Aprendiendo a Amar (Serie Amores que Renuevan 2)
Aprendiendo a Amar (Serie Amores que Renuevan 2)
Por: Sofía de Orellana
Prólogo

Tras la sentencia de sesenta y un días en Colina II, los gendarmes me toman del brazo, me esposan y me sacan del recinto. 

Me trasladan hasta el centro penitenciario y luego de todos los protocolos, me conducen hasta mi celda, donde me toca compartir con tres reclusos más, aun cuando la celda no debería ser para más de dos.

Uno de ellos se me acerca desafiante, por consejo de “El Chato”, como voy por delito blanco, lo mejor es ser sumiso, responder bien y atender a los mandados que me pidan.

-Y vo', ¿Qué hiciste pa’ estar aquí?

-Robé millones de pesos a una empresa importante – le contesté sin levantar la mirada -.

-Ya me caíste bien, esos perros se merecen que les roben. ¿Cómo te llamai?

-Marco.

-Oh, loco… igual que el cabro chico que dejó bota'o la mamá – respondió otro, que se veía el más joven de todos. Si supiera… -. Igual que a mí, ¿tení mamita que traiga cigarritos?

-No, la mía se suicidó cuando tenía once años. 

-Oh, disculpa, hermano. Pero aquí podemos ser tú familia, po'. Esa es tu cama, si necesitai llamar pa'juera tenemos teléfono con interné. Eso sí, piola, porque aquí el que sapea, de muere, vo' cachai.

Toda esa jerga me provocaba salir corriendo, aunque la conocía de los tipos que trabajaban para mi hermana Magaly, nunca conseguí sentirme cómodo con ese vocabulario. 

Me instalé en la cama,  sin poder dejar de pensar en Daniela. Esta mañana no pude despedirme de ella, su habitación tenía la puerta cerrada. Desde que llegamos hace dos días luego de que me declararan culpable, ella no quiso saber más de mí. 

No la culpo, fui un idiota que la noche anterior fue besada por el estúpido más estúpido, para al día siguiente escuchar al mismo hombre decirle a otra que la ama.

Además de la molestia de Daniela, que no llego a entender completamente, me he quedado con las palabras de Pía cuando le dije que la amaba: “No lo creo. Porque aún no sabes lo que es amar. Pero un día aprenderás, te dolerá…”

No sé si quiero aprender a amar, porque tengo miedo de sentir más dolor en mi vida. Por eso evité enamorarme de Pía, de Camila. Pero Daniela, ella es diferente.

“Mi Daniela, es mejor que estés lejos de mí o podría dañarte como a todo lo que está cerca de mí”.

Luego de minutos, horas, no lo sé, me anunciaron la visita de mi abogado que me llevaba algunas cosas que mis hermanos me habían enviado. Fruncí el ceño, porque les había dejado claro que  no quería me enviaran nada. Aunque fue una pelea con José,  quien había planificado visitas cada semana si me enviaban aquí, Magaly lo obligó a aceptar lo que quería, diciendo que ni siquiera una barra de jabón me enviaría, aunque eso significara remojarme en la tina cuando saliera.

¿Por qué esa decisión?

Vine aquí a terminar de morir. Sin tener que verles la cara cada día, podré hacer lo que debí hace mucho tiempo: seguir los pasos de mi madre.

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