Llegó la tormenta

A mitad de semana recibimos la inesperada visita de Quinteros. Apareció en la oficina acompañado de dos enormes gorilas. Estaba claro que su intención era intimidar y no hablar. Janet, temblando, me avisó de su presencia. Lo hice pasar de inmediato, y los dos hombres lo siguieron.

—Señor Quinteros —saludé sin inmutarme—, ¿necesita de la compañía para dialogar conmigo?

—Así que tú eres Dorian Archibald. Esperaba algo mejor, pero bueno…

—Tome asiento. ¿Le ofrezco algo de tomar?

—Seguro tienes algún buen whisky ahí.

—Por supuesto. —Serví un vaso y se lo entregué, hice de cuenta que los otros tipos no estaban en la habitación. Para que vieran que no me intimidaban en lo más mínimo.

—Muy bueno, caro… —dijo luego de probarlo. Me apoyé en

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