero apareció la mujer y arruinó todo.

- ¿Cómo así? Se supone era el cumpleaños de la niña, ¿qué madre le hace algo así a una niña?

-Jajajaja, no es una niña, cumplía veinte años. Y su madre… es una odiosa, quiere meterme a Jazmín por los ojos, no se da cuenta que es una chiquilla, podría ser mi hija mayor, tenemos veinticuatro años de diferencia.

-Seguro que por interés – saco un poco de helado -. Supongo que la chica ni te mira.

-Sí, pero para hablar nada más, ella está en otro mundo, el de los veinte. Es alegre y quiere cosas de jóvenes, aunque si tuviera unos años más, sería perfecta para ti.

-No, mi querido amigo. Yo ya perdí la esperanza de encontrarme a la mujer indicada, así que déjame así.

-Tú nunca tuviste esperanza, no seas mentiroso, prefieres esa vida de mujeriego que te encanta.

-Sin compromisos, es mejor. Se sufre menos – me gano la mirada de desaprobación de mi amigo -.

-Un día vas a conocer a esa mujer y vas a parecer corderito, te lo aseguro.

-No lo creo, me cuido mucho de eso. Aunque nunca he sentido eso de las mariposas, los nervios, las manos sudorosas, ni esa electricidad de la que tanto hablan.

-Eres incorregible – se ríe de mí -. Pero bueno, creo que, por hoy, es suficiente – deja del helado -.

-Sigue contándome el chisme. ¿La mujer los echó?

Así me sigue contando cómo los padres de la chica discutieron, los invitados comenzaron a irse y ni siquiera alcanzaron a cantarle feliz cumpleaños. Lo que me sorprendió es la manera que me interesaba saber más de la chica, supongo por el interés que despierta en Luca.

Se nos pasan unos minutos más y decidimos ir a dormir, mañana me quedaré en casa descansando del viaje, luego iré por mis sobrinos al colegio y los llevaré a donde ellos quieran.

Ya en mi cama me quedo mirando al techo con las manos bajo la cabeza, pensando en esa chica. Su mamá debe estar loca, arruinarle así su día. Y su padre, no ser lo suficientemente firme para imponerse.

-El día que tenga esposa, nunca la dejaré hacer conmigo lo que quiera, la mujer debe obedecer al marido en todo… - me sorprendo de mis palabras y me río -. Pero si yo ni siquiera deseo esposa, debe ser el viaje.

Me acomodo para dormir, sin dejar de ver el espacio vacío a mi lado. Jamás he compartido la cama con alguien, mis encuentros sexuales son fuera de mi casa y nunca me he quedado fuera de ella. No sé lo que es compartir la cama para dormir, solo para el sexo.

Aunque a veces eso me abruma, con una salida a un bar y una conquista de una noche, se me pasa. A pesar de mi edad, me encuentro en buena forma, me veo unos cinco o seis años menor, lo que aún puedo aprovechar.

Un suspiro sale de mí, cierro los ojos y sueño con una chica cuyo rostro no puedo ver, es pequeña y ágil, se me escapa cada vez que quiero abrazarla. Se ríe y salta por un hermoso prado lleno de jazmines, mientras la sigo alguien se la lleva y siento en mi pecho una angustia enorme.

Me despierto sudoroso, con una sensación de abandono intensa, algo que jamás había sentido. Bajo a la cocina por un vaso de agua, me lo bebo pensando en esa pobre jovencita, imaginándola llorar en su habitación por la actitud de su madre.

Sacudo mis pensamientos y regreso a la cama, buscando un sueño reparador, pero no lo consigo. Sueños tristes me provocan un dormir intranquilo, como si la felicidad de esa chica a la que nunca he visto dependiera de mí.

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