6. Brisa

[FRANCO]

Los labios de Brisa se me quedaron grabados a fuego en los míos y es que en verdad creía que nunca más en mi vida iba poder besar a alguien después de lo de Tamara, pero no, aquí esta ella demostrándome que la vida si te da segundas oportunidades, bueno al menos eso quiero pensar. La veo sonreír y me quedo enganchado a esa manera tan especial que tiene de ser y tengo miedo de ser el idiota que se enamora como un niño para que lo utilicen a su antojo y luego lo olviden —Es mejor que solo me acompañes hasta aquí— Me comenta cuando llegamos hasta la puerta de su camarote y reímos mientras lleva una de sus manos hacia mi pecho como deteniéndome.

—No pensaba entrar, conozco este crucero a la perfección— Le dejo saber y vuelve a sonreír.

—Claro… y supongo que te estás quedando en una de las mejores suites ¿no?— Averigua y encojo mis hombros.

—Pues alguna ventaja debo tener ¿no crees?— Bromeo.

—Yo creo— Afirme.

—¿Quieres un upgrade de camarote?— Ofrezco y niega de inmediato.

—No te equivoques conmigo, no te besé para que me des un camarote mejor— Me deja saber y sonrió.

—¿Y porque me besaste? O mejor dicho… ¿para que dejaste que te besara?— Le pregunto apoyando una de mis manos sobre la pared del pasillo acorralando así su cuerpo.

Ella muerde su labio inferior y por primera vez siento este descontrol en mi cuerpo que es muy difícil de poder manejar… me gusta mucho… «¿Será ella?» Me pregunto una y otra vez perdiéndome en su mirada.

—Porque me nació dejar que me besaras… Franco, me encantas, lo siento mucho, pero yo tampoco sé muy bien que hacer con todo esto— Me confiesa haciéndome sonreír.

—Parecemos dos tontos— Comento entre risas al vernos en esta situación y reímos nerviosos.

—¿Te parece?— Me pregunta y asiente.

—Me parece… yo estoy acá con muchas ganas de volverte a besar y con un descontrol que ni te cuento y tú…—

—Y yo tengo un calor— Termina de decir y se abanica con las manos haciéndome reír.

—¿Qué hacemos?— Insisto.

—No te conozco… no suelo tener sexo con desconocidos— Bromea y soltamos una carcajada.

—¿Puedo pasar, aunque sea y hablamos?— Propongo —El room service es bueno— Añado y asiente.

—Puedes— Dice y se escabulle de entre mis brazos para después abrir la puerta un poco nerviosa y con esos mismos nervios abrir la puerta y dejarme entrar detrás suyo.

Era claro que no esperaba visitas esta noche. Ella ordena lo poco que habita desordenado rápidamente y me invita a tomar asiento en el estrecho espacio de este camarote que ofrece un pequeño balcón con vistas al mar y para una sola persona no esta nada mal, es más, diría que es hasta amplio… —Puede llamar al room service y pedir lo que quieras, invito yo— Le dejo saber y se sonríe.

—Cuanta amabilidad ¿No me lo vas a cobrar?— Me pregunta acercándose a mi y niego.

—No, bueno… tampoco pidas la champaña de reserva especial de ocho mil dólares porque creo que voy a tener que dar explicaciones, pero por lo otro creo que esta bien— Bromeo y se ríe.

—¿Hay una champaña de ocho mil dólares?— Me cuestiona sorprendida.

—Y más caras— Explico.

—Guau… me dolería el estomago con solo beberla…— Dice entre risas.

—A mi también ¿te parece un buen vino y algo de comer?— Propongo y asiente.

—Me parece bien, la noche esta fantástica para disfrutarla en el balcón ¿Qué dices?— Comenta.

—Digo que esta bien, ya que no nos animamos a tener sexo, creo que una noche de desvelo bajo la luz de la luna nos caerá bien… supongo que no tienes sueño ¿o si?— Cuestiono divertido.

—No— Responde entre risas.

—Ni yo—

—Me imagine…— Dice y se sonríe de manera cómplice y supongo que sé porque lo hace.

—Mejor pediré la comido— Me limito a decir y es que en verdad no quiero distraerme más de la cuenta.

[…]

Una vez que ordene algo de cenar para los dos, salgo al balcón donde ella ya esta esperándome sentada en una de las reposeras que hay allí y no puedo creer lo hermosa que se ve. En verdad no entiendo como la vida me la ha puesto delante de mi… —Vendrán en un rato— Digo tomándola por sorpresa.

—Esta bien— Me responde y sé que esta nerviosa todavía.

—Oye, si quieres me voy…— Murmuro y niega.

—No, esta bien, lo siento es que de verdad me gustas y no sé me cuesta hacer todo esto. Sé que piensas que soy una idiota, pero esto del romanticismo no se me da muy bien— Explica tímidamente.

—A mi mucho menos eh— Digo entre risas —¿Sabes hace cuanto que no salgo en plan de conquista?— Confieso —Creo que la ultima vez que le dije algo bonito a una mujer todavía se usaba el MSN— Bromeo haciendo que riamos.

—Hoy no se te dio nada mal—

—Ni a ti tampoco— Rebato. —Hagamos lo que nos nazca… lo que fluya— Propongo.

—Me parece perfecto— Accede.

—Por ejemplo, ahora a mi me nace mucho, pero mucho darte un beso— Confieso y sin poder resistirlo me acerco a ella y sujeto delicadamente su rostro para besar sus labios tiernamente.

—Me esta pasando lo mismo que a ti— Susurra sobre mi boca y justo en el momento que quiero volver a besarla, alguien llama a la puerta.

—Salvada por la campana— Bromeo.

—Salvado tú— Rebate divertida.

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